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-
https://d1y502jg6fpugt.cloudfront.net/33463/archive/files/2521c4bc133b2601235664ec51207f75.pdf?Expires=1712793600&Signature=VUA4mYnBU-4WKL8wAFH0GbF0QRKFqnv1gVXAzdmp8hhAklLfVw7P1IgpfCnbS6iPvh2e7-2D2it29eFIlRbiJV1xAYTzcy9yX%7EvSL7TYmRQNSomoO55XRo9Z9WSg3PtjJVp704gUVSxPs428zEplERt01bubs8Qj7Az5bPwsmXQKtJiRa9y7mpEnfdMCy5JKjaNqvBL88ZKXah%7EqMUM0I%7Ej5Eq6L1MtwY8A%7E08Cn7FpdALLvNklmmkOhkubfJO7kja%7EwWWSyHJveKD55xaSw9fMRl0GlZ5djdPNXMAjOGu1ocR8n3azAv-iOYmqBOEKtYV0pzoNAPSe63Xi1Q-ZguQ__&Key-Pair-Id=K6UGZS9ZTDSZM
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Guía de Acompañamiento
Cannabis
para la Salud
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�Este trabajo fue posible gracias al apoyo del
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Coordinación: Gabriela Cancellaro - Mamá Cultiva Argentina - Brenda Maier Departamento de Salud del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Redacción de textos a cargo del equipo de Mamá Cultiva Argentina:
Mariana Amanto - Gabriela Cancellaro - Carla Chapato - Valeria Salech - Jacqueline Vispo.
Revisión, corrección y edición a cargo de equipo de Mamá Cultiva Argentina: Florencia
Nejamkin - Graciela Pardo - Celeste Petersen Norrild - Maximiliano Provenzani - Eliana Urán.
Revisión y edición a cargo de equipo de CCC: Javier Marin, Secretario de Publicaciones.
Diseño editorial: Maximiliano Provenzani.
Ilustraciones: Valeria Araujo.
AGRADECIMIENTOS:
A les voluntaries de Mamá Cultiva Argentina, cuya experiencia,
compromiso y amor alimentaron este material.
Al Centro Cultural de la Cooperación, por darnos la posibilidad de hacer
realidad esta guía tan necesaria. Especialmente a Brenda Maier, que
nunca deja de escuchar.
A Marcelo Rubinstein, por su mirada crítica y amorosa.
A las miles de personas usuarias de cannabis para la salud que se
acercan a nuestra organización y abrazan esta lucha que les trae
autonomía y calidad de vida.
A la planta.
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�¿Qué es
Mamá Cultiva
Argentina?
Mamá Cultiva Argentina nació en 2016 desde la necesidad de crear un sujeto jurídico que
representara los intereses de un grupo de personas -madres sobre todo, pero también
cultivadores, médiques, psicólogues, pacientes, profesionales de diversas áreas- y generar un
marco legal para el cultivo y uso de cannabis para la salud.
Somos una Organización No Gubernamental AUTOGESTIVA y con PERSPECTIVA DE
GÉNERO Y DIVERSIDAD cuyo objetivo es difundir de manera responsable y oportuna el
potencial terapéutico de la planta de marihuana, haciendo hincapié en el autocultivo como
medio de acceso y en la formación de distintos actores de la sociedad civil: usuaries, equipos
de salud y tomadores de decisiones a nivel político.
Nuestra principal labor es abrazar, contener y orientar a las familias que se acercan a
nosotres, en busca de un alivio que no encuentran en la medicina alopática hegemónica y
patriarcal.
Realizamos cursos y talleres presenciales y virtuales en todo el país.
ESCANEÁ EL QR
Y CONOCÉ TODAS
NUESTRAS ACTIVIDADES.
¿Sos parte de un equipo de salud
y querés conocer más sobre este tema?
Escribinos a mcacapacita@mamacultivaargentina.org
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�índice
05 ¿Por qué una guía?
06 Un aporte para nuevas formas de entender los procesos de
salud-enfermedad.
07 ¿Por qué hablamos de cannabis para la salud?
08 sección 1: ¿Qué es la cannabis?
09 Ficha técnica
10 Un poco de historia
11
sección 2: Usos terapéuticos
12 Propiedades
13 Beneficios
14 El Sistema Endocannabinoide
15 ¿Cómo funcionan el THC y el CBD?
16 Formas de administración
17 Dosificación
20 sección 2: ¿Cómo acompañamos desde
los equipos de salud?
24 sección 3: Mitos y Prejuicios
27 anexo
28 ReProCann: ¿Qué es? ¿Cómo funciona?
29 Marco Normativo y reglamentaciones del Territorio Argentino
sobre el Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus Derivados
32 Bibliografía
33 Recursero
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�05
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
¿Por qué una Guía?
Desde el año 2016, desde Mamá Cultiva Argentina brindamos información y acompañamiento a miles de
personas que aprenden a cultivar cannabis para su salud y la de sus comunidades. También participamos
activamente de la lucha por un marco legal para la planta, con perspectiva de género y diversidad.
Si bien su uso como recurso terapéutico es ancestral y en nuestro país existe una larga lista de cultivadores
y cultivadoras que conservan desde hace décadas en la clandestinidad saberes, variedades y recetas,
durante gran parte del siglo XX y principios del XXI se trató a esos saberes como conocimiento marginal.
Pero del otro lado de los prejuicios, la criminalización y la cultura de la prohibición había una sociedad con
dolor que se interesó en el tema y le dio lugar al debate. A fuerza de activismo, persistencia y brutal empatía
logramos la sanción de la Ley 27.350 de Investigación Médica y Científica de Cannabis Medicinal y sus
Derivados que impuso un gran desafío por delante: generar conocimiento científico y formar al sistema
sanitario de cara a un futuro que integre cannabis para la salud.
En nuestros Espacios de Contención y Orientación (ECO) acompañamos a más de 1000 personas y
familias en estos seis años en la autogestión de su salud, mediante el autocultivo y el tejido de redes comunitarias. En nuestros cursos de formación interdisciplinaria, más de 300 integrantes de equipos de salud
de todo el país conocieron la planta, su historia y sus beneficios, así como las maneras de administración y
dosificación.
Estamos convencidas de que el cannabis puede y debe ser un asunto de salud pública. Hoy, encontramos miles de personas usuarias empoderadas y un sistema de salud que todavía no está preparado para
acompañarlas sin una mirada prejuiciosa, tutelar o condenatoria: un sistema que muchas veces no puede
brindarles la respuesta que necesitan. Sabemos que sin formación de los equipos, las políticas públicas no llegan a las personas.
Esta Guía de cannabis terapéutico para equipos de salud es una herramienta elaborada para compartir
los saberes que generamos acompañando e informando a miles de personas. Nos propusimos condensar
la información de base necesaria al momento de recibir a quienes accedan a su derecho a la salud.
En ella encontrarán definiciones, datos y precisiones sobre qué es la planta de cannabis, cómo actúa en
nuestros organismos, como acompañar un tratamiento, usos y contraindicaciones, entre otras cuestiones.
Nos propusimos generar una fuente confiable y concisa para quienes se acercan por primera vez a la temática y un puente a la construcción cotidiana de otro sistema de salud, que no estigmatice a personas usuarias, sino que las abrace y contenga.
Esperamos que sirva como una primera aproximación al extenso mundo de la terapéutica cannábica, que
fomente la curiosidad y que sea de utilidad para todas las personas que cuidan la salud de la población y
ejercen el enorme trabajo de hacer que los derechos y las políticas públicas transformen las realidades de
la ciudadanía.
Valeria Salech
Presidenta de Mamá Cultiva Argentina
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�06
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Guía de cannabis terapéutico para equipos de salud.
Un aporte para nuevas formas de entender los procesos
de salud-enfermedad.
Desde el Departamento de Salud del Centro Cultural de la Cooperación nos abocamos a analizar y
discutir los procesos de salud, enfermedad y atención, entendiendo que la salud no solo es la ausencia de
enfermedad, que las patologías no son el foco del sistema sanitario y que la promoción de la salud y la
prevención de enfermedades son aspectos centrales. Se ha prestado especial atención a los procesos
colectivos y comunitarios en el campo de la salud, porque a partir de su trabajo constante han logrado incidir
en la agenda pública, en los medios de comunicación como también en propiciar nuevas formas de entender
y llevar a cabo los procesos de salud, enfermedad - atención.
En el campo de la salud, los movimientos de familias, personas usuarias y militantes del cannabis se
han construido como una pieza clave del proceso de legitimación y legalización. Este empoderamiento ha irrumpido en las lógicas tradicionales de atención de la enfermedad, ha provocado rispideces en los
equipos de salud, cuestionando el rol asimétrico médico – paciente y poniendo en debate las lógicas punitivistas que sostienen la prohibición de la planta de cannabis y dificultan el desarrollo y el acceso a los usos
terapéuticos y medicinales.
Desde el Departamento de Salud del CCC hemos acompañado con mucha alegría el crecimiento de la
Asociación Mamá Cultiva Argentina y hemos observado cómo en este recorrido se han establecido como
una organización destacada dentro del campo sociosanitario por los aportes que realizan desde las perspectivas comunitarias, feministas y de derechos. La Guía de cannabis terapéutico para equipos de salud es
un ejemplo de esa labor, se constituye como un instrumento fundamental para aportar a la formación y al
diálogo de los equipos de salud en pos de derribar barreras y estigmas. En esta guía encontrarán la recuperación y puesta en valor de prácticas ancestrales para los cuidados de la salud, información sistematizada
sobre la planta, sus beneficios y aplicaciones, la importancia de la perspectiva del usuario y la usuaria como
eje fundamental para los tratamientos de salud, entre otros puntos que la Asociación en conjunto con
colaboradores del campo de la ciencia y la medicina han ponderado como el ABC para el inicio de la formación en cannabis para la salud.
Celebramos trabajos como este que permiten fomentar la capacitación y promover marcos teóricos referenciales anclados en procesos colectivos tanto para los equipos de salud como para la sociedad en general.
Instrumentos como el que se presenta aquí propician que se respeten las elecciones de los usuarios y usuarias, derribando mitos y evitando prejuicios a partir de contar con información confiable y concisa, al tiempo
que impulsa a que las personas sean protagonistas de las decisiones que les incumben, desde una perspectiva que promueva la soberanía y la libre determinación para ejercer un pleno derecho a la salud.
Brenda Maier
Coordinadora del Departamento de Salud
del Centro Cultural de la Cooperación
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�07
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
¿Por qué hablamos de
cannabis para la salud?
En este material no se usará el término cannabis medicinal. Esta elección no es casual ni inocente y está
relacionada con el camino que recorrimos como personas usuarias.
Hablamos de cannabis para la salud:
*1
Porque el cultivo de cannabis y su
*5
Porque cultivando cannabis
uso nos ayudó a entender que la salud es
dejamos de ser objetos de experimentación
un proceso integral, amplio y abarcativo
del sistema de salud para ser personas con
basado en la autoobservación.
agencia sobre nuestros procesos de
salud/enfermedad.
*2
perar a las personas detrás de los síntomas
*6
permitiendo que una condición crónica o
que la salud es una búsqueda constante de
terminal no impida calidad de vida.
bienestar: mediante la planta recuperamos
Porque con la planta pudimos recu-
Porque aprendimos con la planta
la armonía para relacionarnos a partir de
*3
la aceptación y la amorosidad disfrutando
Porque nos hace convivir mejor
con nuestra situación de salud sin caer en
la diversidad más allá del ámbito médico, en
nuestro entorno y tejiendo redes.
la multimedicación.
*4
Porque significa el empoderamiento
en la gestión y en el cuidado: brinda herramientas para que las personas cuiden y gestionen su salud, la de su familia y comunidad.
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�sección
1
¿Qué es
la cannabis?
"Nadie duda de que un Estado que posea con la mayor
perfección el verdadero cultivo de su tierra es el verdadero
país de la felicidad pues en él se encontrará la verdadera
riqueza".
Manuel Belgrano - 1796.
�09
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Ficha Técnica
NOMBRE CIENTÍFICO: Cannabis Sativa L.
ALIAS: cáñamo, marihuana, ganja, marimba, etc.
CARACTERÍSTICAS Y MORFOLOGÍA: Hojas
opuestas, aserradas, con folíolos impares.
SEXO: Dioica: Macho / Hembra.
CICLO VITAL: Anual.
FOTOPERIÓDICA: Desarrolla sus distintas
etapas según las horas de luz y oscuridad que
recibe.
COMPOSICIÓN: fitocannabinoides*, terpenos
(aroma), flavonoides.
*Fitocannabinoides: más de 100 conocidos hasta el
momento. Destacan THC y CBD, que se encuentran en
las variedades más populares de la planta en mayor
proporción.
SUBESPECIES: Sativa, Índica y Ruderalis
(conocida también como automática o
autofloreciente).
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�10
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Un poco de historia
2000 A.C
Primeros registros del uso de cannabis en Oriente.
1753
Clasificada por primera vez por Carlos Lineo, quien la bautizó Cannabis Sativa L.
1937
Comienza la prohibición en Estados Unidos (consecuencia de factores económicos,
culturales y sociales) con el Marihuana Tax Act.
1964
1971
El científico israelí Rafael Mechoulam y su equipo descubren y aislan el THC.
Se profundiza la prohibición y se vuelve oficialmente mundial en la Convención Única
de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas.
1986
Colombia legaliza el uso personal (20 plantas)
1989
Argentina. Ley 23.737 - Ley de Drogas: condena el cultivo, tenencia y transporte de
marihuana.
90´s
2009
Mechoulam y su equipo descubren el Sistema Endocannabinoide.
Los activismos inician el camino de relegalización de la planta.
Argentina. El Fallo Arriola reconoce como inconstitucional el castigo penal por tenencia
de marihuana para uso adulto en el ámbito privado.
2013
Uruguay legaliza el autocultivo, producción y comercialización de cannabis.
2016
Chile legaliza el uso terapéutico de cannabis.
2017
Argentina. Se sanciona la ley 27.350 de investigación médica y científica de uso
medicinal de cannabis y sus derivados, con reglamentación limitada.
2020
Argentina vuelve a reglamentar la ley 27.350.
2021
Argentina. Comienza a regir el Registro del Programa de Cannabis (ReProCann) que
habilita a personas usuarias a tener hasta 9 plantas en flora.
2022
Argentina sanciona la ley 27.669: Marco Regulatorio para el desarrollo de la industria
del cannabis medicinal y el cáñamo industrial.
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�sección
2
Usos
terapéuticos
"La soberanía de los cuerpos en el ámbito de la salud
implica poner en disputa al Hospital como único lugar
garante de ciertas prácticas que rodean al nacer, morir,
abortar, enfermar y sanar.".
Marta Dillon, periodista.
�12
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Propiedades
Analgésico
Antifúngico
Antioxidante
Regulador de la inmunidad
Anti-inflamatorio
Anticonvulsivante
Protector y reparador
del tejido nervioso
Estimulante óseo
Anti-náusea
y anti-vomitivo
Antiespasmódico
Ansiolítico
& Antipsicótico
Estimulante del apetito
Relajante muscular
Inductor del sueño
Inhibidor de
Antidiabético
células tumorales
Preventivo de la Recaída y
del Síndrome de Abstinencia
Para tener en cuenta:
La fitoterapia con cannabis no ha demostrado por el momento servir como cura para
ninguna patología o condición de salud, sino que su finalidad es mejorar la
calidad de vida de la persona que la utiliza, así como de la persona
cuidadora y el círculo familiar.
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�13
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Beneficios
Ya que se trata de una planta, su uso se debe pensar en términos de fitoterapia, muchas veces como
complemento para tratamientos crónicos o circunstanciales, para mejorar síntomas tales como dolor, insomnio, dificultad para interactuar con el entorno, movimientos involuntarios, falta de apetito o alteraciones del
estado de ánimo.
Teniendo esto presente, y si bien no todos los casos logran el mismo grado de respuesta positiva, algunas
patologías y condiciones en las que pueden evidenciarse beneficios son:
» epilepsia
» insomnio
» parkinson
» dolor crónico: neuropático,
metastásico, inflamatorio
» alzheimer
» esclerosis múltiple
» síndrome de g. tourette
» autismo
» enfermedad de crohn y otras
enfermedades intestinales
inflamatorias
» náuseas – vómitos
» anorexia – caquexia
» acné
» psoriasis
» síndrome de estrés postraumático
» ansiedad
» depresión
» psicosis
» migraña
» fibromialgia
» lupus
» poliartritis reumatoide
» diabetes tipo I
» tiroiditis de hashimoto
» osteoporosis
» efectos secundarios de la
quimioterapia
» acompañamiento de la radio
y quimioterapia
» vih-sida y sind. consuntivo
» estadíos terminales
» glaucoma de ángulo abierto
» adicción
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�14
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
El Sistema Endocannabinoide
El Sistema Endocannabinoide (SEC) fue descubierto en los años 90 por el equipo del Dr. Raphael Mechoulam
y otros investigadores. Consiste en un complejo sistema de señalización endógena, distribuido en el cuerpo
de todos los animales vertebrados. Esta red de señalización se compone de receptores endocannabinoides y
las sustancias que nuestro propio organismo produce para estimularlos (endocannabinoides), presentes en el
cerebro y demás órganos y tejidos del cuerpo, de allí que el SEC esté involucrado en una variedad de procesos fisiológicos.
Tiene una función reguladora, por ello se dice que es un SISTEMA HOMEOSTÁTICO. Entre los principales
componentes del SEC descubiertos podemos mencionar la anandamida o AEA (la palabra ananda deriva del
sánscrito y significa felicidad), el 2-araquidonilglicerol o 2-AG y los receptores CB1 y el CB2.
¿Qué regula el SEC?
Apetito
Dolor
Descanso
Sistema inmune
Humor
Memoria
Repuesta al stress
Balance de energía
y metabolismo
Coordinación
motora
El Efecto Séquito
La planta de cannabis produce una gran variedad de fitocannabinoides, que al consumirla activan en el cuerpo
los mismos receptores específicos que los endocannabinoides, produciendo efectos similares. Es aquí donde
radica la capacidad terapéutica de la planta.
Se conoce como Efecto Séquito o Entourage Effect al fenómeno por el cual los compuestos extraídos de la
planta de cannabis interactúan en conjunto y por acción combinada de manera más eficaz y con menores
efectos adversos sobre un organismo que los compuestos aislados.
Este fenómeno hace que el acceso mediante la planta cultivada, que incluye a todos los fitocannabinoides,
pero también a los terpenos y flavonoides presentes en la planta, frecuentemente reporte mejores resultados terapéuticos que los productos farmacológicos aislados o producidos por los laboratorios.
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�15
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
¿Cómo funcionan el THC y el CBD?
Llamamos ratio a la proporción de los dos componentes que se encuentran en mayor cantidad, THC y CBD, en
cualquier variedad de Cannabis sativa.
Así, podemos encontrar variedades de la planta con tres quimiotipos posibles:
Quimiotipo I
Mayor proporción de THC.
Quimiotipo II
Similar proporción de THC y
CBD (denominado también 1:1).
Quimiotipo III
Mayor proporción de CBD.
Si es posible*, la recomendación es iniciar con 1:1 (Quimiotipo II) y ajustar hacia otro quimiotipo en función de
los efectos obtenidos en relación a los efectos buscados.
*Posible pero no excluyente: si bien existen algunas tendencias respecto de los efectos de cada quimiotipo, es fundamental comprender que
cada persona y cada planta tendrán una relación particular y específica, por lo cual es importante no limitar la búsqueda y evaluar en el uso
cuáles son los ajustes a realizar. Por ejemplo, si bien en la literatura médica está establecido que el CBD ayuda a mejorar la conexión de
personas con TEA, hemos comprobado mediante la experiencia empírica que el uso de cepas altas en THC puede presentar resultados muy
beneficiosos.
Con esto presente, podemos decir que en general encontraremos tendencia hacia los siguientes efectos
entre otros, de acuerdo al componente predominante:
THC (tetrahidrocannabinol)
CBD (cannabidiol)
Relajante / Antiinflamatorio / Analgésico / Mejora del sueño
Relajación muscular / Disminución de convulsiones /
Reducción de la ansiedad / Modula el efecto psicoactivo del THC
Cada sistema endocannabinoide es único e interactúa de manera particular con
la variedad de planta que consumamos, en toda su complejidad (Efecto Séquito).
Psicoactividad:
Es un efecto conocido en el consumo de cannabis la psicoactividad relacionada al THC. Se conoce como
sustancias psicoactivas a aquellas que actúan sobre el sistema nervioso, pudiendo alterar la percepción de
sensaciones, pensamientos, emociones y comportamientos. La psicoactividad puede activar, inhibir o favorecer
sintomatología asociada a algunas condiciones de salud.
En nuestra comunidad encontramos casos en que personas de condición autista mejoran la concentración y
lucidez a través del uso de cepas del quimiotipo I. La psicoactividad amplió su perspectiva de la conciencia y
la conexión social. Por ello es importante recordar que no hay una cepa para cada síntoma o patología, sino que el recorrido con cannabis puede y debe hacerse en función de observar los efectos sin predeterminar ratios.
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�16
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Formas de Administración
Existen muchas formas de administración de cannabis, todas ellas son válidas y dependen de la manera
en que la persona que utiliza la terapia elija consumirlo y también de los síntomas que necesita paliar. Por ejemplo si la persona busca controlar espasmos o algún tipo de crisis sorpresiva es recomendable la vía inhalada por
su efecto inmediato, pero si el objetivo es mejorar un síntoma crónico es recomendable la vía oral/sublingual
cuyos efectos son más lentos y duraderos.
También influye en esta elección la situación socio-económica, ante lo cual quien intervenga debe conocer las implicancias
de cada método y recursos institucionales disponibles, a fin de acompañar el mejor tratamiento posible.
Es importante que desde el equipo de salud se pueda ejercer la escucha y el acompañamiento para
poder aprovechar todos los beneficios de la marihuana para la salud en cada tratamiento.
Algunas formas de administración son:
ORAL/SUBLINGUAL
INHALADA
Vaporización / Fumada.**
Resinas
Aceites
Tinturas
RECTAL
TÓPICA
Pomadas
Bálsamos
Ungüentos
Cremas.
** Si bien en algunos casos se utiliza esta
vía por falta de acceso económico a un
vaporizador, no es aconsejable debido a
que la combustión es perjudicial para la
salud.
VAGINAL
DIGESTIVA
Alimentos preparados con
manteca de cannabis (no se
Supositorios
recomienda ya que sus efectos
pueden resultar inciertos debido
a la dificultad de regular la dosis).
Óvulos
En el siguiente cuadro se presenta la duración de los efectos de acuerdo a dos de las vías más usuales:
ORAL/ SUBLINGUAL
30 minutos
a 1 hora
INHALADA
INICIO
1 a 10
minutos
1 a 6 horas
PICO
15 a 30
5 a 8 horas
DURACIÓN
2 a 3 horas
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minutos
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// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Dosificación
En cannabis para la salud, menos es más, es decir que los tratamientos conviene iniciarlos con dosis muy
bajas para dar tiempo al cuerpo a que se acostumbre a la sustancia, ya que el Sistema Endocannabinoide
(SEC) regulará la recepción de los fitocannabinoides y esto puede llevar unos días.
Es importante tener en cuenta si la persona que estamos acompañando ya es usuaria de cannabis (en cualquier
formato y por cualquier vía). No es lo mismo un SEC que recibe cannabinoides exógenos por primera vez que
uno que ya está habituado.
En el caso del aceite, un dato a conocer es la dilución, que está directamente relacionada con la concentración
de fitocannabinoides en el aceite que funciona como vehículo.
El cultivo solidario y el autocultivo de cannabis resultan herramientas fundamentales para incorporar la
planta, ya que permite conocer su composición, preservar la variedad que funciona mejor a quien la utiliza o bien
acceder a nuevas cepas, garantizar un tratamiento de calidad sostenible en el tiempo y generar nuevas prácticas que impactan en el bienestar integral.
Aceite de cannabis: ¿Cómo dosificamos?
Si bien la dosificación será particular para cada persona usuaria, porque en el caso de las terapias con
cannabis la última palabra siempre es la de la persona o de quien cuida y acompaña, es importante destacar
que la herramienta para identificar cómo dosificar es la OBSERVACIÓN.
En general, se recomienda:
Empezar bajo:
Ir lento:
Subir de a poco:
Iniciar con una gota por la noche, si
Luego de la semana, si los efectos
Subir la dosis de a una gota por vez
se trata de personas adultas, o en un
aún no son los deseados, evaluar
que puede sumarse a la toma vigente
horario en que la cuidadora pueda
junto a la persona usuaria subir la
o bien agregar una toma en otro
conocer los efectos mediante la
dosis. Si resulta necesario seguir
horario (con una separación mínima
observación en el caso de niñes o
subiendo, hacerlo siempre con este
de 8 horas, aunque se pueden hacer
personas con algún tipo de discapa-
criterio, esperando entre cuatro y
hasta cuatro tomas cada 6 horas,
cidad que impida el autorregistro.
siete días para que el organismo se
dependiendo del efecto en cada
Mantener esta toma durante una
adapte.
persona).
semana, incluso si no se registran
efectos inmediatos
IMPORTANTE: El cannabis es una sustancia con muy baja toxicidad, no existe dosis letal ni se conocen en el mundo
muertes a causa de sobredosis. Esta particularidad da la libertad de encontrar variedades y dosis con tranquilidad, ya que
los efectos adversos por exceso no son duraderos ni conducen a la muerte.
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�18
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Reseteo
A veces puede ocurrir que una persona parezca haber hallado la dosis y la variedad de marihuana para mejorar
su calidad de vida, pero en algún momento deja de sentir los efectos beneficiosos de la terapia.
Esto generalmente se debe a una saturación del SEC y puede solucionarse con lo que se conoce como reseteo, que consiste en dejar de consumir cannabis durante al menos 48hs. para permitir que el SEC vuelva a regularse.
A partir de las 48 hs. se puede reiniciar la terapia con la misma variedad o cambiar por otra en función de los
ajustes buscados. Esto se hace respetando los tres parámetros indicados en el apartado anterior: iniciar bajo,
ir lento y subir despacio.
Cabe aclarar que el retiro de cannabis no produce abstinencia, por lo cual puede realizarse de un día para
el otro.
Consideraciones importantes:
La administración de cannabis debe estar separada al menos dos horas de medicaciones.
Es recomendable consumir cannabis con el estómago lleno, es decir, no en ayunas y también con una
separación de dos horas.
Se desaconseja el consumo de alcohol en conjunto con cannabis, ya que posee interacciones específicas que pueden alterar el buen funcionamiento de la terapia.
Si la persona llega a una parte del tratamiento con cannabis que invita a retirar o disminuir medicación
alopática, esto debe hacerse siempre y sin excepción de la mano de profesionales de la salud que
indiquen la manera de llevarlo a cabo, ya que el retiro o disminución de alopatía tiene efectos adversos
que pueden resultar perjudiciales sin el acompañamiento adecuado.
En lo relacionado con condiciones de salud mental, el tratamiento con cannabis debe estar siempre
acompañado por el o la profesional a cargo del tratamiento general.
En personas adultas mayores, es importante iniciar por la noche cerca de la hora de acostarse o
cuando ya se encuentren acostadas, acompañadas de algún familiar o acompañante terapéutico,
puesto que el uso de la planta puede producir mareos y caídas al inicio, si bien la dosificación paulatina
suele evitarlos.
El cannabis debe conservarse en frío, tanto si se trata de goteros como de materia vegetal o cualquier
otro preparado, ya que las variaciones de temperatura degradan el producto.
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// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Interacciones
El consumo de cannabis:
Disminuye el efecto de anticoagulantes indirectos.
Aumenta el efecto de benzodiacepinas y opiáceos.
Puede intervenir con antipsicóticos y anticonvulsivantes.
NO SE RECOMIENDA INICIAR TRATAMIENTOS CON CANNABIS
SIN ACOMPAÑAMIENTO MÉDICO EN LOS SIGUIENTES CASOS:
Insuficiencia hepática o renal.
Antecedentes de infarto de miocardio.
Arritmia no controlada.
Hipertensión no controlada.
En el caso de Glaucoma de ángulo estrecho, el uso de cannabis está desaconsejado.
Efectos secundarios asociados al uso de cannabis
Los siguientes efectos son de duración corta a media y no revisten consecuencias en el largo plazo.
Somnolencia
Dolor de cabeza
Sequedad en boca
y garganta
Presión baja
Lipotimia
Taquicardia
Ansiedad
Paranoia
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�sección
3
¿Cómo
acompañamos
desde el equipo
de salud?
«La ilegalidad del cannabis es indignante, un impedimento
para la plena utilización de una droga que ayuda a producir
serenidad y perspectiva, sensibilidad y compañerismo que
tanto se necesitan en este mundo cada vez más loco y
peligroso».
Carl Sagan, astrofísico y autor.
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// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
No juzgar
El acceso a tratamientos de acuerdo a la autodeterminación y el derecho a la salud están garantizados por
ley y por tratados internacionales (art. 18, 19 y 75 de la CN). Enfrentando la prohibición y la criminalización,
el cannabis ha demostrado ser una vía orgánica (a través del autocultivo o cultivo solidario), legítima, segura
y efectiva para mejorar la calidad de vida de millones de personas de todos los géneros y todas las edades,
en todo el mundo.
Muchas veces, desde el sistema de salud se criminaliza o estigmatiza a las personas usuarias, lo cual
genera barreras de acceso y permanencia en el sistema: las personas que utilizan cannabis no llegan a la
consulta por miedo a ser denunciadas o, en el caso de las personas cuidadoras, acusadas de ‘querer
drogar’ a la persona bajo su cuidado. Por ello, una actitud respetuosa de la autodeterminación que tenga
lugar desde el ingreso al efector de salud es importante para empezar a pensar en un sistema que abra las
puertas a esta fitoterapia, removiendo los prejuicios instalados por décadas de prohibicionismo.
2
Escuchar a la persona usuaria
y a su cuidadora
Debido a las décadas de prohibición, aún existe mucho desconocimiento en el sistema médico acerca de la
planta, sus propiedades y usos. La marihuana terapéutica no se enseña en las currículas de las universidades de nuestro país de manera oficial, sino que se enfoca desde la toxicología, con una mirada basada en
el sentido común, moldeado mediante propaganda y políticas prohibicionistas, e instalado en el siglo XX; lo
que condenó a la planta y quienes la utilizaban a la clandestinidad.
El saber sobre la planta se alojó en el campo popular y se transmitió de diferentes maneras por fuera de la
academia, a través de cultivadores, cultivadoras y organizaciones que con compromiso y generosidad se
abocaron a la tarea de difundir y compartir estos saberes.
Debido a este modo de acceso al saber sobre la planta, las personas que llegan al sistema de salud consultando sobre cannabis muchas veces ya se encuentran consumiendo, o han probado con buenos resultados
esta terapia. Es importante que quienes integran el sistema de salud puedan poner en práctica una escucha
activa y desprejuiciada sobre cada una de las experiencias de cada una de las personas, que serán tan
diferentes como cada variedad de cannabis en relación con cada Sistema Endocannabinoide.
LA IMPORTANCIA DE LA PERSONA CUIDADORA
Las personas a cargo de cuidar a quien utiliza cannabis son nuestras principales aliadas para el éxito del
tratamiento y la adherencia al mismo, ya que muchas veces son las primeras en notar cambios y mejoras,
muchas veces incluso antes que la persona usuaria.
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3
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Registrar
Debido a las largas décadas de prohibición, existe aún cierta resistencia por parte de los y las profesionales
de la salud para registrar en la Historia Clínica de la persona usuaria el uso de cannabis. El correcto registro
de esta información ayuda tanto a la referencia y contrarreferencia como a la calidad de la información
disponible acerca del cannabis para la salud.
Es importante también incentivar que la persona usuaria o su cuidadora, mantenga un correcto registro
diario del tratamiento, evaluando a partir de las expectativas de mejora cuáles son los resultados obtenidos,
para determinar en conjunto el rumbo del tratamiento.
4
Acceso mediante el autocultivo
o cultivo solidario
Conocer la procedencia del preparado y su composición permitirá tomar decisiones a futuro en cuanto al
tratamiento y asegurar su continuidad, por ello es recomendable incentivar que las personas cultiven y
produzcan sus preparados.
También pueden acercarse a organizaciones de la sociedad civil, ya que cuentan con información sobre sus
productos obtenida a través de análisis en laboratorios y pueden articular en el acompañamiento en función
de su experiencia.
Se sugiere propiciar el autocultivo, sostenido mediante el ejercicio de la autogestión y la autonomía de las
personas, en su propio medio, pero vinculadas a una comunidad que intercambie información. Ello favorece
el desarrollo de nuevos recursos de salud, a través la recuperación de vínculos, actitudes, capacidades
instrumentales y prácticas en sus actividades de la vida diaria. Asimismo, considerando el marco legal y
social en el cual se desarrollan estas prácticas, el acompañamiento de estos espacios requerirá atención en
situaciones de padecimiento que pueden surgir (conflicto con la ley, violencia de género, duelos, dolor, etc.).
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5
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Personas que desean iniciar
el camino del cannabis para la salud
con acompañamiento médico
Para quienes se acercan a la consulta con el objetivo de iniciar el tratamiento, es importante poder pensar
en conjunto la pregunta ¿qué queremos mejorar? y poder sistematizar dicha información: puede ser regular el sueño, el estado de ánimo, detener convulsiones, aliviar dolor, mejorar la conexión con el entorno,
entre otras.
Poder discriminar los objetivos e identificarlos permitirá evaluar la evolución de la terapia.
Consejos para el abordaje inicial de
personas usuarias:
Evaluar los síntomas a tratar, el contexto
en el que se observan, y establecer los
objetivos del tratamiento con cannabis.
Recibir y escuchar sin juzgar a la
persona, potencial usuaria o usuaria de
terapia con cannabis.
Planificar en conjunto, conociendo todas las
opciones terapéuticas existentes y las ventajas y
desventajas de cada opción y considerando las
posibles interacciones medicamentosas.
Monitorear si se logran con cannabis
medicinal los objetivos y respuesta favorable
al tratamiento.
Estimar abuso o uso problemático.
El plan terapéutico es dinámico y
modificable, de acuerdo con la respuesta
clínica y los efectos secundarios.
Evaluar dosificación y administración.
Mantener una relación continua y
constante con la persona usuaria y/o
cuidadora, a fin de mantener actualizados
todos los parámetros, evaluados previamente.
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�sección
4
Mitos y
prejuicios
“La polémica no puede reducirse a la guerra contra la
marihuana o la permisividad. Hay que tomar el toro por
las astas: cómo puede implementarse la legalización
para poner fin a la guerra inútil, perniciosa y egoísta que
los países consumidores infligen a los productores.”
Gabriel García Márquez, escritor.
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// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Mitos y Prejuicios
(Cannabis & Confusión)
Cannabis o marihuana
Adicción
Es habitual escuchar a personas que están ‘a favor del
El cannabis no es una sustancia que orgánica-
cannabis, pero no de la marihuana’. Así, se apresuran
mente genere adicción, es de hecho dos a tres
a ponerse de un supuesto lado bueno, en oposición a
veces menos adictiva que muchas drogas legali-
un lado malo, marginal, asociado a la criminalidad y la
zadas tales como el tabaco y el alcohol. Las adic-
delincuencia. Cannabis y Marihuana son en realidad la misma planta: Cannabis sativa L es el
nombre científico, mientras que marihuana es el
ciones dependen de múltiples factores y se
pueden expresar de distintas maneras.
nombre de uso popular.
La marihuana es un opioide
La planta de Cannabis sativa no es un opioide;
de hecho, puede ayudar a disminuir su consumo.
Hay consenso científico en que el uso combinado
de ambas sustancias para el tratamiento del dolor
disminuye notablemente los efectos secundarios
del opio. Además algunos estudios sugieren que
los cannabinoides mejoran la eficacia de los
opioides así como también se ha utilizado cannabis para tratar la adicción a los mismos con
muy buenos resultados.
¿CBD o THC?
Ni uno ni otro, AMBOS. Producto del prohibicionismo
en materia de drogas la molécula de THC fue estigmatizada debido a su efecto psicoactivo. Sabemos que el
CBD y el THC son dos de los cientos de cannabinoides, terpenos y flavonoides que interactúan entre sí
para el efecto terapéutico. Se necesita de toda la
planta para la efectividad de los tratamientos. El
EFECTO SÉQUITO es la llave de la terapéutica
cannábica.
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�26
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Mitos y Prejuicios
(Cannabis & Confusión)
El aceite casero no es seguro
No hay evidencia científica
Existen procesos que garantizan la seguridad del
Esta es una de las falacias más repetidas en los
producto casero, tales como las buenas prácticas de
consultorios médicos. Pese a que existen estudios
cultivo y elaboración* y asegurarse de que el mismo
bien fundados desde los años 60, este argumento -de
es orgánico, sin agrotóxicos y realizado con materiales
orden moral más que científico- fue el latiguillo usado
de calidad. Hoy es posible acceder a análisis vía labo-
por profesionales de la medicina frente al dolor de sus
ratorio que brinden información sobre aceites y mate-
pacientes.
ria vegetal, así como también sobre la existencia de
algún tipo de metal o residuo indeseado.
* Gran parte del trabajo de las organizaciones cannábicas
consiste en brindar información acerca de cómo mejorar
estos procesos.
El uso recreativo es malo
Diferenciar usos de la planta pensando que hay uno
más válido que otro está relacionado con los efectos
de la prohibición. Todos los usos son válidos, siempre que contemos con información sobre los
mismos. Entender la salud como más que la atención
de la enfermedad es parte del modelo que propone el
cannabis. Cabe destacar que las actividades recreativas ocupan un rol muy importante en cuanto a la
prevención de aquellos problemas de salud condicionados por la calidad de vida como factor de riesgo.
Para conocer más, te invitamos a escuchar
nuestro podcast Cannabis y Confusión
en Spotify.
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�sección 5
(+)
ANEXO
A - REPROCANN
B - MARCO NORMATIVO
C - BIBLIOGRAFÍA
D - RECURSERO
�28
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
A - REPROCANN
// ¿QUÉ ES?
// REGISTRO
El REPROCANN es una base de datos implementada
en el marco de la Ley 27.350 de investigación médica
y científica del cannabis medicinal a través de su
decreto reglamentario 883/2020, donde se registran
quienes quieran acceder a un cultivo controlado de
marihuana medicinal (con fines terapéuticos y paliativos del dolor). Su objetivo es mejorar el acceso al
cannabis medicinal para quienes tienen indicación
médica o formulación magistral.
¿Qué tengo que hacer si soy profesional de la
salud para garantizar el acceso a ReProCann de
personas a las que indico cannabis?
Te lo contamos en 4 pasos:
1
Una vez obtenido el usuario en Mi
Argentina, ingresar al ReProCann y
elegir el perfil “Médico, profesional de
la salud que prescribe cannabis con
// ¿CÓMO FUNCIONA?
fines medicinales”.
Tanto personas usuarias, como quienes cuidan, profesionales de la salud, personas que cultivan y ONGs
pueden inscribirse en el REPROCANN. Para esto,
deben contar con un usuario vigente en la plataforma
Mi Argentina.
Las personas usuarias (o quien las represente) deberán contar con una indicación médica, realizada por un
o una profesional de la salud que cuente con inscripción en el registro.
Al final de la inscripción, se extiende un certificado de
cultivo autorizado por el Ministerio de Salud de la
Nación. Se expide una autorización, un código QR y
una credencial. Esta autorización es válida por 3 años.
Tras ese lapso, hay que renovar el registro.
2
Corroborar datos personales.
3
Completar número de matrícula,
4
profesión y especialidad.
Adjuntar y enviar: el Consentimiento
informado y el Formulario de solicitud
al registro, ambos en PDF y firmados
por profesional de la salud y persona
usuaria (la firma a distancia es válida).
¡Y LISTO! Con este sencillo trámite
garantizamos el acceso al derecho a la salud
a toda persona que lo necesite!
// LINKS DE CONSULTA
https://www.argentina.gob.ar/miargentina
https://reprocann.msal.gob.ar
IMPORTANTE: No contar con REPROCANN
no invalida el derecho a la atención sanitaria y
el acceso a la terapia.
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B
// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
Marco Normativo y reglamentaciones del Territorio Argentino sobre el
USO MEDICINAL DE LA PLANTA DE CANNABIS Y SUS DERIVADOS
• Ley 26.529 Derechos del paciente.
• Ley 27350. Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados.
• Decreto 883/2020. Reglamentación de la ley 27350.
• Resolución 1537-E/2017. Programa nacional para el estudio y la investigación del uso medicinal de la planta de cannabis, sus derivados y tratamientos
no convencionales.
• Resolución 258/2018. Condiciones de habilitación en materia de seguridad de los predios e instalaciones de cultivo de Cannabis.
• Resolución 156/2019. Protocolo de Ensayo Clínico para evaluar la efectividad, seguridad y tolerabilidad del Cannabis como adyuvantes en pacientes
adolescentes y adultos con epilepsia refractaria.
• Resolución 361/2019. Plan de cultivo piloto a ser ejecutado en el territorio de la provincia de Jujuy a través de la empresa pública provincial (CANNAVA
S.E.).
• Resolución 2983/2020. Investigación sobre el cultivo de Cannabis con fines de investigación médica y científica a desarrollarse en Biofábrica Misiones
S.A.
• Resolución 526/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica a desarrollarse en el Centro
Regional Patagonia Norte del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
• Resolución 556/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por el Centro
Nacional de Investigaciones Agropecuarias del Instituto de Tecnología Agropecuaria.
• Resolución 571/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por el Ministerio
de Salud Pública de San Juan.
• Resolución 618/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de Cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por el Vivero
del Oeste Riojano SAPEM.
• Resolución 654/2021. Régimen de acceso de excepción a productos que contengan cannabinoides o derivados de la planta de cannabis destinados
exclusivamente para uso medicinal.
• Resolución 800/2021. Sistema de Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN).
• Resolución 836/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por la Empresa
Pampa Hemp.
• Resolución 853/2021. Modificación de la resolución 836/21.
• Resolución 1011/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por la
Universidad Nacional de La Plata.
• Resolución 1263/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por la
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
• Resolución 1439/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por la
Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR).
• Resolución 1779/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por la empresa
BREST & BREST S.R.L.
• Resolución 1983/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por la
Municipalidad de San Pedro.
• Resolución 3236/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por Centro de
Investigaciones del Medio Ambiente (CIM, CONICET-UNLP).
• Resolución 3237/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por el Centro
de Investigaciones del Medio Ambiente (CIM, CONICET-UNLP).
• Resolución 3238/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por la
Sociedad de Estado para la Producción, Fomento e Investigación de Cannabis Medicinal de Corrientes (SE.PRO.FI).
• Resolución 3644/2021. Proyecto de Investigación sobre el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica presentado por la
Secretaría de Salud del Municipio de Escobar.
• Resolución 782/2022. Habilitación a Organizaciones de la Sociedad Civil para cultivar cannabis en el marco del ReProCann.
• Resolución 260/2022. INASE: registro y comercialización de variedades de semillas de Cannabis Sativa L.
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// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
- CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES
• Ley 6349. Investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados. Adhesión a la
ley 27350.
- BUENOS AIRES
• Ley 14924. Marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del
dolor de la planta de cannabis. Adhesión a la ley 27350.
- CATAMARCA
• Ley 5517. Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley 27350.
- CHACO
• Ley 2751-G. Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley 27350.
- CHUBUT
• Ley I-601. Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley 27350.
• Ley I-588. Incorpórese al vademécum de salud pública de la provincia como tratamiento alternativo Charlotte Web
(aceite de cannabis).
• Ley I-657. Sustitúyanse artículos de la ley I-588.
• Ley I-702. Programa de Cultivo y Producción de Cannabis para Fines Científicos, y/o Terapéuticos.
• Decreto 1246/2017. Vétase totalmente el proyecto de ley mediante el cual se sustituyen artículos de la ley I-588.
- CÓRDOBA
• Ley 10756. Ley de investigación científica y uso medicinal y terapéutico del cannabis y sus derivados. Adhesión a la
ley 27350.
- CORRIENTES
• Ley 6457. Ley de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis. Adhesión a la ley 27350.
- ENTRE RÍOS
• Ley 10623. Ley de investigación científica y uso medicinal y terapéutico del cannabis y sus derivados. Adhesión a la
ley 27350.
• Ley 10894. Régimen para el acceso seguro e informado al cannabis con fines médicos, terapéuticos y/o paliativos del
dolor y a sus derivados.
- JUJUY
• Ley 6012. Ley de investigación científica y uso medicinal y terapéutico del cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley
27350.
• Ley 6088. Empresa Pública Cannabis Avatara Sociedad del Estado.
• Decreto 6622/2018. Programa provincial de promoción del cultivo y producción de cannabis con fines científicos,
medicinales y/o terapéuticos.
• Decreto 8036/2018. Plan de asistencia médica y/o terapéutica individual con derivados del cannabis. Complementa ley
6012.
• Decreto 8037/2018. Estatuto Social de la Empresa Cannabis Avatara Sociedad del Estado (CANNAVA S.E.).
• Decreto 8843/2019. Facúltase al Ministerio de Salud de la Provincia de Jujuy para ejercer los derechos societarios que
le competen al Estado Provincial, respecto de la Empresa (CANNAVA S.E.).
- LA PAMPA
• Ley 3373. Ley de investigación científica y uso medicinal y terapéutico del cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley
27350.
- LA RIOJA
• Ley 10005. Marco Regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal de canabis. Adhiere a la ley
27350.
• Ley 10165. Modificación de la ley 10005.
• Decreto 432/2019. Vétase totalmente la ley 10165.
- MENDOZA
• Ley 8962. Marco regulatorio en la Provincia de Mendoza para la investigación médica y científica del uso medicinal
terapéutico y/o paliativo de cannabis y sus derivados.
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// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
- MISIONES
• Ley XVII-104. Investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados. Adhesión
a la ley 27350.
- NEUQUÉN
• Ley 3042. Incorpóranse al Sistema Público Provincial de Salud (SPPS) como tratamiento las especialidades cuyo
principio activo sea el cannabidiol, para el tratamiento de los síndromes de West, Dravet, Lenox Gasteaut, y de otras
patologías.
• Ley 3279. Investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados. Adhesión a la
ley 27350.
- RÍO NEGRO
• Ley 5309. Investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados. Adhesión a la
ley 27350.
• Ley 5487. Marco regulatorio para la investigación científica y el uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados.
- SALTA
• Ley 7996. Marco regulatorio para la investigación médica y el uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados.
• Ley 8223. Investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados. Adhesión a la
ley 27350.
• Resolución 1045/2017. Comité de Supervisión e Investigación del Uso Medicinal del Cannabis.
• Resolución 971/2018. Guía de Asistencia Tratamiento y Accesibilidad de Aceite de Cannabis para Pacientes con
Epilepsia Refractaria.
- SAN JUAN
• Ley 1926-Q. Investigación médica y científica del uso medicinal, paliativo del dolor y terapéutico de la planta de
cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley 27350.
• Ley 1951-A. Cannabis Medicinal San Juan Sociedad del Estado (Ca.Me.SanJuan.S.E.).
• Decreto 9/2019. Reglamentación de la ley 1926-Q.
• Decreto 789/2020. Estatuto de Cannabis Medicinal San Juan Sociedad del Estado
- SANTA CRUZ
• Ley 3552. Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley 27350.
- SANTA FE
• Ley 13602. Incorporación de medicamentos a base de cannabis en Formulario Terapéutico Provincial Ley 9524/84.
• Decreto 820/2017. Reglamentación de la ley 13602.
- SANTIAGO DEL ESTERO
• Ley 7245. Marco regulatorio para la investigación médica, científica y el uso medicinal terapéutico y/o paliativo de
cannabis y sus derivados.
- TIERRA DEL FUEGO, ANTÁRTIDA E ISLAS DEL ATLANTICO SUR
• Ley 1277. Uso Medicinal de Planta de Cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley 27350.
• Ley 1367. Modificación de la ley 1277.
- TUCUMÁN
• Ley 9022. Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados. Adhesión a la ley 27350.
- SAN LUIS
• Ley 1.009 - Adhesión provincial a la Ley Nacional 27.350 de Uso medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados.
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// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
C BIBLIOGRAFÍA
Celeste Romero et al. - CANNABIS MEDICINAL: LA GUIA COMPLETA
- 1° edición - Ediciones Cultivarte - 2021.
Emilio Ruchansky - UN MUNDO CON DROGAS. Los caminos alternativos a la prohibición:
Holanda, Estados Unidos, España, Suiza, Bolivia y Uruguay.
- 1° edición - Random House Mondadori - 2015.
Fernando Soriano - MARIHUANA. La historia. De Manuel Belgrano a las copas cannábicas.
- 1° edición - Editorial Planeta - 2017
Fundación Soberanía Sanitaria (compiladoras) - SALUD FEMINISTA. Soberanía de los
cuerpos poder y organización. - 1° edición - Tinta Limón Ediciones - 2019.
Ministerio Público de la Defensa - CANNABIS MEDICINAL. Una cuestión de derechos.
- 1° edición - Defensoría General de la Nación, Libro digital, EPUB - 2019.
Salech et al. - Despatriarcalizar el sistema de salud es posible: marihuana salud y
cuidados durante la pandemia.- Revista Ciencia Mostra, número 2 – Salud - Edición Digital
- 2021
Valeria Salech - LA HISTORIA DE MAMÁ CULTIVA ARGENTINA
- 1° edición - Ediciones B, Penguin Random House - 2018.
Web Fundación CANNA.
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// GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO EN CANNABIS PARA LA SALUD.
D - RECURSERO
// LINKS COMPLEMENTARIOS DE INTERÉS Y CONSULTA
www.argentina.gob.ar/miargentina
reprocann.msal.gob.ar
El Parque de las Ratas, experimentos drogas - Comics Stuart McMillen
El científico (The Scientist) - Subtitulos en Español
Sistema Endocanabinoide
Cannabinoides
Interacciones del cannabis
La hierba es más verde - Sitio oficial de Netflix
Mama Cultiva Argentina - YouTube
MCA-ManualdeCultivoCompleto.pdf
mamacultivaargentina
mamacultivaargentina
MamacultivaArg
�#TodoCuidadoEsPolítico
#MarihuanaParaLaSalud
�
Dublin Core
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Libros y folletos
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Title
A name given to the resource
Guía de acompañamiento en cannabis para la salud
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Cancellaro, Gabriela (coord.)
Maier, Brenda (coord.)
Description
An account of the resource
Fil: Maier, Brenda. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Subject
The topic of the resource
SALUD
MEDICINA SOCIAL
CANNABIS
DERECHO A LA SALUD
Coverage
The spatial or temporal topic of the resource, the spatial applicability of the resource, or the jurisdiction under which the resource is relevant
ARG
Publisher
An entity responsible for making the resource available
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
2024
Language
A language of the resource
spa
Format
The file format, physical medium, or dimensions of the resource
application/pdf
Rights
Information about rights held in and over the resource
info:eu-repo/semantics/openAccess
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/ar/
Type
The nature or genre of the resource
info:eu-repo/semantics/book
info:ar-repo/semantics/libro
info:eu-repo/semantics/publishedVersion
Dep. de Salud
Salud
-
https://d1y502jg6fpugt.cloudfront.net/33463/archive/files/0714976137e0736736f4e8edad8797e2.pdf?Expires=1712793600&Signature=rotPvOhPvaSutgub6WuabuUPntdues7aShBxfBrDAdRfbzOESOq9gGc32vFLxwNJ1lvxD9NUnjrwu497VXgiQJr5UTwVEGGAeFbXEYlxUfLKsfrHcwfnyrWfQDghS7t-Fzxmgi9HPXC7OchRXD-5tqq61l4llOym4GpAphtDW7wLCamSTZlMuTuLetRhN3DmL%7EnzhJpWcm%7ESLxA43IZQ82dJ1w1DzudlSWGIfl%7EynJGc-LWsXVOHsINhAiHTPvEQCj5OWUwEl-uUR66dmp3p2uyX9sNNEiSYbG2TlxuPAwgdzm9o%7ES3y8-gGD-ffrCF0xoTswqYdC2DRf-enmX5L%7Ew__&Key-Pair-Id=K6UGZS9ZTDSZM
946e141dca89efaa7f1b59e8a0dffdcd
PDF Text
Text
Vida, política y
medicamentos
aproximaciones heterogéneas
a un campo complejo
Ana Mines Cuenya
y Lucía Cavallero
(compiladoras)
�Título: Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo
Compiladoras: Ana Mines Cuenya y Lucía Cavallero
© De los autores
© Ediciones del CCC - Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos C.L.
Avda. Corrientes 1543 (C1042AAB) Tel: (54 - 011) 5077-8080 - Buenos Aires - Argentina
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Secretario de Publicaciones: Javier Marín
Edición: Javier Marín
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Esta publicación puede ser reproducida gráficamente hasta 1.000 palabras, citando la fuente. No
puede ser reproducida, ni en todo, ni en parte, registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico,
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Hecho el depósito Ley 11723
ISBN 978-987-3920-76-9
Mines Cuenya, Ana
Vida, política y medicamentos : aproximaciones heterogéneas a un campo complejo / Ana Mines Cuenya ;
Lucía Cavallero. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ediciones del CCC Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, 2023.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-3920-76-9
1. Ciencia Política. I. Cavallero, Lucía. II. Título.
CDD 320.01
�índice
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Discusiones en torno a la (bio)política de los medicamentos
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Aterrizando… Reflexiones sobre lo común, lo próximo y lo lejano: la pandemia en Argentina: ¿Dónde estamos?
Ana Mines Cuenya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Registro de la pandemia neoliberal: Pensar en salud
Patricia Digilio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Neoliberalismo, complejo médico-industrial-financiero y procesos de subjetivación en salud
Celia Iriart . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Diálogos situados
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Federico Kaski: Medicamentos en Argentina, actores y políticas públicas
Luci Cavallero y Ana Mines Cuenya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Jorge Rachid: Estrategias de salud para la vida y políticas de medicamentos
Ana Mines Cuenya y Luci Cavallero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Dora Corvalán: Vacunas, salud pública y mercado
Ana Mines Cuenya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Rubén Sajem: Por un modelo farmacéutico comunitario y articulado con el sistema de salud
Ana Mines Cuenya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Carlota Ramírez: Por un modelo de gestión feminista en salud
Luci Cavallero y Ana Mines Cuenya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
Activismos sexuales: experiencias con medicamentos en dispositivos comunitarios
.......
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La medicación para el VIH en la vida de las mujeres cis positivas
Mariana Iácono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
Apuntes para la construcción colectiva de la autonomía abortera
Consejería pre y post aborto de la Asamblea de Villa Urquiza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
�Salud trans, hormonas y autonomía: Entre la Ley de Identidad de Género, el cisexismo, el ajuste y las
prácticas comunitarias
Frente de Trans Masculinidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Misoprostol, Atención Primaria de la Salud y activismo lésbico: una combinación afortunada en la
construcción del derecho al aborto en Argentina
María Luisa Peralta y Ana Mines Cuenya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
Glosario abierto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182
Sobre políticas de medicamentos: Ideas y preguntas desde el sur global para habitar presentes
Ana Mines Cuenya y Luci Cavallero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
Lxs autorxs . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
�Dedicatoria
A todas las personas y colectivos cuyos cuerpos y saberes conforman piezas fundamentales –muchas veces poco reconocidas– de los complejos engranajes que, junto con
los medicamentos, producen salud y bienestar.
A Vero Marzano, amiga y compañera, con mucho amor.
�Agradecimientos
Este libro fue posible gracias al compromiso de lxs autorxs, a la paciencia y el estímulo
por parte de Brenda Maier, coordinadora del Departamento de Salud del Centro Cultural
de la Cooperación (CCC), y al CCC en su conjunto. Gracias por la confianza en estos tiempos vertiginosos.
�prefacio
Este libro fue ideado y producido desde el Departamento de Salud del Centro Cultural
de la Cooperación, espacio que promueve el análisis y la investigación de políticas sanitarias y farmacéuticas. Reconocemos a los medicamentos como un bien social, como una
herramienta más para la prevención y la atención de los procesos de salud-enfermedad,
pero también como parte de un entramado más complejo, donde interactúa la política, el
mercado, las pautas de consumo y los procesos colectivos. Desde el Departamento de Salud
celebramos que se generen debates y análisis como los que se presentan en este libro.
Este trabajo intenta componer un relato plural y heterogéneo que nos permita aproximarnos a cierta caracterización y análisis de las relaciones entre nuestras vidas, los vaivenes
de la política y los medicamentos. Lo que nos motivó a trabajar en este proyecto puede resumirse como un intento de promover y ampliar el debate y la participación en este campo.
Es una compilación de textos que surge de un trabajo de reunión, diálogo y encuentro
entre voces y experiencias disímiles. Algunas provienen del campo de la investigación y la
academia, otras de la gestión estatal, también del activismo y la militancia. Juntas, creemos,
conforman una herramienta dispuesta a abrirnos paso por algunas de las distintas sendas
que atraviesan al campo problemático de los medicamentos, su relación con la vida y la política. En sucintas palabras, este libro surge de distintos encuentros, impulsos y recorridos.
Encuentros
En 2016 dimos inicio a un proceso de reflexión en torno a los vínculos entre salud,
política y economía. En aquel momento organizamos una serie de actividades e intercambios con referentes de algunos de los distintos campos que caben en este amplio cruce temático. La primera actividad estuvo enfocada en las transformaciones y peligros aparejados a los acuerdos de libre comercio que el gobierno nacional de ese entonces, a cargo de
la Alianza Cambiemos, comenzaba a patrocinar. Las políticas de medicamentos no están
sujetas solo a procesos nacionales, sino también a aquellos de alcance transnacional1. Las
maneras en las que se regula y articula la producción de la industria nacional y transnacional, las estrategias de compras desde el Estado, el funcionamiento y la capacidad de
1
Un ejemplo de ello son las potestades de la Organización Mundial del Comercio y la condiciones que este
organismo establece para los diferentes países.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�control de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica
(ANMAT) aparecían como la punta de un iceberg enorme, conformado por diversos procesos económicos, institucionales, políticos y culturales.
En noviembre de 2017 realizamos un encuentro-taller llamado “Despejar la maleza
para defender con más fuerza. Taller de formación y análisis político sobre el derecho a
la salud y el acceso a los medicamentos”. Para esta instancia invitamos a investigadorxs,
activistas de organizaciones sociales, feministas, LGBTQ y referentes del campo de la salud pública. La idea era fomentar el encuentro y el pensamiento colectivo e interseccional
entre quienes, debido a la segmentación/especialización de nuestras tareas cotidianas, raramente nos encontramos. En diciembre de ese mismo año organizamos dos mesas en el
marco del II Congreso Nacional de Estado y Políticas Públicas (FLACSO-CCC). La primera
se llamó “Miradas y análisis en torno a la situación actual de políticas de producción de
misoprostol para interrupción del embarazo y acceso a medicación para VIH”2 y la segunda, “Análisis de coyuntura sobre las políticas sanitarias”.
Tanto el taller como las actividades en el Congreso pusieron sobre la mesa algunas de
las tantas dimensiones que se articulan en el campo de la salud y los medicamentos en
Argentina. Entre ellas, las condiciones institucionales generales y las que conforman la
comunidad de usuarixs y/o usuarixs específicxs en la práctica concreta.
Con la intención de profundizar en esta segunda dimensión, en 2018 organizamos la
mesa “Políticas en salud, drogas y medicamentos. Prácticas de resistencia y ejercicio de
la autonomía en un contexto neoliberal” en el marco del III Congreso Nacional de Estado
y Políticas Públicas (FLACSO-CCC). Durante 2019, 2020 y 2021 mantuvimos distintos intercambios y actualizaciones con quienes participan de este libro. Ese proceso de varios
años es el que sustenta esta producción.
Impulsos
Lo que nos llevó a la producción de este libro se relaciona con cierto impulso provocado por el doblez brillantez/opacidad que caracteriza a los medicamentos y a su relación
con la vida y la política. Siendo objetos concretos, los medicamentos se nos presentan
como autoevidentes, esto es, bienes acabados, modernos y eficaces. Su brillantez, o sea,
el encanto vinculado con la síntesis materializada en sus distintas presentaciones (blíster, frasco, ampolla, sobre, etc.), es la contracara de la densa red económica, política y
2
Aprovechamos para recordar a nuestro compañero Carlos Mendes, fallecido en junio del 2020. En esta
actividad tuvimos la oportunidad de acceder a parte de su experiencia en el activismo por los derechos
de las personas con VIH/sida en los 90. Para conocer más sobre su activismo y pensamiento puede consultarse el libro Sida y poder (Madreselva, 2012).
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�socio-técnica que opera en su producción material y simbólica, con la cual guarda una
relación opaca y distante. Algo tan preciso, puntual y concreto, de apariencia impoluta
como un medicamento, es resultado de una enorme cantidad de entramados científicos,
políticos, económicos e industriales que logran hacerse invisibles y disimular sus marcas
de producción hasta hacerlas casi imperceptibles.
Este libro supone un ejercicio heterogéneo de identificación y caracterización de algunos de los tantos aspectos que conforman al campo de los medicamentos y de sus relaciones con actores y procesos de diferente alcance. Ese rastreo y análisis resulta de vital
importancia a la hora de hacer de este campo –técnico y tantas veces ajeno para muchxs
de nosotrxs– un campo político, susceptible de ser discutido y también disputado.
Este ejercicio, a su vez, cobra especial relevancia en un mundo que durante el 2020 se
vio signado por la pandemia de COVID-19. Tal como ha señalado Bruno Latour: “la pandemia nos ha demostrado que la economía es una forma muy limitada de organizar la vida y
decidir quién es importante y quién no” (Watts y Latour, 2020). Los tiempos pandémicos
nos enfrentan a la necesidad de pensar y actuar de manera audaz, de echar luz sobre los
entramados económicos, técnicos, científicos y simbólicos que conforman los esquemas
de producción y circulación de los recursos biomédicos; así como a la necesidad de soñar y
crear otros entramados (producción, distribución, acceso y usos) posibles.
Ojalá nuestro libro-impulso haga un aporte en este sentido.
Recorridos
Los encuentros e impulsos que tuvieron lugar de 2016 en adelante nos llevaron al intento de abrir frentes por las distintas aristas que conforman el campo de los medicamentos.
Fueron fundamentales lxs compañerxs que con su práctica política e intelectual en espacios
comunitarios, académicos, sindicales y en distintos sectores del Estado, aportaron análisis,
experiencias, cuerpo e historia. Con ellxs fuimos tramando redes, promoviendo encuentros, conversaciones e intercambios con los que fuimos dando forma a este libro, colectivo
y de muchas capas. Lejos de pretender abordar este campo de manera exhaustiva, la propuesta de este libro es, fiel a sus recorridos exploratorios y amplios, sumar heterogeneidad
en el análisis, experiencias diversas, preguntas que nos ayuden a trazar vínculos inesperados en pos de la construcción de mundos más respetuosos y posibles de ser vividos.
Bibliografía
Watts, J. y Latour, B. 2020. “Bruno Latour: This is a global catastrophe that has come from
within” en The Observer. Disponible en <https://www.theguardian.com/world/2020/jun/06/
bruno-latour-coronavirus-gaia-hypothesis-climate-crisis>.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Introducción
¿Qué son los medicamentos? ¿Cómo se relacionan con lo que entendemos por salud y enfermedad? ¿Cómo administra el Estado la producción, compra y distribución de medicamentos en el sistema de salud? ¿En qué consiste la producción pública de medicamentos? ¿Cómo
es y cómo funciona la industria farmacéutica en Argentina? ¿Quién define los precios de los
medicamentos? ¿Qué es lo que se paga cuando se compra un medicamento? ¿Qué podríamos
hacer para favorecer la producción y accesibilidad a medicamentos mejores, más baratos y/o
gratuitos? ¿Qué quiere decir que los medicamentos son un bien común? ¿Qué suponen en
el marco de los servicios de salud? ¿Qué rol juega el sector farmacéutico en las políticas de
salud? ¿Cómo se ponen en juego los medicamentos en las vidas de personas y colectivos? ¿Tienen un solo efecto y significado? ¿Cómo se produce el conocimiento sobre los medicamentos?
¿Qué son las patentes y por qué son inmorales?
El presente libro es resultado de una sumatoria de trabajos que retoman algunas aristas de
estas preguntas e indagan, de distintas formas, en problemáticas vinculadas a los medicamentos. A su manera, cada texto se propone abrir paso y profundizar en discusiones que atraviesan de manera creciente las macro y micropolíticas de nuestro presente. No es novedad que
desde las últimas décadas la industria farmacéutica se ha conformado en un gran actor con
capacidad de administrar, regular y dar forma a distintos aspectos de nuestras vidas, no solo
a través de su gravitación en políticas sanitarias globales y locales, sino también mediante su
capacidad de intervenir en los procesos de subjetivación contemporáneos. El impulso que
nos llevó a la producción de este libro se relaciona, justamente, con el interés en participar y
promover debates amplios y plurales vinculados a los medicamentos, a la industria farmacéutica, al derecho a la salud, al rol del Estado en materia sanitaria, al estatus del conocimiento
científico y de la innovación tecnológica. Además, también se asocia al interés en conocer y
difundir experiencias de organizaciones comunitarias, feministas y LGBTQ, en las que estas
cuestiones tuvieron y tienen un lugar central.
Este libro comenzó a gestarse en 2019. Teníamos una versión casi completa cuando, en
marzo de 2020, se desató la pandemia de COVID-19 en algunos países europeos y aquí, en
Argentina, se declaró por primera vez el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).
Sin dudas un evento de este calibre nos obligó a revisar lo pensado y escrito. Esa actualización supuso distintas modificaciones a aquel texto preliminar, pero también la decisión de
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�mantener contenidos cuya vigencia se afirmaba con la pandemia. Nos referimos, por ejemplo, al análisis de las dinámicas del biopoder y sus modos de regulación contemporáneos,
a la formación del complejo industrial-financiero y su intrusión en Argentina a fines del
siglo pasado, al mapa local de actores políticos institucionales y económico industrial, a las
experiencias comunitarias de uso de medicamentos, a las disputas en torno a las patentes,
entre otros.
La pandemia de COVID-19 conformó un escenario global que a todas luces excede lo sanitario pero que puso a este ámbito, a las agencias de salud (globales y locales), laboratorios
y servicios de salud de distinto nivel, en un lugar protagónico. La agudeza e incertidumbre
de los primeros tiempos de la pandemia convivieron con sistemas nacionales de salud en
crisis, en general desabastecidos y en muchos casos disminuidos o inexistentes. La emergencia del nuevo virus, la expansión de las medidas de aislamiento, el incremento veloz de los
casos positivos, internaciones y fallecimientos dieron un nuevo tono a un escenario global
caracterizado, de manera general, por la desigualdad norte-sur y por el poder creciente de las
corporaciones biotecnofarmacéuticas, cuyo escandaloso corolario fue la inequidad tanto en
la distribución de las vacunas, como en los términos de las ventas casi siempre secretos. Los
escenarios locales y cotidianos también se vieron alterados, y en parte transformados, debido
a la suspensión de numerosas actividades, distanciamiento entre personas, uso de barbijo,
expansión del teletrabajo, entre otros motivos.
Resumiendo, el proyecto que dio lugar a este libro se inició antes de la pandemia, pero se
vio cabalmente desafiado por esta. No solo por la actualización o no de sus contenidos, sino
también en relación con los debates de los que buscaba ser parte. Este no es un libro académico en el sentido clásico. No es una compilación realizada por personas expertas en la temática
que busca discutir con otrxs expertxs. Se trata de un libro que desde sus inicios aspiró a ser
un lugar de encuentro entre investigadorxs, personas que están a cargo de la gestión pública,
activistas y militantes. Todos en algún momento de nuestras labores nos cruzamos con esta
temática que, entendemos, conforma una encrucijada singular que necesitamos pensar y discutir más ampliamente.
El libro se organiza en tres secciones y una sección final o glosario abierto.
La primera parte, titulada “Discusiones en torno a la (bio)política de los medicamentos”,
se compone de tres capítulos que reflexionan sobre biopolítica, los procesos de salud y enfermedad, los medicamentos, el Estado, las corporaciones farmacéuticas, entre otros. El primer
trabajo, a cargo de Ana Mines Cuenya, se titula “Aterrizando… Reflexiones sobre lo común, lo
próximo y lo lejano: la pandemia en Argentina: ¿Dónde estamos?”. A lo largo del texto se exploran las complejidades y ambivalencias que tuvieron lugar en Argentina durante la pandemia en
relación con las maneras de entender lo común, lo próximo y lo lejano. Se examinan los modos
en los que se construyó el problema y las oportunidades que abrió para redefinir y reconocer
el mundo en el que vivimos, las preocupaciones que nos acucian y las maneras de gestionarlas.
También se reflexiona respecto de los supuestos que conlleva asumir que la vacuna contra el
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�COVID-19 era la solución para un problema heterogéneo, contingente, global y situado de la
envergadura de la pandemia. Se indaga en el mecanismo COVAX y en las novedades aparejadas
a esta propuesta. Y, por último, se analiza el proceso de adquisición de vacunas en Argentina,
especialmente los términos en los que se trató la Ley de vacunas destinadas a generar inmunidad adquirida contra el COVID-19, aprobada en octubre de 2020.
El segundo artículo, a cargo de Patricia Digilio, se titula “Registro de la pandemia neoliberal: Pensar en salud”. Aquí se comparten una serie de reflexiones orientadas a problematizar al biotecnocapitalismo en tanto proceso que signa los modos de vida contemporáneos. El
texto toma distancias de los abordajes abstractos y universales y nos invita a interrogarnos y
a renovar nuestras herramientas éticas, a combinarlas con teorías críticas, promoviendo una
práctica vital, capaz de intervenir en el curso de nuestro presente: los procesos de subjetivación neoliberal, el estatus de la técnica y su relación con el derecho a la salud, los procesos de
producción y jerarquización de la vida, entre otros.
El tercer trabajo, “Neoliberalismo, complejo médico-industrial-financiero y procesos de
subjetivación en salud”, fue escrito por Celia Iriat. En este se presenta un análisis global y nacional de la penetración del capital financiero en el complejo médico-industrial: cómo incide
en las políticas de medicamentos, en los seguros de salud, en los sistemas sanitarios nacionales. El texto nos muestra las maneras en las que este proceso, no solo implica cambios a nivel
regulatorio y económico, sino también en la producción de subjetividades neoliberales bajo
la forma de ciudadanos consumidores.
El nombre de la segunda parte es “Diálogos situados”, consiste en cinco conversaciones y
entrevistas a referentes de la gestión sanitaria estatal de Argentina, especialmente en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires. La primera entrevista es a Federico Kaski y se titula “Medicamentos en Argentina, actores y políticas públicas”. En esta se
caracteriza a los principales actores político institucionales vinculados a la compra, producción y distribución de medicamentos en Argentina. Este relato aporta la expertise de alguien
que, como Federico, supo hacer de la gestión estatal en el ámbito de la salud un ejercicio
lúcido y crítico, en permanente reflexión y confección de tácticas y estrategias que permitan
hacer crecer al sector público y democratizar el acceso a la salud. Agradeceremos siempre a
Federico su generosidad y compromiso.
La segunda entrevista, “Estrategias de salud para la vida y políticas de medicamentos”,
pertenece a Jorge Rachid, quien despliega de manera lúcida una serie de análisis vinculados
a las causas y consecuencias de la fragmentación de los distintos actores que participan del
sistema de salud. Además, analiza el inicio y el proceso actual de conformación y fortalecimiento de los laboratorios de producción pública y propone una serie de alternativas para
fortalecer el sistema público y favorecer la equidad en la salud de la población. Luego de la
entrevista, sumamos un fragmento de un artículo escrito en 2020 por el propio Jorge en el
que, vistiendo los zapatos de funcionario, reflexiona sobre el rol del sistema público de salud
en el marco de la pandemia de COVID-19.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�En el tercer diálogo, “Vacunas, salud pública y mercado”, Dora Corvalán se introduce de
lleno en el mundo de las vacunas, en las distintas técnicas disponibles para su confección, en
los cambios que conllevaron las técnicas de producción conocidas como modernas y en los
modos en los que la industria farmacéutica, principalmente transnacional, se involucra con la
producción. Además, se explaya el peso que este medicamento tan particular, de carácter profiláctico, tiene en los presupuestos nacionales de cada país y en especial lo que implica para
un presupuesto de salud como el de Argentina. Hacia el final, Dora nos comparte reflexiones
vinculadas a la pandemia, las patentes, la producción y comercialización de las vacunas para
COVID-19, el rol de la Organización Mundial de la Salud y el mecanismo COXAV.
El cuarto diálogo, “Por un modelo farmacéutico comunitario y articulado con el sistema
de salud”, fue con Rubén Sajem. En este texto se abordan de manera crítica los distintos modelos farmacéuticos y potencialidades de la farmacia y de lxs profesionales farmacéuticos
para una estrategia sanitaria y de salud pública. Además, Rubén caracteriza el entramado
institucional y comercial en el que se encuentra el sector, los mecanismos de financiamiento,
así como la escasez, cuando no la ausencia, de regulaciones que reconozcan un rol específico
y jerarquizado a las farmacias. También analiza el rol que tuvieron y tienen las farmacias con
la pandemia, no solo en la provisión de distintos tipos de insumos vinculados a la prevención
y al cuidado frente a la enfermedad, sino también en términos de promoción de la salud.
La quinta entrevista, última de esta sección, corresponde a Carlota Ramírez, se titula “Por
un modelo de gestión feminista en salud”. Allí Carlota nos cuenta su experiencia en la gestión
en la Provincia de Buenos Aires, repasa los desafíos y potencialidades de implementar una
visión feminista en la gestión de la salud y reflexiona respecto de la importancia que tiene la
articulación de las políticas públicas con las organizaciones de la comunidad. A su vez, nos
cuenta los avances en términos de acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo en la
Provincia y analiza cómo podría ser una agenda que confronte con las lógicas privadas y corporativas que se encuentran en el campo de la salud.
La tercera parte del libro, titulada “Activismos sexuales: experiencias con medicamentos
en dispositivos comunitarios”, se compone de cuatro relatos que surgen de experiencias comunitarias en las que los medicamentos, en diferentes facetas, ocuparon un rol relevante. En
todos los casos, los textos comparten procesos llevados a cabo por colectivos políticos en los
que la formación en cuestiones médicas, políticas, técnicas, administrativas, así como la producción y circulación de conocimiento respecto de estrategias de (auto)cuidado, ocuparon un
lugar central. Si bien no todas las experiencias se encuentran vigentes, en su totalidad forman
parte de un legado político que consideramos fundamental atesorar, del que creemos que aún
hay mucho por aprender y del que seguramente podamos inspirarnos tanto en nuestros presentes, como en relación con los futuros.
El primer texto lleva por título “La medicación para el VIH en la vida de las mujeres cis positivas” y fue escrito por Mariana Iácono. A través de sus líneas, Mariana nos acerca a la experiencia corporal, política y colectiva de quienes viven con VIH, a la cotidianidad de los tratamientos
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�y sus efectos en los cuerpos, estados de ánimo, bienestar y malestar. Tal como señala la autora,
se trata de un proceso complejo y ambivalente compuesto por temores, fortalezas, experiencias
propias y colectivas en las que participan, en formas heterogéneas, las personas que conviven
con el virus, el Estado en sus distintos niveles, laboratorios farmacéuticos, profesionales de la
salud (especialmente infectólogxs), además de los medios de comunicación y la sociedad en
general. Mariana nos recuerda que, como toda conquista, la provisión gratuita del tratamiento,
así como los insumos para los testeos, son un proceso dinámico. Ese fue el penoso aprendizaje
que dejó la gestión del gobierno de Cambiemos en esta materia. ¡La lucha por la vacuna y por
la cura siguen!
En el segundo escrito, “Apuntes para la construcción colectiva de la autonomía abortera”,
el colectivo de la Consejería pre y post aborto de la Asamblea de Villa Urquiza nos comparte
un potente relato que plasma la potencia política de las prácticas colectivas, críticas y situadas. Buena parte de lo que se comparte en el escrito está pensando en los años previos a la legalización. Sin embargo, este texto resulta fundamental por dos cuestiones: 1) la legalización
del aborto en Argentina está estrechamente relacionada a los poderosos y múltiples aportes
y conocimientos que produjeron y desplegaron experiencias como la de la Consejería; 2) la
legalización del aborto no obliga a nadie a realizarse abortos en el marco del sistema de salud,
el cual ha demostrado en sobradas ocasiones su capacidad de violencia sobre los cuerpos gestantes respecto de los procesos reproductivos y no reproductivos. La experiencia de la Consejería aporta un aire fresquísimo para pensar el aborto en un horizonte que no se agota en los
límites dados por la gestión central del Estado, especialmente del sistema de salud, así como
la relevancia del misoprostol en esa posibilidad.
En el tercer artículo, “Salud trans, hormonas y autonomía: Entre la Ley de Identidad de
Género, el cisexismo, el ajuste y las prácticas comunitarias”, los compañeros que conformaron el Frente de Trans Masculinidades comparten distintos saberes que les dejó la experiencia
política y colectiva, propia y aquellas que los antecedió como fue, por ejemplo, el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género. Se enfocan en los desafíos aparejados al cisexismo
y la transfobia que atraviesan buena parte del sistema de salud y que tantas veces se ponen de
manifiesto patologizando las vidas, cuerpos y deseos de las personas trans. Asimismo, analizan las tensiones que supuso, a los términos de la Ley de Identidad de Género, el recorte
presupuestario y la avanzada de la derecha durante los años que gobernó la alianza Cambiemos (2015-2019) y destacan la relevancia de la organización comunitaria como camino posible
para delinear de manera autónoma aquello que el Estado debe reconocer y respetar en relación con los cuerpos, vidas y procesos de salud y enfermedad de las personas trans.
Cerrando la tercera sección, el artículo de María Luisa Peralta y Ana Mines Cuenya, “Misoprostol, Atención Primaria de la Salud y activismo lésbico: una combinación afortunada
en la construcción del derecho al aborto en Argentina”, repone algunas de las andanzas del
colectivo Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto en sus primeros años
(2008-2010), haciendo foco especialmente en la transformación que supuso la disponibilidad
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14
�del misoprostol en el proceso de aborto. En efecto, tal como señalan las autoras, algunos
aspectos de esta transformación están vinculados con la autonomía de quienes se realizan
el aborto respecto de su procedimiento: la emergencia de distintas redes de cuidado y salud
que desplazan a los médicxs especialistas, hospitales e intervenciones peligrosas y complejas
para dar lugar a otros tipos de relaciones y posiciones, entre las que se destacan profesionales
médicxs y no médicxs que se desempeñan en el sistema de atención primaria de la salud.
Finalmente, cierra este libro un glosario sobre políticas de medicamentos, en el cual se
abordan ideas y preguntas desde el ser global.
Esperamos que lo disfruten y les deseamos una buena lectura q
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�Discusiones en torno a la
(bio)política de los medicamentos
�Aterrizando… Reflexiones sobre lo común,
lo próximo y lo lejano: la pandemia en
Argentina: ¿Dónde estamos?
Ana Mines Cuenya
�¡Confinados de todos los países, uníos!
Tenéis los mismos enemigos, los que quieren escapar a otro planeta.
Bruno Latour
Introducción1
El objetivo de este artículo es explorar las complejidades y ambivalencias que tuvieron lugar en el proceso de adquisición de vacunas contra el COVID-19 en Argentina en
relación con las maneras de entender lo común, lo próximo y lo lejano. Se trata de tres
conceptos que nos van a permitir reflexionar sobre distintos supuestos que acompañan
las formas de conocer el mundo en el que vivimos junto con el virus.
Tal como señala Stengers (2017), entendemos lo común como aquello que reúne y hace
pensar. En sus términos, pensar supone asumir la contingencia y multiplicidad de los
acontecimientos, es decir, distanciarnos de la idea de que las cosas son de manera uniforme y apriorística. En el caso de la pandemia, supone resistirnos a definirla de antemano y
cabalmente para aprender, desde y con ella, sus causas, efectos y consecuencias. Supone
también entender que la enfermedad, el riesgo de enfermar, así como las medidas de prevención deben pensarse de manera situada, en presencia de los afectados (humanos y no
humanos) y no como algo universal y trascendente, independiente del contexto. En tanto
hecho común, el fenómeno de la pandemia podría hacernos poner en práctica el ejercicio
de revisar y reinventar mapas, categorías e intervenciones sanitarias en pos de dar cuenta
de la complejidad, diversidad y densidad del (de los) problema(s) que conlleva.
Siguiendo este planteo, la eficacia de las medidas preventivas y orientadas a mitigar efectos, así como las oportunidades de cambio e innovación que un evento de estas magnitudes
conlleva, están relacionadas a las posibilidades de aprender de la pandemia en tanto acontecimiento novedoso, de causas y efectos múltiples y contingentes, capaz de escurrirse entre
los dedos de cualquier estrategia abstracta y normativa que se arrogue el control de sus efectos. ¿En qué medida este evento extraordinario, de origen zoonótico, que puso al rojo vivo al
sistema científico, biotecnológico y a la industria farmacéutica, funcionó como un común a
la hora de diseñar e implementar estrategias sanitarias, especialmente en lo que refiere a la
adquisición de vacunas? Esa es una de las preguntas que recorre el presente texto.
1
Agradezco a Fernanda Paixão por la lectura delicada y amorosa y las devoluciones que sin dudas me ayudaron en la elaboración de este trabajo.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
18
�El Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (en adelante ASPO), decretado en Argentina en marzo de 2020, fue una medida utilizada por distintos países en la búsqueda por disminuir la transmisión del virus SARS-CoV-2 causante del COVID-19. El desafío
epidemiológico fue, como repetían las autoridades, “parar la cadena de contactos”. Pero
los contactos, es decir, las cadenas de contactos de las que dependemos, se pusieron de
manifiesto con el virus y especialmente con el aislamiento: la dependencia respecto de
seres queridos, amigxs, familia, compañerxs, del Estado y sus políticas, de los dispositivos
tecnológicos que hicieron posible la comunicación y el trabajo, del comercio de cercanía
y de las industrias que los proveen, entre otros. El aislamiento puso en primer plano cuán
y cómo estamos entrelazados los humanos, otras formas de vida y los múltiples objetos
que dan forma a nuestros mundos. También puso en evidencia de manera cruel nuestras
desigualdades.
En su último libro titulado ¿Dónde estoy? Una guía práctica para habitar el planeta Bruno
Latour (2022) sugiere que la pandemia nos acercó a la experiencia de Gregor Samsa, protagonista del célebre cuento La metamorfosis de Kafka. Al igual que Gregor, quien un día amaneció convertido en un insecto, con la pandemia amanecimos siendo otrxs y en un mundo
diferente, en un contexto que nos invitaba sugestivamente a preguntarnos dónde estamos y a
confeccionar nuevos mapas. ¿Cómo es el mundo en el que vivimos? ¿Cómo es el mundo en el
que es posible una pandemia global?
Aterrizar, dice Latour (2022), no es volverse local –en el sentido de la métrica usual–, sino
ser capaz de ponerse en contacto con seres de los que dependemos, por muy alejados que
estén. En otras palabras, implica poner en evidencia nuestros vínculos con las múltiples entidades humanas y no humanas con las que hacemos nuestras vidas posibles. Y esto, continúa
el autor, puede enseñarnos respecto de nuestras obligaciones. En efecto, cuanto más precisa
sea la descripción de nuestros entramados, más obligaciones tendremos.
Los vínculos a los que nos referimos tienen que ver con nuestros afectos más próximos,
pero también con lxs trabajadorxs encargadxs de la producción de alimentos que comemos,
con los seres vivos no humanos (plantas, animales, bacterias, hongos) involucrados en la
cadena, con los árboles que emanan el oxígeno que respiramos, con las centrales que producen la energía eléctrica que consumimos, con el agua que utilizamos de manera permanente y las larguísimas intervenciones y dispositivos socio-técnicos que hacen que llegue
a nuestras casas, con la trama de recolección y gestión de residuos, por mencionar solo
algunos ítems propios de la vida urbana. Sin embargo, tal como resalta Latour, proximidad
“no quiere decir ‘a pocos kilómetros’, sino ‘que me ataca o me hace vivir de manera directa’”
(2022: 92). Así, proximidad no mide distancia, sino compromiso. En esta línea, “lejano no
quiere decir `alejado en kilómetros´, sino aquello de lo que no debes preocuparte de inmediato porque no está implicado en cosas de las que dependes” (2022: 92).
El virus SARS-CoV-2 puso en evidencia numerosas proximidades que no necesariamente
tienen que ser afectivas. Como veremos con más detalle, el virus conlleva la potencia de la
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�proximidad a escala global. En efecto, la emergencia del virus en Wuhan, las decisiones de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), las políticas respecto de las vacunas se volvieron
temas próximos para la mayoría de grupos y personas, asuntos omnipresentes en medios de
comunicación. Dicho todo esto, la segunda pregunta que recorre este artículo se vincula a
las maneras en las que se pusieron en juego las ideas de proximidad y lejanía en el proceso
de adquisición de vacunas contra el COVID-19. ¿Cómo operaron estas nociones en el funcionamiento del mecanismo COVAX en Argentina? ¿Y en los debates legislativos que dieron
lugar a la Ley de vacunas destinadas a generar inmunidad adquirida contra el COVID-19?
Los últimos meses de 2020 y los primeros de 2021 se comenzó a hablar de las vacunas
como la solución a la pandemia. En Argentina, esta idea fue repetida por el presidente de la
Nación, por distintxs médicxs convertidxs en informantes clave durante la crisis sanitaria y
desde medios de comunicación. Esta afirmación presupone que la pandemia y sus efectos
se centraban principalmente en la circulación del agente etiológico, o sea, el virus en tanto
ente abstracto. Este supuesto simplifica por demás las causas y las consecuencias de la pandemia y por lo tanto necesita ser discutido (Haraway y Torres, 2020). Ahora bien, la crisis de
los primeros meses de la pandemia y la idea de la vacuna como salvación pusieron al campo
farmacéutico y biotecnológico en el centro de la escena, dando cuenta de su relevancia en la
vida contemporánea y de la importancia de discutir sobre su organización y accesibilidad. O
sea, los inicios de la pandemia parecían, también, tiempos de oportunidades. Sin embargo,
las patentes de las vacunas no se pusieron siquiera en pausa, la transferencia científica fue
escasa y puntual, los grandes laboratorios impusieron sus condiciones abusivas de venta,
los países más poderosos acopiaron vacunas en detrimento de los menos influyentes económica y políticamente. El proceso de adquisición de vacunas por parte de los distintos países
fue, en general, descarnado y opaco. Además, configuró a los países como los responsables
por la inmunidad de su población, en contraste con el carácter global y transfronterizo de la
pandemia. Un intento excepcional que vamos a analizar fue el mecanismo COVAX.
A lo largo del texto vamos a indagar y reflexionar respecto del proceso de provisión de
vacunas contra el COVID-19 en Argentina. El objetivo no es analizar los roles que jugaron
los actores institucionales constituidos y su vínculo asimétrico con los laboratorios transnacionales. Nuestra intención es dar un paso en diagonal, salir de esa cancha y preguntarnos,
sobre todo, por los supuestos que sustentan los rasgos principales del escenario en el que se
gestionó la producción y distribución de vacunas. Esta propuesta parte del supuesto de que
es necesario aprender con el virus y con el mundo en el que fue posible la pandemia y en el
que aterrizamos en 2020.
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�Definir un problema: emergencia de la pandemia,
conmoción y la oportunidad de aprender con el virus
A fines de 2019 comenzaron a difundirse noticias que describían con cierta alerta la
presencia de un nuevo tipo de virus que circulaba en China. Se decía que tenía algo que ver
con los murciélagos, que provocaba una enfermedad de síntomas respiratorios. Wuhan era
el nombre de la ciudad donde se detectaron los primeros casos. Allí se había dispuesto una
cuarentena. A los pocos días, China entera estaba en alerta sanitaria y se multiplicaban las
imágenes de personas con barbijos y distintos tipos de máscaras.
Pocos meses después, el 2 de marzo de 2020, se confirmó el primer caso de COVID-19
en Argentina. El 11 del mismo mes con casos registrados en 114 países, la OMS catalogó la
enfermedad como una pandemia, incentivando a los países miembros a tomar medidas sanitarias de manera urgente2. El cierre de fronteras, inicialmente por quince días3, fue una
de las primeras medidas tomadas en la Argentina, sumándose a la lista abultada de países
que ya lo habían hecho. Tal como señalan Mastrángelo y Demonte, el cierre de fronteras
suponía que “la salud global dependía de que cada Estado afrontase su situación fronteras
adentro” (2022: 24).
A pocos días, y en sintonía con la preocupación creciente que atravesaba al mundo, en
Argentina se decretó la medida sanitaria más drástica conocida por quienes vivimos en
este tiempo: el 20 de marzo el presidente de la Nación estableció por decreto que todxs lxs
residentes de Argentina debíamos someternos al ASPO: salvo las personas consideradas
trabajadoras esenciales, lxs demás debíamos permanecer en nuestras casas y salir solo a comercios de cercanía usando barbijo de manera obligatoria4. La pandemia se administraba,
en buena medida, de puertas para adentro.
Sin embargo, la pandemia nunca fue algo unívoco. Desde sus orígenes y en su desarrollo
conllevó la convergencia y yuxtaposición de numerosos procesos y decisiones que, en su disposición, fueron dándole formas. La conmoción inicial abrió el juego para debates diversos y
profusos en los que entraban en discusión problemas como el cambio climático y la devastación del mundo, la exorbitante acumulación de riqueza y la indignidad de la pobreza extrema,
2
3
4
En un pasaje de la declaración de la OMS se lee lo siguiente: “La OMS ha estado evaluando este brote durante todo el día y estamos profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación
y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción. Por lo tanto, hemos evaluado que COVID-19
puede caracterizarse como una pandemia” (para más información, puede consultarse en <https://www.
paho.org/es/noticias/11-3-2020-oms-caracteriza-covid-19-como-pandemia> acceso 10/10/2022.
Para más información, puede consultarse en <http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.
do?id=335479>.
Para mayor detalle respecto del ASPO, su fundamentación, el desagregado de cada grupo y sus posibilidades de circular, puede consultarse el decreto presidencial en el que se define la medida: <https://www.
boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/227042/20200320> acceso 12/10/2022.
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�la relevancia de la salud como un derecho, entre otras cuestiones. Mucho se escribió sobre la
oportunidad que suponía estar atravesando una crisis de tamaña envergadura5. Sin embargo,
las primeras medidas fueron clave en el moldeamiento de las formas, posibilidades y límites
de la pandemia. Cada una de las decisiones sanitarias, políticas y económicas tomadas llevaba
consigo una serie de presupuestos que fueron definiendo el tipo de problema que este evento
suponía, así como aquellas problemáticas que quedaban excluidas del conjunto de lo discutible y abordable. El cierre de fronteras y el confinamiento drástico y generalizado fueron medidas que presupusieron la autonomía relativa de países y hogares, así como la equivalencia
en sus condiciones para dar cuenta del problema de manera interna.
En paralelo, la epidemiología y la infectología, disciplinas que tuvieron un lugar protagónico en la definición y gestión de la pandemia en los organismos internacionales y especialmente en la Argentina, tradujeron (y redujeron) la pandemia al recuento de contagios,
ocupación de camas de terapia intensiva y muertes. Tal como señala Bohoslavsky, “el enfoque
prevalente pasa por alto que la pandemia es un fenómeno complejo, de múltiples aristas,
entre las cuales lo social y lo político cumplen un papel tan importante como lo biológico”
(2022: 21). El enfoque prevalente omitió que las enfermedades son relaciones y no fenómenos
abstractos y exteriores a las condiciones en las que tienen lugar. Una medida uniforme de
las características del ASPO se articuló con la imagen limitada que tiene el Estado, y parte de
la sociedad, de la demografía y los hogares (Navarro y Semán, 2022). Esto se vio de manera
evidente en muchos casos. Uno de los tantos fueron los conflictos desatados en la Villa 316,
del barrio porteño de Retiro, donde meses antes de la pandemia se registraban denuncias
por falta de agua7. Otro caso fue el de las personas con discapacidad, quienes posteriormente
consiguieron el permiso para realizar salidas terapéuticas8.
5
6
7
8
Podríamos aventurarnos y afirmar que fue un momento de aperturas y de disputas, más descarnadas de
las que creíamos en ese momento. Las apreciaciones sobre la crisis ambiental y climática, y su relación
con la pandemia, dieron forma al terreno sobre el que se afirmaría el gobierno argentino al año siguiente
para pedir un canje de deuda externa por acciones climáticas, propuesta que finalmente no fue tenida
en cuenta. Para más información, consultar <https://www.telam.com.ar/notas/202111/573918-avanza-elplanteo-argentino-de-canje-de-deuda-por-accion-climatica-en-el-fmi.html#> acceso 13/10/2022.
En paralelo, asistimos al desarrollo del proyecto del magnate Elon Musk, en el que un grupo de millonarixs viajaba al espacio haciendo “el primer vuelo comercial a una estación espacial”. Ese viaje costó
millones de dólares y supuso una enorme emisión de CO2. Para más información, ingresar a <https://
www.bbc.com/mundo/noticias-52828107> acceso 13/10/2022.
Ramona Medina fue una activista, referente de la organización territorial La Poderosa, quien denunció
la falta de agua. Ella era parte del llamado grupo de riesgo y se vio imposibilitada de aislarse por la necesidad de proveerse de agua. Para más información, ver <https://www.pagina12.com.ar/266273-el-caso-de-ramona-medina-referenta-de-la-poderosa-en-la-vill> acceso 15/10/2022.
Ver <https://www.pagina12.com.ar/239264-denuncian-que-falta-agua-desde-hace-meses-en-la-villa-31>
acceso 13/10/2022.
Para más información, puede consultarse <https://asppe.org.ar/excepciones-al-aspo-para-personas-con-discapacidad-en-tiempos-de-covid-19/> acceso 16/10/2022.
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�Al poner en el centro del problema al virus en tanto causa, excluyendo numerosas dimensiones que daban forma a prácticas concretas de prevención e incluso a la experiencia
de la enfermedad, se definió al problema de una forma normativa y empobrecida limitando
las posibilidades para diagramar respuestas complejas, diversas, cercanas a quienes las necesitaban. La participación de las distintas comunidades quedó reducida a su responsabilidad para poner en marcha las medidas impartidas por los estados.
En este contexto, la vacuna se presentó y se fue conformando como la respuesta y la
solución a la pandemia. De esa manera, buena parte de los esfuerzos públicos y privados
se volcaron a alcanzarla. Sin duda la vacuna fue una herramienta fundamental en la prevención y gestión de la enfermedad. Sin embargo, entenderla como la salvación ocluye la
posibilidad de pensar con la pandemia, de tomar el problema en su total complejidad y –en
vez de descansar en respuestas prometeicas– diagramar herramientas, diversas, participativas, a la altura de las necesidades y requerimientos de humanos y no humanos afectados
(Haraway y Torres, 2020; Mastrángelo y Demonte, 2022; Stengers 2017).
La pandemia podría haberse conformado como una oportunidad para redefinir y reconocer el mundo en el que vivimos, los problemas que nos acucian y las maneras de gestionarlos. Como apuntan Meng et al. (2022), las singularidades del SARS-CoV-2 hacen necesario prestar atención a su ecología. El SARS-CoV-2 había sido albergado por los murciélagos
desde hace mucho tiempo en cuevas remotas sin efectos nocivos para seres humanos. Sin
embargo, recientemente el virus pasó a una especie intermedia y luego a humanos. Como
señala Fraser (2020), este tipo de transferencia entre especies se relaciona con el funcionamiento del capitalismo contemporáneo, con el calentamiento global y la desforestación tropical. Tales procesos modifican las relaciones ecológicas entre las distintas formas de vida.
Uno de sus resultados ha sido toda una serie de epidemias virales que afectan a humanos:
el COVID-19, pero también el HIV, el Ébola, el SARS y el MERS. La persistencia del cambio
climático y la deforestación, impulsados implacablemente por el “desarrollo”, auguran más
transferencias y mutaciones virales. Cabe entonces preguntarnos: ¿Qué tipo de respuestas
político-sanitarias podrían haberse delineado si hubiésemos considerado la dimensión ecológica del virus?
La pandemia, además, nos enrostró que los países confinados en sí mismos no son
autosuficientes ni económica ni sanitariamente, que no cuentan con herramientas equivalentes a la hora de sortear crisis sanitarias, sociales y económicas asociadas al abordaje
de la pandemia. Los supuestos respecto del autoabastecimiento y autonomía de los países
mostró su fragilidad en la “guerra” por los barbijos desatada en Europa9. Este episodio dio
pistas de lo que sería luego la competencia por las vacunas. Al igual que el virus, si seguimos la ruta de los insumos sanitarios, de los alimentos, de los capitales veremos no solo
9
Para más información, puede consultarse en <https://www.pagina12.com.ar/257582-coronavirus-en-occidente-se-desato-la-guerra-de-los-barbijos> acceso 13/10/2022.
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�que las fronteras nacionales son un formalismo, sino que ningún país se abastece de manera autónoma. Como dice Latour, “si los estados-nación aparecen en los mapas geográficos
unos junto a otros, partes extra partes, es porque nadie sabe dibujar los Estados fantasma
que les permiten ser visibles y en los que están, por así decirlo, plegados” (2022: 124). ¿Qué
tipo de medidas políticas y sanitarias se podrían haber tomado si en vez de presuponer
la unidad “país” hubiésemos priorizado alianzas estratégicas y colaborativas? Volveremos
sobre este punto más adelante, cuando analicemos el proceso de adquisición de vacunas
por parte de Argentina.
Ahora bien, hacia dentro de los países también se pusieron en juego medidas de confinamiento. En algún punto, esas medidas también presuponen que las viviendas operan como
unidades que pueden dar cuenta de sí con cierta autonomía. Sin embargo, muchos de los
procesos que hicieron posible la vida en los hogares estuvo en manos de quienes fueron excluidxs de las medidas de aislamiento, lxs llamadxs “trabajadorxs esenciales”. En el Decreto
de Necesidad y Urgencia 297/2020, firmado por el presidente de la Nación, se lee:
Quedan exceptuadas del cumplimiento del “aislamiento social, preventivo y obligatorio”
y de la prohibición de circular, las personas afectadas a las actividades y servicios declarados
esenciales10.
La lista de las labores consideradas esenciales pone al desnudo las maneras en las que
se entramaron las desigualdades de clase y el racismo en la gestión de la pandemia, especialmente en el sostenimiento de las medidas de aislamiento (Fraser, 2020). Si dejamos de
lado a profesionales de la medicina, lxs trabajadorxs esenciales que tuvieron que salir con
frecuencia a la calle, tomar transporte público y desempeñarse cotidianamente en sus lugares de trabajo fueron lxs trabajadorxs agrícolas migrantes, trabajadorxs inmigrantes de los
mataderos y del empaquetado de carne, recolectorxs de los almacenes de MercadoLibre,
trabajadorxs de aplicaciones de envíos de paquetes, auxiliares de las residencias de ancianos, limpiadorxs de los hospitales, repositorxs y cajeros de los supermercados, operarixs
de fábricas y medios de transportes, trabajadorxs vinculadxs a la recolección de residuos
urbanos, trabajadorxs de espacios comunitarios. Como señala Fraser (2020), “especialmente peligrosos en tiempos de COVID-19, estos trabajos son en su mayoría mal retribuidos, no
sindicalizados y precarios, desprovistos de prestaciones y protecciones laborales, sujetos a
una supervisión intrusiva y a una aceleración implacable”.
Si ponemos en primer plano los procesos y conexiones que exceden, que funcionan más
allá de las fronteras de los países y hogares y que fueron fundamentales para el funcionamiento de ambas “unidades”, ¿qué tipo de medidas podrían haberse puesto en juego? ¿Qué
10
Para acceder al Decreto completo, puede consultarse <https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-297-2020-335741/texto> acceso 13/10/2022.
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�tipo de problema sería una pandemia cuyo abordaje considere no solo el virus y sus efectos
en términos epidemiológicos, sino también las conexiones que este promueve y bloquea,
sus efectos desiguales y la heterogeneidad de los grupos y formas de vidas afectadas? ¿Qué
tipo de recomendaciones y medidas podrían haberse tomado si en la mesa de decisiones,
además de miembros del Poder Ejecutivo y especialistas en epidemiología e infectología,
hubiesen estado las comunidades indígenas, docentes de nivel inicial y medio, trabajadorxs
no médicxs del primer y segundo nivel de atención, así como representantes de esxs trabajadorxs esenciales que no pudieron aislarse?
El mecanismo COVAX y su impulso transfronterizo
En un video11 en el que se difunden los propósitos del mecanismo COVAX se escucha
el siguiente lema: “No se trata de países contra países, se trata de un mundo, protegido”.
COVAX son las siglas en inglés de Acceso Global a las Vacunas contra el COVID-19. En su
presentación se afirma que esta iniciativa intentó promover el desarrollo rápido de vacunas
en volúmenes adecuados para dar cuenta de las necesidades globales de quienes más lo
necesitan. Este mecanismo fue impulsado por tres organizaciones internacionales vinculadas a la salud: la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación
ante Epidemias (CEPI), la Alianza Gavi para las Vacunas (GAVI) y la OMS. COVAX fue una de
las líneas más grandes de un proyecto mayor conocido como Acelerador del Acceso a las
Herramientas contra el COVID-19 (Acelerador ACT, por sus siglas en inglés). Este buscó la
colaboración mundial y la coordinación entre gobiernos, organizaciones de salud, industria
farmacéutica, sector científico, fondos privados, sociedad civil y filantropía. Su objetivo fue
acelerar el desarrollo y la producción de tests, tratamientos, y fortalecimientos de los sistemas de salud, además de vacunas contra el COVID-19, y garantizar su acceso equitativo. Fue
presentado en abril de 2020 por la OMS, la Comisión Europea, Francia y la Fundación Bill y
Melinda Gates.
Concretamente, COVAX se proponía administrar vacunas disponibles donadas por laboratorios, adquiridas a través de fondos recolectados a nivel internacional para tal fin y/o
compradas por países destinatarios a través de modalidades que favorecieran su accesibilidad. Un grupo de asesores independientes que acompañaba el trabajo de la OMS estipulaba
las prioridades y las formas de distribución, en tanto miembros de COVAX entraban en
contacto con referentes de las carteras sanitarias nacionales para informar sobre las posibilidades y coordinar la logística12.
11
12
Disponible en <https://www.who.int/es/initiatives/act-accelerator/covax#> acceso 13/10/2022.
Para más información, consultar <https://www.paho.org/es/noticias/26-3-2021-preguntas-frecuentes-sobre-mecanismo-covax-vacunas-covid-19-americas> acceso 14/10/2022.
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�El impulso democrático respecto del acceso a la vacuna se pinchó al poco tiempo. En una
entrevista, Cecilia Nicolini, entonces asesora del presidente de la Argentina, Alberto Fernández,
y encargada de las gestiones nacionales para la adquisición de vacunas, manifestó:
Varios [países] dijeron “estamos de acuerdo en suspender patentes”. ¿Pero qué pasó?
¿Hubo alguna patente suspendida? Todavía no. Lo mismo con el mecanismo COVAX, que veíamos tan auspicioso cuando se lanzó, pero no prosperó. Las estadísticas globales dicen que
todavía hay muchos países que no acceden a esas vacunas (Nicolini y Santucho, 2021).
En declaraciones públicas, Alberto Fernández manifestó la insuficiencia del mecanisPues no estuvo ni cerca de cubrir las necesidades de los países que tuvieron más dificultad en negociar con los laboratorios. Nicolini, a su vez, dijo en la misma entrevista que
los organismos de integración regional no lograron incidir ni dar forma al escenario en el
que se produjeron y distribuyeron las vacunas.
mo13.
Esa es una deuda que tenemos, porque nuestros mecanismos de integración siempre se
han enfocado en las cuestiones económicas, transaccionales o de exportaciones, y me parece que el gran paso que hay que dar es a nivel político. Uno de los esfuerzos que estamos
haciendo y me parece que puede ser un vehículo muy interesante es la CELAC, a partir de la
articulación fluida que existe entre Argentina y México (Nicolini y Santucho, 2021).
¿Es posible generar algún tipo de articulación regional con la inteligencia suficiente
para hacer diagnósticos complejos respecto de problemas complejos, coordinar acciones,
disputar modos y recursos en pos de un bien común, que involucre a las distintas formas
de vida que habitamos el planeta? ¿Será posible pensar, en términos de Stengers (2017), a
nivel regional, con los pies en la tierra y en presencia de los seres vivos que se ven afectados
por las consecuencias del capitalismo contemporáneo? El mecanismo COVAX parecía una
iniciativa interesante en ese sentido. Sin embargo, el impulso de estas organizaciones transnacionales de la salud no pudo generar fisuras significativas en la estrategia privativa de los
grandes laboratorios que pusieron en venta las vacunas.
¿Podemos hacer de la pandemia, especialmente de la impotencia que mostraron los intentos de colaboración como el mecanismo COVAX, evidencia de que, tal como está, el sistema científico y tecnológico vinculado a las industrias farmacéuticas no funciona? Nicolini
señaló que, si bien el sector del pharma es sumamente poderoso, también se encuentra
“roto”: es disfuncional e ineficaz, y eso se debe a lo siguiente:
Prima la opacidad, no se comparte el conocimiento, no hay transparencia con el rédito que
genera la inversión del sector público que es altísima. Es uno de los sectores más rentables de la
13
Para más información, ver <https://www.infobae.com/politica/2021/04/21/alberto-fernandez-apunto-contra-el-fondo-covax-por-la-distribucion-y-escasez-de-vacunas-es-insuficiente/> acceso 14/10/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�economía mundial y aun así sabemos muy poco de esos procesos de inversión pública y cuál es
el impacto que luego tienen realmente en la sociedad, ya sea que redunde en precios justos de
los medicamentos, o en transferencia de tecnología, de modo tal que no se prioricen solamente
las redes de producción que a la industria le interesa. La clave está en el tema de las patentes y
el control de los mercados, que muchas veces se les garantiza para poder desarrollar los altos
grados de inversión que requieren estas tecnologías complejas, realidad que uno no niega, pero
sería deseable mucha más transparencia en todo el circuito, para que el rédito social sea palpable (Nicolini y Santucho, 2021).
Según lo presentado, parte de la dificultad para generar mecanismos de cooperación
internacional está vinculada a la incidencia de los grandes laboratorios transnacionales. Sin
embargo, el poder de estos también viene de su alianza con políticas públicas. Como señalan Poth y otros autores, en el caso de Argentina, los problemas estructurales cimientan una
tendencia histórica de mercantilización de la ciencia. Esto se manifestó en la pandemia:
Prácticamente la totalidad de los proyectos públicos financiados para generar herramientas de diagnóstico, tratamiento o prevención de COVID-19 han debido ser implementados
bajo acuerdos público-privados, pero en muchos casos a través de la transferencia directa
de sus desarrollos desde el ámbito público al sector privado. Así fue que proyectos llevados
adelante por el CONICET y por las Universidades de Quilmes, San Martín o Buenos Aires, en
lugar de ser desarrollados a través de organismos públicos como el INTI, el INTA (Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria), el Malbrán o la red de laboratorios públicos, terminaron mayormente en manos privadas, sea el caso del grupo Insud, la Fundación Pablo Cassará
o Chem-test, por nombrar algunas ((Poth et al., 2022: 391).
Un caso sonante en este sentido fue el de la empresa biotecnológica mAbxience que
pertenece al grupo Insud Pharma, cuyas bases están en España, pero fue fundado por los
argentinos Hugo Sigman y Silvia Gold. Se trata de una empresa que ha recibido financiamiento estatal para el desarrollo de la vacuna contra la llamada Gripe A y, más recientemente, para la producción en el país del principio activo para la vacuna de AstraZeneca
contra el COVID-19. Fue evidente lo “roto” del sistema cuando el Estado argentino tuvo
que pagar por adelantado el contrato de compras de vacunas contra el COVID-19, cuando
la empresa mandaba el principio activo a México para que sea envasado allí, a varios miles
de kilómetros14, y cuando fallaron los plazos de entrega acordados. También fue evidente
la rotura del sistema cuando más de la mitad de la empresa, de capitales nacionales y
14
Al respecto, Blinder et al. (2021: 31) afirman: “¿Podría haber negociado que parte del principio activo
quede en territorio nacional y se envase localmente en alguna de las plantas de menor volumen que
existen en nuestro país? Se trata de un activo estratégico en el medio de una pandemia de proporciones
desconocidas y parece poco pragmático que se haga la transferencia tecnológica para la elaboración
del adenovirus modificado, pero que se termine de envasar a 8.000 kilómetros de distancia, para luego
traerla y comprarla”.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
27
�fortalecida por la inversión pública vinculada a los eventos sanitarios de los últimos años,
fue vendida a capitales extranjeros europeos en los tiempos de aparente pospandemia15.
Este caso resuena porque cuando se iniciaron las tratativas para que un laboratorio, cuya
planta principal está en la Provincia de Buenos Aires, sea el que produzca el principio activo de la vacuna, se habló también del fortalecimiento estratégico de la industria nacional.
Lejos de entender “lo nacional” como un valor en sí, nos proponemos más bien pensar
en los términos que el problema propone. Pensar, por ejemplo, la coordinación inteligente de recursos que mejoren las condiciones para la mayor parte de las formas de vida que
habitan la región. La venta de las acciones de esta empresa no supone un caso de colaboración transnacional, sino de acumulación de capitales y recursos por empresas radicadas en Europa que, a su vez, se ven beneficiadas por los efectos de las inversiones que
se hicieron con fondos públicos. La opacidad respecto de estas cuestiones limita nuestra
posibilidad de discutir y disputar estas lógicas.
Tal como señalan Blinder et al., “en el siglo XXI el conocimiento científico y tecnológico
es un factor geopolítico y se ha convertido en un commoditie” (2021: 16). Necesitamos que
el conocimiento científico deje de ser algo privativo para transformarlo y disponerlo como
un común, como un dispositivo abierto y contingente, capaz de ponerse en juego de manera
situada en relación con el mundo complejo y múltiple en el que vivimos.
Lo próximo y lo lejano en relación con la adquisición de vacunas
en Argentina
En su libro ¿Dónde estoy? Una guía para habitar el planeta, Latour dice que “si hay una parcelación del antiguo planeta tierra, no corresponde en absoluto a las necesidades, influencias,
mezclas y relaciones de los existentes que forman Tierra” (2022: 56). Siguiendo a este autor, las
fronteras dicen poco de los procesos que hacen posible la existencia de los países-unidades,
especialmente de los que se llaman desarrollados. Latour recupera a Charbonnier para decir
que “cada Estado delineado por sus fronteras está obligado, por definición, a mentir sobre lo
que le permite vivir, porque si es rico y desarrollado, debe expandirse, como quien no quiere
la cosa, sobre otros territorios de los que, sin embargo, no se cree responsable” (2022: 56).
La idea de autonomía de los países desarrollados se sustenta sobre la expansión silenciosa, colonial, extractivista respecto de otros países y regiones. En paralelo, la dependencia
de los países llamados del tercer mundo es más evidente y difícil de soslayar16, al punto
15
16
Para más información, ver <https://www.forbesargentina.com/negocios/hugo-sigman-vendio-parte-empresa-produce-vacuna-astrazeneca-n14331> acceso 15/10/2022.
Al mencionar esta cuestión es imposible no pensar en Cuba, en la supervivencia de esa isla y todas las
formas de vida que allí habitan, más allá del bloqueo impulsado por los EE.UU. desde hace décadas.
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�de convertirse en condición de debilidad a la hora de negociar con poderes concentrados.
Como veremos, la adquisición de vacunas por parte de la Argentina estuvo marcada por
estas condiciones.
Latour avanza con su planteo para hacer la siguiente provocación: “si un Estado limitase
sus fronteras, no viviría. De ahí la pregunta: ¿cómo subsistir?” (2022: 56). O sea, si partiésemos de la idea de que ningún Estado es autosuficiente, ¿qué tipo de política internacional
sería posible? En términos de Butler (2012, 2021b), la pandemia puso en primer plano la
codependencia como condición de lo humano. Depender de otrxs no es una circunstancia, sino una condición en tanto seres que para vivir requieren del intercambio con otrxs y
con el mundo. Nuestra existencia, entonces, es profundamente relacional. Ahora bien, las
dependencias y conexiones que nos hacen vivir no son homogéneas ni universales, al contrario, son situadas y contingentes. Por eso, el ejercicio de ubicarlas, definirlas, cuidarlas
podría ser una clave política fundamental de nuestro tiempo.
La pandemia en tanto acontecimiento extraordinario sacudió el mapa mundial de conexiones y dependencias. Preguntas como “¿dónde estamos?” o “¿con quiénes vivimos?” se
tiñeron de la incertidumbre propia de algo que ha cambiado, que está en movimiento. Esa
incertidumbre también acompañó a lxs decisorxs políticxs y a lxs referentes científicxs enfocadxs en la elaboración de herramientas para sortear la pandemia (Bohoslavsky, 2022). Lo
incierto no debería pensarse como una falla, ni para el ámbito científico ni político (Jasanoff, 2007), sino como una señal de que el fenómeno pandemia nos demanda pensar con él.
Ahora bien, ¿cómo se organizó el escenario político, científico y sanitario a partir de que la
vacuna contra el COVID-19 se conformase como una posibilidad concreta?
La primera vacuna presentada al mundo fue la Sputnik V desarrollada por el instituto
Gamaleya17. Afines de diciembre de ese año llegó a la Argentina el primer vuelo con estas vacunas, dando inicio al “Plan Estratégico para la vacunación contra COVID-19”. El 31
de diciembre de 2020 la OMS inauguró su lista de vacunas de emergencia contra el virus
con validación de la vacuna Comirnaty de ARN mensajero (ARNm) desarrollada por Pfizer/
BioNTech18. La carrera entre países por la adquisición de inmunidad se había largado meses atrás con la realización de contratos por anticipado. Esa competencia se yuxtapuso a la
cancelación parcial de una perspectiva capaz de asumir la codependencia y la colaboración
en cuanto sustratos de las estrategias políticas internacionales. Con el correr de los meses y
de la circulación de vacunas, fueron cobrando más fuerza las noticias que señalaban la existencia de países seguros y ricos, de fronteras cerradas y poblaciones inmunizadas vs. países
17
18
Consultar <https://gacetamedica.com/investigacion/rusia-anuncia-el-registro-de-la-primera-vacuna-contra-la-covid-19/> acceso 15/10/2022. Esta primera vacuna no fue reconocida por la OMS, lo cual limitó
durante muchos meses su circulación.
Ver <https://www.who.int/es/news/item/31-12-2020-who-issues-its-first-emergency-use-validation-for-acovid-19-vaccine-and-emphasizes-need-for-equitable-global-access> acceso 16/10/2022.
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�inseguros y pobres. Lejos de promover nuevos mapas, el nacionalismo vacunatorio marcó las
fronteras preexistentes con trazo grueso y distinguiendo a los países por niveles de riesgo
y requisitos para ingresar. La vacuna, como dicen Mastrágelo y Demonte, “creó privilegios
biotecnológicos” (2022: 27).
En Argentina, el debate legislativo sobre la compra de vacunas tuvo lugar en octubre de
2020 y giró alrededor de la Ley 27573 llamada Ley de vacunas destinadas a generar inmunidad adquirida contra el COVID-19. El 7 de octubre obtuvo media sanción en la Cámara
de Diputados y el 29 del mismo mes fue aprobada por la Cámara de Senadores. Es decir, se
aprobó antes de que existan vacunas validadas por la OMS. Esta ley fue impulsada por el
gobierno nacional y su objetivo principal fue, en términos de la mayoría de lxs legisladorxs,
facultar al Poder Ejecutivo nacional, a través del Ministerio de Salud, de herramientas que
le permitiesen cerrar contratos con las grandes farmacéuticas.
Vamos a analizar los debates en ambas Cámaras a partir de tres dimensiones. La primera refiere a la manera en la que se caracterizó a la pandemia en cuanto problema. La
segunda, a las formas de entender la adquisición de vacunas como disputa, enfocándonos especialmente en los modos en que se presenta lo nacional como identidad a cuidar
y defender. La tercera dimensión referirá a las tensiones entre la noción de dependencia
y las concesiones contempladas en la ley respecto de las condiciones exigidas por los
laboratorios internacionales. Los episodios que se citan no han sido seleccionados en relación con la pertenencia partidaria de lxs legisladorxs, sino respecto de las dimensiones
que se analizan.
El mes de octubre de 2020, tiempo en el que se discutió la ley, coincidió con el incremento marcado de contagios y muertes en el país, así como con la pérdida de adherencia a las políticas de aislamiento. La pandemia, tal como se ve en las intervenciones de
lxs legisladorxs que se citan abajo, se había configurado como un fenómeno profundamente gravitante en la vida del país cuya solución urgía en tanto se presentaba como
posible. El problema era la circulación desbocada e intensa del virus y la solución concreta, la vacuna.
La situación de la pandemia en el mundo no está controlada. Este virus ha demostrado
su capacidad de transmisión en forma absoluta. Ha llegado a los lugares más remotos del
mundo. Su gravedad no ha disminuido a lo largo de este año y seguimos teniendo muchísimos pacientes críticos, muchos de los cuales lamentablemente fallecen cada día en todos los
lugares del mundo, incluyendo también a nuestra patria. La solución prevista evidentemente
está cerca. […] Tiene que ver con la aparición de alguna vacuna que termine siendo efectiva
(Diputado Yedlin).
Queremos que el mundo sane; y la esperanza cierta está puesta en que se pueda encontrar, justamente, una vacuna que nos ayude a lograrlo (Senador Fiad).
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�La pandemia conformó un escenario agudo, de urgencia, que duró en esos términos
más de un año. La intervención del senador que se cita a continuación señala que desde que
apareció el virus, corremos contra el tiempo. ¿Cómo podemos pensar esa afirmación? Por
un lado, pareciera que la pandemia hubiese inaugurado un proceso de deterioro, sombrío y
acelerado, que exigió esfuerzos extras para entenderlos y abordarlos. Por otro, se presenta
como un fenómeno que marca los tiempos urgidos de respuestas que intentan “evitar lo
irreparable”. Una de las medidas que exigen esa premura es la adquisición de vacunas. Estas, se supone, pueden prevenir el problema a futuro.
Creo que todos tenemos en claro que desde que se declaró la pandemia en China, en Wuhan, hace casi un año […], la humanidad está corriendo contra el tiempo. Se corrió contra el
tiempo para saber qué era. Se corrió contra el tiempo para saber cómo se combatía. Se corrió
contra el tiempo para ver qué es lo que era esta nueva enfermedad. Se está corriendo contra
el tiempo ahora, no solo para organizar los sistemas de salud y ver cuáles son las medidas de
prevención para evitar lo irreparable. Y se está corriendo contra el tiempo con las vacunas.
En ese correr contra el tiempo, está claro que los países que no somos productores de la vacuna corremos en desventaja (Senador Weretilneck).
Tanto en Diputados como en Senadores el consenso respecto de lo crucial de la adquisición de vacunas fue generalizado, al igual que el supuesto de que esta adquisición supondría
una fuerte competencia entre países para la que había que prepararse. Las intervenciones
de lxs legisladorxs daban por sentado que la carrera iba a ser entre países organizados, en
general, en dos grandes grupos: productores y no productores de vacunas, desarrollados
y en desarrollo, países del primer mundo y del tercer mundo. En ese mapeo, tal como se
ve en las intervenciones abajo citadas, Argentina se encontraba en el segundo término de
esos pares, pero con posibilidades de establecer estrategias ambivalentes, cesiones, que le
permitían sortear de manera favorable su ubicación no favorable en las negociaciones. La
ley, en efecto, se presentaba como una carta fundamental para esa estrategia de lucha por
un recurso en desarrollo, escaso y disputado.
Imaginemos […] que las vacunas que están en fase 3 terminen siendo efectivas y seguras y
que todas las industrias puedan producir en su capacidad máxima. Aun así, con esa capacidad
máxima de producción […], el número de dosis de vacunas no va a exceder los 6.000 millones.
Si necesitáramos dos dosis por cada ser humano en el mundo, desde ya que esta cantidad no
va a alcanzar para todos. Obviamente que la distribución tampoco será equitativa, en un mundo que sabemos que no es equitativo. La mitad de estos 6.000 millones de dosis ya está contratada en los países desarrollados, mientras que la otra mitad está siendo contratada a enorme
velocidad por los países en desarrollo. Entre ellos estamos nosotros (Diputado Yedlin).
Logramos acordar en tiempo récord algunas cuestiones que fueron solicitadas con el fin de
facilitar que la República Argentina acceda al mercado internacional en las mejores condiciones
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�para las reservas y/o las posibles compras de la vacuna contra el COVID-19. […] En definitiva,
se provee de herramientas al Poder Ejecutivo nacional, a través del Ministerio de Salud, para
que pueda actuar con celeridad y eficiencia en la adquisición de reservas de las futuras vacunas porque están en juego la vida y la salud de nuestra gente (Diputada Polledo).
Comparto lo relacionado con la importancia de brindar a las autoridades sanitarias algunas herramientas que son novedosas, acorde a la situación novedosa que transitamos. Es
necesario, como ya se dijo, asegurar las dosis para todos los argentinos que la requieran; y
para el Estado, condiciones aceptables de adquisición (Senadora Tapia).
En los debates se manifestaron puntos de desacuerdo y tensión entre los bloques. Los
más salientes fueron respecto del rol fiscalizador del Estado argentino en la compra de vacunas, especialmente del Poder Legislativo, pormenores respecto de las concesiones posibles frente a requerimientos hipotéticos por parte de los laboratorios vendedores, el rol de
la salud y del sistema científico público en los gobiernos de Macri y Fernández.
En los temas en los que hubo consenso generalizado fue tanto en la caracterización ya
señalada respecto del escenario global, como las estrategias sanitarias diferenciales que el
mercado de vacunas configuraba para el mundo. Este último aspecto, cuyo consenso fue
más bien tácito, asumía que cada país debía luchar por sí mismo, que algunos adquirirían la
vacuna con más velocidad que otros, que las condiciones de adquisición serían desiguales y
discrecionales. En los términos de la intervención que se cita a continuación, se asumió con
naturalidad la falta de solidaridad entre países.
Este proyecto de ley debe ser aprobado. Y lo debemos hacer porque si hay algo que no
está demostrando es solidaridad. Hay muchos países que van a tener serias dificultades para
adquirir la vacuna y eso lo veremos en los próximos meses. Quizás Argentina sea uno de ellos
(Diputado Bucca).
De alguna manera, se naturalizó que la adquisición de vacunas era un asunto privativo
de los países. Tal como señala Butler (2021a), “el nacionalismo de las vacunas y las brutales decisiones de los principales poderes corporativos y estatales sobre cómo distribuirlas
designan a partes enteras del mundo como indignas de vivir”. Si al inicio de la pandemia
el virus conllevaba la potencia de ponernos en proximidad a nivel global, el mercado
de las vacunas alejó a los países entre sí. Este mercado circunscribió lo próximo, lo que
nos afecta, aquello sobre lo que tenemos responsabilidades, a los límites estrechos de las
fronteras nacionales.
Fueron excepcionales las intervenciones de legisladorxs que realizaron algún señalamiento crítico respecto del escenario en el que se diseñaba la estrategia de adquisición de
vacunas. Una de esas fue la que se cita a continuación. Se trata de un diputado que reniega
de la idea de que los países pueden actuar de manera aislada, así como de las dificultades en
la articulación de estrategias sanitarias siquiera con los países limítrofes.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Creo que muchos compañeros diputados están enamorados de esa visión, como también
están aferrados a una visión propia de mediados del siglo pasado, en la que los países podían
plantearse la posibilidad de actuar de manera aislada. […] Actualmente, la realidad que nos
golpea es global y parte del fracaso de la lucha contra esa realidad es producto de que los países no hemos sido... Me preocupa mucho que no hayan podido ponerse de acuerdo con las
autoridades sanitarias de los países limítrofes (Diputado Manzi).
Resulta llamativo y preocupante las prácticamente nulas intervenciones respecto de las conexiones transnacionales que hicieron posibles la investigación y el desarrollo de vacunas contra el COVID-19, así como la relevancia de las transferencias que el sector público hizo al sistema
privado. Argentina no fue la excepción en esa transferencia, tal como se indica a continuación:
No solo en nuestro país se están iniciando ensayos clínicos de distintas vacunas, sino que,
en el mes de agosto, también el presidente Alberto Fernández anunció que en nuestro país se
iba a producir la vacuna creada por la Universidad de Oxford, del Reino Unido, en instalaciones de un laboratorio argentino (Senadora González).
Además, la participación en el desarrollo de vacunas no se limita a los laboratorios
privados y a los estados nacionales. Las ciento de miles de personas que se ofrecieron
para los ensayos clínicos, generalmente habitantes de “países en desarrollo”, tuvieron un
rol crucial. Citando nuevamente a Latour: “cada vez que un individuo, [en el caso de las
vacunas, una empresa] se presenta como tal y reclama un derecho de propiedad exclusiva
sobre un bien, debería darnos risa” (2022: 61).
Como hemos argumentado a lo largo de este trabajo, la pandemia nos mostró que la
idea de país-unidad es más bien un efecto antes que un punto de partida. La idea de unidades autónomas fue puesta en crisis de distintas maneras durante la pandemia, abriendo posibilidades para rediscutir y rediseñar mapas y conexiones políticas, colaborativas
y vitales. Sin embargo, la disponibilidad de la vacuna en cuanto solución del problema
reinscribió las antiguas fronteras modelando la dependencia diversa y heterogénea de
los distintos países de manera diferencial. En el caso de Argentina, la dependencia, la no
autosuficiencia, su no soberanía sanitaria se tradujo en concesiones abusivas que favorecían a los laboratorios, blindándolos de los riesgos posibles aparejados al uso de vacunas
en contexto de emergencia y garantizándoles la propiedad del conocimiento respecto de
las fórmulas y la confidencialidad respecto de sus ganancias (Dreser, 2021), tal como se
señala en las intervenciones siguientes:
La industria ha planteado algunos requisitos excepcionales para lo que son nuestras formas habituales de contratación […]. Estas son las tres situaciones: prórrogas de jurisdicción,
que habilitamos que se puedan firmar en los casos en que la industria lo solicite; indemnidad
patrimonial, cuando se necesite, y cláusula de confidencialidad, también cuando se necesite.
[…] Estos son los requisitos que la industria farmacéutica impone y es responsabilidad del
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�Ministerio de Salud de la Nación llevar adelante estas contrataciones para garantizarlas en
ese mercado escaso que vamos a tener (Diputado Yedlin).
Señor presidente: estamos institucionalizando requerimientos internacionales, totalmente excepcionales, pero necesarios en este mercado nuevo que se está generando para
garantizarle a la Argentina un acceso oportuno a la vacuna (Diputado Najul).
No creo que un país que no sea productor de la nueva vacuna pueda poner condiciones.
La verdad es que veo bastante raro que la Argentina –o Chile o Colombia o Brasil o cualquier
otro país– pueda decir, con el poco tiempo que tenemos y con las muertes, lamentablemente,
de muchos argentinos cerca nuestro, que quiere que los laboratorios vengan a una licitación,
que las bases y las condiciones de la licitación las pone el Estado argentino únicamente, que
vengan a vendernos a nosotros y no a otro país (Senador Weretilneck).
Resulta cuanto menos paradójico que un problema global, de la magnitud y complejidad que tuvo la pandemia de COVID-19 haya sido resuelto a través de esta política global/
nacional de vacunas. Pareciera que se nos escapó la posibilidad de pensar asociada a este
evento y que ese espacio-tiempo de crisis fue ocupado y traccionado por actores transnacionales y nacionales que limitaron el problema a las fronteras ya conocidas de la enfermedad (el agente etiológico) y de los países (el territorio nacional).
Reflexiones finales: ¿A dónde aterrizamos?
A lo largo del texto se exploraron las complejidades y ambivalencias que tuvieron lugar
en el proceso de adquisición de vacunas contra el COVID-19 en Argentina en relación con
las maneras de entender lo común, lo próximo y lo lejano. Se examinaron los modos en
los que se construyó el problema de la pandemia y las oportunidades que esta abrió para
redefinir y reconocer el mundo en el que vivimos, las preocupaciones que nos acucian y
las maneras de gestionarlas. También, se reflexionó respecto de los supuestos que conlleva
asumir que la vacuna era la solución para un problema heterogéneo, contingente, global y
situado de la envergadura de la pandemia. Se indagó en el mecanismo COVAX y en las novedades aparejadas a esta propuesta. Finalmente, se analizó el proceso de adquisición de
vacunas en Argentina, especialmente en los términos en que se trató la Ley de vacunas destinadas a generar inmunidad adquirida contra el COVID-19, aprobada en octubre de 2020,
a partir de tres dimensiones: la manera en la que se caracterizó a la pandemia en cuanto
problema; las formas de entender la adquisición de vacunas como disputa, enfocándonos
especialmente en los modos en los que se presenta lo nacional como identidad a cuidar y
defender; y las tensiones entre la noción de dependencia y las concesiones contempladas
en la ley respecto de las condiciones exigidas por los laboratorios internacionales.
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�Este texto se inscribe en un conjunto de reflexiones abiertas que han tenido lugar desde
los primeros días de la pandemia y que sin dudas seguirán sucediéndose en los próximos
años. Lejos de pretender conclusiones cerradas, se intentó problematizar, abrir interrogantes respecto de las formas en las que se gestionaron aspectos cruciales de este acontecimiento político, sanitario, humano y no humano, profundamente vinculado con las maneras en las que se desenvuelven los procesos de las sociedades capitalistas contemporáneas.
Nuestros mundos requieren de nuevas cartografías, de mapas políticos, cosmopolíticos,
que nos liberen de la muerte del colonialismo, disfrazado de transcendental, para ser inyectados de discusiones con la vitalidad política propia que nos exigen estos tiempos. Tal como
señala Latour, quien nos ha acompañado especialmente en este artículo, “la noción de frontera, que supuestamente debería proteger a sus ciudadanos, en realidad les impide vivir”
(2022: 57). Necesitamos mapas que nos permitan pensar y entender los problemas que nos
afectan, nuestras dependencias específicas, así como las alianzas y conexiones que hacen
la vida posible. Esos mapas de proximidades y responsabilidades podrían ser también bases
para otras nuevas y necesarias formas de pensar y hacer política en tiempos de tantas crisis.
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�Registro de la pandemia neoliberal:
Pensar en salud1
Patricia Digilio
�¡Quien habla con inmediatez de lo inmediato apenas se comporta
de manera diferente a la de aquellos escritores de novelas que adornan
a sus marionetas con imitaciones de las pasiones de otros tiempos cual
alhajas baratas y hacen actuar a personajes que no son nada más que
piezas de la maquinaria como si aún pudieran obrar como sujetos y
como si algo dependiera de sus acciones. La visión de la vida ha
devenido en la ideología que crea la ilusión de que ya no hay vida.
Adorno. Mínima moralia
“La economía es el método. La finalidad es cambiar el corazón y el alma”. La expresión
se le atribuye a Margaret Thatcher, primera ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990.
Pero poco importa aquí la autenticidad de esta atribución. El valor de su sentido no reside
en esa propiedad. Su valor se sustenta en la provocadora y amenazante sinceridad. Parafraseando con alguna insolencia decimos que es una expresión que clava su flecha en el
corazón del presente.
Dar cuenta del presente como ejercicio político es siempre un intento que se sitúa en
un entretiempo: entre lo que ha sido y lo que puede ser. Los sentidos que informan ese
presente se configuran en ese entretiempo y son esas configuraciones las que establecen
determinados horizontes y límites para la experiencia posible y también para lo pensable.
Es que el poder se ejerce en el presente, pero como parte de ese ejercicio produce también una visión del pasado a la vez que crea las expectativas del futuro. Ese ejercicio del
poder es dominio del tiempo y de la forma que adopta el relato de la historia.
De allí que recordar, bajo ciertas circunstancias, sea una manera de confrontar ese
dominio. Si traigo ahora aquí estas consideraciones juro que no es por desvarío, sino porque entiendo que están vigentes y que hay que volver sobre ellas una vez más con la convicción de que ninguna reflexión, ningún pensamiento sobre un tema o cuestión pueden
resultar fecundos si se desentienden de las condiciones históricas en las que esos temas o
cuestiones se inscriben. Si, además, se trata de situarnos en una perspectiva ética tal vez
convenga comenzar por recordar cómo Adorno, en medio de las desoladoras experiencias
de la guerra y el fascismo, entiende a la ética. Adorno escribe Minima moralia. Reflexiones
desde la vida dañada que no es una guía para el buen comportamiento moral sino la forma
que supo darle a una profunda reflexión y a una aguda sensibilidad que dan la clave para
comprender los términos en los que se da el combate de la vida moral: la correspondencia
1
Este texto fue escrito a mediados de 2019 cuando este libro colectivo se proyectaba. Recurrí en ese momento a la palabra pandemia en el título a modo ilustrativo, como metáfora. Nunca imaginé, ni aún en
mis cavilaciones más arriesgadas, el sentido dramático que alcanzaría su realidad efectiva.
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�entre la propia moral y la lógica social, entre las propias acciones y los acontecimientos o
entre las convicciones y las responsabilidades, como también lo supo decir Weber.
Si Adorno nos pone en esta aporía moral no es para que renunciemos a habitarla por
imposible de ser resuelta, sino para situarla donde le corresponde estar: en el centro de
las preocupaciones. Eso sí, sabiendo que esos pares del dilema tienen en cada momento
histórico su forma propia. Dicho esto, vamos ya adelantando algo respecto de aquello
sobre lo que queremos hablar cuando nos proponemos tratar con la ética. Un anticipo
que se completa, si debemos declarar intenciones, reafirmando el convencimiento de la
necesidad de una renovación de la ética como teoría y como práctica.
Creo, ciertamente, que la ética necesita renovar sus herramientas para conocer y operar sobre este presente. Y que en esa tarea debe implicarse con la teoría social crítica. Se
trata de concebir una perspectiva ética que no debe confundirse con esa moral de ocasión
que da rienda suelta al reclamo de normas y pautas morales que nos dicten cómo comportarnos. Mejor, nos proponemos eludir ese afán prescriptivo porque entendemos que
es momento de trascender las vías normativas, de control y supervisión de los actos para
preguntarnos por sus fundamentos y su sentido.
La concepción de la ética que aquí propongo habilita un enfoque que busca alertarnos
sobre aquellos conceptos, modelos y nociones morales que por su permanencia en el tiempo
quedan naturalizados en nuestro pensamiento y en nuestras acciones. Una concepción que
intenta poner al descubierto aquello que permanece y subyace en nuestra moral. Se trata
además de una perspectiva ética que busca proveerse de herramientas para impugnar las fórmulas que hacen de los problemas socio-políticos cuestiones morales, técnicas y/o de gestión.
Esta concepción de la ética no puede resignarse a supervisar normas ni protocolos. No
puede presentar las prevenciones éticas como meras instancias procedimentales ni tampoco puede generar falsas expectativas, sino que tiene que ser parte de las experiencias
sociales y de las elaboraciones colectivas. De allí entonces que esta concepción de la ética
no pueda alcanzarse sino en imbricación con la teoría crítica.
Frente a posiciones que reducen la crítica de la sociedad a un puro enfoque normativo,
ético-jurídico es necesario generar teoría crítica. Esto supone avanzar en la dirección de
una revisión profunda de nuestro modelo de conocimiento y de una comprensión lúcida
de nuestros esquemas de pensamiento que son fundamento de nuestras acciones.
Adoptar esta posición ética requiere también reconocer que el contexto no es exterior a
las problemáticas morales, sino que condiciona la forma que estas adoptan. Que las cuestiones que caracterizan a la indagación moral son formuladas o modeladas por las condiciones
históricas que las originan. Precisamente es desde esta perspectiva que se pronuncia la crítica que impugna a esa universalidad abstracta que muestra insensibilidad e incapacidad de
reformulación ante la particularidad de las condiciones socio-culturales.
Interpretamos que desde este enfoque que proponemos podemos acercarnos a los
problemas que reconocemos como persistentes y también generar las condiciones de
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�posibilidad para dar lugar a otros temas y problemas acaso menos evidentes y esquivos.
Así, las estructuras socio-políticas y sus mecanismos de legitimidad de la desigualdad y
la opresión ligados a la concepción del conocimiento y a los atributos de neutralidad y
objetividad con los que se presenta la constitución de la ciencia moderna, los modos según se modela la subjetividad, entre otras cuestiones, se vuelven parte de la ética y en
consecuencia toda deliberación moral, toda reflexión ética resulta a la vez una operación
de crítica social. Desde este enfoque que plantea una relación indisoluble entre la ética,
la teoría y la crítica social es posible dar otra forma al planteamiento de los problemas
morales en tanto permite interpretar la realidad en su condición de producto y también
como potencialidad.
Dicho esto, propongo ahora volver sobre la frase del inicio para introducir algunos
de los trazos que dan forma a este presente. Este presente en el que el capitalismo, hoy
biotecnocapitalismo, en su expresión neoliberal produce un discurso que en su funcionamiento homogeneizante y circular logra capturar y hacer ingresar al dominio de su lógica
distintas experiencias humanas. Entre ellas, las que incardinan cuerpo, salud, enfermedad, bienestar y la noción de derecho/s.
El ciclo actual del capitalismo caracterizado como biotecnocapitalismo se concreta a
través de los procesos que se inician con el desarrollo de la biotecnología en tanto puesta
en práctica de la inédita capacidad para identificar, almacenar y manipular el programa
químico de los organismos vivos y la percepción de estos como una suma de genes con
funciones determinadas que es posible identificar, aislar y recombinar a voluntad habilitando un tipo de apropiación y de tratamiento de la vida que no tiene precedentes. El
neoliberalismo es una expresión particular de este biotecnocapitalismo en tanto su realización y plenitud consiste en una forma de administración de lo viviente sostenida en los
criterios de eficacia, eficiencia y rendimiento. Todo examen, estudio, análisis o propuesta
sobre las políticas de salud, sobre las formas de protección social o sobre la atención de la
salud queda sometido a estas condiciones que no son otras que las que fija el biotecnocapitalismo en su expresión neoliberal.
Dicho esto, debemos agregar que el neoliberalismo no es, como en ocasiones suele
simplificarse, solo un sistema económico. Es más, mucho más. Es un sistema de vida.
Fija las condiciones y las reglas para el desarrollo y tratamiento de lo viviente y entre lo
viviente, las que corresponden al existente humano.
El neoliberalismo tiene el rostro bifronte de Jano. Cumple una función destructiva, avanza sobre derechos, sistemas institucionales, carcome los lazos sociales –para el neoliberalismo la sociedad no existe, existen los individuos en tanto agentes responsables–, rompe con
las reglas de solidaridad y comunidad, y demás. Pero, a la vez, desarrolla una construcción
positiva que se corresponde con el orden del Estado en cuanto productor de reglas institucionales, normativas y jurídicas que se dicen sostenidas en una jerarquía axiológica y que
dan forma a un nuevo tipo de “racionalidad” dominante. Analizar el neoliberalismo en clave
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�de esta racionalidad gubernamental dominante requiere examinar cómo se estructuran y
organizan las acciones de gobierno, pero también, fundamentalmente, cómo se organizan
las conductas de los gobernados. El sistema produce, al decir de Weber, los individuos que
requiere. No se trata entonces solo de una forma de la economía que domina la producción
sino de la producción misma de un tipo, un modo de ser humano. Del despliegue de una antropotécnica que no actúa sobre la constricción o la restricción sino sobre la afirmación de
libertades que se expresan según una dinámica competitiva. Se trata de hacer de la competencia la regla de la sociedad. Competencia y maximización del rendimiento son los criterios
que rigen todas las esferas de la vida para cuya observancia se despliegan nuevos dispositivos
de control y evaluación. Esta lógica articula un régimen de la existencia intelectual, afectiva
y emocional. La propia vida y la de los demás se conciben como la administración empresarial de un stock inmaterial imputable a cada persona. La habilidad de cada uno para esa
administración del capital humano coronará su éxito o sellará su fracaso. El sujeto neoliberal
se homogeneiza como sujeto “emprendedor”, como un empresario de sí mismo entregado
al máximo rendimiento y competencia. Este es ahora el indiscutible management del alma.
Existe entonces una cultura neoliberal que se organiza sobre un modelo de metas, valores y acciones y con base en el cual se ordenan las prácticas sociales. Pero se trata de un
modelo, hay que saberlo, que lleva en sí la aniquilación de todo otro modelo. Esta cultura
da sus frutos, produce sentidos e interpretaciones de la realidad que se traducen en posiciones socio-políticas. Estamos quienes entendemos al salario, las vacaciones pagas, las
buenas condiciones laborales, la jubilación, la educación y la salud públicas como derechos colectivos conquistados y quienes los ven como concesiones, adquisiciones frágiles
sometidas a la contingencia del mercado cuando no a la administración de la benevolencia. Estas posiciones responden a configuraciones de sentido distintas que claramente
disputan interpretaciones de la realidad, del contenido y extensión de lo que se entiende
como derechos y su realización efectiva.
Con este telón de fondo se trata ahora de analizar cómo se configura en clave neoliberal la relación entre calidad de vida, salud, derechos.
Comienzo por la noción de calidad de vida. Idea que se ha extendido profusamente en
la literatura que liga salud y mecanismos de autoayuda tan afines a esa centralidad que
el neoliberalismo le otorga al individuo como base de la sociedad. No negamos que la calidad de vida se relacione con un cierto estado de salud, pero esta afirmación descontextualizada carece de significado. Porque el sentido y la proyección política de esta relación
se ponen verdaderamente en juego cuando se disputa el contenido de estas variables y la
forma de su relación. Si entendemos que cierto grado de salud es necesario como condición para alcanzar un estado que se corresponda con una calidad de vida aceptable, ese
grado de salud y esa noción de calidad de vida aceptable no tienen una definición de suyo.
Esas definiciones tendrán que ser disputadas. Y esas disputas tienen en cuenta las propias
condiciones de la actualidad socio-económica y política sobre la que pretenden incidir.
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�En la tendencia imperante que marca la concepción neoliberal predomina una perspectiva biologicista y orgánica para la cual las cuestiones que hacen a la salud se vinculan con el acceso a las formas de su tratamiento más que con las condiciones que
permiten llevar adelante una vida saludable, obturando de esa manera el tratamiento de
las desigualdades sociales, económicas y políticas bajo las cuales la vida de las personas
se desarrolla.
Por otra parte, es indudable que vivimos en un mundo dominado por la técnica. Un
mundo en el que existe un reencastramiento entre lo técnico y lo social que transforma
la concepción antropológica misma, así como los criterios que definen qué se entiende
por un estado de salud conveniente y cuáles son las formas de su tratamiento.
En una cultura que propongo llamar cultura de globalización claustrofóbica, cuyos
principales signos son la homogenización de las formas de vida y el predominio de un
tipo de razón; la razón técnico instrumental, cuya principal virtud consiste en mantener
la ilusión de que todo aquello que se produce bajo el formato científico-tecnológico es
en sí mismo valioso, producto del progreso y de un conocimiento neutral y objetivo y
por lo tanto descontextualizado y apolítico, cobra relevancia un enfoque desde el cual
las cuestiones que hacen a la salud y a la calidad de vida de las personas resultan patrimonio de expertos cuyas intervenciones están guiadas por la eficiencia y la eficacia
de los resultados. Expertos a los que se les atribuye el conocimiento y el know how necesarios para identificar cuáles son los satisfactores que “hacen a la calidad de vida”
de las personas. Son quienes están capacitados y capacitadas para diseñar, planificar y
ejecutar, en función de ese conocimiento, las políticas públicas necesarias. Y todo esto
sin dejar de lado la invocación de la salud como derecho humano. Lo cierto es que esta
invocación, en la práctica, opera más como una coartada democrática mercantil que
como una exigencia moral y política.
Los efectos de esta perspectiva dominada por una visión técnico-instrumental-mercantil que sin embargo suele disimularse bajo el lenguaje de los derechos son ostensibles: producen una despolitización de lo social, al transformar los problemas sociales
de salud en cuestiones individuales atribuibles a una mala administración de ese capital
humano que es cada uno. En consecuencia, bajo esta concepción, las políticas públicas
que se diseñan se dirigen a quienes sufren privaciones, exclusión, marginalidad como
si estos fueran los autores y únicos responsables de su propia desgracia, sin considerar
ni discutir y mucho menos intentar modificar el sistema que produce estas condiciones
limitantes para la existencia.
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�Una moral provisoria desplaza a la reflexión ética
No obstante, ni aun desde las posiciones más claramente comprometidas con el mercado queda cancelada la mención de la salud como un derecho. Y esto es así porque el problema no está en la alocución como fórmula, sino en lo que esa mención supone y acepta
como extensión, sentido y alcance de aquello que dice afirmar como derecho.
Comencemos por algunas precisiones: el derecho a la salud es, como ha sido dicho desde hace tiempo, un derecho complejo. En tanto derecho complejo liga al menos tres dimensiones: el derecho de estar sanos, el derecho a la atención médica universal, el derecho a la
participación colectiva para la defensa y promoción de la salud. Son numerosos los obstáculos que existen para que se cumpla con el ejercicio de este derecho en esta triple dimensión.
Sin pretender agotar esta complejidad podemos al menos identificar entre estos impedimentos y limitaciones razones como las propias condiciones sociales y económicas que
afectan y limitan la realización existencial de las personas. El desempleo, la incertidumbre,
el ahogo económico, la falta de reconocimiento, la subestimación, la segregación, la violencia sistémica, el hambre, la falta de vivienda hacen, indudablemente, a los fundamentos de
la salud y calidad de vida y son fuente de graves padecimientos. Condiciones, todas estas, a
las que se les suma, como otros impedimentos, la constitución de un mercado de la salud y
la sofisticación y complejización del sistema que opera en ese mercado.
No desconocemos que las sociedades modernas y contemporáneas conceden a la ciencia
un estatus particular en el conjunto de las relaciones y actividades sociales. Ese estatus particular se manifiesta en la idea de que todo aquello que se presenta como resultado del desarrollo científico-tecnológico es producto del progreso y una contribución a más progreso.
Por lo tanto, lo conveniente, se nos dice, es la adhesión de manera incondicional a esa marcha del progreso. Lo contrario, también se nos dice, nos conduce al atraso. Nos lleva a quedar
por fuera de la historia y de una carrera cuya meta, aunque incierta, traza el único camino
posible. Tampoco podemos desconocer la subsunción real de la ciencia en técnica y por lo
tanto la absorción de la ciencia por el mercado ni que la medicina ha sucumbido a la técnica.
Hace tiempo que vemos cómo la medicina científica parece responder a una dinámica
subordinada a la innovación tecnológica. En esta dinámica sus realizaciones resultan poco
razonables y nada accesibles. Una medicina que se especializa, se tecnifica y se hace cada
vez más sofisticada, compleja y costosa es en sí misma una barrera para la atención de la
salud. Esta asimetría entre los adelantos técnicos y la posibilidad de su alcance efectivo
por parte del conjunto de la sociedad pone en cuestión la racionalidad de esta dinámica
y ostenta una profunda inequidad. Al mismo tiempo, revela la existencia de aspiraciones,
imaginarios y deseos individuales y/o corporativos mal enmascarados bajo el discurso de la
neutralidad y objetividad del avance científico. Y lo decimos porque advertimos que la medicina se ha constituido en parte del engranaje del sistema económico global conformado
por la tecnociencia y el mercado. La relación entre ciencia, técnica y mercado es hoy una
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�relación que podemos identificar como de co-pertenencia. En esta dinámica la medicina
y la concepción de la salud se han transformado, así como se transforman otros modos de
relación social y de producción y reproducción del capital.
Es así como el campo de la salud se configura como un lugar más de concentración del
capital. En este campo los propios profesionales se convierten en asalariados de grandes
redes, lo que significa cumplir con condiciones de trabajo que hacen que la propia iniciativa se vea sustituida por procedimientos estandarizados de diagnóstico y actuación
(en forma de protocolos) que, a su vez, se traducen en procedimientos para organizar el
gasto. La inversión directa de la industria farmacéutica en la atención de la salud cumple,
en este sentido, una función decisiva para hacer del campo de la salud y del bienestar una
forma de concentración del capital y de la vida del existente humano un proceso de medicalización incentivado por la industria de la investigación y la farmacología. Porque la
propia investigación es hoy parte de la industria y del mercado de la salud.
Agreguemos que las estrategias administrativas neoliberales orientadas a disminuir el
gasto público se despliegan con crudeza en el sector de la salud pública. Pero estas estrategias nunca se presentan como un ajuste que en definitiva tiene como objetivo desmantelar al sistema mismo. Por el contrario, se proponen como una corrección del gasto para
hacerlo más eficiente. Aunque su propósito no sea, en realidad, sino el de dar lugar a la
expansión del mercado. Se trata de crear mercado bajo el impulso que lleva al capital a
adoptar nuevas formas para reproducirse. Cuanto más se busca volver ineficiente la atención pública, gratuita y universal de la salud más se busca hacer crecer al sector privado.
De manera que, cuando se promueve una estrategia con fuerte influencia del sector privado –y los criterios que prevalecen son la novedad, la competencia y la innovación tecnológica, más que las consideraciones sobre las condiciones estructurales subjetivas y sociales– es preciso cargar de suspicacia el análisis de la relación entre los procesos de salud y
enfermedad, calidad de vida y acceso a la atención de la salud. Y, por supuesto, mantenerse
también en alerta para interpretar el proceso de selección y evaluación de aplicación de conocimientos e incorporación de tecnología. Esto quiere decir que hay que tener presentes
las formas conocidas y dominantes de desigualdad social, así como agudizar la atención para
poder reconocer aquellas que puedan producirse por la incorporación de esos conocimientos y tecnologías que podrían representar ventajas para algunos y desventajas para otros.
Desde esta perspectiva que estamos desarrollando ya puede advertirse que los enfoques
éticos o bioéticos puramente normativos, procedimentales, o de aplicación de principios
con los que se pretende intervenir para orientar y regular las acciones resultan tan inapropiados como falsificadores. Promocionar una bioética que se desentiende de las condiciones sociales y políticas, para ser solo una forma de administración de normas y principios que custodian una supuesta autonomía de los individuos, puede llevar a la invocación
del principio de no maleficencia que fundamente la falta de tratamiento en nombre de la
“futilidad terapéutica” para los pacientes más desaventajados, afectando a esas franjas de
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�población sin derechos, sin recursos, sin palabra, víctimas de los discursos de la limitación
de recursos y de la racionalización de las elecciones. Así como también resultaría posible
su sobretratamiento en nombre del principio de beneficencia y en pos de la investigación.
Habiendo llegado a estas consideraciones parece ya bastante claro que, si se pretende
una aproximación ética/bioética a estas cuestiones, ese acercamiento no puede soslayar
un necesario anclaje en la teoría social crítica. Lo cual significa, dicho todavía de manera
más radical, la imposibilidad de separar la ética de una teoría social crítica. Entendido
aquí que esta concepción de la teoría refiere no solo a la acción de analizar una situación
sino al modo de acción necesario para cambiarla.
La actualidad de la biomedicina tecnológica
La medicina despliega y moviliza hoy un extraordinario dispositivo tecnológico, fantásticos medios para prolongar la vida, intervenir en la procreación, suprimir el dolor,
sustituir las funciones corporales por medios técnicos; sin embargo, haciéndose cada vez
más técnica, ha abandonado sus finalidades y su sentido primeros: el contacto directo
con el dolor, la enfermedad, el sufrimiento humano, el cuerpo. El sentido profundo e
intersubjetivo de curar resulta hoy obsoleto. Al mismo tiempo, este despliegue técnico
contrasta de manera escandalosa con las carencias más elementales en los servicios públicos volviendo indisimulable la subordinación de tal dinámica a la lógica del mercado.
La revolución que representa la biología molecular y sus derivados en el campo de la
salud puede inscribirse en esta línea que combina producción de conocimiento, acción técnica y mercado. Estos desarrollos se producen fuertemente impulsados por sectores de la
medicina, la farmacología y la agricultura. Abarcan los más variados sectores de la vida
económica y social. Surgen mercados y empresas internacionales, laboratorios y/o centros
de investigación que, en paralelo a las instituciones públicas o bien mediante convenios
de financiamiento establecidos con estas, impulsan la investigación y la rápida aplicación
de los resultados que se obtengan. La irrupción de estos nuevos conocimientos y técnicas
impacta directamente en la vida cotidiana y el campo de la salud, en particular, no se ha
mostrado reticente a su despliegue, sino que ha resultado suelo fértil para su crecimiento.
Unos pocos ejemplos pueden dar cuenta de esta situación. En el área de salud la biología
molecular, la ingeniería genética y sus derivaciones introducen perspectivas y posibilidades
de acción que indudablemente habrán de modificar las concepciones de salud, enfermedad,
lo normal, lo patológico, tratamiento y cura. También ya impactan sobre el mercado de los
medicamentos y sobre las formas de diagnóstico que, según se prevé, alcanzarán un carácter
personalizado. Numerosos productos que tienen una función terapéutica ya son fabricados por
medio de técnicas de ingeniería genética. En cuanto a las formas de diagnóstico y tratamiento,
una nueva forma de la medicina se está constituyendo bajo el nombre de medicina predictiva.
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�En esta línea la denominada medicina genómica se presenta como una que reúne tres
notas originales que hacen a su especificidad. Al interiorizarse en la lectura del texto genético promete alcanzar la triple capacidad de predecir, prevenir y ejercerse de manera
personalizada. Estas posibilidades invitan a una reflexión que debe ir más allá del exclusivo valor, en términos de eficacia/eficiencia, que se les puede atribuir a los procedimientos. Porque es posible que estas condiciones puedan resultar ventajosas desde un punto
de vista individual pero no lo son para la organización de un sistema de salud que se pretende universal, así como, en función de sus costos, puede resultar imposible para quienes se encuentran en las posiciones más desaventajadas en la sociedad especialmente
cuando los sistemas de salud se desfinancian o se pretende reducir el gasto. Además, una
medicina personalizada, centrada en el individuo se aparta de la noción de riesgo social y
de la colectivización de ese riesgo, que es la base sobre la cual se estructuran los sistemas
sociales de protección de la salud. También representa un obstáculo para una concepción
universalista, así como una ventaja para los sistemas de salud privados y de seguros. Y,
por supuesto, brinda una perspectiva y argumentos científicos que fortalecen y legitiman el
desplazamiento conceptual por el cual los procesos de salud/enfermedad dejan de ser una
cuestión social para volverse un tema individual.
La información fundada en los estudios genéticos de un individuo habilita la elaboración de predicciones sobre su salud. La intervención de la ingeniería genética permite hacer correcciones: en plantas y animales han estado guiadas hasta el momento por
criterios de productividad y eficiencia. Atendiendo a esta experiencia, cabe preguntarse
cuáles pueden /podrían ser los criterios a partir de los cuales justificar y alentar este tipo
de intervención en los humanos. Por supuesto, que la respuesta inmediata de la que en
principio no puede sospecharse, es que se trataría de evitar algún tipo de patología. Pero
cómo se establecerán los límites para determinar sobre qué tipo de patologías actuar en
sociedades que están tan preocupadas por la apariencia, el rendimiento, la eficacia. Cómo
eludir la tentación de ese biocrático sueño que es la construcción normativa de lo humano
cuando todo se dispone para su realización: cuando el cuerpo se convierte en el objeto de
una práctica estético-sanitaria.
Del mismo modo no podemos desconocer que los nuevos conocimientos y técnicas que
se ensayan y que tienen como foco los patrimonios genéticos individuales y de poblaciones
no resultan ajenos a los dominios policial, jurídico y socio-político. La información concerniente al patrimonio genético de los individuos, comunidades o pueblos, por ejemplo, puede
ser usada para la elaboración de clasificaciones jerárquicas creando, recreando o reforzando nuevos dispositivos de control, inclusión, clasificación, exclusión social. Estaríamos en
presencia de un ejercicio de la biopolítica sobre la base de nuevos dispositivos que aún no
estamos en condiciones de describir cabalmente, pero cuyos trazos más gruesos se perfilan.
¿Quién, quiénes, qué organismos y/o instituciones podrían acceder a esta información?
¿Cómo esta información podría ser utilizada por gobiernos, países, escuelas, salud pública,
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�sistemas de seguros, entre otros? Estos interrogantes pueden recibir respuestas distintas,
pero ninguna de ellas ni los debates o intercambios de perspectivas que suscite este tema
debería soslayar o dar por superada una larga tradición de discriminación, subestimación
y desigualdad, sostenida con argumentos científicos y basada en la evidente verdad científica
para legitimar formas injustas y discriminatorias de organización social.
Finalmente, hay que decir que nada de esa específica composición del poder que corresponde a la disciplina médica pierde vigencia ni deja de particularizarse con la expansión tecnocientífica. Quienes como profesionales son parte de un sistema experto, en este
caso el de la medicina científica, gozan de la autoridad y legitimidad que se les atribuye a
sus representantes. El ejercicio de poder en el campo de la medicina no se reduce a la capacidad de imponer un saber científico ni a una controversia entre paradigmas. Esa capacidad también se particulariza, podríamos decir que encarna, en sujetos particulares que
sostienen una cierta adscripción social, una pertenencia a una cierta posición social que
revela un cierto nivel de estudios y también un modo de vivir y pensar que con frecuencia
responde al modelo de los grupos dominantes.
Así puede verse que cuando se trata de modificar hábitos de vida en pos de un modelo
de salud, es decir, cuando se trata de ejercer una acción preventiva procurando influir sobre actitudes y comportamientos de los pacientes (sexualidad, alimentación, consumos,
etc.) la medicina emprende –sobre concepciones científicas– intervenciones que suelen
responder a un modelo de conducta. Se trata de acciones fundadas en la relación entre
la ciencia y la moral y en el enlace que se produce entre lo médico, lo moral y lo jurídico
en virtud de esa connivencia que se establece entre “normalidad” y “norma”. Y aunque
estos vínculos permanezcan velados en la argumentación, ya estamos en condiciones de
detectarlos como ha ocurrido en los recientes e ilustrativos debates sobre la legalización
de la interrupción voluntaria del embarazo. No obstante, lo que todavía parece más difícil
de prever es cómo se consolidarán bajo el formato tecnológico.
Lo que trae el biotecnocapitalismo
El capitalismo en esta fase que identificamos como biotecnocapitalismo ha logrado, para
su reproducción y extensión ilimitadas, producir una subjetividad nueva. Y ha hecho de las
crisis motor de su expansión. Los padecimientos individuales y colectivos, las formas de
malestar, desazón y sufrimiento, las epidemias de angustia, pánico, stress, abulia producto
de los nuevas e impiadosas reglas del mercado, bajo las cuales se juega la existencia, tienen
como efecto la propia expansión del mercado en la forma de fármacos, libros de autoayuda,
terapias breves, que se proponen para reencauzar las conductas. La propia Organización
Mundial de la Salud ha reconocido recientemente como una enfermedad asociada al empleo al denominado síndrome de Burnout. Reconocimiento que es una contribución más a
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�la despolitización del padecimiento social porque implica hacer de las condiciones laborales de explotación un problema personal a ser tratado también de manera personal y no una
causa socio-política que exige una necesaria transformación estructural de las condiciones
que la producen. Las alianzas entre las neurociencias y las industrias farmacológicas son
una manifestación de la nueva logística de este emplazamiento. Bajo su dinámica, el campo
de intervención de los expertos y de la industria farmacológica se vuelve tan ilimitado como
lo es la exigencia que impone el sistema para la optimización personal.
Se trata de la modulación del cuerpo y de las emociones en una matriz productivista,
empresarial y colonialista que ni siquiera es ya de la economía sino del mero cálculo que
mide eficiencia, conveniencia, efectividad. Es preciso unir pensamiento y acción política
para desmantelar este relato que disimula con el lenguaje de la cientificidad la voluntad
económica y política de poderosas corporaciones internacionales y sus socios locales.
Sostenemos que es necesario fundamentar y asegurar otras prácticas. Construir modelos de subjetividad que nos habiliten para reconocernos en nuestra vulnerabilidad y
estar activamente conscientes de la dependencia existente entre los humanos. No puede
ser sino la solidaridad el fundamento sobre el cual reconstruir el enlazamiento entre salud,
bienestar y derechos.
Actualidad imprescindible. El sistema pandemia
El mundo que conocíamos, el sistema-mundo en el que nuestra existencia aparecía
como dotada de sentido, se detuvo. Un virus de una potencia devastadora lo acorraló. Y
este mundo frente a este virus desconcertante que volvió peligrosos los gestos más amables
e inocentes de nuestra cotidianidad quedó perplejo y conmocionado. En esa conmoción
se aferró con fidelidad a esa coartada –siempre vigente– de la modernidad con la que se
disimula el desconcierto: números, estadísticas. Tantos contagiados, tantos recuperados.
Tantos muertos.
Si el pensamiento no quiere condenarse a una errancia vaga, el mundo debe ser leído en
caracteres matemáticos. Así fue dicho. Y así, llegando al paroxismo de esa lógica, cada vida,
cada muerte entra en la cuenta.
La pandemia nos hizo entrar en pausa. En la era de la aceleración estuvimos en pausa.
Esa dinámica lineal, acumulativa, inexorable del tiempo que llamamos progreso pareció
desmantelada por un virus frente al cual las reacciones, las acciones, los conocimientos
que se desplegaron para ralentizar su avance emulaban a los del medioevo, esa noche de
mil años, ese tiempo que se asocia con la peste.
La diferencia es que no hay manera, a excepción de que se logre hacer triunfar
una artimaña que nos embrutezca todavía más, de atribuir esta, “nuestra peste”, a una
catástrofe natural. Desde la modernidad en adelante esa noción ha perdido sentido.
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�Porque es justamente la pérdida de ese sentido lo que nos hizo modernos. Nadie puede
tampoco decir con convencimiento que es este el virus de la verdad que vino a mostrarnos lo despiadado, desigual y cruel de un mundo que es nuestra responsabilidad. Ya lo
sabíamos, y muy bien.
No era y no es la ignorancia el obstáculo para cambiar el estado de las cosas sino la
falta de capacidad política, de organización, de fuerza y de acción para llevar adelante las
transformaciones necesarias. Esta es la gran desazón que sufrimos. La tremenda aflicción
que punza el alma es que lo sabíamos y lo sabemos. Y lo sabíamos desde el momento
en que esa racionalidad dominante entregada a un movimiento automotivado renuncia
a realizar esa “flexión” que le permitiría volver sobre sí misma e interrogarse. Desde el
momento en que aceptamos el triunfo de una ontología monista y rudimentaria que deshizo fronteras y habilitó extender la forma de tratamiento que el capitalismo industrial ha
desplegado sobre la materia inerte (extracción, explotación y acumulación) a lo viviente.
Desde el momento que se inicia de manera sostenida y pareja la tarea de reducir el pensamiento a una unidad de conocimiento y las variedades ontológicas a sus homologías estructurales bajo el dominio de la tecnología y la ley del mercado para dar lugar a una vida
tecnologizada y capitalizada. Desde el momento que esa vida devino mercancía bajo una
administración que la escinde en dos modelos irreductibles: el de la mera supervivencia
y el de su consumo. Consumo que parece corresponder, por legitimidad de “ley natural”,
a quienes pueden “asegurársela” y por lo tanto ser los que la “merecen”.
Es este nuestro fracaso civilizatorio que pone en interrogación –y ojalá en crisis– nuestro orden, nuestros saberes, nuestras ciencias todas, nuestros esquemas de pensamiento
y nuestras estructuras de conocimiento.
Las economías más poderosas, los sistemas científicos más desarrollados, cuando no
hicieron ostentación de su desprecio por todxs nosotrxs, se mostraron impotentes e incapaces frente al virus.
Nuestros avances, nuestras tecnologías, nuestros conocimientos rindieron tributo al
barbijo, al jabón y a la lavandina, al originario instinto de supervivencia de un humano
que se resguardó en el interior de su cobijo. Mientras tanto, las prácticas y dispositivos de
control y supervisión de los individuos y de las poblaciones ganaron en precisión, extensión y aceptación bajo la retórica de la protección sanitaria y el bien común y, por supuesto, la amenaza del enemigo que acecha.
De manera cruel nos golpea la evidencia de nuestra interdependencia. Y hay algo triste
en esa evidencia y es que no es esta la manera que imaginamos de hacernos solidarios.
Solo con el tiempo sabremos en qué habremos decidido convertirnos. No es momento
para hacer futurología. Digamos, apelando a un gesto de honestidad intelectual, que si
antes no nos fue dado el arte de la premonición, ya que no pudimos avizorar este giro copernicano del mundo, qué nos hace hoy suponer que disponemos de ese don.
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�Si como parece, el pensamiento de nuestro tiempo pudo huir hacia adelante de aquel
tiempo de espera acompasada por el movimiento de un virus, lanzándose con temeridad
a contarnos con más o menos fundamento y de variadas maneras y hasta contrarias cómo
será el mundo pospandemia, bien podríamos exigirle a ese pensamiento que, en reconocimiento de este dolor del mundo, no se desvíe. Que se vuelva sobre aquel presente, que no
lo omita. Que vuelva sobre el despojo, los dolores, las carencias, los sufrimientos de lxs que
devinieron viejxs en riesgo, desempleadxs, trabajadorxs con sueldos arbitrariamente reducidos. De lxs que se han hecho más pobres, de lxs que se han quedado más solxs, más parias
así de repente y sin aviso. Que ponga su atención y desate su indignación furiosa sobre las
obscenas muestras de poder de quienes nos exponen sus riquezas bajo impúdicas donaciones que no son más que las sobras de un festín. Exigirle que nos convoque, construyendo
argumentos, fundamentos y estrategias, a la acción para, de una vez, intervenir y realizar
de manera urgente esa justicia distributiva imprescindible para poder ejercer efectivamente el derecho a la salud y compartir el bienestar colectivo. Un pensamiento que genere las
condiciones de posibilidad para tejer lazos y tramas sociales que construyan vínculos de
protección y cuidado para superar el aislamiento. Que eso también es pensar en salud.
Necesitamos de un pensamiento propio de una praxis ética y política que “clave su
flecha en el corazón del presente”. Necesitamos, como nunca, estar conscientes de este
presente; de lo que muestra y de lo que incuba. Porque el futuro ya llegó. Llegó como vos
no lo esperabas. Todo un palo, ya lo ves. Y lo sabemos.
Bibliografía
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Rose, N. 2012. Políticas de la vida. Biomedicina, poder y subjetividad en el siglo XXI. La Plata:
UNIPE- Editorial Universitaria.
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50
�Neoliberalismo,
complejo médico-industrial-financiero
y procesos de subjetivación en salud
Celia Iriart
�Introducción
El objetivo de este capítulo es encuadrar la situación de las políticas públicas de medicamentos en la Argentina en el contexto global donde se inserta esta industria altamente transnacionalizada. Los análisis pretenden dar cuenta de las transformaciones en
el modelo de negocios impulsado por la industria farmacéutica en los Estados Unidos
desde mediados de los 90, su expansión a otros países y las implicancias que tuvieron en
la subjetivación colectiva al momento de pensar la salud, el padecimiento y la atención.
Los movimientos generados por la industria, respondiendo a la introducción del capital
financiero en la administración del financiamiento en el sector salud, abarcan la colonización de agencias de regulación y control, de asociaciones científicas y profesionales,
la contratación de numerosos “lobistas” para presionar cambios legislativos favorables a
la industria, y campañas de diversa índole para incidir en la subjetividad colectiva, tanto
de los profesionales de la salud como del público en general. En lo científico-tecnológico
también hubo importantes cambios que facilitaron las transformaciones en la producción de medicamentos, incluyendo vacunas, e implicaron una concentración de la oferta
en las grandes corporaciones farmacéuticas, una elevación de los precios de venta haciéndolos cada vez más inaccesibles para quienes los necesitan y un drenaje de fondos de
los presupuestos estatales y de la seguridad social.
La importancia de entender estos procesos iniciados en los Estados Unidos se debe
a que las empresas farmacéuticas que operan en ese país tienen casas matrices o subsidiarias en otros países, en los cuales, como veremos en algunos ejemplos, desarrollan
estrategias de la misma índole descritas en el párrafo anterior, aunque adecuándolas al
clima político, regulatorio y cultural del país donde las realizan. También imponen su modelo de negocios a las empresas de origen local que las adoptan, ya sea por necesidad de
competir con las de origen extranjero o porque operan en formas asociativas de diversa
índole con ellas.
Las transformaciones en el modelo de negocios de la industria farmacéutica se originan en respuesta a los cambios operados sobre el espacio sanitario en las formas de
acumulación capitalista liderada por el capital financiero, que emerge a partir de los 80
y se consolida con el avance del neoliberalismo a nivel mundial en los 90. El crecimiento
del capital financiero en la economía estadounidense va a requerir para su reproducción
nuevas áreas de la economía y países donde hacer negocios. Por esto iniciaré este capítulo con un repaso de este proceso en el sector salud, para luego describir las modalidades que adoptaron los cambios desarrollados por la industria farmacéutica y el complejo
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�entramado de negocios que va a dar por resultado, incluyendo formatos financieros para
administrar las coberturas de medicamentos de los seguros de salud.
En Argentina estos procesos se consolidan a partir de las políticas neoliberales impulsadas en los 90 por el menemismo, por lo que daré cuenta de las manifestaciones locales
de estos procesos señalando algunas estrategias que la industria farmacéutica desarrolló
en el país. Cerraré el capítulo listando algunos temas que considero de interés para ser
estudiados: la regulación y el control del accionar de las farmacéuticas en el país, las
políticas de medicamentos como parte del modelo médico hegemónico y, consecuentemente, los procesos de subjetivación colectivas en relación con el proceso salud-padecimiento-cuidado.
Los procesos que presentaré generan tensiones entre los diversos actores involucrados, no es un desarrollo lineal ni exento de resistencias y disputas. El sector salud representa porcentajes muy importantes de la actividad económica en muchos países, en
especial en los Estados Unidos, pero también en países como Argentina. Esto hace que
poderosos intereses disputen el aumento constante o el mantenimiento de su participación en el negocio de la salud. Dado el tema central de este libro, el acento estará puesto
en las estrategias y acciones de la industria farmacéutica, ya que han transformado el modelo médico hegemónico y construido modalidades de negocios con el capital financiero.
La centralidad de estos actores en el espacio sanitario hace que quienes estamos comprometidos con la salud como un derecho y un bien social que debe sustraerse al campo
de la mercantilización y devolverle el carácter de bien común, tengamos la necesidad de
entender estos procesos al momento de pensar propuestas transformadoras.
El embate del capital financiero en el sector salud
Tal como indiqué, para entender los cambios en el modelo de negocios de la industria farmacéutica es importante comprender que obedecieron a su necesidad de reposicionarse en el sector salud ante el ingreso masivo del capital financiero en los 90. Las
estrategias globalizantes facilitaron la internacionalización de las políticas neoliberales y
favorecieron la expansión del capital financiero que subordinó las economías nacionales
bajo su lógica (Stocker et al. 1999; Iriart, Merhy y Waitzkin, 2000).
En Argentina en ese período se producen reformas estructurales que facilitaron la penetración de estos capitales en casi todos los ámbitos de la economía vía privatizaciones
e inversiones de corto plazo, en especial las especulativas (Feletti y Lozano, 1997). Esta
penetración se legalizó con políticas públicas, y se legitimó a través de la difusión de discursos oficiales y empresariales que fomentaron la concepción individualista y la ruptura
de la solidaridad como eje estructurante de la convivencia colectiva (Waitzkin e Iriart,
2004). Tales cambios subjetivos fueron centrales para las reformas del sector salud que fa-
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�cilitaron la entrada al capital financiero y, posteriormente, para los cambios en las formas
de hacer negocios de las farmacéuticas que impactaron en el modelo médico hegemónico
(Iriart, Faraone y Waitzkin, 2000).
La penetración del capital financiero en el sector salud se produce primero en los Estados Unidos, para luego expandirse en Europa, Asia y América Latina (Stocker et al.1999;
Lethbridge, 2005). Esta irrupción generó disputas por la apropiación de la masa de recursos
económicos volcados a la salud, cuyo beneficiario central era hasta ese momento el complejo médico industrial (en adelante CMI). Por CMI referimos a los productores de bienes
de consumo (medicamentos, equipamientos grandes y pequeños, tecnología médica, entre
otros muchos) y servicios (especialmente de diagnóstico y tratamiento, esto es los producidos en hospitales, clínicas, laboratorios, servicios de imágenes, etc.) (Anderson, 2014).
El capital financiero que crece de manera más que exponencial en los 80 y 90 son los
fondos mutuales (generados por ahorristas de variado tamaño), de pensiones (fondos de
los aportes para jubilaciones de trabajadores públicos y privados) y de inversión (capital que en lugar de ir a la producción de bienes y servicios busca mayor rentabilidad en
el sector financiero) (Iriart y Waitzkin, 2006). Inicialmente, este capital especulativo de
diverso origen ingresó al sector salud en el área de los seguros individuales (prepagos)
y desde allí, dependiendo de la organización sanitaria de cada país, se ubicaron en la administración del financiamiento de la seguridad social (obras sociales) y de los servicios
estatales (Iriart, Faraone y Waitzkin, 2000; Iriart, 2005).
La importancia de entender el ingreso del capital financiero en el sector salud obedece
a su incidencia en la transformación radical de la lógica de negocios que hasta el momento
venía sosteniendo el CMI. Mientras que este obtenía ganancias con el aumento del consumo de procedimientos y medicamentos, es decir, aumentando el gasto, el capital financiero lo obtiene restringiendo la demanda de bienes y servicios, para quedarse con mayores
porcentajes del capital que administra, repartir las ganancias entre sus accionistas e invertir en otras áreas de la economía (Iriart, 2008). De esta manera, en la primera mitad de los
90, el CMI ve amenazada su participación en el mercado por las restricciones que, como
administrador de seguros de salud, el capital financiero impone al acceso de las prestaciones. El capital financiero se instaló a comienzos de los 90 como administrador de los
fondos destinados a financiar las prestaciones, contratando los servicios en nombre de los
afiliados de los seguros de salud, ya fueran individuales o colectivos vía el trabajo. Además,
hacia los 2000, también avanzó hacia la gestión de los programas médicos administrados
por el gobierno de los Estados Unidos, tal el caso de Medicare y Medicaid (Iriart et al., 2004).
Para maximizar la ganancia los administradores del sistema subordinaron las decisiones profesionales, especialmente las médicas, sobre derivaciones y prescripciones de
medicamentos y estudios, a algoritmos administrativos manejados por personal no médico (Iriart et al. 2001). Los prescriptores debían atenerse a las coberturas que los usuarios
tuvieran según los planes a los que accedían por el pago que realizaban. Estos planes, a su
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�vez, habían sido fuertemente limitados con el ingreso del capital financiero como administrador de los seguros, bajo el argumento que este venía a racionalizar la utilización y
controlar el gasto innecesario fomentado por un CMI que lucraba con su hegemonía. Los
defensores del ingreso del capital financiero, y de la llamada atención gerenciada (managed care) como administradores de seguros de salud, los presentaban como “compradores
inteligentes” ya que según ellos utilizaban la evidencia científica para definir mejor la
relación costo-beneficio (Enthoven, 1978; Waitzkin e Iriart, 2004).
La llegada que el CMI tenía a los prescriptores se dificultó cada vez más. Muchos centros hospitalarios y universidades prohibieron que los agentes de propaganda médica tuvieran acceso a sus instalaciones. Los contratos que las aseguradoras firmaban con los
centros hospitalarios y clínicas o con prácticas individuales tenían cláusulas que vedaban
a los médicos la posibilidad de indicar prestaciones y medicamentos por fuera de los cubiertos por los seguros. Ni siquiera podían mencionarlas a los pacientes como opción terapéutica (“clausula gap”) (Angell, 1993; Waitzkin y Fishman, 1997). Así podemos enumerar una larga lista de restricciones impuestas a la práctica médica y, por lo tanto, al uso de
estos profesionales para generar consumo de marcas específicas o nuevos medicamentos,
así como otras indicaciones de tratamientos que favorecían al CMI (Emanuel y Dubler,
1995). También se vieron muy limitadas las derivaciones a especialistas y a estudios de
diagnóstico y tratamiento, ya que los costos de estas derivaciones debían ser pagados con
los fondos provistos por formas contractuales que establecieron las gerenciadoras: pagos
por cápitas en reemplazo de los pagos por acto médico a los generalistas, clínicos o profesionales de atención primaria, a los que definieron como puerta de entrada al sistema. Es
decir, menos derivaciones implicaban más ganancias para estos profesionales, a los que
se llamó gatekeepers (porteros controlando entradas y salidas) (Mechanic y Schlesinger,
1996). La modalidad impuesta por las gerenciadoras también llevó a disminuir la cantidad
y los tiempos de la interacción médico-paciente, ya que menos consultas y en más corto
tiempo también redundaba en mayor productividad.
El capital financiero actuó fuertemente sobre la subjetividad de los usuarios del sistema, convirtiéndolos, de acuerdo con la ideología neoliberal que ya hegemonizaba el pensamiento en la mayoría de los países de las Américas y Europa, en clientes/consumidores
individuales que tenían el derecho a la “libre elección” y a no ser manipulados por el CMI
(Tritter et al., 2010). Las administradoras eran presentadas como las que ayudarían a los
usuarios a transitar hacia el real mercado de salud, donde ellas los empoderarían para
que sus elecciones fueran racionales, basadas en la evidencia científica y, por consiguiente, más costo-efectivas (Enthoven, 1978). Lo que ocultaban era que en realidad buscaban
desviar la mayor cantidad de excedentes posibles desde el CMI al capital financiero y no a
mejorar la calidad de atención de la salud de los usuarios. Esto se fue evidenciando cuando
las administradoras comenzaron a decidir sobre acceso a tratamientos, limitar el tiempo
autorizado de estadías en los hospitales, dificultar la obtención de derivaciones a especia-
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�listas, a prescripciones de medicamentos y a otros tratamientos (Iriart et al., 2001). Los
resultados no se hicieron esperar con el deterioro de la salud y la muerte de gran cantidad
de los pacientes que veían negado su acceso a los tratamientos y calidad de atención que
su condición requería. Se generó una reacción de los usuarios y el aumento de juicios a
los médicos, que seguían siendo los responsables ante la justicia (Bodenheimer, 1996). El
Estado tuvo que intervenir y hacia comienzos de los 2000 en los Estados Unidos se habían
promulgado más de mil normas de diverso nivel que regulaban ciertos derechos de los
usuarios y de los profesionales ante las administradoras.
Las gerenciadoras ajustaron su accionar y encontraron nuevas formas de continuar
acrecentando su participación en el sector salud. Hacia fines del siglo pasado y comienzos
del presente, el capital financiero se posicionó en la administración de grandes hospitales, empresas de diálisis, y otros centros de diagnóstico y tratamiento rentables alrededor
del globo (Mackintosh y Koivusalo, 2005). Argentina no fue ni es la excepción en estos
desarrollos. La investigación de estos procesos conforma una línea importante para comprender mejor cómo es la composición del sector salud en la actualidad.
La idea del consumidor como un sujeto libre fue usada con gran efectividad por la propaganda orquestada desde el capital financiero y se hizo carne aún en países que tenían
sistemas nacionales de salud estatales que gozaban de gran prestigio y apego poblacional,
como fue el caso de Gran Bretaña. Esta propaganda neoliberal centrada en la libertad de
elección individual sirvió para desguazarlo y beneficiar cada vez más a intereses comerciales en ese país también (Tritter et al., 2010). El servicio nacional de salud británico es
solo uno de los que pueden ser nombrados como víctima de estas políticas neoliberales.
Lo menciono porque es un conocido ejemplo que se sigue trayendo a los debates sobre la
reforma del sector salud en distintos países, como el modelo a seguir bajo su forma presente, cuando hace décadas que está siendo destruido por la colonización de los capitales
financieros y por las nuevas modalidades de negocios del CMI.
La transformación del modelo de negocios
Los ejecutivos de las grandes compañías farmacéuticas comprendieron pronto que el
capital financiero no era un actor pasajero, sino que había venido a quedarse y expandir
sus negocios en el sector salud. Por ello, hacia mediados de los 90 comenzaron a desarrollar
nuevas estrategias de negocios para reposicionar su liderazgo disputado por las administradoras. Los líderes de este sector que más temprano vieron la situación y propusieron
los cambios, tuvieron que enfrentar la oposición de sus propios colegas que consideraban
sus ideas poco éticas. Sin embargo, fueron estos los que prevalecieron y lideraron reformas
silenciosas para reposicionarse en el mercado, buscando redefinir a su favor la conceptualización salud-padecimiento-cuidado (Iriart et al., 2011). Por reformas silenciosas me refie-
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�ro a transformaciones regulatorias que no requirieron del escrutinio público, o a cambios
generados por organizaciones intermedias de la sociedad civil, tal el caso de los realizados
por asociaciones profesionales y científicas, entre otras (Iriart, Faraone y Waitzkin, 2000).
La propuesta más audaz y uno de los principales motivos de resistencia en la propia
industria fue la idea de no limitar las estrategias de mercadotecnia a los enfermos, sino
de venderle medicamentos, procedimientos y equipamientos especialmente de uso doméstico a los sanos (Moynihan y Cassels, 2005). Este es el proceso más innovador que
la industria desarrolló en las últimas décadas. El objetivo central fue reformular el modelo médico hegemónico, pero esta vez dirigiéndose a los propios usuarios convertidos
en consumidores, con derecho a recibir información de múltiples fuentes, y a tomar la
iniciativa sobre el cuidado de su salud y reclamar a los profesionales procedimientos y
medicamentos de interés de la industria. Fomentar la autonomía de los usuarios es una
idea que puede ser defendida, el problema es que en el discurso de las farmacéuticas,
como también en el del capital financiero administrando los seguros de salud, la libertad
de elección de los usuarios está absolutamente sesgada por la manipulación de la información que hacen estos grupos corporativos.
En la etapa anterior, cuando las farmacéuticas llegaban libremente a los profesionales
de salud, el concepto de medicalización expresó con claridad los efectos que la industria
produjo en el sector salud. Cabe aclarar que estos efectos nunca son absolutos y generan
resistencias en los actores a los que se dirigen, ya sean profesionales de salud o usuarios
de los sistemas, pero está documentado en numerosas investigaciones desde la década
del 70 cómo la industria operó y opera moldeando el modelo médico hegemónico, para
ampliar de manera constante los beneficios económicos (Zola, 1972; Illich, 1975).
Al ver restringida la llegada a los profesionales de la salud, la industria farmacéutica
desarrolló otras estrategias. Una de ellas fue la puesta en el mercado y la difusión publicitaria de drogas para aumentar el rendimiento físico, cognitivo, emocional y sexual.
Estas drogas no estaban dirigidas a usuarios que padecían un problema de salud, sino a
aquellos que desean ver aumentado su potencial en alguna de esas áreas. En este contexto, Williams y colaboradores acuñaron el concepto de farmacologización para dar cuenta
del incremento de las intervenciones farmacológicas a través de diagnósticos que no requieren de la mediación profesional, sino que están determinadas por el deseo individual
(Williams et al., 2011). La venta online facilita este tipo de estrategias creando nuevos
mercados vía la llegada directa a los usuarios. Para ello usan prescriptores fantasmas, es
decir, profesionales que recetan las drogas sin conocer a los pacientes, en general solo
con la firma de un consentimiento que afirme que el consumidor se hace responsable de
los efectos adversos o secundarios que la droga le pueda producir.
Tanto la medicalización como la farmacologización son conceptos útiles que permiten
explicar situaciones que siguen operando. Dicho esto, agrego que los considero insuficientes para explicar las transformaciones subjetivas profundas que se han desarrollado desde
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�los 90 en el campo sanitario. Para comprender en su total dimensión los cambios operados
por el capital financiero y las reacomodaciones del CMI y, en especial, de la industria
farmacéutica, considero fundamental introducir el concepto de biomedicalización. La
biomedicalización refiere a la internalización por parte de los individuos de la necesidad de autocontrol y vigilancia, sin la necesidad de la intervención médica, ni de ningún
profesional (Clarke et al., 2014). Enfoca la salud como mandato moral que internaliza el
autocontrol, la vigilancia y la transformación personal. Implica la gubernamentalidad y
regulación de individuos y poblaciones a través de la reconstrucción del discurso hegemónico en el campo sanitario, al que se presenta como la nueva verdad científica. Con la biomedicalización se pasa de un creciente control de la naturaleza (el mundo alrededor del
sujeto) a la internalización del control y transformación del propio sujeto y su entorno,
transformando la vida misma. No se trata solamente de definir, detectar y tratar procesos
mórbidos, ni de fomentar el acceso a medicamentos, sino de estar informados y alertas
de potenciales riesgos e indicios que pudieran derivar en una patología. Para facilitar
estos mecanismos fueron necesarios dos elementos importantes: 1) la centralidad que
adquirió el concepto de riesgo individual y su extrapolación a riesgos poblacionales y 2) el
consiguiente desplazamiento de la concepción de prevención colectiva a la de prevención
individual y de características clínicas, con el desmedro de las acciones preventivas de
carácter poblacional (Starfield et al., 2008).
Ahora bien, ¿cómo operó la industria para instituir tales procesos subjetivos y cambios
en el pensamiento académico? Lo que nuestros análisis permitieron revelar es que actuaron en diversos frentes (Iriart et al., 2011; Iriart e Iglesias-Rios, 2012; Iriart et al., 2014). Por
un lado, sobre las agencias regulatorias, logrando que las normativas sean más favorables
para la industria. En 1997, la industria farmacéutica logró que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), agencia federal estadounidense
de regulación y control, reduzca las exigencias sobre la publicidad directa al consumidor
de medicamentos bajo prescripción (Light, 2010). Esto les permitió llegar masivamente al
público con largas publicidades en las cuales detallaban signos y síntomas para “educar”
al potencial consumidor, que así podría describir al prescriptor sus “problemas de salud” e
indicarle, de ser necesario, el nombre del medicamento deseado (Iriart et al., 2011).
La industria también logró que esa misma agencia acelere los procesos de aprobación y
comercialización de nuevas drogas, lo que llevó a que muchos laboratorios, aunque no tuvieran sus casas matrices en los Estados Unidos, prefirieran pedir la aprobación primero en
este país. Esto se produjo sobre todo con aquellas empresas con casas matrices en la Unión
Europea, cuya agencia de control es más exigente en el proceso de aprobación que la FDA.
Así en un período breve hacia finales de los 90 y comienzos de los 2000, salieron al mercado
gran cantidad de productos “nuevos”, aunque en realidad la mayoría eran variaciones de
medicamentos ya existentes, desarrolladas a partir de cambios mínimos en la composición,
pero que les permitía relanzar las patentes por un nuevo ciclo de 20 años (Basile et al., 2019).
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�Para que los nuevos medicamentos tuvieran su nicho en el mercado y aumentara el
número de consumidores, ampliaron el espectro de padecimientos para los cuales se podían utilizar (Brody, 2010; Horwitz, 2010). La industria colonizó comités científicos de asociaciones profesionales y científicas para lograr que se redefinieran diagnósticos ya existentes y se crearan nuevos cuadros nosológicos, en la mayoría de los casos transformando
riesgos en enfermedades. Asimismo, presionaron a los seguros de salud vía las poderosas
asociaciones profesionales estadounidenses, para que paguen las consultas, diagnósticos
y tratamientos de las “nuevas enfermedades” o se priorizaran tratamientos medicamentosos en lugar de terapias psicológicas o físicas para aliviar el sufrimiento mental o físico
(antidepresivos, opiáceos, ansiolíticos, etcétera).
La mayoría de las redefiniciones de los padecimientos y tratamientos logradas por las
corporaciones farmacéuticas se encuadraron en los denominados estilos de vida. Esto se
combinó con un movimiento ideológico que puso al individuo en el centro y como responsable de las decisiones que tomaba para mantenerse saludable. Las redefiniciones diagnósticas implicaron bajar los valores clínicos utilizados para considerar que una persona
está en riesgo y requiere tratamiento. Esto se hizo en particular con los valores de glucosa,
colesterol, hipertensión, sobrepeso y obesidad. Estas redefiniciones implicaron que de un
momento a otro y solo en los Estados Unidos, más de 140.000.000 de personas (75% de la población adulta) pudieran ser diagnosticadas y tratadas por algunos de estos padecimientos
y riesgos transformados en enfermedades (Geyman, 2002; Iriart et al., 2014).
También se redefinieron numerosos trastornos ligados a la salud mental que se vieron
reflejados en las sucesivas ediciones del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos
Mentales (DSM por sus siglas en inglés), bajo la influencia de miembros pagos por la industria (Iriart e Iglesias-Rios, 2013): depresión, déficit de atención, autismo, ansiedad, entre
otros muchos, tanto en niños como en adultos. Esto disparó las prevalencias y el consumo
de medicamentos de dudosa eficacia y en muchos casos iatrogénicos (Iriart y Merhy, 2017).
Asimismo, se suma la intensa difusión de nuevos tratamientos medicamentosos para problemas ya conocidos o de reciente definición, tales los casos de impotencia sexual masculina y baja de libido femenina, osteoporosis, fibromialgia, síndrome de las piernas inquietas,
trastornos premenstruales y muchos más (Lexchin, 2006; Woloshin y Schwartz, 2006).
Para que esta nueva modalidad de negocios y el modelo médico hegemónico que lo sustenta se instituyeran fueron de indudable importancia los desarrollos en computación y
comunicaciones que facilitaron la difusión de la información, pero también la captura de
enormes cantidades de datos de salud informados libre y gratuitamente por los usuarios de
dispositivos y aplicaciones. Esto les permitió a las corporaciones tener millones de datos
para diseñar estrategias de mercadotecnia con un alto grado de segmentación por edades,
géneros, culturas, clases sociales, localización geográfica, entre muchas otras variables. Las
tecnológicas de uso personal permitieron la diseminación masiva de información sobre
enfermedades, padecimientos y riesgos, y las formas de detectarlos, tratarlos y prevenirlos.
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�Como ejemplos de estos procesos se encuentran la creación de portales destinados al público general desarrollados por empresas subsidiarias de compañías farmacéuticas o que
les venden a estas la información recolectada. Desde estos portales se invita a los usuarios
a introducir sus parámetros clínicos, los medicamentos que consumen, los tratamientos
que siguen, entre otros datos, con la finalidad declarada de ayudarles a controlar su salud al
recordarles cuándo controlar signos vitales y valores biológicos, tomar los medicamentos
prescriptos, consultar al médico, y hasta les proponen las preguntas que deben hacer en la
consulta (American Academy of Family Physicians, Merck y RIASWorks, 2009). Por un lado,
con estas tecnologías moldean la subjetividad de los usuarios que van centrando su atención sobre ciertos procesos y no otros, y los hacen sentir empoderados en el manejo de su
problema de salud con prescindencia de los profesionales. En este sentido también fueron
importantes la creación de las asociaciones de pacientes y familiares, y el apoyo financiero
que las farmacéuticas les dieron (Paluzzi, 2012). Se pone en evidencia las vinculaciones de la
industria con las asociaciones de familiares y usuarios en situaciones como las que recientemente se vieron en España. Allí, las asociaciones de pacientes manifestaron su oposición
a un dictamen del congreso que recomienda al gobierno prohibir el financiamiento para la
formación profesional y la capacitación continuada de estos y de asociaciones de pacientes
por parte de las farmacéuticas (ISanidad, 2020). Estas asociaciones influyen a sus usuarios
con las definiciones de las enfermedades, la difusión de tratamientos, y hasta poniendo en
sus portales listas de profesionales y otros servicios para ser consultados, los cuales avalan
los abordajes difundidos.
Otra estrategia de importancia fue el establecimiento de guías y protocolos clínicos
que comienza en la segunda mitad de los 90 y se acelera en los 2000. Estos protocolos
para estandarizar diagnósticos y tratamientos fueron desarrollados por las asociaciones
científicas y se utilizaron para definir los estándares de cuidado con los cuales evaluar la
calidad profesional y de los servicios. La idea que se promovió es que estaban basados en
la evidencia científica, campo que también surge en ese período, y que adquirirá valor de
verdad científica sin considerar muchas veces los intereses que están detrás de los estudios que las fundamentan. Asimismo, se desarrollaron breves cuestionarios para detectar
signos y síntomas muy generales que se aplicaban en consultorios, pero que también fueron puestos a disposición de los usuarios vía internet y otros medios masivos de difusión.
Muchos de estos cuestionarios breves están disponibles en los portales de las asociaciones
científicas y profesionales y de agencias estatales como el Centro de Control y Prevención
de Enfermedades (CDC, por sus siglas en ingles), y son replicados en los portales de las
agencias y ministerios de salud de muchos países (American Diabetes Association, 2010).
Computadoras personales, teléfonos celulares, tabletas y otros dispositivos conectados a
internet fueron centrales en la diseminación de medicamentos y su compra evadiendo en
muchos casos las regulaciones nacionales. Asimismo, a través de los portales y de otros
medios de comunicación (revistas de divulgación, canales de cable, circuitos cerrados de
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�televisión en hospitales, y otros medios) se difunde información detallada sobre padecimientos y tratamientos (Schwitzer et al., 2005).
Las estrategias y los dispositivos descriptos favorecen la creación de nuevos procesos
de subjetivación, identidades y biosocialidades en torno al proceso salud-padecimiento-cuidado (Wright, 2009). En la actualidad se han sumado las redes sociales que difunden
temas de salud. Algunas han sido creadas por reales usuarios, familiares o profesionales,
pero están vinculadas directa o indirectamente a las farmacéuticas (Iriart y Merhy, 2017).
Estas redes, así como las asociaciones de enfermos y/o familiares crean fuertes lazos identificatorios en los cuales los usuarios pasan a definirse o definir a sus familiares por el
problema de salud que padecen o creen padecer. Los usuarios como consumidores son
sujetos activos del propio proceso de biomedicalización de sí y no pasivos consumidores, transformándose en portavoces poderosos de estos nuevos procesos de subjetivación
(Gard y Wright, 2005; Halse, 2009).
Las farmacéuticas, otras corporaciones y profesionales interesados en vender productos y servicios usan también los medios de comunicación formales, tales como canales de
cable dedicados totalmente a temas de salud, diarios, revistas de divulgación o programas
televisivos con secciones dedicadas a estos temas, y otros medios para informar sobre supuestas novedades sobre padecimientos y tratamientos a las que se les adjudica un carácter
científico. Estos son algunos de los mecanismos encubiertos y muchas veces pagos que se
sirven para adelantar novedades sobre la detección de nuevas enfermedades y nuevos tratamientos que empiezan a circular y crear demanda aun antes de ser aprobados por las agencias regulatorias. Las farmacéuticas utilizan los mismos mecanismos para difundir el uso
de medicamentos en el tratamiento de padecimientos para los cuales no han sido aprobados, bajo la denominación tratamientos off label (fuera de prospecto) (Schwitzer et al., 2005).
Como se puede observar, los mecanismos usados para influenciar en los procesos subjetivos dirigidos a los usuarios son múltiples y muy sofisticados. Esto no quiere decir que
las corporaciones farmacéuticas abandonaron sus estrategias de influenciar las decisiones profesionales de manera directa, sino que, en muchos casos las pasaron a un segundo
plano. Siguieron llegando a través de diversos mecanismos: con publicaciones científicas
pagando a los llamados escritores fantasmas (ghost writers) que escriben los resultados
dictados por la industria, con invitaciones a congresos y otras actividades profesionales,
financiando a profesionales para que se constituyan en líderes de opinión en su campo,
entre otras muchas formas de moldear la opinión profesional (Gøtzsche et al., 2009).
Las grandes corporaciones farmacéuticas también desarrollaron acuerdos con el capital financiero mostrando las bondades y sobre todo el costo/efectividad del uso de medicamentos en lugar de otro tipo de tratamientos. Negociaron con las administradoras de los
seguros la lista de medicamentos a incluir en los formularios terapéuticos ofreciéndoles
descuentos muy importantes para fidelizar al consumidor, que de cambiar de seguro o
pagarlo de su bolsillo demandaría la misma marca de medicamentos, no ya a un precio
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�subsidiado. Algunas grandes farmacéuticas crearon subsidiarias para administrar la cobertura de medicamentos de los seguros de salud, esto implicaba priorizar la cobertura
para sus marcas y direccionar el mercado hacia ellas (Iriart et al., 2011). También compraron grandes cadenas de hospitales monovalentes, por ejemplo, hospitales dedicados
al tratamiento de cánceres, para asegurar el uso de sus productos.
Estos procesos recompusieron la hegemonía ahora de manera compartida entre el
CMI y el capital financiero. Los sectores que componen el CMI se benefician de las ingentes sumas que individuos, estados y empleadores gastan para acceder a los cuidados
de salud que, como indicamos, no siempre son los realmente necesarios o están basados
en las prácticas más adecuadas para el usuario. La pandemia puso esto de manifiesto de
manera brutal, al mostrar la incapacidad de estos sistemas para cuidar a los enfermos
de COVID-19. En los Estados Unidos mientras los hospitales rurales y los ubicados en las
comunidades más pobres de todas las ciudades no tenían recursos para hacer frente a la
creciente demanda, los hospitales que son parte de conglomerados financieros cortaron
prestaciones, eliminaron cantidades de posiciones laborales y recibieron cifras multimillonarias en ayuda del gobierno federal, a pesar de tener enormes sumas en fondos de
reserva colocados en la especulación financiera (Kliff, 2020). En Argentina, sucedió algo
semejante. Mientras unos servicios se veían desbordados o ante el riesgo de estarlo, otros,
mayoritariamente privados dedicados a los padecimientos más redituables en la prepandemia, se mostraron incapaces de atender a los afectados por el COVID-19. Al ver caer las
consultas, estas empresas despidieron numerosos trabajadores, incluyendo profesionales médicos y de enfermería, o les redujeron los salarios, o solicitaron ayuda estatal para
cubrir los gastos adicionales y/o la baja en la demanda (Infobae, 2020).
Argentina en este contexto
Argentina es uno de los países en los que el capital financiero entró masivamente en
los 90 por las políticas neoliberales impulsadas por el gobierno de Menem. Estas políticas
facilitaron la entrada vía los procesos de privatización y la apertura indiscriminada para
la especulación financiera. El sector salud sufrió en esa década numerosas reformas que
eludieron el debate parlamentario ya que se implantaron mayoritariamente vía decretos
presidenciales (Iriart, Faraone y Waitzkin, 2000).
Las normativas aprobadas más la extensa penetración de la propaganda neoliberal en la
población lograron en poco tiempo generalizar el sentido común que da primacía al individuo sobre el colectivo, y la idea de progreso y salvación individual. Con la desregulación de
las obras sociales completada en 1997, se implantó la idea de que los aportes y contribuciones eran propiedad de cada empleado y, por lo tanto, tenía derecho a llevarlo a la obra social de su elección. Este mecanismo encubría el interés de concentrar el número de obras
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�sociales para que fuera más rentable al capital financiero, el cual se instaló vía los prepagos
y gerenciadoras que compraron o constituyeron en sociedad con los sindicalistas que administraban obras sociales o con los dueños de prepagos (Iriart, Faraone y Waitzkin, 2000). Es
así como en Argentina se fueron replicando los mecanismos de subordinación de las necesidades de usuarios y profesionales a los de los administradores financieros del sistema. A
partir de este período solo se harán más restrictivas y selectivas las prestaciones ofrecidas,
y se desarrollarán planes diferenciales según capacidad de pago y potencial consumo.
En 1995 se estableció el Programa Médico Obligatorio (PMO) para las obras sociales y en
1996 para los prepagos. En 2002, en respuesta a la crisis que vive el país, se declara la emergencia sanitaria que da lugar a la aprobación del PMO de Emergencia, aún vigente (Iriart y
Waitzkin, 2006). Aunque lo definen como un piso, en la práctica implicó menos prestaciones cubiertas, y sobre todo más pagos de bolsillo totales o parciales, menos cobertura de
medicamentos y otras prestaciones de diagnóstico y tratamiento, y pagos adicionales para
acceder a establecimientos con mejor hotelería y, en ciertos casos, mejores prestaciones.
Ante las limitaciones impuestas por las diversas versiones del PMO los usuarios generalmente inducidos por los profesionales y las farmacéuticas han reclamado judicialmente sus derechos al acceso a medicamentos y a otras coberturas negadas por la seguridad
social, prepagos o estados (Souza Silva, 2009). Este recurso se ha hecho de uso común en
varios países latinoamericanos: estudios desarrollados en Brasil muestran cómo los profesionales presentan a pacientes y familiares ciertos tratamientos aún no aprobados o no
cubiertos financieramente por los seguros, como la única o superadora opción frente a
sus necesidades. También los estudios ponen en evidencia los mecanismos usados por las
farmacéuticas para asistir legalmente a los usuarios en sus presentaciones ante la justicia.
Esta modalidad de judicializar el acceso a las prestaciones se usa también para imponer el
uso off label, es decir, la prescripción de medicamentos para los cuales no fueron originalmente aprobados, pero las farmacéuticas promueven su uso entre profesionales y pacientes (Chieffi et al., 2009). En Argentina esta judicialización del acceso a los medicamentos
también se ha implementado.
Otras formas a las que apelaron las farmacéuticas para no perder participación en
el mercado de salud argentino fueron los acuerdos con las obras sociales y con el PAMI
(obra social de los jubilados). A través de estos se definieron formularios terapéuticos,
con lo que apuntaban a fidelizar marcas asegurándose grandes nichos de consumo. También presionaron exitosamente a la ANMAT, para acelerar los procesos de aprobación de
nuevas especialidades medicinales, y el traspaso de medicamentos de venta bajo prescripción a venta libre, lo que les permitió hacer publicidad masiva, solo permitida para
estos medicamentos, no para los que requieren receta médica (Iriart y Waitzkin, 2006).
En Argentina, al igual que en otros países, las farmacéuticas han disminuido notablemente el número de agentes de propaganda médica, reemplazándolos por estrategias de
venta más orientadas directamente al consumidor (Basile et al., 2019). Las prácticas de
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�llegada directa a los médicos, aunque con menor peso, aún persisten: pequeños y grandes
regalos, acceso a viajes para asistir a congresos, entregas de muestras de medicamentos
que son muy valoradas por los profesionales de los establecimientos públicos y privados
para poder distribuir entre sus pacientes y otras estrategias que favorecen la fidelización
a las marcas de interés de las farmacéuticas.
Otro mecanismo usado en Argentina es apoyar, en general de manera encubierta, la demanda de pacientes para que se aprueben leyes nacionales y/o provinciales para padecimientos específicos. Estas demandas son llevadas adelante por familiares o pacientes, muchas
veces nucleados en asociaciones y apoyados por fundaciones, y/o por asociaciones profesionales y científicas, para presionar la aprobación de normativas que garanticen la cobertura financiera de prestaciones excluidas, total o parcialmente, por el PMO. Las legislaciones
referidas a padecimientos específicos comienzan a aprobarse a partir de 1997, y aumentan
considerablemente a partir de los 2000 (Moya, 2016). Las prestaciones reclamadas incluyen
medicamentos, dispositivos, consultas, tratamientos diversos (psicológicos, kinesiológicos,
etc.), facilidades de traslado y también otras de tipo económico, social y educativo. Varios son
los padecimientos de diversa índole que han obtenido la aprobación legislativa. Esta forma
segmentada de obtener derechos fomenta las biosocialidades en torno a los trastornos y facilita que se etiquete a las personas, muchas veces de corta edad, por sus padecimientos como
autistas, hiperactivos, desatentos, bipolares, diabéticos, entre otras etiquetas.
Como se puede observar, numerosas son las formas de incidencia del CMI, y muy
especialmente de la industria farmacéutica, para mantener o aumentar su participación
en el mercado de salud. Si bien operan de diversas maneras, desde mediados de los 90
se priorizan las que tienden a transformar la subjetividad de profesionales, pacientes,
familiares y de los decisores políticos y judiciales, a favor de los tratamientos auspiciados
por la industria. De esta manera logran la cobertura financiera para las innovaciones que
la industria produce que, en general, suponen productos más caros que los previamente
aprobados, algunos de los cuales ni siquiera tienen más eficacia que los anteriores.
A manera de ejemplo podemos ver que la Federación Argentina de Diabetes tiene
en su portal, además de la información específica de la enfermedad, una sección denominada “Asesoramiento Legal” donde listan la legislación y reglamentaciones relacionadas con este padecimiento, modelos de cartas para ser presentadas ante obras sociales y prepagos para reclamar las coberturas de medicamentos o dispositivos de control
glucémico que no están siendo financiados. Estas formas de reclamos legales se han
hecho más comunes por los crecientes costos de muchos de los nuevos medicamentos
y dispositivos de control puestos en el mercado, que vienen a reemplazar tratamientos
similares ya aprobados, sin poder demostrar muchas veces una eficacia mayor que justifique el gasto para la seguridad social o el Estado.
Como hemos visto hasta aquí, dada las restricciones impuestas por las sucesivas reformas impulsadas bajo la lógica del capital financiero y las políticas neoliberales que las
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�soportan, las acciones del CMI han estado centradas en reclamar por derechos a coberturas de medicamentos u otros tratamientos que fragmentan cada vez las demandas, y
hacen más inequitativo el sistema. Se han ido instituyendo en nuestras sociedades estas
formas de reclamos como si fueran legítimas necesidades de los pacientes cuando, mayoritariamente, están condicionadas por la operatoria, muchas veces no explícita, de las
farmacéuticas a través de medios de comunicación, lobistas, asociaciones profesionales,
académicas, de pacientes y otras. No estoy diciendo con esto que las personas que sufren
los padecimientos amparados por leyes especiales no tengan derecho de tener coberturas
para sus tratamientos. Lo que considero es que deberíamos abogar por un acceso al cuidado universal, equitativo, centrado en la eficacia y seguridad de los tratamientos, y en que
los usuarios tengan una información clara y confiable que les permita tomar decisiones
informadas para cuidar su salud. Con las modalidades imperantes, unos logran algunas
coberturas a veces muy costosas que salen de los impuestos y bienes colectivos, las cuales
no siempre son eficaces y seguras, mientras que extensos grupos con necesidades de salud mucho más básicas, tienen dificultades de acceso al cuidado. Segmentar y fragmentar
favorece, la mayoría de las veces, la accesibilidad de quienes tienen mayor nivel educativo, acceso a información, viven en los grandes centros urbanos y acceden a profesionales
o instituciones que los asesoran para conseguir las coberturas. Estas formas de lograr derechos son profundamente inequitativas y no necesariamente beneficiosas para la salud
de quienes las obtienen (Pereira et al., 2010).
Reflexiones finales: Estrategias para favorecer la autonomía
en el cuidado personal y colectivo
Como analizamos, son múltiples las formas que el CMI y, en especial, la industria
farmacéutica, han adoptado en Argentina para mantener o aumentar su participación
en el mercado. Estos mecanismos ameritan ser investigados en profundidad, para desarticular prácticas reñidas con la ética. Entre algunas cuestiones propositivas a analizar estarían las formas de regular y controlar las relaciones de índole económica de la
industria farmacéutica con los profesionales, los servicios públicos y privados, las asociaciones de profesionales, académicas, de pacientes y de familiares, entre otros. Las
diversas asociaciones que dirigen su información al público o a profesionales deberían
estar obligadas a transparentar en sus portales los vínculos económicos con el CMI, incluyendo contribuciones menores. Organismos estatales, universidades y otros centros
académicos independientes deberían establecer mecanismos de asesoramiento a los
poderes ejecutivo, legislativo y judicial y a la sociedad en su conjunto, con información
científicamente fiable que contrarreste la producida por las usinas de los grupos interesados en lucrar con la salud de la población. Asimismo, deberían contrarrestar la in-
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�formación falsa, incompleta y peligrosa que se publicita sobre el uso de medicamentos
de venta libre con alto poder iatrogénico. Como vimos, algunas de estas modalidades
tienen por destinatarios a los profesionales, pero cada vez más a los usuarios. Hay muchos ejemplos a seguir en el sentido de regular el accionar del CMI sobre la población,
los funcionarios, los decisores políticos y los profesionales. Podemos mencionar una
iniciativa de la Fundación de Medicina Interna de los Estados Unidos llamada ChoosingWisely.
Esta ofrece numerosos materiales e iniciativas para promover un diálogo entre médicos
y pacientes que ayude a elegir una estrategia de cuidado de salud sustentado en la evidencia independiente, que no duplique exámenes y otros procedimientos, que no cause
daño y que sea ajustada a lo necesario.
Otra cuestión de importancia es no escindir el tema de medicamentos y tecnologías de uso doméstico y profesional de su marco más amplio que es el modelo médico
hegemónico en el que se sustentan las prácticas medicalizantes, farmacologizantes y
biomedicalizantes de las corporaciones que lucran con la salud (Iriart y Merhy, 2017).
Considerar transformaciones de los sistemas de salud requiere no solo repensar las
formas organizativas y financieras, sino también la concepción de salud-padecimiento-cuidado, tanto dirigidas a las personas como a los colectivos. Generar discursos y
prácticas que promuevan un uso de tecnologías y fármacos racional y con sentido universal no lucrativo, como un componente integrado en el proceso de producir prácticas
saludables y de bienestar. Esto requiere, asimismo, repensar la educación formal en los
ámbitos académicos y la educación permanente en los espacios de prácticas del conjunto de los trabajadores de salud. Debemos apuntar a un sistema integral de cuidados
(socio-económico-sanitario) centrado en los territorios vulnerados y en colectivos de
usuarios tendiendo a crear autonomía en las decisiones sobre las necesidades de salud y bienestar. Estas ideas no suponen una concepción idealista de un proceso que se
puede ejecutar como una política nacional. Argentina tiene una larga lista de fracasos
en ese sentido (Sistema Nacional Integrado de Salud-SNIS y Seguro Nacional de Salud,
para mencionar solo dos muy conocidos). Los procesos a lanzar suponen la necesidad
de crear colectivos que disputen el sentido común que hegemoniza el campo sanitario
en la actualidad, para lo cual es indispensable poner en relación múltiples saberes y
prácticas académicas, así como comunitarias en el marco de una apuesta ético-política
en defensa del derecho de todos de tener una vida que merezca ser vivida.
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�Diálogos situados
�Federico Kaski
Medicamentos en Argentina, actores
y políticas públicas
Diálogo con
Luci Cavallero y
Ana Mines Cuenya
�La primera vez que nos encontramos con Federico Kaski fue a fines de 2017, en la
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Ese fue el primero de otros
encuentros que se extendieron por dos años. Desde el inicio, Federico nos cautivó con
su manera generosa, apasionada y aguda de explayarse respecto de lo que él entendía
eran las características más relevantes de los principales actores, políticos, económicos
e institucionales, que interactúan en el campo de los medicamentos. Nos presentó un
mapa de actores, nos ayudó a entender algunas de las múltiples aristas que intervienen
en la regulación del precio de los medicamentos y pensó con nosotras oportunidades,
incongruencias y potencialidades del apartado legal e institucional del que disponíamos
en ese momento, antes de la pandemia de COVID-19, durante el gobierno nacional de la
Alianza Cambiemos.
Federico falleció en abril del 2020, en meses de aislamiento estricto, antes de que pudiésemos compartirle el borrador de este texto en forma de entrevista. Si bien desde entonces la coyuntura ha cambiado, creemos que sus aportes apuntan al esqueleto institucional de las políticas de salud y que, por ello, se encuentran vigentes. A través de estas
líneas esperamos aportar a la memoria de su intenso pasaje por este mundo. Lo recordamos con cariño y agradecimiento por los momentos compartidos.
Pregunta (P): Queremos entender de forma más precisa las dinámicas de las políticas nacionales de medicamentos. Puntualmente, lo que tiene que ver con su comercialización y producción.
Nos gustaría que nos ayudes a reconstruir el escenario de actores involucrados en esas políticas.
Federico Kaski (FK): Creo que el punto de partida es pensar ese mapa dentro del campo más amplio de la salud y sus lógicas. Hay que considerar actores de distinto peso. Por
ejemplo, cuando hablamos de medicamentos inmediatamente se piensa en la industria
farmacéutica, como si fuera una sola cosa. Pero en realidad, son un montón de otros actores involucrados, es heterogénea. Está la industria farmacéutica multinacional, que es un
actor sumamente poderoso y que en nuestro país tiene plantas de producción de buena
parte de los fármacos. Otro actor muy característico es la industria farmacéutica nacional
que tiene un tamaño considerable y que produce grandes cantidades de lo que en general llamamos “genéricos”. Un tercer actor importante son las universidades públicas, en
las cuales se forman técnicos, profesionales del campo de la farmacia y la bioquímica y
aquellos involucrados en la industria farmacéutica. Estos técnicos y técnicas tienen un
altísimo nivel profesional, suponen una mano de obra calificada, difícil de encontrar en
otros lugares. Eso hace que haya una industria farmacéutica nacional en condiciones de
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�competir muy bien con la industria internacional. Además, hay que decir que toda la industria farmacéutica nacional y multinacional que tiene plantas en el país goza de disminución de impuestos y de acceso a subsidios para la ampliación de su capacidad productiva. Además, durante algunos años, han tenido incentivos específicos desde el Ministerio
de Ciencia y Tecnología, el Ministerio de Salud y distintas áreas del Estado.
La industria farmacéutica nacional privada también se puede dividir en dos o en tres
si tomamos como eje su organización en las cámaras, pero a grandes rasgos, podemos
dividirla en dos. La primera parte corresponde a la industria farmacéutica nacional, de
capitales nacionales, que funciona como si fuese de capitales multinacionales. Me refiero
por ejemplo a Bagó, Roemmers, Elea y Richet. Estas empresas se dedican a producir y
vender acá, pero ampliaron sus mercados y venden también en el exterior. La otra parte
de la industria nacional son laboratorios más pequeños que se dedican a la producción de
fármacos químicos, de copias o de genéricos mayoritariamente, para venderle al Estado.
De estos, hay algunos que solo le venden al Ministerio de Salud de la Nación y a hospitales,
otros que producen únicamente genéricos y también comercializan en farmacias. Estos
últimos generalmente son más pequeños, aunque en verdad, en la industria farmacéutica
ningún negocio es pequeño, solo es pequeño en relación con la parte más grande de la
industria. Esas plantas se distribuyen la producción y la centralizan en determinados productos en un laboratorio. Por ejemplo, hay un laboratorio bastante grande en Entre Ríos
que se dedica a producir genéricos para un montón de otros laboratorios. Lo que se hace
en los otros laboratorios es ponerlo dentro del blíster y en la cajita, es más packaging que
otra cosa. Eso se hace para promover la producción por volumen, porque en la industria
farmacéutica el negocio está en el volumen de producción.
Otro aspecto a destacar de la producción es que el principio activo, que es la parte
central del medicamento, se compra por toneladas y no se produce acá. Se elaboraba acá
a mediados del siglo pasado, cuando Perón creó el EMESTA (Empresa Medicinal del Estado). Eso se fue desarmando junto con el auge del modelo neoliberal de distribución globalizada de tareas. En la actualidad, la producción de los ingredientes farmacéuticamente
activos está en manos de China e India principalmente.
P: ¿Estados Unidos no?
FK: No, China e India son los principales productores de ingredientes farmacéuticamente activos y lo distribuyen a los laboratorios que producen medicamentos en el mundo. Este principio se compra por tonelada y se vende por miligramos, entonces la compra
es por barril, luego se fracciona, se junta con los excipientes, se realizan otros procesos
que lo estabilizan y finalmente se lo pone dentro de un comprimido o ampolla. Esos excipientes no solo le dan la consistencia que requiere una pastilla, sino que además le otorgan una estabilidad para perdurar en el tiempo.
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�P: Se trata de una clara división internacional del trabajo. Está regulada por la OMC (Organización Mundial del Comercio), ¿cierto?
FK: Exactamente, no me consta que haya sido tan explícito, pero es como quedó la
distribución de tareas. Además, es algo que se va reafirmando. Es muy difícil competir
con los volúmenes que se producen en China e India. El problema fue haber desarmado
el EMESTA en aquel momento. Como decía antes, el negocio está en el volumen y también
en la capacidad de colocarlo.
Volviendo al plano local, para los laboratorios nacionales algo como el plan Remediar
que tuvo inicio en 2002 fue muy bueno, justamente porque estabilizó una base de compra.
Este programa supuso la centralización de la compra de medicamentos, de gran volumen
de venta, pero que hasta ahí estaba fragmentada.
Los medicamentos contemplados en el programa Remediar son los que se usan para
el 90% de las consultas que necesitan fármacos en el primer nivel de atención: antibióticos, analgésicos, medicamentos para la presión arterial, diabetes, para las enfermedades crónicas en general. Antes de este programa, eso estaba en manos de cada
municipio. El Remediar centralizó las compras de 7 mil centros de salud de todo el país.
Eso abrió oportunidades de crecimiento para los laboratorios más pequeños, que ahora
tenían a quien venderle y, además, podían evitar la logística que supone colocar su medicamento en Chaco, Santiago del Estero, Ushuaia y La Quiaca, por ejemplo.
Otro actor que creció junto con esta política de centralización estatal fueron los
laboratorios de producción pública. Estos últimos existen desde la EMESTA, creada
por Perón en el 46, junto con Carrillo como ministro de Salud. Un ejemplo de ello es
el LIF (Laboratorio Industrial Farmacéutico), perteneciente al Estado de Santa Fe, el
que va a producir misoprostol1. Desde ahí, los laboratorios de producción pública se
fueron multiplicando y creciendo, pero de manera lenta y desarticulada, dependiendo de los esfuerzos posibles para cada provincia como San Luis, La Rioja y Ushuaia,
por ejemplo. Otro es el de hemoderivados de Córdoba depende de la Universidad
Nacional de Córdoba y es de producción pública. También hay uno en la Universidad
Nacional de La Plata. Entonces, los hay de gestión provincial y otros de gestión nacional a través de universidades. Existen algunos municipales como el LEM (Laboratorio
de Especialidades Medicinales) de Rosario y otro que está creciendo bastante en un
municipio de la provincia de Buenos Aires, haciendo convenios con las obras sociales
para recibir fondos.
1
Desde febrero de 2021, el LIF cuenta con la aprobación de la ANMAT para la producción y distribución de
misoprostol para la realización de abortos. Sus destinatarios son principalmente efectores públicos. Para
más información, puede consultarse en <https://idepsalud.org/anmat-aprobo-misoprostol-del-lif-rivadulla-matia/> acceso: 10/12/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�P: ¿Hay alguna ley nacional sobre producción pública de medicamentos?
FK: La ley que crea la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP) se reglamentó en 2015. Esta normativa trata de centralizar en el Estado Nacional los esfuerzos
para fortalecer esa red de laboratorios públicos. Antes de la ANLAP, el Ministerio de Salud
de la Nación tenía un programa que trataba de articular los esfuerzos para que los laboratorios públicos pusieran en práctica esa suerte de división de tareas, o sea, esa organización propia de la industria farmacéutica privada, nacional y multinacional que hace que la
producción en grandes volúmenes sea redituable. Concretamente, este programa juntaba
en una mesa los principales laboratorios y les decía, por ejemplo, “vos producí ibuprofeno,
vos penicilina, vos un antihipertensivo y no produzcan todos analgésicos”. Porque eso era
lo que estaba pasando, todos producían ibuprofeno porque es fácil de hacer y se vende
mucho, pero eso no tenía ningún sentido como política pública.
La ANLAP intensifica el trabajo que venía haciendo ese programa, pero con más presupuesto y gestión. La idea es que el Estado Nacional financie o refuerce las posibilidades
de esos laboratorios, por ejemplo, invertir para ampliar una fábrica haciendo posible la
producción de otros medicamentos. Esa es una manera de intervenir el mercado también.
P: ¿Hay medicamentos que los privados no producen porque no son redituables?
FK: Sí, totalmente. La industria privada pretende que la producción pública se dedique
a los fármacos que no son redituables o tan redituables, o sea, no quieren competencia ni
tampoco discutir sobre la estructura de los costos y precios.
Nuestra postura siempre fue competir desde el Estado con el sector privado. Eso es
fundamental para regular la producción y el mercado. Nuestro objetivo es que el sector
público también produzca vacunas y medicamentos biológicos. Porque para poder regular el mercado de verdad, habría que poder producir esos fármacos más caros y ser un
actor de peso, y esa es la función que se espera de los laboratorios de producción pública a
largo, quizás larguísimo, plazo. A corto y mediano plazo aspiramos a que los laboratorios
públicos sean un actor medianamente significativo en la producción de medicamentos
fundamentales, esos que a veces no son redituables.
Si la industria privada se niega a producirlos, en algunas condiciones, pueden generarse situaciones muy complejas en términos de abastecimiento. Para intervenir ante esas
situaciones existe la Ley de Abastecimiento. Nosotros la aplicamos en su momento cuando estábamos en el Ministerio en 2015.
P: ¿En qué consiste esa ley?
FK: Es una ley que le permite al Estado usar todos los recursos disponibles, incluso
la fuerza pública para abastecerse de algún producto que corra riesgo de desabastecimiento. Nosotros la aplicamos porque habíamos hecho una licitación para comprar los
medicamentos para la tuberculosis y el laboratorio que apareció como único oferente
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�presentó un aumento del 300% con respecto a la última compra, que había sido el año
anterior, y le dijimos que no podíamos aceptar esa oferta y que además no había justificativo para tal aumento.
Primero no accedieron a hacer una nueva oferta, entonces hablamos con la Secretaría
de Comercio para activar la Ley de Abastecimiento obligando al laboratorio a presentar
un precio con un aumento acorde a la inflación de entonces, bajo el aviso de que si no
accedían se iba a mandar a la fuerza pública a incautar todo el stock del medicamento que
tuvieran. Finalmente presentaron una oferta por el mismo precio del año anterior.
P: Increíble… Federico, para ordenarnos un poco, repasemos los mecanismos estatales disponibles para regular el precio de los medicamentos. Por lo que decís, hay varias maneras que van
desde la forma más indirecta de regulación, que sería aumentar la producción pública, hasta la
aplicación de la Ley de Abastecimiento por parte de la Secretaría de Comercio.
FK: Está perfecto lo que decís, la Secretaría de Comercio es quien debe regular los precios. Cuando nosotros estábamos en el Ministerio de Salud, e incluso cuando estuve en la
ANMAT, trabajamos con la Secretaría de Comercio en una aplicación que tenía una lista
con los precios de todos los medicamentos aprobados por la ANMAT y, además, un precio
que el laboratorio tendría que negociar. Una vez que el precio estaba fijado, se actualizaba
en la aplicación y no se podía vender a otro que no sea ese. La idea era que ese vademécum esté en las farmacias del país y que sirviera de guía a la hora de facturar los medicamentos. Hoy en día se hace con una cosa muy parecida que se llama Alfabeta y es de la
industria farmacéutica privada. Otro es Kairos y ambos muestran los precios que ponen
los laboratorios a los medicamentos2. Nuestra idea era obligar a las farmacias a cambiar
eso para que se facturara con el vademécum de precios. Eso hubiese permitido que la Secretaría de Comercio regule la facturación además de disponer del registro de las ventas.
P: ¿La producción pública da respaldo, fuerza, a esa capacidad de regulación?
FK: No necesariamente. Desde el Estado se dispone de diversas herramientas para
condicionar al mercado. La capacidad de la Secretaría de Comercio de sentarse y negociar
precios tiene límites, hay un punto en donde la industria te dice que no, vos le decís “Vendémelo a 1”, pero te dicen que no, que su precio es a 100 y si no, se van del país.
El juego de la negociación también consiste en intervenir para que participen más
actores. Aunque esto es una jugada muy compleja también. Allí, por ejemplo, nos metimos con China e India. Viajamos a los dos países a conocer los laboratorios. Increíbles,
mejores de lo que podemos imaginar acá, en Estados Unidos o en Alemania. Además,
comercializan medicamentos a precios 10 veces menores de los que encontramos aquí en
2
Para más información, consultar <https://www.alfabeta.net/precio/ y en https://ar.kairosweb.com/> acceso 10/12/202.
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�Argentina. Pero, para avanzar con esa estrategia había que mejorar la categorización de
China e India en la clasificación de ANMAT.
La ANMAT se crea en los 90 por un decreto, centralizando las distintas agencias (alimentos, medicamentos, tecnología médica) que había hasta entonces. En ese decreto está,
por ejemplo, la fundamentación de esta especie de fusión y las funciones de cada una de
esas ex agencias. Además, hay una parte en la que se estipula el proceso de aprobación de
los medicamentos según los países de donde provengan, además de clasificar a estos países. Esto es una política compleja, es técnica, pero también comercial y administrativa.
Por ejemplo, Cavallo incluyó en el grupo del anexo 1 a Alemania, Japón, Israel, Dinamarca, Estados Unidos, Francia y alguno más. Lo hizo con el justificativo de que se trataba de
países de “alta farmacovigilancia”, es decir, países que cuentan con agencias regulatorias
que controlan muy bien la producción y comercialización de medicamentos. Entonces, si
quisiéramos traer esos medicamentos acá, contamos con antecedentes que dan seguridad
y celeridad a los procesos administrativos de aprobación a cargo de ANMAT.
Después, están los países del anexo 2 y 3, los primeros no son de tan alta farmacovigilancia y los últimos son a los que les tenemos poca confianza. China e India estaban en el
anexo 3. Después de esos viajes pudimos reunir la evidencia y demostrar que están en las
condiciones propias del anexo 2.
Ahora bien, como les decía antes, esta es una jugada de ajedrez que hay que seguir de
cerca. Porque abrir las puertas sin control a los productos de China e India puede resultar
en un desastre. O sea, con su tamaño están en condiciones de vender a un precio mucho
menor que la competencia. Eso puede favorecer un nuevo monopolio y con el monopolio
un nuevo aumento de precios, cosa que era la que inicialmente queríamos evitar. O sea,
como estrategia de negociación sirve, siempre y cuando el Estado conserve la capacidad
de regular y se favorezca la industria farmacéutica pública.
La industria farmacéutica es estratégica. No solo está relacionada con la producción
de medicamentos, sino también con las universidades, con la investigación. La investigación y el desarrollo son dos facetas que se han postergado mucho en todo el mundo. Hace
por lo menos 10 años que la industria farmacéutica no saca ninguna molécula novedosa,
que suponga un aporte radical para los tratamientos farmacológicos.
Hay un problema mundial que tiene que ver con lo que se llama “resistencia antimicrobiana”. Un ejemplo: le dan antibiótico a los pollos y a las vacas para prevenir enfermedades y con eso matan la flora intestinal normal de los animales. Eso, a su vez, hace que
engorden más. O sea, no es solo para prevenir infecciones, sino también para “mejorar”
la producción. Comer carne muchas veces es también incorporar restos de antibiótico,
cuya circulación permanente hace que las bacterias se fortalezcan.
En paralelo, los laboratorios no se ocupan de producir ni una molécula nueva. Por
el contrario, ponen las fichas en el cambio de presentaciones, o sea, en las estrategias
de marketing para perpetuar las patentes. Es así: cuando se les acaba la patente, en vez
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�de producir algo nuevo, las empresas cambian “el eslogan” de ese medicamento. No le
cambian el principio activo. Solo cambian la forma en la que se libera, la forma en que se
administra o la tolerancia gástrica.
Necesitamos una producción pública de medicamentos que no esté focalizada ni en
el marketing, ni en la venta, ni en ganar plata, sino en investigar tratamientos para enfermedades que hoy no tienen respuesta farmacológica o bien, en mejorar esas alternativas
terapéuticas, porque hay algunas muy nocivas. Necesitamos aprovechar la enorme inversión que el Estado hace en el CONICET y en las universidades. Es una picardía que esa
inversión sea capitalizada solamente por la industria privada.
P: Me quedé pensando en la complejidad que supone la regulación de precios, tema que además es muy sensible a la hora de hablar de medicamentos porque son bienes singulares, vinculados al derecho a la salud.
FK: Exacto, pero sí, es una regulación compleja, una especie de tira y afloje permanente. Para regularlos, desde el Estado se dispone de una enorme cantidad de herramientas.
La producción pública, particularmente, tiene que servir para competir, pero también
para innovar y desarrollar los medicamentos. Tiene que ser un sector más libre para eso.
Además, está la Secretaría de Comercio y las distintas estrategias que se pueden articular
desde ahí. También están los condicionamientos que puede poner el Estado a través de
los subsidios; el Estado otorga muchas facilidades desde la Administración Federal de
Ingresos Públicos (AFIP) y ese otorgamiento permite poner condiciones a las empresas
para que los sigan recibiendo.
Otra parte muy importante de la regulación de los precios tiene que ver con las patentes que son regladas por la OMC. Dentro de los lineamientos que da este organismo existe
un margen que permite hacer varias cosas. En la Ronda de Doha, donde la OMC decidió
implementar patentes para los medicamentos, se estipuló también lo que se llama Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC)3, que son como salvaguardas para patentes en general. Algunas refieren
a medicamentos considerados esenciales para la vida.
Las más intrusivas de todas las disposiciones son las “licencias obligatorias”. Estas implican que el país tiene derecho a quitarle la patente a un producto farmacéutico si está en
riesgo la provisión de ese medicamento para el país. Por ejemplo, Glaxo vende una vacuna, pero no está produciendo suficiente y está poniendo un precio que es inaccesible. En
ese caso, el Estado podría sacarle la patente y dársela a algún laboratorio público o privado nacional para que la produzca. Eso puede hacerse, aunque sin dudas tal intervención
podría suponer un conflicto diplomático internacional.
3
Para más información, ver <https://www.wto.org/spanish/tratop_s/trips_s/trips_s.htm#issues> acceso
10/12/2022.
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�P: Sabemos que hubo antecedentes de ese tipo en algunos países de África, también en Brasil,
¿podrías contarnos más sobre esto?
FK: En Brasil se aplicó la licencia obligatoria de un medicamento y en algunos países
de África también, aunque en esos casos lo que hicieron fue comprarles a China e India a
través de fundaciones. Pero los países que más sacan patentes son Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, porque evidentemente no se trata solo de disponer del recurso administrativo, sino del margen de autoridad que se tiene para condicionar, para arbitrar sobre
qué cosas son patentables, cuáles no y cuáles son las condiciones.
En Argentina se hizo una resolución interministerial entre el Ministerio de Salud y el de
Industria, del cual depende el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (INPI), donde se
ponen las patentes. En esa resolución, el Ministerio de Salud de la Nación define qué medicamentos son patentables y cuáles no para el INPI, así como refuerza la idea de que solo se
pueden patentar verdaderos inventos o innovaciones.
En muchas partes del mundo se hace lo que se llama evergreening, eso es, dicho rápidamente, patentar más de una vez una misma molécula. Es como una bicicleta que hace
más redituable a las patentes. La resolución del Ministerio busca fomentar el patentamiento de innovaciones y evitar las combinaciones de moléculas hechas en función de
las patentes y no de la investigación. Concretamente, se logró que muchos medicamentos
que en otros países tienen patente acá no la tuvieran.
Retomando lo de los precios, el hecho de que un medicamento no tenga patente es
una muy buena forma de regularlo, porque hay una diferencia de precio abismal entre los
que sí tienen y los que no. Por ejemplo, y esto nos pasó desde la gestión, un fármaco para
tratar la hepatitis que se vendía en todo el mundo a mil dólares la pastilla. El laboratorio
quiso venir y venderlo acá a ese mismo precio, pero como era una molécula ya conocida
para el tratamiento del VIH, aunque no había funcionado, no era una innovación. Así que
la no validez de esa patente dio lugar a la producción por parte de un laboratorio nacional
que la terminó vendiendo al Estado a 17 dólares. Un logro que duró poco, porque en 2015
se vendió alrededor de 800 dólares la pastilla.
P: El otro día participé de una discusión en torno a los criterios para prescribir el medicamento que cura la hepatitis pero que solo se indica cuando se trata de pacientes graves.
FK: Eso fue una recomendación que hizo la Sociedad Argentina de Patología. La enfermedad tiene una evolución bastante crónica y antes del grado 3, que es el más grave, no
tiene sentido indicar el medicamento porque no está afectada seriamente la salud. Si bien
el medicamento ahora se consigue más barato, supone un gasto muy grande. Los recursos son finitos, con ese mismo presupuesto se compran preservativos, anticonceptivos,
medicación oncológica, etc. Se calcula que en el país hay alrededor de 600 mil personas
viviendo con hepatitis B. Para garantizar el tratamiento a todas esas personas, por más barato que lo compres, supondría una buena parte de ese presupuesto. Lo mismo pasa con
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�las vacunas, por ahí hay algunas que se las tendrías que dar a más grupos poblacionales,
pero se focaliza en una intentando maximizar el efecto.
P: Volviendo al tema patentes y precios…
FK: Sí, la regulación de precios de los medicamentos se puede dar condicionando a las
patentes, aunque sin dudas el modelo ideal sería que no haya patentes ya que es totalmente
perverso regalarle veinte años de monopolio a un laboratorio que se dedica a producir algo
que cura una enfermedad. Es descabellado y no cabe en ninguna cabeza más que en la que
solo ve el punto comercial. Esto lo podemos decir aquí así, pero es muy complejo. Si Argentina
quisiera implementar políticas de salud pública que afecten directamente los intereses de los
monopolios que más lucran con las patentes, correría el riesgo de enfrentar un bloqueo comercial por parte de Alemania, Japón, Israel, Inglaterra y Estados Unidos. Ahí, creo, el punto
es desarrollar estrategias posibles, sustentables, en el marco de tantas contradicciones.
En nuestro caso, lo que logramos fue limitar las patentes a las innovaciones que efectivamente hayan supuesto una inversión para su desarrollo. Presuntamente, el sentido de
las patentes es ese: reconocer la inversión y el riesgo de esa inversión en la investigación.
Pero esto es muy relativo porque las innovaciones generalmente nacen de la ciencia básica, que es financiada por el Estado.
En la actualidad, la innovación está principalmente en los medicamentos biológicos4
ya que hasta hace muy poco todos los fármacos eran químicos, o sea, los que más conocemos. Muchas veces se usan técnicas de recombinación genética procurando, por ejemplo, que una bacteria produzca determinada proteína. Estos procedimientos son más caros que los tradicionales, pero sirven para tratar enfermedades que hasta ahora no tenían
muchas alternativas, como algunas enfermedades oncológicas, reumatológicas o neurológicas. En muchos casos no se trata de tratamientos curativos, sino que, al abastecer al
cuerpo de proteínas que le faltaban mejoran la calidad de vida. La matriz de producción
de los medicamentos biológicos es muy diferente a la de los químicos. Eso implica una
inversión enorme, por eso también la diferencia de precios entre uno y otro. Los costos
de los medicamentos biológicos están poniendo en crisis los presupuestos de los sistemas
de salud de todo el mundo ya que se venden a precios inaccesibles, sobre todo porque
muchos de ellos son curativos o paliativos muy eficaces para patologías que hasta hoy no
disponían de alternativas terapéuticas medicamentosas.
P: Me da un poco de miedo el énfasis en lo caro…
FK: Y con razón, son carísimos, podemos hablar de un millón de dólares una ampolla. Y es un dilema enorme, porque esa ampolla puede ser el tratamiento para una
persona que sufre por una enfermedad y que, por lo tanto, reclama de manera muy
4
Ver <https://www.argentina.gob.ar/anmat/regulados/medicamentosbiologicos> acceso: 10/12/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�legítima por su derecho a que el Estado se lo garantice. Pero si el Estado se lo garantiza
probablemente se quede sin recursos para muchas cosas. Obviamente esta crisis en
puerta explicita la urgencia de discusiones y transformaciones más de fondo. En Argentina los gremios están muy preocupados, porque este tipo de medicamentos pueden
desfinanciar obras sociales. Si para el Estado nacional son un problema, imaginen para
una prepaga u obra social chiquita.
Una de las alternativas que se está barajando o poniendo en práctica en distintos países
frente a esto son agencias o instancias estatales que evalúen costo/efectividad. En Inglaterra, por ejemplo, se creó un área específica para la evaluación costo/efectividad de los medicamentos que tiene la potestad de aprobarlos o no. Y esto hace que bajen los costos porque
desaprobar un fármaco significa que no pueden entrar al mercado del país. En Brasil se hizo
algo parecido: los laboratorios tienen que presentar certificados científicos que demuestren la efectividad del fármaco. También tienen que mostrar la estructura de costos de su
producción y el precio al que lo van a vender, entonces el Estado evalúa si es una ganancia
exagerada o no.
P: ¿Aquí existe algo parecido?
FK: La estructura de costos siempre fue un tema opaco. Pero cuando los laboratorios
de producción pública empezaron a crecer, brindaron información valiosísima en relación con los costos de producción. Si bien se trata de escalas mucho menores, nos permite
constatar lo que suponíamos: que las ganancias son extraordinarias.
Respecto del tema de la evaluación de costo/efectividad, hasta ahora, se ha apuntado a
una evaluación que arbitre si el medicamento debe o no incluirse en el Programa Médico
Obligatorio (PMO). En caso de que no se incluya ningún tipo de cobertura tendría obligación de garantizarlo, pero al estar disponible deja a merced del mercado y de las posibilidades de cada quien de comprarlo o no. O sea, se individualiza algo que enfrentado en
otros términos podría ser mucho más beneficioso, como pasa en Brasil e Inglaterra.
P: Y en todo este mapa, ¿qué rol juegan las cámaras empresariales?
FK: El tema de las cámaras es algo muy parecido a lo que pasa en otras industrias: nuclea a empresarios del sector y negocia con el Estado. Se toman algunas decisiones y se
arreglan conflictos entre las empresas. En general, lo más conflictivo es que a veces las cámaras las manejan los más poderosos como Bagó y Roemmers, que tienden a direccionar
los procesos en pos de su beneficio, el cual muchas veces supone perjuicio para empresarios de menor poder. CAEME, SILFA, también está COOPERALA y otra aún más pequeña
que se llama CAPGEN (Cámara Argentina de Productos Genéricos), que agrupa a quienes
le venden casi exclusivamente al Estado, es decir a los hospitales. La división por cámaras
es compleja, porque hay laboratorios que están en las tres, es como una membresía para
sentarte en determinados lugares.
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�Entender las cámaras sirve para conocer un poco más la lógica de producción y
comercialización. Están las multinacionales, las nacionales que se comportan como
multinacionales y las puras que solo venden acá. El comportamiento comercial es bien
distinto entre unas y otras. Algunas tienen enfocado todo en el país y otras, como las
multinacionales, condicionan permanentemente el mercado.
Otro aspecto muy importante del que todavía no hablamos es el de la distribución. Porque hay que garantizar que los medicamentos lleguen a todo el país. Las empresas que se
encargan de esto son oligopolios, tenemos cinco y manejan el 100% del asunto. Son empresas nacionales y multinacionales que generalmente tienen distribuidas las zonas entre sí.
P: ¿El Estado tiene alguna herramienta para regular el tema de la comercialización?
FK: Todo el tema de distribución y logística fue regulado con el programa Remediar,
surgido en el 2001 a raíz de la crisis en el acceso a los medicamentos. En ese momento,
el Estado Nacional compró los medicamentos y empezó a distribuirlos enfocándose en
la población más vulnerable. ¿Cómo se hizo? Llevando los medicamentos a los Centros
de Atención Primaria de todo el país. Así, sin habérselo propuesto como un objetivo de
antemano, se creó un aparato de distribución que competía con las distribuidoras privadas. Ahí empezaron a jugar OCA y Correo Argentino, que son los dos únicos organismos a
nivel nacional que tienen la capacidad de organizar esa logística. El Estado los contrata y
se asegura el retiro de los centros de salud de los medicamentos que están por vencerse,
así como el abastecimiento de medicamentos nuevos. A través del programa Remediar se
puso en evidencia el costo de la logística, tema que durante mucho tiempo funcionó como
excusa para los precios elevados.
Las farmacias son otro actor fundamental en la cadena. Muchas veces son víctimas
de los laboratorios y de las distribuidoras, quedando un poco desamparadas en las perversidades de la cadena de comercialización. En este momento se discute sobre dos
modelos: por un lado, tenemos Farmacity, que es una empresa grande, que tiene autonomía para hacer compras en grandes volúmenes y en la logística. Esta empresa está
en la Ciudad de Buenos Aires. Y por otro, tenemos lo que pasa en la Provincia de Buenos Aires. Allí hay una ley en la que se estipula que la farmacia tiene que ser un rubro
meramente de salud y no comercial, es decir que tienen que estar instaladas donde se
necesitan y cumplir un rol sanitario. Si se rompe con eso y se instala Farmacity, que es
una empresa multirrubro, ¿qué va a pasar? Van a poner diez en San Isidro y ninguna en
González Catán. Eso pone en crisis las farmacias barriales y atenta contra la equidad en
el acceso a los medicamentos.
P: Durante el macrismo se intentó que ANMAT bajase el nivel de exigencia en los ensayos
clínicos que se hacían en Argentina, ¿cómo se regula el tema de ensayos y experimentación a
nivel nacional?
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�FK: El macrismo anunció esa medida como un estímulo a las inversiones. En la resolución se cambia la lógica de aprobación de los ensayos, lo cual es bastante aberrante. Se
ató la duración de una investigación a su aprobación. Básicamente, el silencio administrativo se interpreta como un aprobado, cuando históricamente el criterio de salud pública
siempre fue el opuesto, es decir, un no. Imaginen esto: le ofrecen dinero, una coima, a un
evaluador de ANMAT por una evaluación y tanto más por la aprobación. El evaluador se
niega porque pone en juego su matrícula. Ahora imaginen al revés: a ese mismo le ofrecen dinero por no firmar. Se convierte en un negocio redondo porque lo único que tiene
que hacer es cajonear el expediente por dos meses, se aprueba de manera automática y
no hay ningún responsable por eso.
Es muy peligroso porque la ANMAT valora la eficacia de un medicamento, es decir, si
realmente sirve o no. Pero cuando se aprueba un ensayo clínico, te están diciendo que no
es dañino para la salud. Entonces transformar el silencio en torno a su aprobación en un
“sí” de manera automática, puede ser un crimen de lesa humanidad. Es dar por aprobado
algo sin ver si es riesgoso o no.
En Argentina se hacen muchos ensayos clínicos porque tenemos características que
nos hacen un país atractivo para eso. Tenemos profesionales muy formados, nuestros
médicos son reconocidos a nivel mundial. Tenemos una red hospitalaria pública que garantiza el acceso a la salud en la que trabajan muy buenos profesionales y en los que se
atienden grandes volúmenes de personas. Además, los salarios de los profesionales de
la salud son bastante bajos en comparación con otros países, entonces hay mucha gente
dispuesta a trabajar para la industria farmacéutica en ensayos.
P: Otro tema son los comités de bioética de los hospitales, ¿no? Que tienen a su cargo la aprobación de investigaciones.
FK: Sí, totalmente. Además, hay otro actor, las Organizaciones de Investigación por
Contrato, conocidas como CRO. Son compañías que se dedican a ser el intermediario entre sistemas de salud y los laboratorios para los ensayos clínicos; se supone que estos
últimos no pueden llevar a cabo las pruebas por una cuestión de transparencia, entonces,
lo tercerizan.
Las CRO son compañías que se dedica a hacer ensayos clínicos, están aprobadas por la
ANMAT. Los laboratorios ponen la plata y ellos contratan a los médicos, buscan a la gente,
escriben cómo va a ser el proyecto y publican los resultados. Ganan muchísimo dinero y,
en verdad, este tipo de funcionamiento no garantiza el desembarco de inversiones.
P: Muchísimas cosas. Genial Federico, gracias por toda la información, por compartir tus análisis y ayudarnos a entender esta maraña muy compleja. Ha sido una excelente charla.
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�Jorge Rachid
Estrategias de salud para la vida
y políticas de medicamentos
Diálogo con
Ana Mines Cuenya
y Luci Cavallero
�A continuación, presentamos un diálogo con Jorge Rachid, médico y militante apasionado, resultado de una entrevista realizada en octubre de 2017 y de sus presentaciones en
actividades organizadas por el Departamento de salud del Centro Cultural de la Cooperación durante 2017 y 2018. A lo largo de la conversación, Jorge presenta su perspectiva respecto de la salud pública, el rol de la Atención Primaria de la Salud (en adelante APS), los
efectos del neoliberalismo en las políticas públicas en general y en la salud en particular.
Además, ofrece un racconto de la producción pública de medicamentos, de su historia, de
las dificultades con las que se encontró esta estrategia de producción, de las características de la industria de las que forma parte, entre otros temas.
Al final de la entrevista sumamos fragmentos de un artículo escrito por Rachid y publicado por la revista de la Fundación Soberanía Sanitaria1 en 2020 donde se abordan cuestiones vinculadas a la gestión sanitaria en tiempos de pandemia y actualiza sus reflexiones a la luz del mayor evento sanitario de los últimos tiempos.
Pregunta (P): ¿Cómo caracterizaría al sistema de salud argentino?
Jorge Rachid (JR): Por su fragmentación. La fragmentación es el sello de la victoria del
neoliberalismo. Lo que toques está fragmentado, y cuando digo que está fragmentado me
refiero no solo al sistema de salud, sino también a los sindicatos, a la política, al país, hasta las Madres de Plaza de Mayo están fragmentadas. En Argentina el sistema público de la
salud no debería funcionar de manera descentralizada, cosa que sucede profundizando la
desigualdad. Lo que tenemos son instituciones abandonadas ya sea por la negligencia de
los gobiernos provinciales y municipales o debido a sus imposibilidades financieras. Sin
embargo, en la Constitución Nacional reconocemos a la salud como un Derecho Humano
básico. Eso implicaría que cualquier persona que esté en el territorio nacional tendría que
tener derecho a las mismas condiciones de vida, a las mismas posibilidades de desarrollo,
a la misma protección de su salud, pero eso no sucede. Esta supuesta descentralización, o
sea, la provincialización y/o la municipalización de los servicios de salud, es un modo de
exacerbar la desigualdad. Un chico que hoy nace en Pirané, Formosa, tiene una expectativa de vida cinco años menor a la de un chico que nace en la Capital Federal, Rosario,
Córdoba o Mendoza. Este tipo de descentralización ha llevado a que el Ministerio de
Salud de la Nación sea una cáscara vacía donde se ejecutan programas del Banco Mundial que no tienen conexión entre sí, lo cual supone más fragmentación. Me refiero a
1
Para más información sobre la revista, consultar <http://revistasoberaniasanitaria.com.ar/> acceso:
14/12/2021.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�los programas de salud materno-infantil, al Remediar, a los programas específicos como
pueden ser los orientados a adultos mayores. Todos están muy bien, pero no tienen por
detrás una articulación, no se desprenden de una planificación estratégica de salud, a
partir de la cual el Estado ponga en marcha una política de promoción de la salud y prevención de la enfermedad. La fragmentación de esos programas, andar siempre detrás de
los incendios intentando apagarlos abona un paradigma que ubica a la enfermedad como
eje articulador de las políticas en salud. En esto Ramón Carrillo era muy claro: el mejor
plan de salud, y no de enfermedad, es mejorar el acceso al agua corriente y las cloacas. Y
yo, que sigo esa línea, te digo que una de las mejores medidas en salud del último tiempo
fue la Asignación Universal por Hijo. Ese programa permitió al Estado proyectar cierta
planificación, me refiero a escolarización, controles médicos, vacunas sobre niños y niñas, por lo menos, hasta los 18 años.
P: Para usted, ¿cuáles son los efectos en el diseño de políticas de salud pública cuando el punto
de partida es la emergencia de la enfermedad?
JR: Cuando el sistema de salud ubica como eje a la enfermedad, a la atención de la
enfermedad, se pone de manifiesto que estamos llegando tarde. En vez de incidir sobre la
mejora de la calidad de vida y, así, prevenir la enfermedad, se orientan los recursos a los
tratamientos. Y los tratamientos dan plata a las grandes corporaciones farmacéuticas que
son las que están detrás, avivando los procesos de fragmentación de las políticas públicas.
O sea, el paradigma de la enfermedad genera ganancias. En ese contexto, la cronificación
de la enfermedad es el horizonte porque maximiza esa posibilidad, porque la ganancia se
multiplica cuando la condición de enfermedad se alarga. Eso es lo que pasa con las enfermedades crónicas. Aunque duele es así: el sistema te necesita enfermo, no te necesita ni
sano ni muerto, porque ni sano ni muerto das ganancia.
Otra cosa que decía Carrillo que se relaciona con esto es que los virus y las bacterias
son pobres causas de enfermedades al lado de la miseria, la pobreza y la exclusión social.
Siguiendo esta línea, un sistema de salud que piense en la salud de la población debe
orientar su estrategia a la Atención Primaria de la Salud, a la inserción en el territorio,
cosa que desde hace años no se hace en Argentina.
P: Y los sindicatos en los que se organizan los trabajadores y las trabajadoras de la salud, ¿qué
rol juegan en este escenario?
JR: La misma fragmentación que tiene el sistema, la tienen los sindicatos. Entonces,
vos te encontrás en un hospital público con tres o cuatro sindicatos. Te encontrás con
ATE, UPCN, te encontrás con el sindicato del sector y con los sindicatos municipales. Eso
conlleva el armado de nudos de poder que tratan de protegerse a sí mismos. Y no estoy
hablando de los servicios de salud, porque generalmente los trabajadores de la salud tienen un gran compromiso, pero muchas veces por ser rehenes de una situación que ellos
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�no han originado, como es la localización pequeña de una intendencia, no logran generar
una idea estratégica común para el desarrollo de los servicios de salud. Una población
como la que comentaba anteriormente, Pirané, Formosa, tiene 10 mil habitantes y su
hospital está absolutamente tercerizado. Sus servicios están privatizados a causa de la tercerización y esto limita incluso el accionar de los sindicatos porque si los servicios están
tercerizados, estamos hablando por un lado de otro sindicato más que es ATSA, sindicato
de sanidad en los servicios privatizados, pero sobre todo de altos niveles de precarización
laboral que no solo limitan la capacidad de acción de los trabajadores, sino que van en
detrimento de la calidad de servicio que pueden ofrecer.
P: ¿Qué herramientas tiene el Estado para intervenir en este panorama complejo? ¿Señalaría,
por ejemplo, a la Ley de Equipos Básicos de Salud en esta línea?
JR: A la Ley de Equipos Básicos de Salud la impulsamos desde el Frente Para la Victoria
en el año 2015. Esa ley promueve un modelo multidisciplinario, que no diluye la figura de
la atención médica, sino que la fortalece, pero desde una perspectiva territorial, es decir,
desde una estrategia de APS. Lo que la ley intenta es convertir la APS en la principal herramienta del fortalecimiento de la salud y así tomar distancia del paradigma de la atención
de la enfermedad. Tenemos que trabajar también en el plano simbólico, por ejemplo,
cuando un gobernante cualquiera inaugura un hospital y dice “Estamos inaugurando un
centro de salud” en realidad lo que está inaugurando es un centro de atención de la enfermedad. La salud se construye afuera del hospital, en la comunidad, en el territorio. Desde
una perspectiva que se orienta a la salud, se intenta evitar que los pacientes lleguen a los
hospitales enfermos. Pero bueno, el tratamiento de esta ley ha sido detenido.
P: ¿Cuál y cómo sería para usted un diagnóstico de las políticas de medicamentos que hay
actualmente en el país?
JR: Lo primero que te tendría que decir es que no hay una política de medicamentos.
Lo único que pudimos concretar, después de muchos años de esfuerzo, es una coordinación de los laboratorios de producción pública de medicamentos. Personalmente estuve
vinculado al armado de tres laboratorios e intentando conducir el último, el de las Fuerzas
Armadas. Me refiero a los Laboratorios Puntanos en San Luis, al laboratorio de San Rafael, en Mendoza, y el de La Rioja que es universitario.
Pero antes de hablar de eso quisiera exponer brevemente cómo llegamos hasta allí.
En el país, la producción pública de medicamentos empezó con Carrillo cuando fundó la
Empresa de Medicamentos del Estado Argentino (EMESTA), que era la empresa de medicamentos estatales y la que dio impulso a la industria farmacéutica argentina. Hoy esta
industria emplea a 100 mil trabajadores altamente especializados, de altísima eficiencia.
En la época de EMESTA y hasta la década del 70, en Argentina producíamos la materia prima para la industria farmacéutica. Desde entonces, ni en Argentina ni en ningún otro país
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�de Latinoamérica se produce materia prima, sino que se la importa de India o China, de
España o México, pero fundamentalmente de India. Remarquemos la falta de soberanía
que esto implica.
La industria privada, cuyo inicio se remonta a los años de EMESTA, se organiza en
cámaras. CILFA es Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos, que nuclea a la industria nacional. COOPERALA engloba a las cooperativas, es la más chiquita
y nueva. Ambas guardan una relación tensa con CAEME que es la Cámara Asociación de
Empresas Medicinales Argentina, o sea, de las industrias multinacionales. En la década
del 90, los años del neoliberalismo, CILFA sobrevivió porque en la Cámara de Diputados logramos detener la aplicación de la ley de Patentes del ex ministro de Economía,
Domingo Cavallo. Sin embargo, en esos mismos años, CILFA se retiró de los hospitales
públicos generando problemas muy graves. Me refiero a que cuando decimos que en la
crisis del 2001 murieron 34 personas estamos omitiendo a los miles que murieron por
falta de asistencia de medicamentos, sobre todo los pacientes de enfermedades crónicas
no transmisibles (diabetes, hipertensión, enfermos renales o cardiópatas, por ejemplo)
que necesitaban su medicación y no contaban con ella. En aquellos tiempos, de la noche
a la mañana, la industria se retiró dejando a miles sin medicamentos, nunca sabremos
cuántos se complicaron y cuántos murieron por esto. No hay registro. Lo que sí sabemos
es que tuvimos que salir con los laboratorios públicos, en algunos casos artesanales, otros
más armados, en algunos casos industriales, a dar respuesta a esta carencia, lo que pudimos hacer por más o menos seis meses, hasta que vino el plan Remediar, financiado por
un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo, que empezó a dar una respuesta más
planificada y estratégica.
La crisis del 2001 fue el relanzamiento de la producción pública de medicamentos. El
primer objetivo fue nuclear los laboratorios públicos y armar una red. La hicimos, se llamó RELAP, la lanzamos en 2007, Laboratorios Puntanos hacían cabeza junto con Hemoderivados de Córdoba. Logramos nuclear veintiún laboratorios de los cuales solamente
diez están en condiciones ANMAT. ¿Qué quiere decir condiciones ANMAT? Que están en
las mismas condiciones de regulación que el resto de la industria. La ANMAT, que es la
Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología, fue creada en los 90
por la industria, justamente, para manejar el negocio.
P: ¿La industria creó un órgano estatal para regularse?
JR: Exactamente. Es lo que pasa ahora con el INPI, Instituto Nacional de la Propiedad
Industrial, dependencia manejada por el estudio de abogados Martínez de Hoz Grondona. El gobierno encabezado por el presidente Macri (2015-2019) sacó la Resolución Nº
56 por la cual las patentes industriales que vengan de los EE.UU., Europa, Japón e Israel
pueden entrar en la Argentina sin ningún tipo de problema ni requisito. Eso implica un
avasallamiento a nuestra soberanía, pues vamos a dejar de evaluar las condiciones de esas
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
89
�patentes, por ejemplo, si es producto de investigación. Con los medicamentos sucede mucho algo que se llama evergreen, o sea, un laboratorio presenta un medicamento X como
producto de investigación, después te presentan ese mismo medicamento con alguna sutil diferencia y te dicen “Esta es una innovación” y lo patentan nuevamente. Entonces
uno termina pagando patentes de patentes que no son. Bueno, quedamos desprotegidos
frente a estas estafas. Con los laboratorios estatales estamos produciendo medicamentos
que tienen patentes vencidas, como por ejemplo la patente del medicamento del Chagas,
que Roche dejó de fabricarlo porque el mercado “era muy chico”.
Siguiendo con el relato, en 2008 los veintiún laboratorios públicos fueron incorporados en el Ministerio de Salud, pero aún faltaba poner a la mayoría en condiciones ANMAT,
es decir, hacer transferencia de tecnología –del know how, como se le dice–, hacer capacitación de recursos humanos, hacer producción en línea, es decir, ponernos de acuerdo
en qué producíamos cada uno para no tener que parar las producciones. Porque un laboratorio que produce distintos medicamentos en una misma línea de producción tiene
que parar varios días cada vez que hace un cambio, porque se tiene que esterilizar toda la
línea. O sea, si se cambia ibuprofeno por atenolol hay que esterilizar toda la línea. Y lleva
un día de trabajo hacerlo. Entonces, si yo me pongo de acuerdo con otro laboratorio, vos
producís el ibuprofeno y yo el atenolol, lo intercambiamos, tenemos línea de producción
continua, duplicamos o triplicamos la producción. Con ese horizonte impulsamos la Ley
26688, que es la ley de Producción Pública de Medicamentos.
En 2008 el alcance del Ministerio era limitado: se dedicaba a ver qué producía cada
laboratorio y chequear y contabilizar la producción. Pero de ahí no se sacó nada porque
no se hizo un análisis sanitario que informe cómo resolver los problemas de, por ejemplo,
6,5 millones de personas con enfermedades crónicas no transmisibles, a los cuales vos le
podrías dar el día de hoy los medicamentos de forma absolutamente gratuita. Eso, creo
yo, sería tener una política de medicamentos.
La industria privada nacional, CILFA, es modelo en diferentes aspectos de su funcionamiento. Pero todo eso se derrumba cuando copian el modelo de comercialización de
las multinacionales que consiste nada más y nada menos que en producir una cadena de
valor del 1000%, como mínimo. No hay ninguna otra industria que haga esta diferencia. Y
en los medicamentos importados la diferencia llega al 33.000%.
P: ¿Hay algún tipo de regulación en el mercado de medicamentos?
JR: Nada, ninguna. Y con el gobierno de Macri se desarmaron los pocos mecanismos
que había, que estaban en manos de la Secretaría de Comercio que, a propósito, no tiene
ni tuvo una dirección de medicamentos.
Desde los laboratorios públicos ofrecimos a la Secretaría de Comercio la estructura de
costos. Los laboratorios públicos agregan un 20% al valor de producción. Ese porcentaje
es para garantizar la capacidad de funcionamiento, amortización del deterioro de los bie-
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
90
�nes de capital, sueldos, etc. Las plantas productoras de medicamentos son autofinanciables. Hoy el Tafirol cuesta más o menos 15 pesos, ¿no? La producción del blíster no vale
ni un peso. Los diez comprimidos, costo directo, costo indirecto, impuesto a la primera
venta, todo, no llega ni a un peso. La Ley 26688 no fue reglamentada por el ministro de
entonces, Manzur, de hecho, la congeló. Entonces, impulsamos la Ley 27113 de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos, la ANLAP, que logramos que salga a mediados del
2014. Esa ley es como la reglamentación de la otra. Con eso podíamos llevar adelante
muchos proyectos que un año después fueron pausados o saboteados por el gobierno de
Cambiemos. Para ellos, el objetivo de los laboratorios públicos es abarcar los medios para
“enfermedades huérfanas”, es decir, todo aquello que no quiere hacer la industria.
P: Porque no es rentable.
JR: Exactamente.
P: Jorge, quisiéramos que nos cuentes sobre la ley de patentes y las modificaciones que introdujo el macrismo.
JR: La medida clave fue la Resolución Nº 56 del INPI2. Esa medida abre las puertas a las
patentes innecesarias, lo que les comentaba antes. Es como un tratado de libre comercio
hecho a medida de la industria transnacional. Con esta resolución ya no se puede decir
no a nadie. Con esta medida entregaron soberanía. Todo lo que estamos hablando de medicamentos y de salud que estaba en la Alianza Transpacífico, está en los convenios TISA
de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
P: En una entrevista lo escuchamos hablar de una experiencia en la que Brasil logró eludir las
restricciones de las patentes, ¿podría contarnos sobre eso?
JR: Sí, el ministro de Salud del gobierno del presidente Lula advirtió que en Tailandia se
vendían a 0,85 dólares los antirretrovirales que en Brasil se vendía a poco más de 2 dólares.
Es común que los grandes laboratorios pongan precios según la capacidad de compra de los
países. Lula denunció este asunto en la OMC. En ese momento su gobierno tenía bastante
fuerza, especialmente por las estrategias regionales como la UNASUR. Hizo lo mismo que
Argentina con los Fondos Buitres, juntamos cientos de países afectados por lo mismo para
armar un frente común. El gobierno de Lula hizo caer la patente y a partir de ese momento,
y hasta el día de hoy, Farmaguinhos, la empresa estatal de medicamentos de Brasil, empieza
a producir antirretrovirales por fuera de la patente.
Otra experiencia clara que tenemos, que es exactamente al revés, de pérdida, fue la licitación pública de medicamentos antituberculosos que hizo el gobierno de Cambiemos.
2
Para más información, puede consultarse <https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/resoluci%C3%B3n-125-2016-268619> acceso: 18/9/2022.
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�Esos medicamentos se utilizan para controlar la tuberculosis, que es una enfermedad
emergente, relacionada con la pobreza. Esta administración llamó a licitación y no se presentó ningún laboratorio. Era de esperar, pues se trata de un medicamento barato. Ante
eso, el gobierno podría haber intervenido, por ejemplo, llamar a un laboratorio y decirle
“Mirá, Laboratorio Elea”, por ejemplo, “Mirá, ¿vos me estás vendiendo ese medicamento
y por mes facturás 2 o 3 millones de dólares? Si no producís el medicamento para la tuberculosis vamos a tener que rescindir esto otro”. Esa es un tipo de presión que puede hacer
un gobierno y de hecho a veces no queda otra. Pero el gobierno intervino en ese vacío y
encontró un laboratorio público, el PROSOME de Río Negro, que ni siquiera tiene todavía
el registro de la ANMAT y, junto con la Universidad Nacional de La Plata, apuraron los
trámites, consiguieron los permisos y las capacitaciones que necesitaban y ahora este laboratorio produce 8 millones de comprimidos para tratamiento de tuberculosis por mes.
La potencia de la producción pública es increíble.
Retomando algunas de las cosas que charlamos, podríamos decir que uno de los objetivos de la producción pública de medicamentos es ser empresa testigo de precios.
P: ¿Es como una regulación indirecta del mercado de medicamentos?
JR: Exacto, empresa testigo de precios. Un segundo objetivo es favorecer la investigación y el desarrollo. No se puede concebir la producción de medicamentos sin investigación y desarrollo. Entonces nosotros, junto con el CONICET, con el Ministerio de Ciencia y
Tecnología, teníamos esa capacidad, estábamos produciendo investigación, con gente del
programa Raíces que había venido de Alemania. Esa gente logró aislar una proteína que
dispara el Alzheimer y el Parkinson. Entonces nos focalizamos en la búsqueda del antagonista de esa proteína para evitar la enfermedad. Una patente así, inventada en Argentina,
puede llegar a aportar mil millones de dólares por año para el país, es incalculable. Y a
esto que no quería financiarlo nadie, lo terminó financiando el gobierno de Cristina con
30 millones de euros. Así logró que el proyecto permanezca aquí, porque querían llevárselo los alemanes, pero los científicos eligieron quedarse. No sé cómo está hoy el tema,
pero imagino que avanzando.
El otro tema que les quiero contar es sobre la experiencia de un científico egipcio que
estaba investigando la trilogía de drogas del HIV. Estaba intentando sintetizarlas en un
solo comprimido para evitar los efectos secundarios de las otras drogas. Cuando llegó a
la fase de humanos se dio cuenta de que el medicamento curaba la Hepatitis C, que está
asociada al HIV, en noventa días. Hace 45 años que no se inventaba un solo medicamento
que cure una sola enfermedad. En 1993 el Premio Nobel en medicina dijo: “Recibo este
premio con dos sentimientos: uno de profundo agradecimiento por el premio y por el reconocimiento a mi esfuerzo y al de mi equipo. El otro es una profunda decepción que se
debe a que cada vez que estábamos arribando a la resolución clínica de una enfermedad
nos suspendían el financiamiento”. Ese es el escenario. El investigador egipcio comenzó
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�a publicar sus resultados en revistas prestigiosas y así se empezó a conocer que el medicamento no solo disminuía y eliminaba los regímenes humorales para la hepatitis C,
sino que también hacía desaparecer la enfermedad. Una maravilla. Al poco tiempo se le
presentan dos señores y le dicen “Venimos a comprarle la patente”. “No esto es para la
humanidad”, dijo en un primer momento el investigador. “Para nosotros la humanidad
tiene precio, así que le dejamos una propuesta”. A los dos días el tipo estaba anunciando
que había vendido la patente. ¿Cuánto le dieron por la patente? 11.200 millones de dólares. Uno de los compradores se llama Paul Singer, que para nosotros es famoso por los
Fondos Buitres. Y el otro se llama Donald Rumsfeld, que es nada más y nada menos que
ex secretario de Estado de los Estados Unidos, un importante traficante de armas y dueño
del Tamiflu, que fue el medicamento de la polémica N1H1. ¿Por qué se hizo dueño del
Tamiflu? Esto que cuento lo denunció Hillary Clinton en la campaña. Porque compró todos los campos de anís del mundo que proveían a la industria farmacéutica para fabricar
ese medicamento. Cuando lo consiguió, el Tamiflu pasó de 78 dólares a 780, le agregó un
cero. Este señor influyó para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara una
pandemia. Después de esto los directores de la OMS fueron echados, pero en los primeros
seis meses de pandemia ganaron millones de dólares.
Volviendo al medicamento de la hepatitis C. Su estrategia de comercialización consistía en dividir el mundo según su mercado. El medicamento tenía un problema en términos comerciales: compraron la patente de un medicamento que en noventa días termina
con la causa que origina su compra. La causa de la compra se acaba, ya no tienen un rehén de por vida porque el medicamento cura. Entonces, dividieron el mundo en tres categorías: países de alta renta, renta media y baja renta. Hablamos del mismo medicamento,
producción y costos. Países de renta alta: 1.000 dólares el comprimido, 90 mil dólares el
tratamiento, se toma un comprimido por día. Renta media, 100 dólares el comprimido, 9
mil dólares. Renta baja, 10 dólares el comprimido. Los de la renta baja se lo dieron para
comercializar a la India. Estos señores vinieron para Argentina con los 1.000 dólares. Nos
negamos, eran tres presupuestos anuales de salud pública. A los pocos días nos dijeron
100 dólares. Se habían equivocado, nuestro país es de renta media. En ese caso se trataba
de tres presupuestos del Programa Remediar. Si comprábamos este medicamento no podíamos comprar ningún otro. Ante este escenario lo primero que hicieron fue impulsar la
asociación de familiares, para presionar. Desde el Ministerio se los recibió y se les propuso trabajar en conjunto apuntando el reclamo al laboratorio que se llama Gilead. Se trata
de un laboratorio que no tiene ninguna planta de producción en el mundo. Solo contrata
producciones. ¿Se dan cuenta la pérdida de soberanía que significa esto? Nosotros nos
ofrecimos a producirlo, es fácil de producir. Ya tenían los técnicos listos.
P: Jorge, ¿qué hacemos con el asunto de las materias primas? Porque al no tener acceso a este
campo imaginamos que es muy difícil hablar de soberanía en la producción, ¿no?
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�JR: Con las materias primas, durante los últimos años del gobierno de Cristina, desde
el Ministerio de Defensa que es donde yo estaba, presentamos en la UNASUR un proyecto
de producción pública de materia prima que beneficie a los 400 millones de latinoamericanos. Así romperíamos la lógica de la escala, que fue la que usaron los economistas
en los 70 para decir que a la Argentina no le daba la escala para producir materia prima
de medicamentos. La escala es una cuestión política. El proyecto se aprobó en Lima, en
el Instituto de Defensa de la UNASUR en noviembre-diciembre del 2013. A partir de ahí
hicimos un primer año de relevamiento. En condiciones de producir estábamos Brasil,
Uruguay, Ecuador y Argentina. La cabecera en Argentina y Ecuador como colaborador.
Todo esto con el macrismo quedó en pausa, diluido.
P: Desde tu experiencia política, ¿para dónde habría que apuntar la agenda del campo popular en relación con una política de medicamentos que los aborde como bienes sociales?
JR: Si el interlocutor es un gobierno como el de Cambiemos, yo solo les reclamo que
se vayan. No les voy a reclamar nada. No hay resquicio con un gobierno neoliberal. Solamente echarlos. No hay otra posibilidad. Podemos pensar, pensar es gratis, pero conseguir es imposible y humillante. Y lo digo desde mi experiencia en la Comisión de Salud de
Diputados, desde donde veo lo que hacen y cómo lo hacen. Por ejemplo, presentaron un
proyecto de ley para medicar la dislexia. Para medicar el déficit de atención con Ritanil.
Como en Estados Unidos, donde cuatro de cada diez niños están medicados.
La medicalización es un negocio brutal. Cuando me recibí de médico, los niveles de
colesterol estipulados para empezar a sospechar un proceso de hipercolesterolemia eran
2,40. Hoy es 1,20. Los niveles de glucemia eran 1,8. Hoy es 1. Los cambios de esos valores
los impulsan los laboratorios.
P: Es un desafío cuando asuntos de los políticos se nos presentan un tanto opaco, distante. Eso
requiere que las estrategias y agendas de luchas se involucren desde un lugar de expertise. A veces
eso lleva mucho tiempo, así como cambios en ciertos modos de lo político, ¿qué piensa de esto?
JR: Nuestro campo político, el mío particularmente, tiene que ver con la gestión. Estamos impulsando distintos proyectos de ley. Uno de ellos es para cambiar el artículo 2
de la llamada Ley de Genéricos. Este artículo posibilita poner nombre de fantasía a los
medicamentos, lo cual hizo trizas muchas de las bondades de la Ley de Genéricos. Necesitamos derogar ese artículo. Lo segundo que estamos impulsando es la prohibición de
las publicidades de medicamentos. Eso ayuda a evitar la medicalización. Esa es la batalla
cultural. Hoy te han convencido de que si no tomás una pastilla de algo no vivís. Entonces
los padres les dicen a los chicos cuando salen “No te vayas a fumar un porro”, mientras
el chico ve a la madre que toma una pastilla para dormir, otra para despertarse bien, el
marido una azul, una amarilla, una roja, por si pasa algo, a la mañana: “Esta pastillita para
ir de cuerpo”. Entonces, en un punto, la vida depende de los laboratorios. Han instalado
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�que la pastilla es el contacto, incluso la posibilidad para seguir vivo. “Si no tenés ganas de
trabajar, tomate esto”. Pero ¿alguien me puede explicar por qué hay que tener ganas de ir
a trabajar si es lo más espantoso del mundo? “No quiero tomar nada”. Ese combate, esa
batalla cultural, es central. Lo tercero que estamos haciendo es cambiar el paradigma, de
la enfermedad hacia el fortalecimiento de la salud. Que el eje de la planificación en salud
sea la APS, territorial, desplegada, multicéntrica y poliprofesional, es decir, de todas las
profesiones que hacen a los equipos de salud. Ahora, no le pidas peras al olmo, el gobierno de Cambiemos no nos va a dar nada. Se le podría pedir, por ejemplo, una planificación
efectiva en el control de precios de los medicamentos, que usen la estructura de costos
nuestra, de los laboratorios, pero no nos van a dar bola. Ellos piensan que el medicamento
es un bien de mercado. Ese es el paradigma a partir del cual diseñan políticas.
P: Ese control se haría a través de la Secretaría de Comercio, ¿no?
JR: Sí, esa sería la dependencia que debería operativizar eso. Pero hasta ahora no conseguimos que le hagan lugar a este tipo de controles. Frente a eso, nuestra estrategia es
fortalecer el reclamo popular y el empoderamiento de las organizaciones.
P: Vamos a cerrar con esa idea, que no tiene fecha de vencimiento. ¡Muchas gracias Jorge!
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�Fragmentos del texto “Pandemia, entre la salud y la economía” (2020)
de Jorge Rachid1
Un dilema ético y moral
La conciencia de un pueblo se define en el destino común por cultura, por historia,
por oralidad familiar y social; va construyendo las subjetividades que dan forma al ser
humano como una identidad no solo individual, sino social y política y por una mirada
del mundo, de la vida y de las cosas que suceden, ese conjunto de ideas llamadas ideología. Las preguntas que surgen son: ¿Existe una ideología sanitaria? ¿Forma parte de ese
conjunto de ideas la cultura sanitaria de un pueblo? ¿Esa cultura es puesta en duda por
políticas nacionales o colonizadoras? La respuesta es sí. Desde el peronismo en adelante,
con Ramón Carrillo como abanderado, con los Alvarado, los Ferrara, los Liotta, los Testa
y cientos más de sanitaristas y médicos de todas las latitudes del país, desde la Medicina
Social del fundador a la Epidemiología Comunitaria o Crítica de hoy, que nos define como
enfrentando las determinaciones sociales que afectan la salud, sabemos que la salud es
un derecho humano esencial, que es un bien constitucionalmente protegido, que los médicos no somos los dueños de la salud de un pueblo, sino que es la política y el Estado
quienes deben preservarla. Entonces, existe una cultura que hace de la salud pública su
bastión principal en los servicios sanitarios, pero también advierte que toda la salud es
pública, aunque algún sector pueda ser de gestión privada. Esa sola razón implica que el
llamado “mercado” no puede ni debe accionar en el sector salud, ni la industria farmacéutica, ni las nuevas tecnologías pueden reemplazar las políticas oficiales o eludir los sistemas regulatorios de un Estado en democracia plena, que debe proteger a sus habitantes.
Por lo tanto, no enfrentamos una pandemia desde un abismo, lo hacemos con una
conciencia popular compartida que se basa en la solidaridad social y el convencimiento
de que la salud pública, o sea el Estado, es quien puede proteger su bien más preciado.
Por esa razón no hay conflicto entre salud y economía con un Estado nacional y popular
que atienda la emergencia, protegiendo los intereses de los sectores más humildes y excluidos socialmente, aún en detrimento de la actividad económica, que necesariamente
debe ser frenada. Si estuviésemos en guerra la situación se agravaría aún más por la destrucción que conllevan los conflictos bélicos, en donde los pueblos no solo sufren desde lo
sanitario, sino también con los desplazamientos migrantes y la destrucción de ciudades.
El dilema moral no es tal. Solo se plantea una lucha de intereses entre el bien común y el
1
Publicado en la revista de la Fundación Soberanía Sanitaria, edición especial, año 4, 2020, pp: 29-32. Para
más información, ver <http://revistasoberaniasanitaria.com.ar/wp-content/uploads/2020/05/edicionespecialpandemia.pdf> acceso: 17/12/2021.
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�individual empresarial que, además de intentar burlar la cuarentena determinada por el
poder político, lo extorsiona con desabastecimiento y aumento de precios, lo cual impacta directamente sobre la calidad de vida de la población, genera más pobreza y baja las
defensas de los organismos subalimentados. No es entonces un dilema, es una canallada
de sectores privilegiados que intentan colocar de rehenes al conjunto de la población, con
impacto directo a su salud, poniendo en riesgo a la comunidad en su conjunto. Pero una
pandemia no produce una crisis, en todo caso desnuda lo lábil de un sistema basado en
el lucro y la especulación, que siempre tiende a debilitar los lazos sociales y utilizar al Estado como coto de caza de sus propios intereses, bajando el llamado “gasto público”, que
no es otra cosa que la inversión en salud, educación, seguridad, obras públicas, viviendas
y todo aquello que las políticas neoliberales catalogan como “gasto”, imputándolo a pérdidas, al desconocer la importancia social de un pueblo incluido en el destino de la Patria.
Un nuevo escenario
Al terminar la crisis de la pandemia, la Argentina y el resto de los países, se encontrarán en la tarea de rediseñar estratégicamente el modelo de construcción social y económica que llevarán adelante, al quedar demostrada la fragilidad de los sistemas que hasta
ahora dominaban el mundo. Nuestro país enfrenta ese desafío de la mejor manera, por
historia y por cultura nacional, que le otorga desde lo sanitario un avance para el día después: el sistema público y los sistemas solidarios de salud saldrán fortalecidos frente a las
presiones del mercado de la salud, que intentó por años la destrucción de las instituciones
propias de nuestra cultura sanitaria nacional basada en la solidaridad social. Ese intento
de transformar los sistemas solidarios en sistemas de lucro deberá quedar enterrado después de la pandemia, como así también la extorsión de la industria farmacéutica en los
precios de un bien social como son los medicamentos, y el uso abusivo e inescrupuloso
de las tecnologías médicas, como corrupta de remuneración salarial anexa. El fortalecimiento del Estado como garante de los sistemas sanitarios debería ser el salto cualitativo
hacia adelante que nos permita recrear un sistema nacional, que integre a los diferentes
subsectores solidarios de la salud, en una planificación estratégica que devuelva a nuestro
país la concepción federal de igualdad de condiciones al conjunto de los compatriotas
en cualquier rincón del país donde el Estado repare las asimetrías propias de nuestra
extensión territorial y nuestras culturas integradas como Patria Grande latinoamericana.
En definitiva, de las crisis se sale con la oportunidad de construir un nuevo destino, consolidado en una visión estratégica de país, con un pueblo integrado y feliz, con soberanía
política y ejercicio pleno de la independencia económica en un marco de Justicia Social.
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�Dora Corvalán
Vacunas, salud pública y mercado
Diálogo con
Ana Mines Cuenya
�Seguidamente, transcribimos un diálogo resultado de un generoso intercambio escrito y telefónico que mantuvimos con la especialista Dora Corvalán a lo largo del segundo
semestre de 2020, en medio de las medidas de aislamiento y distanciamiento social, como
respuestas sanitarias a la pandemia de COVID-19.
A lo largo de este diálogo, Dora presenta caracterizaciones, análisis y reflexiones en torno a las vacunas, tema crucial en los tiempos que corren. Hablamos de los tipos de vacunas,
del lugar que ocupan, en general, en el presupuesto de la salud pública, del mercado internacional, sus regulaciones y, finalmente, hablamos de las vacunas en tiempos de COVID-19.
Pregunta (P): ¿Qué tipo de medicamentos son las vacunas? En relación con el modo en el
que son hechas y con los efectos que se esperan, ¿cuáles son los tipos de vacuna disponibles en la
actualidad? ¿Cómo son sus características principales?
Dora Corvalán (DC): A diferencia de otros productos farmacéuticos, las vacunas, en
general, son medicamentos profilácticos, diseñados para prevenir/evitar enfermedades
infecciosas inmunoprevenibles. Estos productos logran su objetivo mediante la estimulación de una respuesta inmunitaria (producción de anticuerpos, creación de memoria inmunitaria, etc.) que protege contra los microorganismos (virus o bacterias) que provocan
estas enfermedades. Cabe agregar que con el advenimiento de la biotecnología moderna
se ha desarrollado una serie de vacunas orientadas al tratamiento de dolencias y enfermedades ya establecidas1.
Las vacunas históricamente han sido productos biotecnológicos. Partiendo de la definición de biotecnología que ofrece la Office of Technology Assessment (OTA)2, institución vinculada al Congreso de Estados Unidos, como “el conjunto de técnicas que usan
organismos vivos o sus substancias para hacer o modificar un producto, mejorar plantas
o animales, o desarrollar microorganismos para usos específicos”, siempre la producción
de vacunas ha utilizado estas técnicas para lograr su objetivo. Los avances científicos generados en el ámbito de la biología han introducido cambios importantes en las técnicas
biológicas que utiliza la producción de vacunas.
Una distinción importante que conviene realizar a los efectos de entender a las vacunas
y el comportamiento de su mercado actual es entre biotecnología tradicional y biotecnología
moderna. Según Griliches (1957), la edad moderna de la biotecnología se inicia con la biología
1
2
Rinitis alérgica (fiebre del heno), Alzheimer, cáncer de mama, cáncer cervical, cáncer colorrectal, cáncer de pulmón, melanoma, esclerosis múltiple, adicción a la nicotina, tumores pediátricos.
Más información, puede consultarse en <https://ota.fas.org/> acceso: 11/12/2021.
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99
�experimental, que abre un camino de la manipulación genética. Este proceso se “completa”
dando lugar a la Biotecnología Moderna con el descubrimiento de Francis Crick y James D.
Watson de la molécula denominada ADN (ácido desoxirribonucleico), su estructura y aspectos de su funcionamiento en general y en las células de los organismos vivos. Esta molécula,
conocida también como modelo de doble hélice, es común a todos los seres vivos y contiene
las instrucciones necesarias para que un ser vivo nazca y se reproduzca. Tal avance científico
se puede señalar como la culminación del origen de la Biotecnología Moderna y una serie de
adelantos que redundan en nuevas técnicas, que en muchos casos fueron industrializadas,
como es el caso de las vacunas en un esquema de biofarmacéutica.
A partir de este paso paradigmático en la biotecnología, se inició un proceso de ampliación y multiplicación de biotécnicas, muchas de ellas derivadas del ADN/ADNr, relacionadas con proteínas, y otras moléculas, células y cultivos, bioprocesamiento, vectores
génicos, etc., constituyendo un camino hacia nuevas técnicas biotecnológicas.
Actualmente, las vacunas se pueden clasificar en tradicionales y modernas, lo que responde a las técnicas que se utilizan en su fabricación. Existe una gama de técnicas convencionales con las que se producen vacunas, esquematizadas de acuerdo a la evolución
tecnológica en técnicas clásicas o vacunas tradicionales:
• Vacunas atenuadas vivas.
• Vacunas inactivadas.
• Toxoides.
Con la evolución tecnológica, consecuencia de los adelantos científicos y del surgimiento de la moderna biotecnología, se removieron barreras técnicas y se logró identificar y aislar antígenos3 glico-proteicos (o a base de polisacáridos). Con eso las vacunas
dejaron de ser hechas con partículas enteras de microorganismos pudiendo liberarlas de
ciertas dificultades e inseguridades, para pasar a fabricarse con macromoléculas bioquímicamente bien caracterizadas como, por ejemplo:
• Vacunas de fragmentos subcelulares.
• Polisacáridos capsulares.
• Conjugadas polisacárido-proteína. Aparecieron para mejorar la débil inmunidad de
las vacunas con polisacáridos.
• Antígeno de superficie.
3
Es una sustancia que induce la formación de anticuerpos, debido a que el sistema inmune la reconoce
como una amenaza. Esta sustancia puede ser extraña (no nativa) proveniente del ambiente (como químicos) o formada dentro del cuerpo (como toxinas virales o bacterianas).
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
100
�Más recientemente se comenzaron a utilizar técnicas de ADN recombinante, ya sea
para producir vacunas seguras y a menor costo (como la de la hepatitis B) o reconstruir
una nueva partícula viral segura (como es el caso del HPV). También usando plásmidos
bacterianos o vacunas ADN:
• Vacunas ADN.
• Antiidiotipos4.
A continuación, comparto un cuadro que esquematiza las técnicas utilizadas, el tipo
de vacuna y las que han sido autorizadas para enfermedades evitables por vacunación.
Tipo de Vacuna y Enfermedades Evitables por Vacunación
Tipos de Vacunas
4
Vacunas Autorizadas
Vacunas
atenuadas de
microorganismos
vivos
Consiste en virus o bacterias debilitados, que el sistema inmunológico no
puede diferenciar de una infección real
y en consecuencia genera una respuesta
enérgica similar a la introducida por la
enfermedad natural
BCG, cólera (oral), gripe
(intranasal), sarampión,
paperas, polio (oral),
rotavirus (oral) rubeola,
viruela, tifoidea (varicela),
fiebre amarilla
Vacunas
Inactivadas
Contienen bacterias o virus muertos enteros o porciones de ellos y requieren varias
dosis generalmente para preparar el
sistema inmunológico y luego reforzar la
respuesta inmune para brindar protección
Hepatitis A, gripe, encefalitis japonesa, polio, fiebre
Q, rabia, encefalitis trasmitida por picaduras de
garrapata
Vacunas
Toxoides
Contienen toxinas producidas por bacterias que han sido inactivadas para evitar
los efectos tóxicos, a la vez que producen
una respuesta inmune protectora
Difteria, tétanos
Vacunas de
Subunidades
Se trata de proteínas específicas purificadas de virus o bacterias que son capaces
de generar una respuesta inmune
Antrax, gripe, tos ferina
Los anticuerpos no son todos iguales, de acuerdo al invasor, tienen una región diferente llamada idiotipo. Los idiotipos provocan la producción de anticuerpos contra ellos, por lo tanto, los anticuerpos que se
produzcan contra esa región se llaman antiidiotipos. La importancia de estos radica en que forman parte
de una de las cinco estrategias experimentales en que se está trabajando actualmente en la búsqueda de
una vacuna contra el HIV: subunidades recombinantes, péptidos sintéticos, vectores virales, antiidiotipos y virus, que pueden ser atenuados, muertos o fragmentados.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
101
�Vacunas de
Polisacáridos
Contienen moléculas purificadas de
azúcares obtenidos de la superficie de las
bacterias, que pueden estimular al sistema inmunológico de modo de generar
anticuerpos
Meningocócica, neumocócica y tifoide
Vacunas
Conjugadas
Contienen polisacáridos unidos a moléculas inmunoestimulantes para desarrollar una respuesta inmune más enérgica
Haemophilus influezae B,
meningocócica, neumocócica, tifoidea
Vacunas
Recombinantes
Se trata de proteínas virales o de virus o
bacterias vivos debilitados producidos
mediante el uso de ingeniería genética
recombinante
Hepatitis B, virus del papiloma humano, rotavirus
(oral, reordenado)
Fuente: FIIM, 2008.
P: Es un universo muy interesante el de las vacunas. Quería preguntarte por la incidencia de
la biología molecular en ellas: ¿cómo definirías a los biomedicamentos? ¿Cómo incide la genética
en la producción de vacunas? Este tipo de bioproducción, ¿tiene incidencia en los precios y en la
accesibilidad de las vacunas? ¿Cómo? ¿Qué beneficios aportan a nivel sanitario?
DC: Hasta la década de los 80 la producción de medicamentos y de vacunas transitaban trayectorias tecnológicas distintas. Los primeros estaban vinculados al campo de
la química, mientras que la producción de vacunas se relacionaba a técnicas biológicas.
Con el arribo de las nuevas técnicas biológicas, la industria farmacéutica global inició
un proceso de búsqueda de complementariedad entre la síntesis química y las técnicas
biológicas, con intención de aumentar la productividad y reducir costos. Después de un
período de fuerte competencia, surgimiento de nuevas empresas, descubrimientos científicos, surgen nuevos productos conocidos como biomedicamentos, dentro de los cuales
se incluyen las vacunas modernas. Una de las características de estos medicamentos son
sus elevados precios, motivo por el cual surge el interés de la industria farmacéutica por
las vacunas modernas. De este modo aumentó la cantidad de vacunas en el mercado y se
inició un proceso de instalación paulatina de las nuevas vacunas a medida que las tradicionales disminuían.
Todos los biomedicamentos tienen como característica su elevado precio. Que sean
caros no está asociado a su costo de producción, al menos no en una proporción importante. El elevado precio está vinculado principalmente a una reorganización institucional
en el ámbito de la propiedad intelectual. Los cambios en este campo acompañaron a distintas transformaciones científicos/tecnológicos: se pasó de un sistema de ciencia abierta
a uno que autorizó a patentar desarrollos científicos/tecnológicos financiados con fondos
públicos, lo que dio lugar a la apropiación privada del conocimiento y, más aún, al patentamiento de conocimientos financiado con fondos públicos.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
102
�Estos cambios, surgidos en Estados Unidos con la creación de la Organización Mundial
del Comercio (OMC) en el año 1994, se extendieron a todos los países miembros. Se firmó
el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con
el Comercio (APDIC). En él se establece una serie de principios básicos sobre la propiedad
intelectual tendientes a “armonizar” estos sistemas entre los países firmantes y, también,
en relación con el comercio mundial. En el transcurso de algunos años, estos principios
se establecieron para todos los países miembros.
De este modo se consolidó una industria farmacéutica multinacional atravesada por
una dinámica de acumulación que la conduce a una creciente concentración de poder
económico y financiero, estableciendo un puñado de corporaciones con capacidad de
crear monopolios vía las patentes. Es esta la principal razón de los elevadísimos precios
de los biomedicamentos.
Sin duda, los precios de los medicamentos afectan su accesibilidad, fundamentalmente en los llamados países en desarrollo. No obstante, también en los países centrales comienzan a escucharse voces de reclamo en cuanto al peso que tienen los medicamentos y
vacunas en los presupuestos públicos.
En cuanto a los beneficios sanitarios, el mundo científico está en permanente investigación respecto de los avances en las vacunas modernas. Sin dudas el hecho de haber dejado atrás el trabajo con microorganismos enteros, y en algunos casos vivos, implica una
mejora en cuanto a la seguridad de las vacunas, fundamentalmente para el personal de la
industria productora, así como también para la población vacunada. La bibliografía indica que las nuevas técnicas sortean limitaciones propias de las técnicas anteriores, aunque
se mantiene un permanente estado de pruebas y ensayos para incrementar la eficiencia
de este tipo de vacunas, principalmente las vacunas de ADN.
P: ¿Cómo caracterizarías el mercado internacional de vacunas? ¿Cuáles son sus generalidades? ¿Qué grado de concentración tiene este tipo de industria?
DC: Como decía anteriormente, el advenimiento de la biotecnología moderna trajo
consigo un nuevo mercado de vacunas vinculado a los intereses de la industria farmacéutica y a la reorganización institucional de los derechos de propiedad intelectual que la
OMC instaló a nivel global. Este mercado se caracteriza por su profunda concentración:
unas pocas empresas farmacéuticas, grandes jugadores del sector, fabrican solas o en asociación con empresas de biotecnología, con gran poder sobre el conocimiento específico
del producto (vacuna). O sea, el control del mercado está en pocas manos.
P: En Argentina, ¿cómo es la producción de vacunas? ¿Qué rol juegan los laboratorios públicos de medicamentos? ¿Cómo es el sector privado?
DC: En Argentina no se producen vacunas. La producción de vacunas local fue sufriendo un paulatino deterioro que ninguna política pública atendió, llegando a la destrucción
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�prácticamente total de su capacidad pública de producción. Las técnicas que manejó el
país hacia mediados del siglo XX en sus productoras públicas fueron las tradicionales. Hubiera sido realmente deseable que esa experiencia/saber hubiese servido de plataforma
de lanzamiento de procesos modernos, pero no ocurrió. En este sentido, dos fuerzas contrapuestas ejercieron el invalorable poder de destrucción ocurrido. Por un lado, el retraso
tecnológico local. Por otro, los procesos modernos contenidos en las vacunas importadas
dejaron a la producción local absolutamente desactualizada respecto de su capacidad de
producción a nivel local, al menos sin una política específica en ese sentido que, hasta el
momento actual, no existe.
La única vacuna provista al Calendario Nacional de Vacunación (en adelante CNV)
sin componente importado es para prevenir la fiebre hemorrágica argentina (en adelante
FHA), que se elabora en una de las productoras públicas, el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas (INEVH), en Pergamino, provincia de Buenos Aires. Esta
vacuna está incluida en el CNV desde el año 2007. La FHA se trata de una enfermedad
huérfana, propia de la zona rural norte de la provincia de Buenos Aires y sur de Córdoba
y Santa Fe. Es el único lugar en el mundo donde ocurre.
No son lo mismo las productoras públicas de vacunas que los laboratorios públicos
de medicamentos, entre ambos actores se mantiene la vieja diferenciación entre técnicas biológicas y químicas. En su gran mayoría, la producción pública de medicamentos
produce genéricos con técnicas químicas y no existe relación con la producción de vacunas. Existe una productora pública de medicamentos que maneja técnicas biológicas,
se trata del Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, pero esta no incursiona en vacunas.
En 2009 tuvo inicio una experiencia que pretendía impulsar las capacidades productivas locales privadas de vacunas en el país. La iniciativa vino a partir de la constitución
de un consorcio formado por tres empresas: dos nacionales, Elea (Laboratorio Farmacéutico) y Biogénesis Bagó (productora de vacunas veterinarias). La tercera era la empresa farmacéutica multinacional Novartis (proveedora por entonces de la vacuna contra la
gripe). A partir de ese consorcio se conformó la empresa Sinergium Biotech, ubicada en
la localidad de Garín, Escobar, provincia de Buenos Aires. En la actualidad, y a raíz de la
dinámica de fusiones y transformaciones de estas grandes empresas, aparece Seqirus,
que era parte del actor multinacional en el consorcio. El objetivo del consorcio fue producir localmente la vacuna contra la gripe. Se trata de un proyecto público-privado con
compromisos mutuos. El gobierno aseguró por 5 años, renovables, la exclusividad de sus
compras (demanda cautiva) y el consorcio se comprometió a transferir tecnología a la
productora local en etapas. En este marco se preveía que hacia el año 2014 el antígeno se
elaboraría localmente después de la instalación de una planta específica. A la fecha, la
etapa de transferencia tecnológica del antígeno no se ha concretado, así como tampoco
la instalación de la planta específica. Sinergium Biotech importa la vacuna a granel y la
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104
�envasa localmente, y además ha incorporado a su negocio otras vacunas a través de acuerdos similares con otras empresas multinacionales.
Otras empresas locales como Laboratorios Cassará, con varias plantas productoras
en el país (Liniers, Mataderos, La Plata, Neuquén, entre otras), han encarado proyectos
vinculados a medicamentos biológicos. En ese caso se está desarrollando el antígeno de
una vacuna contra la rabia humana, de hecho, está en etapa de aprobación en la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Cellargen
Biotech SRL y Biotecnofe SA, ambas ubicadas en el polo industrial de Santa Fe, proyectan
e intentan desarrollos biológicos, lo hacen en vinculación con la Facultad de Bioquímica
y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral. También tenemos el caso
del Instituto Biológico Argentino (BIOL), radicado en Florencio Varela, con más de 110
años de experiencia en este tema. Estas empresas cuentan con infraestructura y capital
humano, además de experiencia de trabajo. Ninguna de las mencionadas en este párrafo
produce vacunas para el CNV.
P: ¿Podría caracterizar el calendario de vacunación argentino? ¿Cómo fue el proceso de ampliación que tuvo en la última década? ¿Cómo es en relación con los calendarios que hay en otros
países? ¿Qué porcentaje del presupuesto nacional de salud está destinado a la compra de vacunas? ¿Quiénes son los principales vendedores?
DC: En 2003 se inicia una política pública de ampliación del CNV a través de la incorporación de vacunas, pasando de ocho en aquel entonces a veinte obligatorias en 2019, varias de ellas, cabe destacar, vacunas modernas. Esta política se genera en línea con otros
países y por las recomendaciones que la Organización Mundial de la Salud (OMS) les hace
a los países miembros. No está dentro de mis posibilidades opinar sobre el CNV, que ha
sido muy alabado por profesionales de la salud y también ha tenido sus críticas. O sea, de
acuerdo con los lineamientos de la OMS es muy completo.
Una observación que sí puedo hacer respecto al CNV refiere a su peso tanto dentro del
presupuesto público como de la balanza comercial. Un ejercicio que realicé con detenimiento en estas cuestiones, con base en datos del 2017, consistió en una estimación de
compras de vacunas por parte del Ministerio de Salud. A través de ese ejercicio se calculó
un requerimiento de 29.640.500 dosis, las que representaron casi 233 millones de dólares.
Cifra nada menor. De hecho, si consideramos el presupuesto para el Ministerio de Salud
estimado para 2017, expresados en dólares, el monto requerido para vacunas representa
aproximadamente el 10%.
P: Desde su perspectiva, ¿qué quiere decir que Argentina tiene un sesgo marcadamente importador respecto de las vacunas?
DC: Significa que la provisión de vacunas al CNV se hace vía importaciones sin posibilidad de modificación en el corto plazo.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
105
�P: ¿Qué condiciones debe cumplir una vacuna para ser “confiable”?
DC: El objetivo principal a la hora de producir una vacuna es lograr dos propiedades:
1) eficacia en su capacidad antigénica, 2) inocuidad. La búsqueda por alcanzar esos dos
objetivos de la manera más acabada orienta la investigación en vacunas. Se trata de un
proceso dinámico que acompaña al desarrollo de la producción.
La manera en la que actualmente se definen objetivos y controles respecto de la producción de vacunas encuentra sus orígenes en los inicios del siglo XX, en Estados Unidos, cuando el Congreso aprobó la ley para regular la venta de virus, sueros, toxinas y
productos análogos. Esa norma fue conocida como Ley de Control de Productos Biológicos. En general estas necesidades de control tienen sus orígenes en efectos adversos
manifestados en algún evento determinado. Ese proceso arribó a la estandarización de la
producción de vacunas en una serie de etapas que deben darse en determinados períodos de tiempo. Aunque los especialistas indican que estos últimos son estimativos ya que
cada proceso y cada patógeno tienen particularidades. Las singularidades biológicas son
las que modifican los tiempos de las etapas. En algunos estudios se dificulta encontrar el
blanco buscado en las fases preclínicas. Respecto de las etapas clínicas la fase III puede
ser muy prolongada. Veamos con un poquito más de detalle cada una de ellas:
Etapa de exploración: Corresponde a la investigación básica, que dura, en promedio,
de 2 a 4 años. Los científicos identifican antígenos naturales o sintéticos que podrían ayudar a prevenir una enfermedad.
Etapa preclínica: Los estudios preclínicos utilizan sistemas de cultivos de tejidos o cultivos de células y pruebas en modelos animales, la idea es evaluar la seguridad de la vacuna candidata y su capacidad de provocar respuesta inmunológica. En promedio tiene una
duración de 1 a 2 años.
Cabe destacar que ambas etapas, la de exploración y la preclínica, deben ser aprobadas por organismos reguladores , lo que habilita a la continuidad del proceso en la tercera
etapa, que involucra ensayos en seres humanos.
Etapas clínicas en humanos:
Fase I: Este primer intento por evaluar la vacuna candidata en humanos involucra a
un pequeño grupo de adultos, de entre 20 a 80 personas por lo general. Las
metas de las pruebas de Fase I son evaluar la seguridad de la vacuna candidata
y determinar el tipo y alcance de la respuesta inmunológica que provoca la
vacuna. Esta fase puede llevar entre 1,5 y 3,5 años. Un ensayo prometedor de
Fase I avanzará a la siguiente etapa.
Fase II: Participa un grupo más grande de varios cientos de personas. Los ensayos son
aleatorios y bien controlados, e incluyen a un grupo de placebo. Las metas de
las pruebas son estudiar la vacuna candidata en cuanto a su seguridad, capacidad inmunológica, dosis propuestas, programa de vacunación y método de
aplicación. Esta fase puede tomar 2 o 3 años.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
106
�Fase III: Las vacunas candidatas avanzan a ensayos más grandes, en los que participan
decenas de miles de personas. Las pruebas son aleatorias y doble ciego, e involucran la vacuna experimental que se prueba contra un placebo. Las metas
son evaluar la seguridad de la vacuna en un grupo más grande de personas, lo
que permite identificar efectos secundarios que no aparecen en grupos más
reducidos como los analizados en las fases anteriores. También evaluar la eficacia. Esta fase puede tomar entre 2 y 4 años.
Culminada y aprobada la Fase III la vacuna puede solicitar su aprobación en organismos reguladores. Si es aprobada se avanza al proceso de registro y allí se inicia el período
de marketing y vigilancia. Este parte se estima que lleva un año. No obstante, el seguimiento y control de la vacuna y su aplicación continúa.
P: ¿Cuáles y cómo son las organizaciones internacionales y nacionales que controlan la producción y la calidad de vacunas a nivel global? ¿Y a nivel nacional? ¿Existe algún mecanismo
que regule el acceso a las vacunas por parte de los distintos países?
DC: Cada país tiene, o debería tener, su mecanismo de control de medicamentos y vacunas. La historia occidental y el avance tecnológico, entre otros aspectos, hacen que las
instituciones de Estados Unidos y la Unión Europea tengan el reconocimiento general en
cuanto a la validez de su aprobación de un producto.
En Estados Unidos la Food and Drug Administration, conocida por FDA, es el organismo responsable de la aprobación para que los productos sean utilizados en humanos y
lanzados al mercado. En la Unión Europea existe otro organismo llamado European Medicines Agency, conocida como EMEA. El organismo local responsable de la aprobación
de los medicamentos y vacunas en el país es la ANMAT.
P: Yendo específicamente al tema de las vacunas para el COVID-19, ¿cómo caracterizarías el
proceso de producción signado por la urgencia que ha tenido lugar en diferentes partes del mundo?
DC: No me resulta fácil hablar de ese tema, no tengo muchos elementos propios al
respecto. Puedo decir que he leído que las etapas iniciales de la vacuna en cuestión se
tomaron avanzadas ya que se partió de experiencias previas realizadas (SARS, MERS,
ébola, entre otras). La bibliografía indica que el tiempo promedio de poner una vacuna
en el mercado partiendo desde cero es de 10 años, pudiendo llegar a 15 años. Si la etapa
de exploración y preclínica se habían realizado en eventos anteriores se puede pensar
en 4 o 5 años, hubiesen restado 5 o 6 años para los procesos habituales y se realizó en 1
año. Es obvio que la pandemia aceleró los tiempos y si eso tendrá alguna consecuencia
se determinará en el devenir, lo cierto es que la realidad requiere una vacuna lo antes
posible. Se trata de un problema global de dimensiones muy grandes y de consecuencias
no posibles de medir, creería.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
107
�P: ¿Cómo caracterizarías la Ley de vacunas destinada a generar inmunidad adquirida
contra el COVID-19? ¿Cómo analizarías la relación de fuerza entre los actores en pugna? Pensando en la cláusula de confidencialidad, ¿qué lugar te parece que juega el derecho a la información en este contexto?
DC: Muchas veces escuchamos decir que las corporaciones tienen más poder que los
estados y que el mundo está dirigido o gobernado por las corporaciones. Después de la
Ley de vacunas destinada a generar inmunidad adquirida contra el COVID-19, acuerdo
un poquito más con esa afirmación. Creería que es una clara demostración de fuerza y de
debilidad. Las empresas “tendrían” en breve unos de los bienes mundiales más preciados
del momento, es decir, la vacuna. Además, cabe señalar que, en el corto plazo, la cantidad
de vacunas no alcanzará a cubrir la demanda global. Todo induce a pensar que las empresas son, de alguna manera, las dueñas de la situación, de los tiempos y de los alcances y
que, por lo tanto, ellas son las que ponen las condiciones.
Argentina particularmente no tiene ningún elemento de control sobre la situación, no
tiene modo de multiplicar la vacuna localmente, no tiene capacidad productiva, o sea, no
tiene muchas más posibilidades que aceptar las condiciones impuestas por las empresas.
De acuerdo a las normas argentinas, esta ley entra en conflicto con derechos, por eso fue
necesario sacar otra ley. Sin entrar en demasiado detalle, se puede decir que el tema está
regido por la Ley 26944 denominada de Responsabilidad Estatal, que en su artículo 1 dice:
“Esta ley rige la responsabilidad del Estado por los daños que su actividad o inactividad les
produzca a los bienes o derechos de las personas”.
Argentina participa del mecanismo COVAX (OMS; Alianza GAVI), aunque el problema
no está allí. Ocurre que existe una serie de acuerdos bilaterales que el país firma con las
empresas directamente. En estos acuerdos aparecen especificidades de los proveedores
que exceden el marco de la ley mencionada. Se escuchan justificaciones del tipo: “Estamos ante un escenario de altísima incertidumbre en el cual el encuadre de la ley no sería
suficiente”. Se trató de un punto crítico para lograr la firma de los acuerdos que “asegurarían” la disposición de la vacuna. Defensa de inmunidad soberana implica prorrogar la
jurisdicción, así como indemnidad patrimonial: si se presenta una situación de pago de
indemnización, esta debe ser asumida por el gobierno.
No está para nada explicitado cómo se manejará el tema de la propiedad intelectual.
Nadie ha dicho nada al respecto, no es momento de hablar de esas cosas5. Lo cierto es
que durante 2021 se largó una carrera por la vacuna que lo que menos mostró fue colaboración entre los actores. Cuando las vacunas estén aprobadas por los organismos reguladores y la urgencia de la pandemia haya culminado las etapas de pruebas, mi opinión, es
que aplicarán patentes. A este tipo de empresas no las mueve el interés por la salud pública, no se debería esperar que ocurra en esta oportunidad. Tampoco se debe esperar que
5
Hasta fines de 2022 esto se ha mantenido igual (N. de las comps.).
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
108
�compartan el conocimiento y el desarrollo del proceso productivo, ¿por qué lo harían?
La particularidad del momento y la velocidad del desarrollo las coloca en una situación
de cuidado ante riesgos de efectos secundarios, cuidado de no acentuar su fama de estar
más interesadas en el valor de sus acciones en la bolsa que en la salud pública. Cuando la
urgencia pase, veremos qué pasa.
P: ¿Como caracterizaría al llamado COVAX y a las organizaciones que lo impulsan como la
Alianza de Vacunas (GAVI), la OMS y las Coalición de Innovación y Preparación contra epidemias (CEPI)?
DC: La OMS, creada en 1946, fue definida como el órgano rector de las políticas de salud a nivel global, pero hace ya algunos años que ha perdido ese lugar. La tarea de los que
participamos en estos temas debería ser trabajar para que lo recupere. La participación
de los países miembros de acuerdo a su PBI y la democracia en la toma de decisiones
(cada país un voto) eran temas que disgustaban a los países más grandes (que aportaban
más dinero), así como a otros actores con poder como la industria. Con los años, se fueron
produciendo unas modificaciones –no me explayaré en eso aquí–, lo concreto es que hoy
se puede decir que la OMS perdió el control de su presupuesto. Hoy, ese presupuesto responde en un 20% a los aportes regulares de los países miembros y en un 80% en aportes
voluntarios realizados por instituciones benéficas, fundamentalmente Bill y Melina Gate,
países centrales, gran industria. Obviamente, estos dirigen las acciones y principales políticas de la institución. Algunos autores dicen que la OMS se privatizó, perdiendo la capacidad de órgano público rector de la salud mundial.
La situación que se observa en la actualidad es resultado de la evolución de los últimos
25, 30 años donde se conformó un orden global nuevo con una OMS privatizada. Ante
cada crisis o situación de riesgo sanitario aparecen proyectos de soluciones globales que
responden a ese nuevo orden global. COVAX surge del propósito de trabajar en pos de
que todos los países dispongan de la vacuna, para ello estos deben comprometerse con
la estrategia y realizar una precompra de una vacuna, la que todavía no existe, y que pagaran con fondos públicos. De este modo, COVAX se comprometería a cubrir un 10% de
la población de cada país para que se vacunen los casos de mayor riesgo. Existen fuertes
presiones a través de la OMS para que la mayor cantidad de países participe de COVAX, la
OMS publicó que 160 países ya son parte.
El Dr. Germán Velázquez6 se hace una serie de preguntas respecto de COVAX. Las
comparto aquí con el objetivo de pensar en esta situación: ¿Quién dirige COVAX? ¿Cuáles son las herramientas o instrumentos para aplicar lo que decida COVAX? ¿Cuáles
6
Germán Velázquez es filósofo y Dr. en Economía. Tiene un largo recorrido en el tema medicamentos en
los países en desarrollo. Trabajó en la OMS como Coordinador del programa de medicamentos esenciales. Hoy es director del Centro del Sur.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
109
�son las relaciones entre COVAX y la fundación de Bill y Melinda Gate? ¿Cómo se resolverá la contradicción entre los mecanismos internacionales voluntarios de COVAX y
lo que se ha dado en llamar los nacionalismos de las vacunas o “mi país primero”, de
los países centrales?
En nuestro país se ha calculado que cerca de 11,2 millones de personas requerirán
vacunas en primer lugar, debido a su trabajo de riesgo, situación de enfermedades prevalentes o los mayores de 65 años, lo que representa aproximadamente el 25% de la
población. Si COVAX se compromete a cubrir el 10% es evidente que no resuelve el problema. No he realizado este análisis para otros lugares del mundo, pero seguramente
ocurrirán situaciones similares. Mi interpretación es que COVAX no se pensó para resolver el problema de los países en desarrollo, como declama su organización. O, dicho de
otro modo, al no estar dirigido por ningún organismo público global con capacidad de
aplicar normas, no dispone de elementos para lograr el objetivo señalado o declamado.
Por lo tanto, la disposición de “la vacuna” en los países más pobres se verá demorada
como ocurrió con los retrovirales contra el HIV en los 90. Ojalá me equivoque, pero los
antecedentes y las señales comentadas indican que iremos hacia allí.
P: Muchísimas gracias Dora. Muy enriquecedores tus aportes.
Bibliografía
FIIM-Federación Internacional de la Industria del Medicamento, 2008. “El valor de las vacunas, dos siglos de avances médicos sin precedentes”, mayo de 2008.
Griliches, Zvi, 1957. “Hybrid corn: an exploration in the economics of technological change”
en Economitrica, 25(4), octubre.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
110
�Rubén Sajem
Por un modelo farmacéutico comunitario
y articulado con el sistema de salud
Diálogo con
Ana Mines Cuenya
�El presente es un texto que resulta de los encuentros e intercambios sostenidos durante 2019 y 2020 con Rubén Sajem. A lo largo del mismo, Rubén analiza el rol del sector
farmacéutico, sus limitaciones, contradicciones y también las enormes posibilidades
que este tiene en tanto parte del sistema de salud. Además, revisa algunos modelos farmacéuticos de referencia implementados en otros países, las regulaciones nacionales y
provinciales que dan forma al heterogéneo sistema farmacéutico argentino y también
el complejo sistema de financiamiento en el que participan obras sociales, prepagas y
las “mandatarias”. Sobre el final, analiza la actuación del sector farmacéutico durante
los momentos más álgidos de la pandemia de COVID-19 en Argentina; el modo en el que
se desenvolvió, destacando las enormes potencialidades de este sector en tanto puerta
de acceso al sistema de salud y dispositivo de educación y promoción de la salud y prevención de enfermedades.
Pregunta (P): ¿Cómo caracterizaría el rol de las farmacias en el sistema sanitario formal de
la Argentina de estos tiempos?
Rubén Sajem (RS): Comenzaría diciendo que el rol de las farmacias en el sistema
sanitario argentino es esencial. Las farmacias se caracterizan por ser lugares de fácil
acceso. No existen grandes barreras socioculturales para que las personas consulten
y accedan a un o una profesional de la salud, como sí puede suceder en otros establecimientos sanitarios. Todas las farmacias argentinas cuentan con un profesional farmacéutico responsable, formado y graduado en una universidad. Esa persona ejerce
la dirección técnica de la farmacia y tiene que estar disponible para la atención de pacientes mientras el establecimiento esté abierto. Esto es muy importante y no es algo
que suceda en todos los países de América Latina. En Ecuador y México, por ejemplo,
la farmacia puede estar abierta solo con auxiliares, prescindiendo de la presencia permanente de quien cumple con la dirección, quien puede tener a cargo varias farmacias.
La no presencia permanente del farmacéutico/a es una de las características del modelo
desregulado del campo farmacéutico, modelo que no suele tener efectos positivos, especialmente en los países cuyo sistema sanitario no llega a brindar atención sanitaria a
quienes lo requieren.
P: ¿Cómo se regula el sector farmacéutico en la Argentina?
RS: En nuestro país tenemos la Ley nacional 17565. Esta normativa fue sancionada en
1967 y si bien luego fue modificada aún mantiene la impronta con la que fue promovida
hace más de 50 años. En los 60, el rol del o de la profesional en farmacia tenía mayor
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
112
�centralidad; esa es una cosa que se perdió. Lo que no se perdió es la titularidad del farmacéutico/a en la dirección técnica de la farmacia. Eso, al menos en la formalidad, en
Argentina se mantiene.
Además, están las leyes provinciales como la de la provincia de Buenos Aires o la de
Santa Fe. Esas leyes promueven un modelo farmacéutico sanitario que prioriza su accesibilidad en cuanto establecimiento sanitario. Cuando las farmacias tienen una orientación
comercial no se las puede considerar parte de un sistema sanitario porque pasan a ser un
lugar que dispensa medicamentos guiado por políticas comerciales. Eso se ve con mucha
claridad en el caso de las grandes cadenas de farmacias, especialmente en la Ciudad de
Buenos Aires, las cuales consiguen un peso específico que les da poder para negociar y
determinar aspectos de su orientación comercial.
P: ¿Podrías describir un poco más en qué consiste la impronta que la Ley 17565 dejó en el
modelo farmacéutico del país?
RS: Lo principal, creo, es la jerarquía que daba a la figura del o de la profesional en farmacia. De hecho, originalmente era quien tenía la propiedad de la farmacia. Esa característica se matizó, pero de alguna manera continua vigente. En sus orígenes la ley preveía
mecanismos para generar sociedades, pero eran sociedades muy distintas a los tipos societarios de las cadenas de farmacias que conocemos, que son sociedades anónimas. En
los años 60 y 70, aparte de ser lugares de dispensa de medicamentos, las farmacias tenían
un rol preponderante en la elaboración de medicamentos.
La ley estipulaba que las droguerías tenían a su cargo las tareas de distribución, los
laboratorios las de producción y que las farmacias tenían reservada la preparación de
recetas y la dispensa de medicamentos. Esto daba una cierta simetría en cuanto a las decisiones acerca de las políticas de medicamentos que –hay que decirlo– siempre fueron
un poco independientes de las intenciones de los distintos gobiernos. De hecho, esta ley
fue sancionada durante el gobierno de Onganía, y ya sabemos que ese gobierno dictatorial
quiso alterar las relaciones de poder más igualitarias que habían sido promovidas por el
peronismo. Así y todo, fue ese gobierno el que aprobó una ley nacional de farmacias que
daba cierto equilibrio a los principales actores: laboratorios, droguerías y farmacias.
P: ¿Cuáles fueron las modificaciones que se le hicieron a la ley?
RS: La principal fue en el 91 a través del Decreto 2284, luego reafirmado por la Ley
nacional 24307. Es el mismo decreto que promovía la desregulación de la economía argentina, en general. Las políticas de salud contempladas en ese decreto venían directamente desde el Ministerio de Economía. Tenía tres artículos que impactaron mucho en
las farmacias argentinas; uno de estos es el 14 que permitía la venta de medicamentos
de venta libre fuera de las farmacias, o sea, en supermercados, almacenes, kioscos, estaciones de servicio con el supuesto propósito de abaratarlos. Esa normativa conlleva la
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�concepción de los medicamentos como bienes de consumo y no como bienes sociales,
relativos a la salud. Eso puede generar numerosos perjuicios.
Los medicamentos son fármacos, vienen de la palabra griega pharmakon, la cual contiene el doble significado de remedio y veneno. Por eso los farmacéuticos y farmacéuticas no
decimos “remedio”, sino “medicamento” o “fármaco”. Porque muchas veces esa doble acepción está presente de manera evidente. Porque en mayor o menor medida, siempre hay un
efecto no buscado o no deseado en la utilización de un medicamento. Esto se manifiesta de
manera notable en la cantidad de ingresos de urgencias por guardia asociados al mal uso
de medicamentos y, en plazos más extendidos, en los efectos iatrogénicos que produce el
consumo excesivo de medicamentos. La venta en kioscos agudizaba estos peligros.
Volviendo al decreto, además del artículo 14, estaba el 15 que permitía la habilitación
de stands o de pequeños lugares en los supermercados para ofrecer medicamentos tanto
recetados como de venta libre. Estaban en el medio de las góndolas, con un/a farmacéutico/a, eso sí. Al final resultó que a los supermercados no les servía porque entre que tenían
que garantizar el acceso en los horarios de turno y que la rentabilidad no respondía a las
tasas gigantescas por las que muchas veces se rigen, no les cerró. En 2009, 18 años después de su aprobación, se derogaron el artículo 14 y 15 a través de la Ley 26567.
P: ¿Y cuál era el tercer artículo que mencionabas?
RS: El número 13, que aún permanece vigente. Ese artículo establece que la propiedad
de la farmacia puede estar en manos de cualquier tipo de razón societaria, incluida la sociedad anónima. O sea, el farmacéutico/a pierde la propiedad exclusiva de las farmacias.
Dice también que no se pueden establecer restricciones respecto de la localización de las
farmacias, es decir, que no se pueden estipular criterios vinculados a la densidad poblacional, por ejemplo. El tema es que la densidad poblacional no siempre se corresponde
con poder adquisitivo. Se puede abrir farmacias en cualquier lugar e incluso a través de
figuras como la sociedad anónima, en la que no se sabe quiénes son los dueños, qué intereses tiene, ni cuáles son sus relaciones con otros actores dentro de la elaboración o distribución de los medicamentos. Esto generó un fuerte impacto, de hecho, a partir del 91,
se empezaron a abrir cadenas de farmacias de sociedades anónimas en la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba, principalmente. Implica, además, que puede darse un proceso de
concentración de la propiedad de las farmacias en manos de pocas sociedades anónimas,
generando actores comerciales que pueden tener mucho poder, como es el caso de Chile.
Provincias como Buenos Aires y Santa Fe pudieron mantener modelos en los que la
propiedad de la farmacia sigue en manos de farmacéuticos y farmacéuticas. Son modelos
que prevén la apertura de nuevas farmacias según criterios de densidad poblacional y
distancia entre sí, es decir, la apertura tiene que estar justificada en una necesidad territorial, o sea, contrarias a lo que establece la ley nacional.
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�P: Pensando en todo esto, da la sensación de que las farmacias tuvieron y que podrían tener
un rol más preponderante en el sistema sanitario, ¿no?
RS: Sin dudas. El rol de las farmacias es importante pero aquí en Argentina está subvalorado. El/la profesional en farmacia podría ser un agente clave en la intervención respecto del buen uso de medicamentos, por ejemplo. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) reconoce que el 50% de los medicamentos se usan mal y Argentina no es ajena a
esas cifras. Puede tratarse de medicamentos que se prescriben mal, se recetan mal o se
dispensan mal, o también de casos en los que no se hace un seguimiento del tratamiento
fármaco-terapéutico por parte de quien dispensa. También se venden mal, especialmente cuando se venden fuera de farmacias. Las malas prescripciones pueden deberse, por
ejemplo, a errores en el diagnóstico. Ese es un tema importante en el que el farmacéutico
o farmacéutica podría trabajar ampliando su campo más allá de la mera entrega de medicamentos. Pero ahí hay una discusión de fondo, porque cuando el farmacéutico/a deja
de ser dueño/a de la farmacia para ser el empleado/a de una empresa, sus funciones se
limitan y subordinan a una lógica comercial.
¿Qué se tiene en cuenta a la hora de indicar un medicamento? ¿De qué tiempo dispone
el farmacéutico/a para interactuar con el o la paciente? O sea, ¿se privilegia el beneficio
del o de la paciente o el interés económico del propietario/a de la farmacia? ¿Qué tipos
de medicamentos se pueden ofrecer como alternativas en caso de sustitución, utilizando
la ley de promoción de la prescripción por nombre genérico? Todos esos interrogantes
atraviesan un campo de acción posible para el o la profesional en farmacia, pero lamentablemente esas posibilidades están muy postergadas. Este/a profesional podría también
ser un actor clave en la educación sanitaria y difusión de información respecto de los medicamentos. Pero generalmente nada de esto ocurre. Al contrario, demasiadas veces su
labor está orientada a cuestiones más bien administrativas, alejadas de los y las pacientes.
La farmacia es un campo que mientras más regulado por el Estado está, más se aprovecha en términos sanitarios. Y mientras más desregulado, quien saca mayor provecho
es el sector empresarial, el cual generalmente no estimula un perfil sanitario. En Chile,
por ejemplo, hay una baja notable de profesionales, estos/as se cambian por góndolas.
El objetivo es la venta de medicamentos como bienes de consumo y, paradójicamente,
nos encontramos con menos farmacias por habitantes: hay muchas farmacias donde se
encuentran los sectores con alto poder adquisitivo y pocas o ninguna en los territorios
donde viven poblaciones más empobrecidas. En Argentina, hay más de 13 mil farmacias
cuya propiedad está distribuida. En Chile la mayoría es propiedad de tres cadenas. Sin
dudas, allí los/as profesionales tienen menores posibilidades para elegir cómo actuar y
qué rol ocupar.
En los modelos más regulados por el Estado, como es el caso español con farmacias
orientadas hacia lo sanitario, encontramos mejor acceso de la población a las farmacias,
mayor cantidad de establecimientos por habitantes e incluso más posibilidades de trabajo
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�para los/as farmacéuticos/as. Los modelos más liberales siempre coinciden con el aumento
de precios en los medicamentos. Esto se comprobó cuando se sacaron los medicamentos
para venderlos en estaciones de servicios y supermercados, eran más caros afuera de
la farmacia que adentro. En las farmacias los medicamentos tienen un precio que es el
propuesto por los laboratorios, en los kioscos y almacenes se vendían a cualquier precio.
P: ¿Cómo caracterizarías a los actores principales, privados y públicos, asociaciones profesionales, cámaras industriales, etc., de lo que podríamos llamar el “mundo farmacéutico”?
RS: Empecemos por lo que es la estructura organizativa colegiada de los profesionales farmacéuticos. Estos/as tienen que tener una matrícula otorgada por el Ministerio de
Salud, de la Nación en el caso de la Ciudad de Buenos Aires o ministerios provinciales en
las provincias, aunque a veces tienen delegada esta facultad en los Colegios provinciales.
O sea, los y las profesionales en farmacia deben tener una matriculación obligatoria. Eso
permite el registro y el control deontológico de la actuación profesional. En la Argentina
hay 27 colegios de farmacéuticos y un círculo de profesionales farmacéuticos. A su vez,
esos colegios están agrupados en dos entidades profesionales nacionales: la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), que es la más grande y antigua, reúne a 18 colegios
y tiene alrededor de 85 años; la Federación Farmacéutica Argentina (FEFARA), que reúne
a nueve colegios.
Además de estas entidades profesionales, hay cámaras comerciales que agrupan a
las farmacias que adhieren a ellas. Algunas de estas cámaras se articulan en federaciones nacionales, al mismo tiempo que hay cámaras en distintos distritos y provincias de
la Argentina. O sea que el sector de las farmacias está muy fragmentado. Esto supone
que las farmacias no tienen relación directa con obras sociales y entidades de medicina
prepaga. Son pocas las que tienen relación directa porque ese vínculo se da a través de
los colegios o cámaras comerciales, pueden elegir.
Ahora, si nos propusiéramos graficar la forma en la que los medicamentos se producen, distribuyen y entregan a los y las pacientes, es mucho más complejo que aquella síntesis a la que me referí hablando de lo que estipulaba la ley aprobada en los 60,
años en los que la estructura era lineal laboratorio-productor, droguería-distribuidor y
farmacias-pacientes. Si bien en líneas generales esa estructura se sostiene, se ha complejizado bastante, hay muchos intereses sectoriales bastante imbricados, entramados
entre sí. Tan así, que se vuelve muy difícil tocar alguna pieza de esta estructura. Están
todas tan unidas y atravesadas por intereses tan fuertes, que realmente se vuelve difícil
desmontar algo para introducir cambios.
P: ¿Te estás refiriendo a las obras sociales y prepagas?
RS: Sí, en buena medida, sí. Ya no podemos pensar solamente en laboratorios, distribuidoras y farmacias. Al incluirse los sistemas financiadores, que son necesarios para que
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�los medicamentos lleguen a la gente con algún tipo de descuento o beneficio, entran en
juego otro tipo de actores con intereses que muchas veces son muy distantes de los sanitarios. Los medicamentos no van de los laboratorios a las farmacias con el precio que ponen
los laboratorios. Al introducirse las obras sociales, prepagas y todos los mecanismos de
seguridad, eso cambia. Estos mecanismos requieren financiación y a través de ellos el o
la paciente no paga la totalidad del precio sino, por ejemplo, en el caso de las prepagas un
determinado porcentaje. En el caso de PAMI y otras obras sociales algunos medicamentos
se retiran de manera gratuita. También existen algunos planes de maternidad o de tratamientos especiales en los que el o la paciente recibe el medicamento sin cargo, se paga
por otra vía, es decir, por los llamados “financiadores” (obras sociales y prepagas). O bien,
en algunos casos, el Estado afronta el cargo de tratamientos especiales. En fin, hay muchos casos en los que los medicamentos no se pagan sobre el precio general y es en estos
casos en los que la farmacia cumple un rol administrativo y de dispensa. En esos casos el
cobro no viene de la mano del o de la paciente, sino de las obras sociales y prepagas o de
las farmacias mutuales, aseguradoras del riesgo del trabajo, los seguros en general, los
vales de salud y otros programas de asistencia. También está el plan Remediar, pero en
ese caso la entrega va por otro canal.
Con estos tipos de cobertura, la farmacia cobra solo una parte del precio de los medicamentos. Esa parte es decidida por intermediarios, las llamadas “mandatarias”, que
son las empresas que hacen las negociaciones entre las farmacias, los laboratorios y los
“financiadores”. Es decir, estas mandatarias son las que negocian los porcentajes que se
lleva cada actor. Estas empresas se presentan como representantes de los elaboradores
de medicamentos, es decir, son las que ofrecen los vademécums necesarios para que las
obras sociales puedan cumplir con el Programa Médico Obligatorio (PMO), pero a la vez
también actúan ante estos “financiadores” ofreciéndoles la red de farmacias como si fuera propia. Es decir, estas mandatarias son las que deciden y mueven todo el circuito. La
negociación de ese porcentaje muchas veces define la supervivencia de las farmacias y, en
la práctica, las farmacias son las que quedan presas de esta situación, de esta estructura,
en la que apenas pueden sostener su sustentabilidad, sobre todo las pequeñas y medianas.
Las mandatarias son sociedades anónimas que tienen relaciones fuertes con los laboratorios, por no decir que son controladas por estos. Estas entidades establecen el nexo
entre la farmacia y determinada obra social o prepaga (que llamamos “el financiador” y,
que es en definitiva quien paga) para negociar cuánto y en qué forma y plazo la farmacia
va a cobrar la parte que cubre la obra social o prepaga. En esa negociación se pone en
juego la envergadura de la farmacia, su ubicación, su relevancia en la atención de una
determinada zona, o sea, si es la única farmacia o si hay otras cercanas. Aunque, en general, las farmacias tienen poco margen para actuar en esa negociación, ya que, como
dijimos, no intervienen directamente. Las farmacias no actúan aisladamente y de por sí,
menos cuando no pertenecen a una cadena grande. Lo hacen a través de las entidades que
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�reúnen a los colegios, COFA y FEFARA y otras cámaras comerciales. En las negociaciones
con las mandatarias o con las obras sociales muchas veces participan quienes representan esas redes, negociando en nombre de las farmacias. Igualmente, hay que decir que en
estas negociaciones las farmacias nunca salen ganando, son el eslabón final que termina
soportando la financiación y perdiendo rentabilidad. En Argentina, el sector que tiene
más peso en este circuito de precios y modos de pago son los laboratorios: la industria
farmacéutica no se limita solo a la elaboración de medicamentos; como vimos, incide
en los convenios que deciden la rentabilidad de cada sector, a través de sus mandatarias.
También tiene, desde luego, incidencia sobre el médico (a través de los agentes de propaganda médica o APM) en el caso de medicamentos recetados. En el caso de medicamentos de venta libre inciden directamente sobre el público mediante la publicidad por
los medios masivos.
P: Me imagino que ese peso también se debe relacionar con la capacidad de instalar marcas
de medicamentos, ¿no?
RS: Exacto, ese es otro tema muy importante. En las negociaciones de los convenios
los laboratorios ofrecen toda su línea, no solo un medicamento. Volvemos a lo que hablábamos al inicio, la preminencia de una lógica comercial que, de alguna manera, termina
organizando el uso de los medicamentos por sobre las lógicas sanitaristas. En Argentina,
los laboratorios tienen poder para instalar modelos y formar precios.
Los laboratorios que producen medicamentos originales, innovadores y patentados
suelen ser extranjeros y están organizados principalmente en la Cámara Argentina de
Especialidades Medicinales (CAEME). Hay medicamentos elaborados con licencias, que
están patentados, pero si al laboratorio que tiene la propiedad de la patente no le interesa
producirlo en Argentina puede ceder la patente y cobrar por una licencia, una regalía, a
otro laboratorio que lo fabrica. Los medicamentos que se usan para tratamientos especiales, por ejemplo, para HIV, hemofilia y cáncer, son carísimos y, en general, están reservados a los laboratorios nucleados en CAEME.
También están los llamados medicamentos “copias” o “similares”, que se fabrican una
vez que la patente está vencida. Son los que predominan en nuestro país, junto a los medicamentos innovadores para enfermedades crónicas utilizados en tratamientos ambulatorios. Se usan para la hipertensión, diabetes, enfermedades respiratorias, entre otras
patologías de alta incidencia en la población. Generalmente son medicamentos de patente vencida por eso cada laboratorio puede producirlo con su marca y usar estrategias de
marketing para posicionar el propio. Como no se trata de un medicamento innovador y
patentado puede haber muchas marcas disponibles. Hay toda una disputa para que no se
sustituyan las marcas. En esa contienda, también hay que decirlo, participan médicos y
médicas cuando hacen las recetas, muchas veces influenciados/as a través de mecanismos que van desde la propaganda hasta la financiación de investigaciones, congresos, etc.
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�La libertad absoluta de prescripción es algo que siempre se trata de discutir, que se discutió mucho con la aprobación de la Ley 25649/02 de Prescripción por Nombre Genérico1.
Sin embargo, los médicos y médicas siguen recetando marcas. También pasa que los y las
pacientes piden una marca, porque la influencia de los agentes de propaganda dirigido
desde los laboratorios a través de una estructura de marketing es fenomenal.
P: La Ley de Prescripción por Nombre Genérico podría ser una herramienta fundamental
para intervenir en eso, ¿no?
RS: Totalmente. Lo que busca tanto la ley como su reglamentación es generar una
prescripción racional basada en principios activos y no por marcas. Con eso, se apunta a
generar una baja en el precio de los medicamentos y que el o la paciente pueda acceder
al precio más bajo posible. Se promueve lo que entendemos como una dispensa racional
de parte de la farmacia. El farmacéutico/a debe poner en consideración de quien consulta
todas las marcas posibles. Pero los laboratorios presionan para que todo el sistema ofrezca sus marcas.
P: Me quedé con el tema de la formación de precios…
RS: Es un tema complejo en general y cuando intervienen los llamados mecanismos
de seguridad social aún más. El precio se arma a partir de todo el proceso que mencionaba antes. También tenemos que hablar de los descuentos que hay que hacerle a la
obra social o prepaga porque actúa como una especie de “mayorista de medicamentos”.
El laboratorio es quien da esta “bonificación”, así se la llama, por medio de una nota de
crédito. Pero eso sucede solamente cuando adquieren “su” medicamento y una vez que
la industria ya lo cobró. Para ese momento, en que la industria otorga la bonificación,
todos los demás, es decir, droguerías, financiadoras, farmacias y pacientes, ya pagaron
su parte, y toda la operación está confirmada. Es decir, ya se lo dieron a la droguería, que se lo pagó, independientemente de que lo vendan o no, igual que la farmacia,
arriesgándose a tener que descartarlo porque venció. O sea, cuando la farmacia entrega
ese medicamento a través de una obra social o prepaga, esta última no paga el precio
total del producto si no que paga menos. ¿Por qué? Porque el laboratorio hace una bonificación sobre el medicamento que vendió hace tiempo. Así, el laboratorio cierra el
círculo y se asegura la preminencia de sus marcas, porque solo “bonifica” por ellas. La
droguería y la farmacia tienen que esperar que la obra social les pague el porcentaje que
ellos cubren y la obra social o prepaga tiene que esperar a que la industria le reconozca
la bonificación. Así está consolidado este esquema que se va repitiendo en las sucesivas
renovaciones de los convenios de provisión de medicamentos. Podríamos decir que es
1
Para más información, ver <http://www.anmat.gov.ar/webanmat/legislacion/medicamentos/ley_medicamentos_genericos_25649.pdf> acceso: 15/10/2022.
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�un “enrejado”, un entramado, donde la industria farmacéutica impone sus condiciones
y sus marcas. Cabe aclarar que en todo este esquema no hay ninguna regulación del
Estado, que se limita a los aspectos de regulación sanitaria, y no a los económicos ni a
los convenios.
P: ¿Este esquema funciona igual para los precios de los medicamentos que tienen patente?
RJ: En el caso de los medicamentos patentados, el laboratorio, dueño o licenciatario de
la patente, tiene privilegio y exclusividad sobre la producción y comercialización de ese
medicamento. O sea, se trata de productos que no tienen competencia, y les es más fácil
defender sus intereses, ya que tienen toda la protección legal necesaria para asegurarse
una rentabilidad, en general, extraordinaria. Además, no hay ninguna entidad ni organismo oficial que intervenga sobre el precio que los laboratorios ponen a los medicamentos.
Donde sí tienen restricciones es en torno al abastecimiento: habiendo pacientes que lo
necesitan, cualquier desabastecimiento puede llegar a instancias judiciales. Si el medicamento está aprobado por la autoridad sanitaria, la obra social o prepaga tiene la obligación de entregarlo. A veces el laboratorio hace un descuento o un plan especial, pero
siempre queda bastante a merced de la voluntad de la industria y con muchas negociaciones de por medio. En Argentina no tenemos órganos que regulen precios, como sí sucede
en otros países, por ejemplo, Inglaterra. Allí tienen un organismo que aprueba o no un
medicamento evaluando la razonabilidad de la relación eficacia-precio presentada por el
laboratorio. Aquí los y las pacientes muchas veces tienen que acudir a la judicialización
para garantizarse el acceso al tratamiento que precisan, al precio que quiere la empresa.
Incluso con frecuencia termina afrontando el cargo el Estado.
P: Salvo que se trate de una cadena, desde el punto de vista económico, el lugar de las farmacias parece ser un poco difícil.
RS: La rentabilidad de las farmacias no es buena en este sistema. Para las pequeñas
puede hacerse muy difícil tolerar la financiación de la entrega de medicamentos a través
de la seguridad social. De hecho, son pocas las que atienden a la mayoría de las obras
sociales o prepagas porque no pueden resistir las negociaciones que se les imponen, las
condiciones de financiamiento o los escasos márgenes de rentabilidad. Esto contrasta
con que otros sectores obtienen ganancias extraordinarias del sistema. De hecho, en
este tema las mandatarias también tienen mucho poder, porque son las que deciden
qué porcentaje de farmacias les interesa que atiendan y en qué condiciones. Las aceptadas van a tener el producto y las que no lo son se quedarán afuera de la atención de la
seguridad social. Es decir, las mandatarias pueden decidir discrecionalmente qué farmacias van a atender algunas obras sociales y prepagas. En su lógica no es importante
que la mitad de las farmacias del país no atiendan la mayoría de las obras sociales. Lo
que les importa es que los y las pacientes tengan el medicamento en el precio que ellas
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�deciden, ya sea vía prepagas u obras sociales o a través de compra particular. Rentabilidad empresarial pura.
Por el contrario, un modelo de farmacia orientado por una lógica sanitarista, de salud
pública, no puede regirse por la sola rentabilidad. Esto ya lo vio el abogado Marc Lalonde
en el 74, cuando estableció algunos conceptos que luego formarían parte del modelo de
Atención Primaria de la Salud (en adelante APS). Ese modelo enfatiza en la importancia de
la educación sanitaria, la prevención, y en el resguardo de la salud. Lalonde fue ministro
de Salud canadiense, lo traigo a cuenta para hablar del modelo farmacéutico retributivo.
La idea que predomina hoy es que la rentabilidad o sustentabilidad de la farmacia se
define en relación con el precio de los medicamentos. No son cosas independientes, al
contrario. Un servicio farmacéutico orientado hacia el fomento de la salud debe ser rentable, pero desde un lugar distinto. No a costa de los altos precios para pacientes y de las
asimetrías entre laboratorios y farmacias que vemos aquí.
P: ¿Podrías contarnos más acerca de la propuesta de Lalonde?
RS: Estamos hablando de 1974, 4 años antes de la declaración “Salud para todos para
el año 2000” de Alma-Ata, hito que define e impulsa el modelo de APS. Desde hace años,
desde antes de Lalonde, la atención sanitaria de Canadá ya se destacaba por su desarrollo,
por su complejidad y especialización, por contar con grandes estructuras sanitarias. El
problema era su ineficacia. Buena parte de ese desarrollo estaba mal orientado y generaba muchísimo gasto. Lalonde analizó la relación entre el mayor aparataje y la especialización, y el desaliento respecto de las consultas en los primeros niveles de atención. La
gente no llegaba a las grandes unidades sanitarias hasta que no estaba enferma, no había
política de prevención ni promoción de la salud. Se trataba de un sistema que captaba
pacientes cuando ya estaban en el segundo o tercer nivel de atención, como tratamiento
temprano o rehabilitación de enfermedades. No había políticas de educación sanitaria,
las personas acudían con la patología desarrollada porque, de hecho, se había generado
un sistema funcional a lo que podríamos llamar el mercado de la enfermedad, situación
que generaba un enorme gasto de medicamentos. En ese contexto, la intervención de Lalonde consistió en un giro de 180°. Creó bocas pequeñas y descentralizadas de primeros
niveles de atención, dando forma a la base de lo que después, en 1978, sería la APS según
la OMS. Si se proponen bocas pequeñas y descentralizadas, no podemos dejar de considerar a las farmacias.
Estas son las bases, pero las farmacias llegaron al debate sobre APS mucho más tarde, recién en 2011-2013, ¿por qué? porque había resistencia, obviamente. Imaginate, se
trata de un modelo donde el medicamento deja de ser algo esencial y pasa a ser algo más
bien complementario, en un esquema que prioriza la prevención. En esos años llegaron
directrices conjuntas de la OMS y de la Federación Internacional de Farmacia (FIP), sobre
buenas prácticas de farmacia, estableciendo estándares de buena calidad de los servicios
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�farmacéuticos y promoviendo la inclusión del trabajo interdisciplinario como factor clave. Concretamente, en 2011 se empezó a promover la inclusión de las farmacias como
parte del sistema sanitario. Un hito en este proceso está dado por el documento Servicios
Farmacéuticos, publicado en 2013, de la Organización Panamericana de la Salud OPS/OMS.
Se trata de documentos claves, destinados a orientar el modelo de farmacias que se necesita en un programa moderno que prioriza la APS. De esto debemos hablar cuando nos
referimos a una farmacia moderna, que no es la más vistosa, la que ofrece góndolas, productos de consumo a la mano, sino la que se orienta a los servicios farmacéuticos.
P: ¿Y qué se espera de los servicios farmacéuticos en ese modelo?
RS: Lo principal es prevención, educación y promoción de la salud. Ahora bien, en
lo que respecta específicamente a las farmacias y a los medicamentos, se enfatiza en la
importancia de no abandonar los tratamientos, que una vez indicados, estos se concluyan
promoviendo la efectividad de la farmacoterapia. Y esto es clave, porque si el objetivo es
vender más medicamentos, los tratamientos inconclusos pueden ser funcionales.
Otro aspecto relevante es que se estandariza la atención farmacéutica. Además, se empieza a promover el enfoque comunitario, se introduce una función social, y no solo clínica; es decir, la farmacia no debe dirigirse solo al paciente individual, o a quien compra,
sino a individuos, familias y comunidades, promoviendo la interacción del profesional
con la población y adaptándose a cada contexto. Está demostrado que la comunicación
en salud es muy difícil. No se hace a través de un folleto ni bajando información. Lo que
es fundamental es la interacción con el/la paciente, generar un vínculo en el que se recuperen los saberes propios, en el que se respete su modo de vida y decisiones, intentando
conocer las dificultades específicas que esa persona puede tener con el uso del medicamento, sus temores, sus expectativas, y a partir de ahí ir acompañándolo.
¿Por qué las farmacias? Por lo que hablábamos al principio, porque no existen barreras socioculturales que impidan las consultas, cualquiera va a preguntar a la farmacia
sin mayor impedimento. Quienes trabajamos allí sabemos que es un lugar amigable, de
hecho, nos preguntan de todo, cosas que no se animan a decirle al médico/a, menos aún
en el marco de grandes unidades hospitalarias, que suelen ser lugares más expulsivos. El
documento de 2013 de la OPS orienta a los servicios farmacéuticos a promover estilos de
vida saludables, a contribuir al más alto nivel posible de salud. Es una definición que implica una reorientación de nuestro rol en las farmacias. Hay que resaltar que la farmacia
atiende personas sanas, y no solamente a quienes cursan una enfermedad, como sucede
en otros establecimientos sanitarios: su papel en la prevención es clave.
P: A veces se habla de la farmacia más amigable como la “farmacia de barrio”, ¿no?
RS: Muchas veces se limita la comparación de modelos de farmacia entre “profesional”
y “de barrio”. Y un poco es así, solo que no tiene nada que ver con lo profesional. La farma-
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�cia de barrio se centra más en la inserción comunitaria. Y eso no tiene nada de peyorativo,
todas las farmacias son de barrio, sean de Recoleta, Barrio Norte, Almagro o Lugano. A su
vez, todas interactúan de manera profesional con personas, el tema es cómo llevan a cabo
esa interacción. “Farmacia de cercanía” se llama al modelo que promueve la interacción a la
que me refería recién, un modelo enfocado en la accesibilidad, en el cual se intenta brindar
una atención más personalizada. Hablamos de la accesibilidad al sistema sanitario a través
de la farmacia, no solo el acceso al medicamento. La persona tiene que poder preguntar y
preocuparse por su salud. Por eso es importante asegurar la presencia profesional e insistir
en que la cantidad de farmacéuticos/as que hay por farmacia es importante.
Además, esto no debería pensarse de forma aislada, sino a través de programas de
servicios farmacéuticos diseñados de acuerdo a las necesidades de cada comunidad y a la
orientación que se decida, pero sistematizado. Y esto es un tema en Argentina porque, a
diferencia de España, no se puede pensar en un modelo de alcance nacional ya que cada
provincia tiene sus leyes.
P: ¿Y cómo es el modelo español?
RS: Creo no equivocarme si digo que fue el primer país en hacer realidad un modelo
farmacéutico de atención primaria. Lo hizo a través de las características de su sistema
de farmacias, que ellos denominan “Farmacia marca España”. Este sistema se caracteriza
por la inserción comunitaria y su accesibilidad, garantizando presencia de profesionales y reorientando la práctica hacia los servicios que hacen falta. La farmacia española desarrolla programas específicos para cada necesidad que se detecta; por ejemplo, el
programa “HazFarma”, que se focaliza en la atención farmacéutica, con seguimientos a
través de las fichas de cada paciente y su tratamiento. Otro ejemplo es el programa “Habla en femenino”, destinado a la salud de las mujeres, en general, y en particular tiene
intervenciones muy interesantes para la etapa de la transición climatérica. También está
“En mente” que es para abordar el Alzheimer, “Vigila” que es muy importante para los
fármacos hipoglucemiantes orales, “Aspira” para el paciente asmático, “Plenufar” para
la educación nutricional y además se llevan adelante campañas estacionales contra gripes, alergias, resfríos, hipertensión, tabaquismo, insomnio, entre otras, y programas de
tamizaje, o cribado para el control y la prevención de enfermedades, por ejemplo, para la
detección precoz de cáncer de colon. Las farmacias participan en todos estos programas.
Son políticas en salud impulsadas por el Ministerio de Sanidad español, programas sistematizados, que asumen un enfoque interdisciplinario entre distintos actores en salud,
intersectorial, articulando diferentes problemas y también diferentes instituciones. Que
tienen un fuerte apoyo estatal, se los publicita, se los hace visibles, porque se ha entendido que estas intervenciones en las cuales participan farmacias promueven la salud.
En España se diseñan las políticas a nivel ministerial y las farmacias adhieren. Si son
pequeñas, como en España, que hay 22 mil, es más fácil lograr la adhesión. En los países
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�donde el modelo está marcado por las grandes cadenas farmacéuticas es mucho más difícil lograr esto ya que son empresas que siguen sus propias normativas y objetivos comerciales. Y ahí es donde se da el parte aguas entre un modelo y otro, porque la búsqueda del
lucro es muy diferente a la prevención de la enfermedad y promoción de la salud, ¿quién
va a invertir para hacer prevención de cáncer de colon? A veces lo utilizan como marketing ofreciendo promociones, maratones, actividades saludables pero su función es principalmente publicitaria, sin contemplar estrategias del sistema sanitario. Acá en Argentina hemos visto cadenas farmacéuticas que van en contra de nuestras leyes y regulaciones
sanitarias, incluso ante la Corte Suprema, porque llega un momento en que tienen tanto
poder y capacidad de presión que consiguen normativas para ellos.
A partir del caso de España podemos retomar lo que decía antes: el o la profesional en
farmacia tiene que ser un educador/a y promotor/a de la salud; está en una situación privilegiada para dar herramientas a la comunidad promoviendo la prevención de enfermedades
y promoción de la salud, en general. Pienso en el dengue, por ejemplo, o en las campañas
de vacunación. Hace años, mucho antes de la pandemia de COVID-19, que se insiste con la
importancia del lavado de manos porque se sabe que puede disminuir hasta un 50% la incidencia de diarrea y un 25% la gripe y neumonía. ¿Cuántas campañas vimos con este tema,
promovidas por el Ministerio de Salud, antes de la actual pandemia? Ninguna. Lo que vemos
en los medios masivos son las publicidades de medicamentos antigripales. Hay muchos estudios sobre el poder del marketing en la creación de patrones de consumo. En la farmacia
lo vemos, la gente es inducida a usar productos que se publicitan. Se hace más notable en las
personas que tienen menor acceso a información sanitaria y a la salud en general.
P: Por lo que contás, el modelo español tiene varias características que podrían ser inspiradoras.
RS: Es el modelo que muchos/as dirigentes tenemos como objetivo. La regulación estatal
está muy presente, la propiedad de las farmacias es exclusiva de profesionales farmacéuticos/as, y solo puede tener una cada uno/a o una limitada participación societaria. No existen las grandes cadenas, no se puede abrir farmacias en cualquier lado, sino que depende
de criterios estrictos de localización basados en la distancia entre establecimientos y el número de habitantes que se benefician. El objetivo del modelo es hacer una red más “capilar”.
La intensidad de las regulaciones que caen sobre las farmacias en este modelo nos podría inducir a pensar que la tendencia sería a que abran menos farmacias y que por lo tanto
habría muchos habitantes por farmacia. Pero esto no es así, sino todo lo contrario. En España hay una farmacia cada dos mil habitantes, aproximadamente, mientras que en otros
modelos como el de Reino Unido tenemos que hablar de una cada cuatro mil habitantes.
Tomándolo al revés, la cantidad de farmacias por cada cien mil habitantes, España tiene 47,
ganándole a EE.UU. que tiene nada más que 10. Alemania es un modelo intermedio, pero
España e Italia lideran lo que se llama el modelo mediterráneo, caracterizado por la orientación hacia los servicios farmacéuticos y hacia la utilidad sanitaria de las farmacias dentro
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�del sistema general de salud. Otra virtud del modelo español es que se organiza a través del
Consejo General de Colegios Farmacéuticos. Se trata de una única entidad profesional que
reúne a todos/as los farmacéuticos/as y las farmacias.
P: Desde tu perspectiva, ¿cuáles son los beneficios de que la propiedad de las farmacias esté
en manos de farmacéuticos/as?
RS: Hay alguna cualidad en la figura del farmacéutico/a-dueños/a que orienta al establecimiento propio hacia su función profesional vinculada con lo sanitario y no solamente hacia lo lucrativo. Sin dudas no es la única opción ni tampoco es infalible. Sin embargo,
en el esquema en el que el profesional es quien tiene el timón y la última palabra en relación con el perfil del establecimiento, algo pasa. Por ejemplo, en las farmacias de este
tipo vemos en la puerta de entrada un desfibrilador junto con capacitaciones para usarlo.
Ese tipo de cosas salvan vidas.
En estas definiciones se ponen en juego fuertes intereses económicos y la disputa por
la liberalización del perfil y de las ventas de las farmacias es fuerte. De hecho, esto llegó al
Tribunal de Justicia de la Unión Europea que se expidió en lo que se conoce como el fallo
de Luxemburgo, que dice lo siguiente: “En relación con los titulares de una farmacia que
tienen condición de farmacéuticos, al igual que otras personas, se reconoce que se busca
la obtención de beneficios, pero dada su condición también se atiende a un criterio profesional. El interés privado en la obtención de beneficios está mitigado en el farmacéutico
por su formación, su experiencia profesional y la responsabilidad que le corresponde:
una eventual infracción a normas legales o deontológicas no solo pondría en peligro el
valor de una inversión sino también su propia experiencia profesional”. Una buena pregunta sería, ¿de qué otra forma se puede mitigar ese ánimo exclusivo de lucro, esa forma
de obtención de beneficios económicos que lleva a vender cualquier tipo de producto por
encima de los servicios farmacéuticos?
El modelo argentino y el español se caracterizan por ser regulados. Sin embargo, como
ya conversamos, en nuestro país la farmacia se liberalizó en los años 90. Comparemos resultados: España tiene casi 47 millones de habitantes y 22.102 farmacias, todas bajo propiedad de farmacéuticos/as. Hay 2.124 habitantes por farmacia y 2,4 farmacéuticos/as por
farmacia. Tomemos el caso de la Ciudad de Buenos Aires, hay 3 millones de habitantes, pero
tenemos que considerar 4,2 millones por la gente que viene a trabajar, y 1.380 farmacias.
Tenemos 3.200 habitantes por farmacia y tenemos dos farmacéuticos promedio. O sea, en
España hay más farmacias, más gente trabajando, más trabajo para farmacéuticos/as, más
propietarios/as farmacéuticos/as y establecimientos orientados a los servicios farmacéuticos con más de 10 programas actualmente en vigencia.
P: Son muy interesantes los datos del modelo español. La comparación con la Ciudad de
Buenos Aires no es cuantitativa, sino cualitativamente diferente, ¿no? La diferencia es mayor
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
125
�respecto del tipo de atención o servicio. Aquí en Argentina, en Buenos Aires, seguimos luchando
para que se implemente la prescripción de genéricos.
RS: La Ley de Prescripción por Nombre Genérico, sancionada en 2002, fue un avance
muy importante. En ese momento salió con algunas deficiencias. Fundamentalmente,
lo que dice es que toda receta debe efectuarse expresando de forma obligatoria el nombre genérico o denominación común internacional del medicamento. Lamentablemente,
dice también que la receta podrá indicar la marca comercial de un producto, no obstante,
a pedido del usuario/a el/la farmacéutico/a puede informar todas las alternativas posibles.
Quien elige el medicamento es el o la paciente, no el farmacéutico/a, quien tiene la obligación de poner en conocimiento del paciente todos los productos que tengan los mismos
principios activos, también informarle los precios.
Esto se combina con lo que ya hablamos respecto del sistema de provisión de medicamentos a través de la seguridad social. Evidentemente los laboratorios en Argentina
han encontrado una forma de posicionar sus marcas. Los diez medicamentos más usados en Argentina son las diez marcas más conocidas en cada caso: ibuprofeno, levotiroxina, amoxicilina, enalapril, alprazolam, clonazepam, entre los más conocidos. Pero se
los conoce por sus marcas, no por el nombre genérico. Los laboratorios tienen distintos
mecanismos para incidir y posicionar sus productos, sus marcas; pero, al mismo tiempo,
el servicio farmacéutico puede orientarse a promover la racionalidad en el uso de medicamentos, en empoderar a pacientes y usuarios/as y que las posibilidades de elección
respecto de los medicamentos no sea algo anecdótico, sino algo importante. Los farmacéuticos y farmacéuticas pueden hacer todo esto en la medida que puedan tener poder de
decisión dentro de la farmacia donde trabajan y que no tengan que responder, como en
algunos países, al interés de alguna cadena que tiene vínculos con laboratorios.
P: ¿La experiencia global de la pandemia trajo alguna enseñanza o aprendizaje para el
sector farmacéutico?
RS: Quizás habría que volver a lo que fue el desarrollo de la vacuna antigripal en la Argentina. Mirá a dónde me lleva esa pregunta. En el caso de esa vacuna, primero se importó el antígeno y después se comenzó a fabricarlo localmente. Ese proceso fue iniciativa del
gobierno en 2009, luego de la epidemia de gripe H1N1. Eso permitió que hoy, 2020-2021,
podamos acceder a nuestra propia producción nacional de vacunas antigripales. También
quisiera decir que la situación del COVID-19 marcó la cancha en relación con la planificación respecto al desarrollo científico/tecnológico, que solía moverse con cierta agenda
propia articulada en torno a la producción más o menos aislada de papers. Los científicos
y científicas, además de publicar en Nature, Science, etc., se pusieron en relación con la
producción y también con el sistema de salud para enfrentar esta epidemia en muchos
aspectos, incluidas las disputas contra las llamadas fake news, las famosas noticias falsas.
Fue muy valioso contar con intervenciones de científicos/as durante la pandemia. Hubo
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
126
�médicos/as, bioquímicos/as, farmacéuticos/as, profesionales de la salud que trabajan en
investigación, etc., interviniendo de distintas maneras en los medios de comunicación.
La pandemia puso de manifiesto la importancia de tener conocimiento propio, local,
autonomía tecnológica, industria nacional, en general y especialmente en lo que refiere al
sistema de salud y sus necesidades. Esto se ve y ya se vio en relación con las vacunas. Ya pasamos por la epidemia de la gripe H1N1. Argentina garantizó la producción propia. Sin eso,
en un año hubiéramos tenido problemas. A partir de la pandemia de COVID-19 se empieza a
ver la necesidad de implementar una planta nacional de vacunas, porque fue un laboratorio
privado nacional el que desarrolló esta vacuna antigripal, que disponemos hoy. En el 2020,
se aplicaron 12 millones y medio de unidades de vacuna antigripal provenientes de una empresa argentina. Imaginate la importancia de la vacunación antigripal para que no se solape
o confunda con casos de COVID-19 y así evitar infecciones cruzadas. Lo mismo ahora con
la vacuna contra el COVID-19 de Oxford, que mAbxience la está produciendo en Garín, provincia de Buenos Aires. Se puede producir acá porque tenemos capacidad para eso, el desarrollo tecnológico, para lo que el desarrollo de la vacuna antigripal sirvió de experiencia. Se
hizo un acuerdo con AstraZeneca que involucra a México porque allá hay otra empresa que
tiene los viales para poder envasarla y acá no tenemos esa posibilidad, por ahora. Esto nos
pone en posición de recibir 20 millones de dosis, nada menos, de acuerdo a los contratos
firmados, y una posición de privilegio. Todo esto demuestra que los medicamentos son insumos estratégicos en salud. Durante la pandemia lo vimos de manera paradigmática con
las vacunas. Hay laboratorios que priorizaron la entrega de las vacunas contra el COVID-19
a algunos países, queriendo imponer sus condiciones. Las cifras muestran que, ya en los
primeros meses de disponibilidad de las vacunas, el 14% de la población tuvo acceso al 50%
de las vacunas, es decir, que se distribuyó de forma muy desigual.
Además, tenemos que mencionar las exigencias disímiles de los laboratorios extranjeros, como Pfizer, que tienen interés en colocar su producción en otros países. Extremar las
exigencias en Argentina le ayudó a priorizar la entrega en otros países a los que les pueden
cobrar más o con los que tienen intereses estratégicos. Esto es algo a considerar. Es importante favorecer a las empresas que aportan desarrollos de tecnología para la investigación
al país. Tenemos que hacer énfasis en esto: el Estado tiene que apoyar a las empresas que
provean desarrollo, investigación y producción de nuevos medicamentos o de aquellos necesarios en tanto insumos estratégicos, pero que beneficien a nuestro país, con una visión
estratégica. Pensemos, por ejemplo, a través del PAMI y del sistema público, el Estado es
el mayor comprador de medicamentos a nivel nacional. Desde ahí se puede promover ese
vínculo. No se puede derivar el dinero del Estado, miles de millones de pesos anuales, a laboratorios que no nos apoyan y nos dejan solos en los momentos críticos.
Durante la pandemia también se vio la interrelación entre desarrollo científico y tecnológico en la producción de algunos elementos, por ejemplo, los barbijos con nanopartículas del CONICET. En esa producción intervino la UNSAM y algunas PYMES de La Matanza.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�También el spray para superficies con nanopartículas, el desarrollo de test para la detección
del COVID-19 y su utilización. Esta interrelación da la posibilidad de ensamblar una política
pública con el desarrollo científico.
En la pandemia también quedó claro que el desarrollo científico tecnológico, su producción y la interrelación con el sistema de salud son cuestiones estratégicas. En esos
3 campos intervenimos farmacéuticos/as, ya sea desde el sistema público o privado. Se
demostró que los medicamentos son insumos estratégicos en salud y que tienen que estar
ensamblados en una política pública con el desarrollo científico argentino, como se hace
en otros países. Sin ir más lejos, como pasó con la vacuna de Oxford y con tantos otros medicamentos que son desarrollo de instituciones académicas, en muchos casos públicas.
Pero acá la investigación corre por cuenta de las universidades y del CONICET y hay que
fomentar que todo se junte.
En Argentina se impulsó la investigación con suero equino. Se trata de un desarrollo
en el que intervienen un laboratorio privado, el ANLIS-Malbrán y el Garrahan. Esto es una
colaboración pública y privada, y se trató de uno de los medicamentos más importante
para hacer frente al COVID-19, previo a las vacunas.
P: ¿Y hablando específicamente del sector farmacia?
RS: Durante la pandemia se pudo ver cómo el rol de los farmacéuticos y farmacéuticas
se puso en relación con las políticas públicas para enfrentar la pandemia pudiendo, por
ejemplo, contribuir a brindar más información, identificar casos, informar para reducir la
transmisión, evitar la automedicación, participar en programas de vacunación antigripal
y antineumocócica. Se destacó la importancia de la farmacia de cercanía, especialmente
en los momentos de aislamiento, porque permitió entregar medicamentos de forma segura a la par que se desarrollaba la receta electrónica, o sea, se pudo adaptar rápidamente
los mecanismos para asegurar la accesibilidad a medicamentos. También tuvo una actuación destacada en lo que son productos médicos, elementos de protección personal
como máscaras, barbijos y productos sanitizantes. Se vio una distribución segura, con un
precio correcto, porque se demostró que están mejores regulados en las farmacias que en
internet, donde hubo oportunistas, abusos.
Desde el sector farmacia, también dimos información sobre los modos de transmisión
del virus. Se demostró la importancia de la red, de tener un/a profesional “a mano”. Sin
duda, la farmacia es un lugar accesible. Eso se ve en las preguntas que hace la gente, por
ejemplo, sobre la permanencia del virus, la utilización de productos sanitizantes, los barbijos, las máscaras, el uso de medicamentos y, especialmente, las preguntas relacionadas
con los síntomas: cómo detectarlos, cómo actuar en caso de que se manifiesten, qué hacer
si aparece fiebre, tos, fatiga, mialgias, expectoración, cefalea, sudoración nocturna, pérdida
del olfato, conjuntivitis, diarrea, náuseas, vómitos, dolor al tragar, etc. Es decir, se sumó a
la posibilidad de dar un paliativo de venta libre la posibilidad de advertir qué podía ser o no
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
128
�un síntoma de COVID-19, para ayudar en la detección temprana de casos. Como ya dijimos,
en Argentina hay más de 13 mil farmacias que atienden a 45 millones de personas por mes.
Hoy esos números están multiplicados por la pandemia: las farmacias no solo se mantuvieron abiertas, sino que recibieron muchísimas más consultas. Lo dicen la OMS, la COFA,
desde el Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos lo hemos confirmado también:
la facilidad de acceso hace que las farmacias sean un lugar ideal para brindar un servicio de
promoción de la salud y prevención de la enfermedad, o sea, basado en el modelo de APS,
pero para eso se necesita fortalecerlo desde el Estado. No hay que cambiar nada de tamaño
o formato, sí hay que reorientar y valorar este servicio. Es una puerta de entrada al sistema
de salud formal y no lo digo por los medicamentos en sí, sino por la posibilidad de acceder
a la información y al asesoramiento sobre uso de medicamentos.
Ya hablamos también del documento de directrices conjuntas FIP/OMS de 2011 sobre
buenas prácticas en farmacia en el que se marcan los estándares de calidad de los servicios farmacéuticos y del documento de posición de la OPS/OMS de 2013 sobre servicios
farmacéuticos basados en atención primaria. A partir de ahí, la recomendación es que la
farmacia esté inserta en la sociedad, que promueva la interacción con los y las pacientes
y con personas sanas también, que participe en campañas y que pueda actuar en situaciones de peligro para la comunidad a través de programas de prevención, educación,
cambios de hábito, etc. Lo ideal sería trabajar de manera integral con el sector médico
tratando de favorecer al o a la paciente respecto de su tratamiento, propiciando el acceso a la información y al medicamento en sí. Empoderar, dar herramientas y participar
en conjunto. Porque no se lo puede hacer de forma aislada, sino entre muchos sectores
juntos. Y para eso se necesita planificación y apoyo estatal de manera urgente, porque no
puede quedar a criterio e iniciativa de un/a profesional en forma aislada, porque así no se
puede llevar adelante. En Argentina, lo que falta para promover el perfil comunitario de
las farmacias es la integración de las políticas públicas y el apoyo estatal. Quizá también
se requiere un desarrollo previo de más servicios, es decir, una oferta más amplia de los
servicios farmacéuticos con la implementación previa de programas piloto para ponerlos
en relación con las políticas sanitarias.
P: Excelente Rubén, nos diste mucha información, un gran aporte, ¡gracias!
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
129
�Carlota Ramírez
Por un modelo de gestión feminista
en salud
Diálogo con
Luci Cavallero y
Ana Mines Cuenya
�En octubre de 2021 mantuvimos un diálogo con Carlota Ramírez, directora de la
Dirección de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud de la Provincia de
Buenos Aires. A lo largo de esta conversación, Carlota nos cuenta su experiencia en la
gestión provincial, repasa los desafíos y potencialidades de implementar una visión
feminista en la gestión de la salud y reflexiona respecto de la importancia que tiene la
articulación de las políticas públicas con las organizaciones de la comunidad. A su vez,
nos cuenta los avances en términos de acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo en la provincia de Buenos Aires y analiza cómo podría ser una agenda que confronte
con las lógicas privadas y corporativas que se encuentran en el campo de la salud.
Pregunta (P): En primer lugar, queríamos que nos cuentes que estás haciendo en la actualidad y sobre tu trayectoria.
Carlota Ramírez (CR): Por una cuestión etaria tengo una trayectoria bastante larga
que fue diversificándose. Empecé a trabajar al inicio de los 80 como psicóloga en el
marco de la lucha por los Derechos Humanos durante la recuperación democrática.
También fui parte del Movimiento Solidario de Salud Mental que fue el equipo asistencial de la Comisión de Familiares. Siempre fui feminista, y con los años fui trabajando
la articulación de género con Derechos Humanos, por ejemplo, en Estados Unidos con
mujeres migrantes. Esto hizo que apareciera la necesidad de formarme en género.
Después de estar un largo período en el exterior, volví a Argentina en 2007 y empecé
a trabajar primero en FLACSO y, posteriormente, en el Ministerio de Salud de la Nación,
en el Programa de Salud Sexual hasta el año 2016. Ahí fue cuando empecé a participar
del proyecto de la Fundación Soberanía Sanitaria junto a otras compañeras como Sabrina Balaña, Andrea Paz, Carla Giuliano y Agostina Finielli. En ese tiempo empezamos a
pensar la relación entre soberanía sanitaria y soberanía de los cuerpos. En 2019, ya habiendo publicado el libro Salud Feminista, Daniel Gollán y Nicolás Kreplak nos convocan
para asumir en la gestión provincial, y a mí me ofrecen hacerme cargo de la Dirección
de Salud Sexual y Reproductiva. Este es mi cargo actual, que era solamente un programa
cuando llegamos, pero que nosotras lo jerarquizamos en 2019. La Dirección de Salud
Sexual y Reproductiva es parte de la Dirección Provincial de Salud de la Mujer, Niñez y
Adolescencia, que renombramos como Dirección de Equidad de Género y Salud porque
ese nombre corresponde más al horizonte que nosotrxs traíamos, y que está bajo la
coordinación de Sabrina Balaña. Buscamos corrernos de la mirada tutelar, queremos
trabajar el enfoque de equidad y lograr articular con todo el ministerio. Esta dirección
se subdivide en la Dirección Sexual y Reproductiva, Dirección de Salud Prenatal (antes
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
131
�Dirección Materno-Infantil), Dirección de Niñeces y el Programa de Políticas de Género
y Diversidad que es la otra línea de trabajo.
Es bastante amplio lo que hacemos. Tratamos de abordar otras cuestiones que no se
limitan a las líneas programáticas de nuestra dirección. Articulamos con la Dirección
de Infraestructura para que las obras que se desarrollan tengan una mirada de género,
por ejemplo, necesitamos pensar la distribución de baños porque tenemos la misma
cantidad de baños para varones y mujeres, pero somos muchísimas más mujeres trabajando. Nos gustaría poder tener baños que no tengan género, pero desde otros lados
hay una resistencia enorme. Estamos tratando de interconectarnos con todas las áreas
del Ministerio, no es algo fácil de lograr, pero creo que son aprendizajes que estamos
haciendo impulsadas por los feminismos de Argentina.
P: ¿Qué articulaciones están haciendo desde las políticas de salud sexual, principalmente
con atención primaria? ¿Cómo aparece involucrado el tema de la provisión de medicamentos
como anticonceptivos y hormonas en general, no solo para anticoncepción, sino también para
tratamientos orientados a la salud de personas trans? ¿Cómo lo articulan?
CR: Una línea para pensar esto nos lleva a los 90. En esa década se descentralizó el
sistema de salud, lo que para la provincia de Buenos Aires significa que la Atención
Primaria para la Salud (en adelante APS) (que representa 1.996 establecimientos) y
la atención secundaria (compuesta por 166 hospitales de baja complejidad) dependen ambos del nivel municipal. Luego, tenemos 87 hospitales de alta complejidad
que pertenecen directamente a la provincia. En algunos municipios tenés el hospital
provincial, el municipal y el centro de atención primaria, pero a medida que te vas
alejando de los centros urbanos encontrás lugares solo con atención primaria. Por
ejemplo, en La Plata tenés la APS y nueve hospitales provinciales. Esto genera un lío,
porque tenés equipos de APS que no coordinan y hospitales desbordados que están
resolviendo cuestiones que corresponden al primer nivel de atención pero que como
el municipio es conservador y antiderechos no hace nada. Y en su lógica no tiene
costo político importante porque los establecimientos provinciales terminan absorbiendo esa demanda.
La provincia es muy heterogénea. Tenemos zonas rurales, urbanas, de quintas, poblaciones originarias, conurbano, etc. Además, está IOMA1 que es la obra social provincial que tiene casi un 30% de la población. La concentración de privados es mucho
menor en comparación con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hasta hay municipios
donde el único efector es el estatal que factura a través del reintegro. Hay dos sistemas
1
El Instituto de Obra Médico Asistencial es la obra social de la provincia de Buenos Aires.
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�para el reintegro2. Pero hay un problema, ni la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) ni
la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) estaban contempladas en su nomenclador de prestaciones, entonces ahora estamos en el proceso para que esto se incorpore.
Y ahí aparecen los problemas con la nomenclatura médica, y ese problema se vincula
con la falta de una perspectiva de APS.
En general, el problema es que el sistema no funciona bien, está muy desarticulado.
La atención termina dependiendo de la capacidad de gestión de cada establecimiento o
municipio, pero estamos trabajando con las autoridades para generar mejoras en la facturación y registro de prácticas. En el caso de la ILE, hasta la sanción de la ley, el acceso y
financiamiento de esas prácticas las garantiza el Estado. Estimamos que hay un porcentaje de hasta un 40% de personas que tiene obra social pero que no se lo cubren por lo que el
Estado, de alguna manera, termina financiando al sector privado que obviamente siguen
cobrando el aporte del afiliado.
Con todo lo que es salud sexual y reproductiva, las mujeres van mucho al sector público porque en el sector privado necesitás que te autoricen la orden para luego ir a la farmacia, porque a pesar de que está en el Programa Médico Obligatorio, el acceso no es tan
sencillo. IOMA, por ejemplo, reformuló todo su sistema de prestaciones para incorporar
el aborto, pero muchas afiliadas se encuentran con que las farmacias no quieren venderle
el misoprostol3, entonces terminan yendo al sector público.
La descentralización y otras circunstancias han ido conformando un sistema de salud
que trabaja desarticuladamente, esta es una de las primeras gestiones donde hay una
lógica sanitaria centralizada. Se busca que todo empiece a funcionar en el marco de una
política sanitaria y no de decisiones propias. Cuando llegamos, cada hospital tenía un protocolo para acceder al aborto, uno era hasta 12 semanas, otro hasta 15, otro 13, cada uno
era un mundo aparte. Eso ahora está un poco más alineado porque pudimos organizar y
ordenar todo lo que es provincial, el problema sigue siendo la falta de articulación con el
nivel municipal que depende del color político del intendente y de la voluntad de coordinar acciones con el nivel provincial.
2
3
Uno de ellos es el SAMO (Sistema de Atención Médica Organizada), un régimen retributivo creado por
la Ley 8801/07 que permite a los hospitales públicos facturar, a las obras sociales, mutuales, prepagas,
seguros de salud y ART, las prestaciones de salud que realiza a sus afiliados. Este sistema recupera el
dinero cuando un efector del Estado hace una prestación a una persona que tiene obra social y luego se
le factura a la respectiva empresa. La otra forma de recupero que tienen los establecimientos es a través
del SUMAR, que es un programa de financiamiento internacional del Ministerio de Salud de la Nación
en convenio con las provincias. El plan es una estrategia de acceso para las personas que no tienen cobertura de salud. Antes se denominaba Plan Nacer. Se trata de una iniciativa que promueve un acceso
equitativo y de calidad a los servicios de salud para toda la población que no posee cobertura formal en
salud. Para más información: <https://www.argentina.gob.ar/salud/sumar> acceso: 15/12/2022.
Medicamento que se utiliza para inducir abortos.
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�Reconozco que las dos primeras semanas de gestión pensé que me había equivocado,
quise irme. Había 46 cajas de misoprostol para una enorme cantidad de personas, pensemos que la provincia de Buenos Aires es el 40% de la población del país. Además, ahora
estamos revisando la estimación de población objetivo porque teníamos un análisis basado en el censo del 2010 en el que había un 10% de pobreza cuando hoy en día se fue por
lo menos al 40%.
Hay municipios que vienen articulando con los hospitales provinciales y con APS, pero
hay otros en los que las mujeres van al centro de salud y no hay ningún tipo de circuito de
atención. Eso tiene un impacto en el costo para el sistema, el deterioro que va teniendo la
persona que no puede acceder a una práctica cuando la necesita lleva a otro cuadro más
complejo. Es el caso del aborto, sin ir más lejos. Una cosa es que llegue una demanda en
el primer trimestre y se resuelva y otra diferente es que no se resuelva y empiece a “girar”
por todos lados y vuelva con 16 semanas, tiempo en el que la atención requiere internación. Estamos tratando de hacer los análisis de costo/efectividad para evaluar la composición de la canasta anticonceptiva y aumentar los métodos de larga duración, que son más
seguros y más efectivos para las mujeres. El tema es que cuando pensamos, por ejemplo,
en los implantes, que tienen mucha demanda de profesionales y de la comunidad, entra
en juego el tema de costo de los insumos, o sea, aparece la frase: “No compremos esto porque es muy caro”. Pero la realidad es que, si analizas la duración y la seguridad, a la larga
termina siendo más barato y sustentable. Estamos revisando el sistema de información
que nos permita ver cuánto compramos y cuánto distribuimos junto con un análisis de la
efectividad en términos económicos.
P: ¿Lo que compra la provincia de Buenos Aires se distribuye en los hospitales provinciales?
CR: No, es así: la Dirección Nacional hace compras que generalmente son licitaciones
internacionales y la distribuye a todos los Centros de APS del país, que son cerca de 7.000,
a través del Programa Remediar. En estos últimos años, con la pandemia, las cadenas globales de producción de anticonceptivos se vieron alteradas y ahora la Nación está haciendo
compras a través del Fondo de Población4. Cada dos meses se distribuyen botiquines armados según el consumo de cada establecimiento de APS por lo que, claramente, hay de
distintos tamaños. Además, la Dirección Nacional también manda a las 12 regiones sanitarias de la provincia de Buenos Aires. Se hace un gran esfuerzo para que ningún municipio
se quede sin insumos. Todo esto es nacional, pero nosotros en la provincia actualmente
estamos haciendo compras por nuestra parte. En el circuito participa el Correo Argentino
(nuestro operador logístico) que recibe los insumos en su depósito de Tortuguitas y nosotros
hacemos una distribución por las regiones sanitarias con base en la población y el consumo
que reportan los establecimientos.
4
Se refiere al Fondo de Población de las Naciones Unidas.
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�Para el misoprostol es distinto, usamos un convenio interprovincial con Santa Fe, no le
compramos al sector privado. Lo hicimos antes de que el LIF (Laboratorio Industrial Farmacéutico) tuviera permiso de tránsito por el ANMAT, lo que significó que tuviéramos que conseguir un permiso especial, esto fue una decisión política. Hoy en día Río Negro y San Luis
también tienen laboratorios públicos que están produciendo misoprostol, aunque todavía
no están en condición de vender. Un dato importante es que en los dos años que llevamos de
gestión hemos ahorrado casi lo mismo que hemos gastado en los tratamientos vinculados
a aborto. Ese ahorro es porque pasamos a comprar en laboratorios de producción pública.
La realidad es que este año compramos por escasez en el marco de la pandemia. En el
caso del implante anticonceptivo estamos atadas a MSD5 (antes MERCK), porque hasta el
momento es un monopolio. El problema de este último es que a Nación se le cayeron dos
licitaciones por los precios que ponen. En la gestión de Cristina Fernández, en el Ministerio
de Salud de la Nación aprendí que los laboratorios cobran por la capacidad de pago del país,
o sea, no tienen un precio fijo para los medicamentos. Incluso, cuando empecé a averiguar
con Naciones Unidas para ver si podíamos hacer compras a partir de sus sistemas de adquisición de insumos, vimos que el implante era sorprendentemente barato, a lo que me dijeron: “La Argentina es un país con ingreso medio, no te lo van a vender a ese precio porque
es para países de ingresos bajos”. Claramente, ellos tienen un costo de producción que es
indistinto del país al que le vendan. En esa misma gestión, se había hablado de hacer compras regionales, organizar México, Brasil y Argentina porque nos daría otro poder de negociación frente a los laboratorios, pero esas opciones no son posibles, al menos por ahora.
P: ¿Por qué no tenemos esas opciones?
CR: Más que nada porque el MERCOSUR dejó de funcionar y UNASUR desapareció. El
otro día tuvimos una ronda de feminismo y salud internacional y planteamos la necesidad
de hacer alianzas con los países para diseñar políticas de medicamentos porque sin dudas no es lo mismo una provincia frente a laboratorios monopólicos que muchos países
juntos. De hecho, en el contexto de la pandemia, hubiese sido un escenario sumamente
diferente negociar insumos y vacunas en conjunto.
P: Sí, sumado también a los mecanismos de los propios laboratorios que promueven la fragmentación, con esto del secretismo y “todo clasificado”. Nos gustaría volver un minuto a la atención primaria vinculada a problemas de salud sexual y/o reproductiva. En el sistema público se
han desarrollado dispositivos complejos y eficaces que atienden de una manera muy acertada estas demandas. ¿Cuánto de esto está vinculado con la gestión de medicamentos y con los y las trabajadoras que están en el sistema público, envueltos y envueltas en una práctica más feminista?
5
MSD, también conocida como Merck Sharp & Dohme, es una de las mayores empresas farmacéuticas del
mundo. Su sede central está ubicada en Whitehouse Station, Nueva Jersey.
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�CR: Te digo la verdad, la atención en salud no es buena porque está cooptada por la
industria y, además, el modelo de atención es hegemónico y heteronormativo, pero hay
algo que marca una diferencia entre el sector público y el privado: los principios que rigen
la atención en la salud pública son los derechos de las personas. Eso está discursivamente
instalado en los equipos, no siempre traducido en prácticas. Pero bueno, hoy en día es difícil que te digan: “Quien elige es el médico” porque saben que las que tienen que hacerlo
son las mujeres, es difícil que hoy te discutan el derecho de decidir. Ahora, no es tan fácil
sacar eso de la teoría y llevarlo al día a día, operacionalizar el derecho en las prácticas
sanitarias. No siempre pasa, al contrario, muchas veces se induce un determinado tratamiento, les dan mala o escasa información. Pero desde lo discursivo está más que entendido que la salud es un derecho y que no se le puede negar la atención a nadie.
También hay otras discusiones, se escucha: “Que tome al/a la paciente el hospital o el
centro de al lado, porque no es una persona de mi área programática”. Eso se escucha mucho. Pero en verdad, los hospitales provinciales no responden a esta división en áreas; son
garantes del derecho a la salud en todo el territorio y tienen la obligación de recibir a todo el
mundo. Después, cómo se atiende es otro tema y eso varía mucho en los distintos servicios.
Trabajamos todo el año pasado para lograr esta red de efectores que tengan una distribución equitativa territorial, por eso nuestra unidad de análisis para el monitoreo de
las políticas es la unidad municipal. Hoy tenemos 111 “municipios verdes”, eso quiere
decir que hay un sentido de garantía de derechos, pero no se puede negar que hoy faltan
insumos, que la hotelería es mala, que las maternidades son lugares abandonados, etc.
Hay mucho trabajo que hacer, hay muchísimas cuestiones a mejorar. Ahora, lo que es
salud sexual y reproductiva no resulta rentable para el privado ya que son principalmente
prácticas autogestionadas, solo gastan en el acceso a misoprostol en el primer trimestre.
Sin ir más lejos, el otro día tenía que hacerme una mamografía en el Mater Dei y no
conseguía turnos. Eso en la parte pública no pasa, en el hospital se garantiza a pesar de
que no tienen las mejores tecnologías, se atiende a todxs. Lo central a remarcar es que
no se está dando abasto, viene muy abandonado, con problemas de gestión muy grandes,
pero se atiende mejor desde la perspectiva de derechos. Los equipos están sensibilizados
con la salud sexual y reproductiva, hay muchas feministas en los equipos. También se
cumple con el cupo trans, es decir, hay personas trans conformando los equipos de salud
y eso está significando una transformación importante.
La gente que trabaja en la atención pública tiene una parte de su corazón en esta,
si no se van a trabajar al privado que ganan más plata. Hay falta de médicxs porque los
sueldos son bajos comparados con otras jurisdicciones como Ciudad de Buenos Aires o
las provincias de la Patagonia, pero hay muchxs que se quedan solo en lo público y desde hace muchos años. Hablando de aborto, en este momento no tenemos usuarias sin
acceso. Y me refiero a las que llegan directamente y también a las que recibimos por el
0-800 y por el formulario, acceden todas.
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�P: Con la anticoncepción ya había una brecha entre lo público y lo privado, con el tema del
aborto imagino que se destacó aún más.
CR: Sí, acá en La Plata, IOMA abrió un consultorio que ya lleva hecho doscientos procedimientos. Pero sigue siendo una obra social que depende del Estado, del Ministerio, es
decir, su objetivo no es el lucro sino proveer y garantizar un servicio a lxs trabajadorxs del
Estado provincial, de hecho, nosotras tenemos un vínculo constante.
El otro día estuve en una reunión con la Federación de las Obras Sociales y, además
de que hay un desconocimiento, te hablaban de los costos y de que se necesita un anestesista… “¿Para qué querés uno?”. Su respuesta fue que lo hacen con legrado6, es decir,
con intervenciones más complejas, actualmente desaconsejadas, y esto tiene que ver
con un posicionamiento ideológico. En relación con los costos en salud, abortar es muy
barato. Estamos pagando el misoprostol a 200 pesos el comprimido más el costo del recurso humano y las instalaciones que son mínimas para el aborto de primer trimestre.
Alrededor de 2 mil pesos es el valor del tratamiento completo, pero en la farmacia te
cobran 8 mil por el medicamento.
P: ¡Qué estratégica la alianza con el LIF! Además, me parece importante remarcar que es muy
heterogéneo el servicio que se da y que eso también se relaciona con las diferencias en la población. No puede ser el mismo servicio en una zona del conurbano, marcada por la pobreza, que en
zonas de clase media. De hecho, una de las cosas que discutimos tiene que ver con ese equilibrio
precario entre la gestión centralizada y la sensibilidad para poder administrar sin perder de vista
las singularidades de cada territorio y de cada equipo.
CR: Nosotras vinimos como Colectiva, llegamos a la Dirección con un trabajo en equipo. Vas a algunos lugares del Ministerio que están constituidos solo por hombres y ves
una verticalidad de “director, asistente, etc.”, y ahí la lógica cambia, son compañeros y te
escuchan, pero no hay nada horizontal. Y hablando de la organización, cada una de las 12
regiones sanitarias de la Provincia tiene una responsable en salud sexual reproductiva, las
llamamos “referentes”, generalmente son mujeres cis7.
Desde que arrancamos, organizamos rondas de gestión todos los meses, nos llamamos
y las convocamos a ellas buscando poner en común la agenda de problemas y de estrategias que estamos pensando desde una mirada más global. Lo que hacemos es recuperar
6
7
Legrado es una intervención quirúrgica que consiste, dicho de manera sucinta, en el raspado del tejido
de las paredes del útero.
El término “cis” o “cis-género” refiere a aquellas personas cuya identidad de género coincide con el sexo
que les fue asignado al momento del nacimiento. Para más información, consultar “Expresiones e identidades de género” de la Guía “Atención de la salud integral de personas trans, travestis y no binarias”
(2020) elaborada por el Ministerio de Salud de la Nación. Disponible en <https://bancos.salud.gob.ar/
sites/default/files/2020-10/guia-salud-personas-trans-travestis-nobinarias.pdf>.
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�lo que pasa en cada lugar. Se generan estrategias de trabajo que se consensuan. A su vez,
venimos formando a bastantes personas para que acompañen el trabajo territorial y que
después articulen con los municipios. Además, tenemos un consejo asesor. Antes estaba
conformado netamente por sociedades científicas, pero ahora incorporamos a organizaciones como la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, al colectivo
Ni Una Menos, al CELS, a Socorristas en Red, etc. Es nuestra pata con la sociedad civil
organizada. Aún falta para que funcione de manera aceitada, pero estamos en eso.
Durante la pandemia, con Socorristas en Red articulamos mucho, ellas derivaban al sistema a las personas que necesitaban acceso al misoprostol a la vez que hacían un trabajo de
acompañamiento y monitoreo, por ejemplo, frente a casos de violencia médica y/o institucional. Hubo situaciones en las que nos llamaban a las 22 hs diciéndonos: “Hay una mujer
en tal hospital que está hace ocho horas, no la ve nadie y está expulsando”. Ahí teníamos
que llamar al director y preguntar qué estaba pasando. Todo esto nos permitió, por un lado,
garantizar el derecho a las mujeres que tenían dificultad de acceso y por otro saber qué pasa
dentro de los servicios, porque nosotras derivamos, pero no tenemos ni idea el después. Y si
vos preguntás a los jefes, te dicen: “Está todo divino, bárbaro, ponemos DIU, hacemos consejería”. Este tipo de articulaciones realmente nos permitió mapear la situación.
Un grupo como Socorristas nos pone, además, frente a otra discusión que tiene que
ver con el rol de las comunidades organizadas, especialmente las feministas, en el acompañamiento en situaciones de aborto y de salud sexual y reproductiva en general. Algunas
personas piensan que estos grupos no deberían encargarse porque “para algo estamos
nosotros”, hablando desde la gestión estatal. Desde nuestro lado, decimos que tienen que
seguir estando porque las mujeres tienen que poder elegir dónde hacerse el aborto. Por
eso articulamos. Ellas inciden en los procesos ambulatorios y si hay una complicación
nos avisan para que derivemos a una guardia que garantice derechos.
Fue difícil conseguir que las compañeras que están en las regiones (las que no vienen
de la militancia feminista, sino de ámbitos técnicos) entendieran que las Socorristas no son
enemigas, sino aliadas. No sé si vieron que en Mar del Plata hay un lío porque la Secretaría
de Salud mandó una nota diciendo que los médicos de primer nivel no pueden hacer abortos. Inmediatamente se armó una estrategia conjunta entre la referente, que viene de la
militancia feminista, con las Socorristas y la Campaña. Justamente, esto es lo que tratamos
de promover, aunque no pase en todos lados, para que sea una gestión territorial. Ahora
que todo está más o menos acomodado, decimos: “Desencadenamos procesos y acompañamos”, es decir, buscamos que el hospital se piense como un territorio, no como un edificio.
Otra cosa que siempre estoy mirando es el mapa por “colores”, o sea, azul y amarillo.
Si hablamos de un municipio compañero, con una gestión más progre y abierta, es posible llegar a otros acuerdos. Pensamos por dónde entrar. Tuvimos reuniones en algunos
municipios en las que al llegar nos encontrábamos con una mesa de la Campaña en la
puerta, poniendo presión a las conversaciones con las autoridades. Esas cosas las fuimos
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�construyendo y articulando durante la marcha, con las complejidades de una provincia
tan grande y con pandemia. Es un trabajo artesanal, vamos centro de salud por centro
de salud, pero como somos muchas en todo el territorio el trabajo es potente y además
somos una gestión que hace mucha, mucha, microgestión.
P: Es muy linda la experiencia de articulación con organizaciones sociales y políticas, eso es
algo que le suele faltar a la gestión, que muchas veces administra en la urgencia. Eso a veces hace
que no haya escucha ni lugar a las críticas. Eso enfrenta al peligro de las políticas normativas en
salud, tan frecuentes.
CR: Es justamente eso. Queremos hacer más permeables las paredes, sobre todo de
los hospitales que generalmente son instituciones hegemónicas y patriarcales. Estamos
trabajando desde la Dirección Provincial de Hospitales con el proyecto Servicios de Área
Programática (SAP), actualmente tenemos 25 hospitales involucrados. Son nuevos servicios que no se arman a partir de las especialidades clásicas (obstetricia, ginecología, pediatría, cirugía), sino que son interdisciplinarios. Podríamos decir que son más parecidos
a la APS. Trabajan saliendo al territorio para levantar la demanda, por ejemplo, con consultorios ambulatorios. También tienen el objetivo de trabajar hacia adentro del hospital
para llevar la agenda de la comunidad.
Es cierto que hay limitaciones técnicas. Recientemente estuvimos entregando ecógrafos en algunos establecimientos para mejorar el acceso a cuidados prenatales y para los
equipos que realizan abortos. Pero cuando ves cómo se organizan los turnos te das cuenta
de que muchas veces no se prioriza la necesidad de la población. Se arman colas de espera
enormes. A veces los turnos se dan en función de las costumbres y comodidades del hospital. Vamos a trabajar muy fuerte para abrir un poco más el hospital a la comunidad, al
servicio de todxs. En el caso de abortos, un 95% de los hospitales provinciales garantizan
abortos contra un 15% de los centros de APS (de los 2 mil). Ahí tenemos un desfasaje porque el hospital absorbe más de lo que debería.
P: En cuestión con los tratamientos de hormonización, ¿cómo vienen trabajando con ese
tema con la población travesti-trans?
CR: Recibimos algunas hormonas de Nación, pero la Provincia compra mayoritariamente su propio suministro. Para que en un hospital se pueda garantizar el acceso a las
hormonas tiene que comunicarse con el Programa de Políticas de Género y Diversidad
Sexual, que coordina Carla Giuliano, otra compañera “rondera”. Por ejemplo, los métodos
anticonceptivos van a todos los efectores de APS, porque tenemos mujeres cis heterosexuales que los usan, entonces está estimada la población. Lo que sucede es que a las
personas trans no las tenemos identificadas, o sea, contabilizadas. Entonces, “¿A dónde
mandas los insumos?, ¿cuánto mandas?”. Por eso, los efectores del programa reciben una
capacitación, se registran como tales y reciben las hormonas.
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�En general se está moviendo mucho, con el cupo trans se están incorporando a muchxs compañerxs y se están abriendo nuevos servicios. También el programa quiere trabajar con los mapas, ver dónde faltan equipos. Por lo menos yo cuando viajo charlo con
los efectores, les pregunto, “¿Hacen hormonización?”, y suelen responder que no, pero
que les interesa.
Otra cosa que estamos tratando de erradicar son los carteles de planificación familiar, buscamos poner algunos que digan “Salud sexual integral” y ahí entrarían todas las
líneas, como menstruación y sexualidad en las vejeces. Es decir, se busca que sea un equipo integral que haga desde ILE hasta hormonización. Estamos trabajando también para
avanzar en la realización de cirugías de afirmación de género, que no son muy complejas
y de hecho hay equipos que lo hacen, por ejemplo, la mastectomía. Son prácticas que no
necesitan tanta capacitación, pero capaz no se lo ofrecen a personas trans. Algunas otras
como las prótesis es distinto, porque son difíciles de conseguir y caras y no siempre hay
equipos capacitados. En la página del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires
están publicados los equipos que proveen de hormonas a personas trans y los contactos
para llamar. Es un área que está creciendo mucho.
P: Sería ideal que el Estado tuviese la capacidad de identificar políticas que han funcionado
mejor y pensarlas para otros territorios. En ese caso, varias de las cosas que se están haciendo en
la Provincia de Buenos Aires podrían inspirar a las políticas en otras provincias.
CR: Hablando de eso, nosotras tenemos una mesa que se llama “Niñas, no madres”
que básicamente es un abordaje integral de los embarazos forzados. Justo ayer hubo una
presentación en donde estuvieron cinco provincias. A todo el mundo le gustó mucho,
después hicimos un taller donde hubo mucho acuerdo.
Nosotras vinimos con esta idea de salud feminista, no de mejorar la salud pública, sino
de transformarla. Parte de esa posibilidad yace en las discusiones que tenemos colectivamente, en los modos en los que se construyen esas políticas. Después sí, está la responsabilidad de firmar un expediente de compra o cosas así. Eso está en manos de determinada
funcionaria. Pero nuestro modo de trabajar marca diferencias en relación con las gestiones tradicionales, más unipersonales y patriarcales, donde la decisión la toma uno y punto. El rol acá es de responsabilidad, la autoridad es colectiva y viene desde el feminismo.
Otra cosa que sumamos a nuestra agenda es el problema de la lógica discursiva, que
en salud se caracteriza por el exceso del concepto de control: “Control del parto, control
de le niñe sano, control prenatal, control ginecológico” y nosotras decimos: “¡Paren de
controlar!”. El 30 de octubre hacemos un encuentro de salud en la UNPAZ, tenemos una
mesa que se llama “Feminismos en formación, salud feminista como estrategia de integración”. Lo que vamos a plantear es que un sistema de salud no se puede integrar sino se
hace feminista porque la lógica masculina patriarcal no puede lograrlo. Hay que pensar al
feminismo como una estrategia de gestión porque, aunque salud no solo es algo técnico,
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�también es político. “¿Quién tiene poder epistémico sobre los cuerpos?”, y la respuesta es
que no son los médicos, son las personas. Por eso, para que la Ley de IVE se implemente,
para que sea un derecho y no un privilegio, hay que transformar el sistema sanitario.
Cuando salió la ley, a mí me llamaban los equipos y me decían: “Perdón, ¿qué tengo que
hacer cuando viene una mujer?”. Mi respuesta siempre fue: “No tenés que hacer nada más
que garantizarle la decisión que tome y acompañarla”. Claramente se quedaron perplejos,
no tenían idea de cómo actuar porque todo el procedimiento era dar información y recetar
misoprostol. No hay que hacer certificación de causales, tampoco hay que autorizar a nadie
y esto generó que se quedaran en desconcierto, preguntándose: “¿Cuál es mi rol?”. Y la respuesta siempre es: “Tenés que garantizar un deseo, que la persona haga lo que decida”. Ahí
está la salud, no hay que buscar la enfermedad, ni el causal. Antes, las mujeres tenían que
explicar todo, dar justificaciones en demasía para poder acceder a un aborto. Si no había
una “justificación” de tipo que el marido les pegaba o que estaban en la miseria, la respuesta
del profesional podía ser del tipo: “Pero va a la universidad, tiene plata, educación”. Les juro
que me llamaban y me decían eso, porque no encontraban el causal.
Hay mucho para hacer. En los dos años de gestión que nos quedan, nuestros objetivos
son: acceso al aborto en el segundo trimestre y empezar a trabajar fuerte todo lo que es la
gestión de insumos para mejorar el acceso, lo que hoy se dice poner la mirada en la última
milla de la cadena de distribución que es el usuarie. Sin insumos no hay política de salud
sexual. Si no hacés redistribución de recursos materiales y simbólicos no hay políticas.
P: Esto último quizá sea un tema medio opaco para quienes no tenemos cercanía a la gestión.
Me refiero al acceso a insumos, en general. Me pregunto por qué no nos escandaliza el tema de
patentes, por ejemplo, que con la pandemia fue tremendo. ¿Cómo te parece que se podría promover discusiones sobre estas cuestiones?
CR: En la Escuela de Gobierno estamos haciendo un seminario de salud internacional
en el contexto de pandemia que nos lleva a algunas conclusiones: hoy en día la gobernanza de la salud depende de la industria porque vos necesitas medicamentos, aparatología,
etc., y eso determina las políticas sanitarias. También está el tema de los organismos internacionales, el otro día una compañera dio una charla sobre los modos en los que se
financian y dijo que cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezó, el 80% de
su capital era de países y un 20% del sector privado. Hoy en día eso se revirtió y un 60%
es solo de Bill y Melinda Gates. El financiamiento privado condiciona la agenda sanitaria.
Miren lo que pasó en la pandemia, la gente conocía más al ministro de Salud de Estados
Unidos que al director de la OMS, la población escuchaba lo que decían los laboratorios.
Entonces me parece que tenemos que empezar a entender que el Estado-Nación está muy
complicado, no hay países soberanos hoy en día y mucho menos en materia sanitaria
donde vos dependés de los insumos, sin ir más lejos los anticonceptivos que compramos
no se fabrican en el país.
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�Las agendas están marcadas por corporaciones globales. Por ejemplo, cuando tuvimos
el problema de falta de abastecimiento de implantes, todo el mundo le pegaba al Estado. Y
era cierto que somos responsables, pero no podemos comprar insumos a un precio disparatado. Comenzamos con un laboratorio monopólico y caímos en nuestra propia trampa,
metimos un método que es bárbaro, que todo el mundo lo quiere. Y nos hicieron la gran
“el primero te lo regalo, el segundo te lo vendo a precios exorbitantes”. Es entendible que,
si hacés la cuenta, a largo plazo te conviene comprarlo porque es más efectivo, pero sigue
siendo muy difícil implementar políticas de métodos de larga duración cuando tenés dos
o tres empresas que te fijan el precio que quieren. La conclusión es que la producción nacional de medicamentos es un tema muy importante y tiene que estar en la agenda.
A veces, cuando faltan insumos, algunas compañeras dicen: “Voy a llamar a Nación”,
y yo me río porque somos un país federal, a ellos les pasa lo mismo que a nosotras. Es importante entender que los estados también están subordinados a las políticas financieras
de los laboratorios, no hay independencia. Decimos que “No puede haber soberanía de
los cuerpos sin soberanía sanitaria y no puede haber un proyecto sanitario sin un proyecto de país”. No podés pensar que un territorio te puede garantizar los derechos sexuales
y reproductivos si no tenés una política de país que promueva la autonomía y eso implica
pelearse con un montón de gente, y no solo con actores globales.
Relacionado con este tema tenemos a los anestesistas. Justamente, la provincia viene
con una batalla terrible con ellos. Lo que pasa es que si estos profesionales dejan de trabajar se muere gente. La realidad es que podés prescindir de un pediatra porque tenés un
generalista que hace cosas muy parecidas, pero no podés poner a otro a hacer anestesia.
Eso los lleva a ser una corporación muy poderosa. En el sistema médico, vos haces convenios con los colegios. Ese es un gran negocio corporativo. Si realmente querés autonomía
tenés que dar esas batallas y, además, generar prestaciones basadas en el marco de derechos, porque esas corporaciones también están condicionadas por factores económicos
con intereses financieros.
P: Quería retomar esta idea de que no hay autonomía sin conflicto, esto es muy distinto al
liberalismo. Quería que me contaras la multa al Sanatorio Austral, ¿cómo fue esa medida?
CR: No fue una medida del Ministerio de Salud, sino de la Secretaría de Comercio. La ley
del aborto pone en el centro de la escena a la voluntad y la autonomía de las personas. Eso
permite establecer una discusión con los equipos de salud porque cambia la lógica entre
las relaciones de poder médico-paciente. Pero también hay muchos organismos del Estado
que están involucrados en la implementación de la Ley 27610. Uno de ellos es la Secretaría
de Comercio. Desde allí se impulsó un formulario para registrar incumplimientos por parte
de las obras sociales. Si se trata de una persona que reside en provincia de Buenos Aires,
pasa a Defensa al Consumidor. Nosotros tenemos relación directa con la Secretaría de
Comercio y venimos haciendo un trabajo de articulación, reunimos a todas las regiones
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�para promover que las mujeres que llegan al sistema de salud público, porque la obra social
les negó un aborto, completen ese formulario. Si la mujer llega con una edad gestacional
temprana, esperamos 24 hs luego de llenarlo. Lo que hace Defensa al tomar el reclamo es
comunicarse con la obra social y decir que tiene que garantizarlo sí o sí. Lo que suele pasar
es que las obras sociales responden y lo garantizan o, en caso de que no puedan, lo hacemos
nosotros, pero les facturamos a ellos a través de los mecanismos de recupero.
En el caso del Austral no solamente no se garantizó, sino que el jefe de servicio junto
con varias personas trataron de convencer a la mujer para que no abortara. Entonces
terminó haciéndolo en el sistema público. Defensa al Consumidor les hizo una demanda,
no contestaron y entonces decidieron multarlo, además de ponerlo en las redes. Nos llamaron, nos contaron, y en la rueda de prensa dijeron “Difundamos” para dar una señal de
que la ley se cumple y si no, hay sanciones. De todos modos, está imputado como incumplimiento, se abre un proceso administrativo y se lo sanciona con una multa. En general,
las demás obras sociales arreglan algo y dicen “Bueno, vamos a empezar a resolver”.
P: Dos últimas preguntas. La primera, sobre los debates o discusiones que aparecen intermitentemente sobre la reforma del sistema de salud. ¿Para vos dónde están los puntos fuertes de esta
discusión? Es decir, ¿cuáles son los horizontes que se plantean? Y agrego una más: para estos dos
años que quedan, ¿cuáles serían los objetivos de máxima en el Ministerio?
CR: La integración tiene que ver con esto, es una discusión política y en la pandemia se
empezó a ver que no es posible garantizar el acceso a salud con un sistema desintegrado,
porque es ineficiente, ineficaz y la gente se pierde en él. Por ejemplo, cuando la provincia
desarrolló el Sistema de Gestión de Camas, se relevaron todas las camas que había, de todos los sectores y se empezó a derivar por localidad y por disponibilidad. Fue una pelea,
sin dudas. Teníamos hospitales estallados y las clínicas no querían recibir personas. Pero
finalmente funcionó y permitió ser más eficientes en un momento de altísima demanda.
No era solo lo público, porque la cama era para quien venía, sin importar si tenía seguro
médico o no, se distribuyeron equitativamente. Es decir, se buscó integrar y generar un
modelo más solidario donde todo vaya a un pozo común, redistribuyendo de manera más
equitativa y no dejando que la gente “se caiga por el colador”. Colador que, además, termina
con un sistema público completamente desbordado, que financia mucho al sector privado.
Lo que estamos planteando no es hacer un sistema único, como tienen en Inglaterra,
sino alguna manera que nos permita llegar a un acuerdo social que no sea un “sálvese
quien pueda”. Esto implica una discusión política muy grande, porque si no podemos congelar el precio de los fideos secos, menos vamos a poder lograr lo que nos proponemos.
Para mí lo que hay que desinstalar (por eso es importante que los feminismos también
se lo pongan en la agenda) es que la atención privada es mejor que la pública. La realidad es
que tenés más aparatología que a lo mejor no necesitás, pero no hacen nada de prevención,
no existe la APS, lo único que buscan es hacer cosas caras, capaz mil estudios que por ahí no
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�son necesarios, porque el objetivo es el lucro. Si mirás las tasas de cesáreas, cerca del 80%
son en el sector privado. La OMS te dice que no debería haber más de un 20% y tenemos
números elevadísimos, obviamente que en el público tenemos menos, aunque sigue siendo
alto el porcentaje: 60%. El por qué de esto es que no está el servicio de partos, el médico va y
te programa el procedimiento, estás dos horas y chau, y te cobró lo mismo que en un parto
asistido donde la partera está 24 hs acompañando a la mujer.
Entonces digo, para que el Ministerio tenga una función rectora, deberíamos pensar en
un sistema integrado que pueda responder y adaptarse a las necesidades de las políticas sanitarias con una autonomía de gestión de medicamentos. Creo que esa es la discusión política
que hay que dar. Además, la oposición hace mucho ruido y genera mucha confusión, ojo, no
estamos hablando de que solo exista lo público, sino algunas lógicas que permitan que no sea
un modelo extractivista donde los cuerpos finalmente son territorios para extraer plusvalía.
Hablando del tema del cannabis, nosotras trabajamos mucho con Mamá Cultiva. En
IOMA están pagando 25 mil el frasco de aceite importado de Canadá porque hay una altísima
demanda, pero, de nuevo, está todo atravesado por los laboratorios: la gente podría cultivar
en su casa y producir. Entonces nos preguntamos cómo hacer para que todas estas modalidades estén incluidas en un sistema integral, donde los financiamientos sean más eficientes.
De nuevo, no es que queremos que el sector privado deje de ganar o estatizarlos, pero sí que
funcionen con una lógica sanitaria tomando en cuenta cuáles son las necesidades del país.
Además, siempre está la pregunta de cuál es la agenda de la investigación farmacéutica; no buscan medicinas que te curen y quien financia todo esto son los estados, entonces
es como dar vuelta todo y pensarlo en una lógica que esté al servicio de un sistema más
eficiente, más efectivo donde el acceso sea independiente de tu capacidad de pago.
Básicamente es eso, dentro del capitalismo y de este sistema, implica dar un montón
de peleas. Y para que las gane el gobierno, tiene que haber una base social que hoy no
está. Hablar de sistema de salud integrado es una manera de pensar quién conduce las
políticas sanitarias y cómo se subordina el sector privado a las políticas nacionales.
Con respecto a las autoridades del Ministerio, creo que las políticas son: integrar el sistema de la provincia y fortalecer el sistema público con un gran plan de infraestructura
que arrancamos, que va a demorar siete años, porque hace mucho que las instalaciones no
tienen mantenimiento, estamos partiendo del deterioro. Es decir, se busca fortalecer los recursos materiales. Se hizo y se sigue haciendo una gran inversión para recuperar un poco lo
perdido. Sobre todo, buscamos ordenar, organizar y poner prioridades claras, que cada hospital no tenga sus propios objetivos, sino que las políticas sean producto de un diálogo con la
comunidad, en conjunto. Queremos que se articule y que haya centralización y por eso nos
reunimos regularmente para hacer evaluaciones con todxs lxs directorxs de la provincia.
En la Dirección de Equidad y Género tenemos grandes líneas para los dos años que nos
quedan. Una es implementar el parto respetado en todas las maternidades y hospitales,
consolidar los equipos de ILE y fortalecer el sistema de gestión de insumos. Además, ahora
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�se viene el Plan Qunita Bonaerense que va a ser una de las políticas centrales. Es distinta a
la del 2015 porque tiene cuatro líneas de cuidado: del embarazo, del parto, de sexualidad y
reproducción y en la crianza. La primera versión de este plan tenía un montón de cositas
para el bebé (ropa, juguetes, etc.) y para la mujer puérpera era una pezonera, un camisón y
unas pantuflas. Son 75 mil las mujeres que paren sin cobertura médica y la ropa era de talle
único. Ahora incorporamos una línea de cuidados que habla de la sexualidad en el embarazo, qué te pasa en el cuerpo, el deseo. También se incorpora algo de la menstruación, sobre
cuándo te vuelve luego de dar a luz y algunas herramientas más. Acá descubrí el método
del collar, que permite calcular la menstruación, tiene cuentas blancas para el período que
estás ovulando y podés controlar más tu ciclo. Buscamos poner a disposición herramientas
y elementos para que las personas que lo necesitan tengan acceso a más información. Además, este programa va a contar con insumos de gestión menstrual (toallitas reutilizables) y
sacamos el camisón.
Buscamos que tenga un anclaje territorial muy fuerte, con convenios con los municipios,
porque en el Qunita inicial la responsabilidad estaba puesta sobre la mujer que tenía que
tener los cinco controles, aunque el sistema de salud no los garantizaba. Pasamos el peso a
los municipios, para que sean estos los que garanticen todo a través de convenios, incentivos, etc. Esto nos va a permitir traccionar un poco el acompañamiento, especialmente en los
casos de riesgo, en los que se necesitan cuidados más intensivos. También estamos desarrollando un flujograma de atención que busca promover la detección temprana de embarazo
con consejería de opciones. Vamos a repartir muchos test de embarazo para que ni bien
tenga positividad pueda decidir qué hacer, es decir no asumir que todo embarazo es una maternidad elegida, sino que se pueda garantizar el derecho de continuar o interrumpir.
Todo esto implica gestionar los insumos que tienen que estar disponibles en los hospitales y en los centros de salud, si no termina pasando lo de siempre: es una política muy
linda pero no tenés el método anticonceptivo, no tenés el espéculo para colocarlo, no
tenés el equipo de atención capacitado.
También queremos hacer una reunión más íntima con compañeras de la región que estén en el tema de salud para pensar con ellas, desde las distintas experiencias, los desafíos
locales y los que se presentan en algunos países. Necesitamos meter el tema de salud en la
agenda feminista local y regional, identificar con más astucia dónde están los problemas,
no reclamar de manera mecánica al Estado. Sobre todo, porque perdimos todos los organismos regionales que nos permitían construir un poder más colectivo. En ese sentido, el
Ministerio promueve el debate con otros gobiernos, con otros países, con otros actores. Eso
lo estamos haciendo a través de la Escuela de Gobierno.
P: Carlota, muchísimas gracias. Nos quedamos con muchas cosas para pensar y seguir.
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�Activismos sexuales: experiencias
con medicamentos en dispositivos
comunitarios
�La medicación para el VIH
en la vida de las mujeres cis positivas
Mariana Iácono
�A lo largo de este texto voy a compartir algunos aspectos de la relación carnal, concreta y política que tengo con los medicamentos para el VIH. Lejos de ser algo anecdótico,
estas pastillas intervienen y han intervenido en mi cuerpo, sexualidad, en aspectos recónditos de mi vida cotidiana y, por supuesto, en los temas centrales de las agendas de quienes activamos por los derechos de las personas con VIH. Quisiera comenzar, entonces,
por compartir cuestiones relacionadas a la cotidianidad de quienes damos forma a parte
de nuestras vidas en torno a esta medicación y finalizar dando cuenta de las políticas de la
resistencia que organizamos en los últimos años frente al maltrato estatal.
¿Tomar las pastillas? / ¿No tomar las pastillas?
No deja de impactar la sorpresa de quienes repiten la siguiente pregunta: ¿Por qué
alguien con VIH querría dejar de tomar la medicación voluntariamente? Me hace gracia
cuando algunas personas dicen: “Ahora el VIH es tomar dos pastillas al día y estás bien”.
Se nota que no vieron ni cerca de lo que se trata. Tomar esas pastillas todos los días produce tantas acciones en nuestros cuerpos, mentes y corazones que quienes no tienen VIH
no tienen noción y, a pesar de eso, suelen sentenciar una verdad que están tan lejos de
entender. Dolores de panza, pesadillas, gases, cambios en la distribución de las grasas en
el cuerpo, o aumento de grasas, disminución de la masa muscular, depresión y miedo a no
tener las pastillas, miedo a perder la libertad por depender de unas pastillas. Hago cuentas: tengo 17 años y medio de tomar medicación todos los días. Ya entraron en mi cuerpo
un total de 24.840 pastillas.
Párrafo aparte merecen las reflexiones respecto de los esquemas de pastillas. La
cuestión de la calidad de vida y cómo la toma diaria de medicación trae efectos secundarios inmediatos, que se van con el paso de las semanas y otros a largo plazo. Es cierto
que tomando la medicación uno puede tener certeza de que todo estará controlado en
cuanto al VIH, pero poco se habla de estos efectos secundarios de la medicación y cómo
afecta al concepto “calidad de vida”, que a veces parece tan lejano. Cuando comencé el
tratamiento fue con un esquema que no soporté ni una semana. De hecho, terminé en
la guardia del hospital Muñiz vomitando sangre, ni siquiera lograba tomar agua. En ese
momento decidí cambiar de infectólogo porque me decía: “Tenés que aguantar, seguí
tomando, no dejes de tomar, ya va a pasar”. Y no, claramente no pasó. Luego llegó el
nuevo infectólogo, y con él, después de unos meses, el comienzo del nuevo tratamiento:
nevirapina y 3TC Complex. Con más de un año de descomposturas, dolores de cabezas
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�y llantos, el VIH estuvo controlado. El costo no fue bajo y mi relación con la toma de la
medicación estuvo muy marcada por la rabia.
Dieciséis años después llegó el momento de comenzar un tratamiento nuevo. Pasé
mucho tiempo imaginando cómo sería ese día. “¿Será que nuevamente quedo de cama y
termino en una guardia?”. “¿Será que me da un sin número de efectos secundarios?”. “¿Engordaré?”. Todas las preguntas que tuve los primeros días del primer y segundo tratamiento reaparecieron. Y me imagino que, si tuviese que comenzar veinte tratamientos más,
seguramente todas estas sensaciones volverían. La decisión del cambio de esquema llegó
después de largos debates con mi infectólogo. El primer acuerdo al que llegamos fue que
el nuevo esquema sería con dolutegravir (un medicamento antirretroviral). Pero una semana después se publicó una investigación en la que se anunciaba que si esta medicación
era tomada por personas embarazadas podría causar daño al tubo neuronal del feto. En
ese momento yo estaba embaraza. Así que fui a ver a mi médico quien, luego de hablarme
sobre esta investigación, me dijo: “Ahora tenés que decidir qué querés hacer”. Entonces
suspendimos la primera medicación elegida, pues ya no era una buena opción para mí.
Le pedí que buscáramos otra opción y establecimos el esquema que tomo actualmente:
atazanavir, lamivudina y raltegravir.
¿Todo esto me produjo miedo? Sí, da miedo. Tenemos miedo cuando nos toca cambiar
la medicación porque no sabemos si se logrará el efecto positivo buscado en el control
del VIH. Tampoco sabemos si nos hará daño. No es una decisión fácil. No se trata solo
de tomar dos, cuatro o seis pastillas. Para nosotros y nosotras, en nuestras vidas y cuerpos, significa muchas cosas más. Significa lidiar con muchos pensamientos respecto de
la vida, la muerte y la libertad. Porque lo que sentimos muchas veces es una sensación
de pérdida de libertad por no poder estar sin tomar medicación. Por tener que asistir a la
consulta médica y tener que hacerte estudios de sangre entre tres y cinco veces al año. La
pérdida de autonomía de nuestros cuerpos en pos de poder llegar al valor de indetectable
e intransmisible, es decir, lograr que haya tan poco virus en la sangre que no se detecta y que no se transmite. Muchas veces, la presión social para que logremos este valor
nos hace tomar medicación, aun no teniendo ganas de hacerlo. Tenemos derecho a tener
medicación, los reactivos para carga viral y CD41, en tiempo y forma, como así también
tenemos el derecho de decidir cuándo comenzar el tratamiento. Es el derecho a decidir
sobre nuestros cuerpos.
En América Latina se han logrado grandes avances relacionados con el diagnóstico de VIH. Se estima que en 2017 el 77% de las personas que viven con el VIH estaban
conscientes de su estado. Pero a mí me gustaría saber qué es lo que se entiende por
“consciente” y cómo se vincula ese estado de consciencia con la toma de medicación,
1
Se refiere al estudio de recuento de linfocitos CD4.
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�derechos vulnerados y autonomía del cuerpo. Me pregunto si quienes escriben esas
afirmaciones se preguntarán, por ejemplo, ¿cómo impacta la intromisión de los medicamentos en las vidas de quienes “convivimos” con VIH? ¿Y cómo impacta específicamente en las vidas y cuerpos de las mujeres cis con VIH? Es imposible entonces pensar
la medicación por fuera del modo en que decidimos sobre nuestras vidas.
¿Qué pasa cuando no accedemos a nuestros derechos?
Hasta aquí comenté algunas cuestiones referidas al tratamiento, los efectos secundarios que provoca y los distintos esquemas de dosis. Otro tema sobre el que quisiera
reflexionar es el acceso a la información sobre el virus, a los tratamientos disponibles y a
los medicamentos.
Pensar en tener que asumir la compra de los medicamentos puede ser un asunto sumamente estresante, pues se trata de un tratamiento permanente que puede resultar
caro e incluso inaccesible. Cuando sabemos que el Estado garantiza la disponibilidad de
nuestro tratamiento, especialmente en los casos de quienes no tenemos obra social ni
prepaga, respiramos. Lo que no pensamos es que un cambio de gobierno –un cambio de
orientación en las políticas públicas en salud– podría vulnerar las garantías de disponibilidad y por lo tanto la accesibilidad, privilegiando otros aspectos en las negociaciones
de los nuevos contratos con laboratorios. Esto, que a muchas personas puede sonarles
lejano, como un asunto anecdótico de noticiero o diario matutino, impacta directamente
en nuestras vidas.
A finales de noviembre de 2016, compañeras, compañeros, compañeres en todo el
país denunciamos faltantes de la medicación. En el marco de una actividad en casa Brandon2, denominada “Ciclo positivo” con la conducción de Lucas Fauno, y luego de un foro
debate emocionante junto a Marta Dillon y otres compañeres, decidimos que era momento de salir a las calles. En diciembre de ese año, específicamente el 1 de diciembre,
las personas con VIH tuvimos que salir a las calles y luchar para que el Estado garantice
la disponibilidad de métodos de diagnósticos, reactivos y tratamientos para el VIH, cosas
que creíamos saldadas. Pues, luego de quince años sin interrupciones graves, faltaron
insumos y medicamentos. Esta falta llegó con las políticas macristas de vaciamiento general de la salud pública y con los aumentos exorbitantes de impuestos. Con el macrismo
también llegaron las amenazas de baja a las pensiones no contributivas. ¿Qué más podía
pasar? Tiempo después, el mismo gobierno cerró el Ministerio de Salud, acontecimiento
único en América Latina y el Caribe.
2
Ver <https://brandon.org.ar/> acceso, 9/12/2022.
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�Políticas de resistencias
El último tema sobre el que voy a reflexionar en este texto se vincula a las experiencias
políticas de resistencia que tuvieron lugar en esos años. Para fortalecer las movilizaciones, el 1 de diciembre de 2016, Día Internacional de Respuesta al VIH, conformamos el
Frente Nacional por la Salud de las Personas con VIH3. Diversas organizaciones de la sociedad civil nos articulamos para reclamar medidas urgentes frente a la falta de medicamentos, reactivos y preservativos. En nuestros encuentros pudimos revisar la historia de
las últimas dos décadas de la salud pública en Argentina respecto al VIH. Efectivamente,
hacía tiempo que no pasábamos por una coyuntura social, política y económica semejante. Si bien hubo momentos donde faltaron medicamentos y/o los reactivos utilizados
mayormente para control y seguimiento, se trataba de episodios que se resolvían con
cierta agilidad y en el marco de diálogos constantes entre el Estado y las organizaciones
de la sociedad civil.
Volver a tomar las calles fue la premisa de la que surgió el Frente por la Salud de las
Personas con VIH ese 1 de diciembre cuando, en una asamblea frente al Ministerio de
Salud de la Nación, denunciamos la ausencia del Estado en políticas de prevención, tratamiento y protección social. ¿Qué exigimos al Gobierno Nacional? Lo que sigue a continuación son fragmentos del documento que entregamos, con las organizaciones adheridas,
en el Ministerio:
• Respuesta ante la falta de medicación. Regularización de las demoras para la entrega
de antirretrovirales. Ante los cambios de protocolos, esquemas y entregas y demás
barreras se pone en juego nuestra salud y nuestra respuesta al virus. Regularización
en la entrega de la medicación para tratamiento de tuberculosis.
• Respuesta ante el faltante de reactivos. Las personas con VIH o sida debemos realizarnos seguimientos para ver cómo evoluciona nuestra salud y si la medicación está
haciendo efecto. Esta es la única manera que tenemos de saber cómo está nuestro
estado de salud en relación con el VIH.
• Compra y abastecimiento continuo en la entrega de preservativos, siendo que su falta es una violación a los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos.
• Reforma de la Ley Nacional de Sida. Necesitamos una nueva ley que actualice la de
1990, que incluya a niñxs y adolescentes, con enfoque en los Derechos Humanos y
prohíba y sancione definitivamente el test de VIH para acceder a un empleo sin discriminación.
3
Para más información, consultar <https://www.facebook.com/FrenteNacionalporlasaluddelaspersonasconVIH/> acceso: 7/12/2021.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Frente al macrismo nos encontramos con un gobierno cerrado al diálogo, en contra de
las organizaciones. Muchos compañeros y compañeras trajeron a esos días los amargos
recuerdos de la crisis del 2001. Evidentemente, había varías similitudes entre un momento y otro. El ministro prometió recibirnos, pero eso nunca ocurrió. Faltantes, portazo y
maltrato. Durante esa gestión, se dieron de baja muchas pensiones a personas con VIH.
Eso significa que hay compañeros y compañeras que dejaron de recibir ese ingreso. Una
política pública frente al VIH no puede agotarse en el acceso a la medicación: si una persona con VIH toma los remedios, pero no llega a alimentarse como corresponde, situación que se multiplicó en los últimos años, va a sufrir repercusiones directas en su estado
de salud. Los compañeros y compañeras que atravesaron la crisis del 2001 relataban situaciones similares a la que atravesamos en los años recientes: compañeros y compañeras
juntando las monedas para ir al hospital, para hacer los trámites y para conseguir la medicación. En Argentina, la implementación de políticas neoliberales ha dejado a muchas
personas con VIH en dificultad para cargar la tarjeta SUBE y así poder ir al hospital a retirar la medicación. También ha hecho que sea posible llegar al hospital gastando tu único
dinerito, y encontrar un cartel que dice “No hay retrovirales”, “No hay reactivos”, “No se
hacen controles médicos”.
Hasta el 2022, año en el que en Argentina se promulgó la nueva Ley de VIH, el acceso
a la medicación estaba garantizado por la Ley Nacional de Sida, sancionada en agosto de
1990. De eso pasaron treinta años. Durante buena parte de ese tiempo, las organizaciones
nucleadas en el Frente Nacional por la Salud de las Personas con VIH reclamamos una
nueva ley de VIH, hepatitis virales e infecciones de transmisión sexual (ITS) que, como
innovación, contemple la situación de las personas nacidas con el virus, sancione a las
empresas que aplican análisis de VIH en los exámenes preocupacionales y reconozca los
derechos de las poblaciones más vulnerables: trans, usuarios de sustancias psicoactivas,
pueblos originarios y personas detenidas. Finalmente, en julio de 2022 esa deuda comenzó a saldarse.
La asunción del gobierno encabezado por el presidente Alberto Fernández nos abrió
la posibilidad de tener una reunión con Ginés González García antes de ser formalmente
nombrado ministro. Ese gesto inauguró una diferencia política motivadora. El escenario
de base fue y sigue siendo complejo. Sabemos que el desfinanciamiento de la salud pública y, específicamente, las políticas nocivas como los atrasos y/o las malas negociaciones
en las compras tanto de medicación como de reactivos no se solucionan de un día para
el otro. Pero este gobierno nos dio dos certezas desde su inicio: la primera es que volveríamos a tener un Ministerio de Salud y por lo tanto mayores fondos destinados a salud
pública y, la segunda, que el diálogo entre las organizaciones y la gestión estatal sería otro.
El 2020 nos encontró atravesando la pandemia de COVID-19. Las organizaciones trabajamos para poder facilitar a las compañeras y compañeros soporte en el acceso a alimentos, artículos de limpieza y medicación. Aparte de la nueva Ley Nacional de VIH, de
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�la garantía en el acceso a la medicación y la disponibilidad de reactivos para los análisis de
rutina para control de VIH queda pendiente la puesta en práctica de políticas integrales
que garanticen una protección social digna.
Mientras cambiábamos de medicación, cambiaban los gobiernos. Mientras cambiaba
la orientación de las políticas públicas en términos de protección social, mientras nos
atravesó otra pandemia, hemos seguido soñando y esperando la cura, una cura que haga
que no tomemos más medicación, que nuestros cuerpos descansen de ingerir pastillas
a diario. Quiero subrayar que existen investigaciones tanto para el desarrollo de una vacuna, como para la cura, y que no son lo mismo. La vacuna es para las personas que no
tienen VIH, y en términos concretos, de impacto diario para nuestras vidas, no significa
cambios radicales, seguramente sí en términos de estigma y discriminación. En cambio,
una cura del VIH que elimine el virus, que lo haga desaparecer de nuestro cuerpo, eso
cumpliría nuestros deseos de ya no vivir y padecer diariamente esta condición.
La sanción de la Ley de VIH: una legislación de avanzada
En julio de 2022, después de todo el trabajo de incidencia política realizado durante
los últimos años, de numerosas asambleas y reuniones, conseguimos la sanción de la
llamada Ley de VIH. El trabajo en pandemia fue fundamental ya que logramos hacer lecturas de cuestiones que faltaban como es el caso de extender la leche de fórmula para las
mujeres con VIH. Gracias a ese tiempo de trabajo, aún en condiciones de extrema fragilidad por la emergencia sanitaria, social y económica, pudimos lograr la sanción de una
legislación que tiene una perspectiva integral de la salud.
En ese sentido, quisiera destacar y hacer una mención especial al artículo 1 de la ley
que declara de interés público y nacional la investigación y producción de medicamentos,
vacunas, procedimientos médicos y no médicos para la prevención, diagnóstico, tratamiento y cura del VIH; lo que resulta un punto fundamental para el cumplimiento de
nuestros reclamos. Este artículo nos permitirá avanzar en la producción pública y nacional de medicación tanto de VIH como de ITS en general. Al mismo tiempo, esta ley ha significado un avance muy importante en la protección social y en la provisión de derechos
desde una perspectiva de género e interseccional, por ejemplo, garantiza el derecho a una
jubilación especial para las personas con VIH y/o hepatitis B y/o C.
En síntesis, el reclamo por mayor soberanía sobre nuestros cuerpos se cristalizó en
una legislación que no solo reconoce nuestros derechos, sino que también implica un
avance en la soberanía sanitaria de nuestro país. Seguiremos organizadxs para exigir su
cumplimiento.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Apuntes para la construcción colectiva
de la autonomía abortera
Consejería pre y
post aborto de la
Asamblea de
Villa Urquiza
�Para el presente libro nos invitaron a escribir un ensayo que diese cuenta de nuestra experiencia activista en torno a la idea de la “autonomía colectiva”. Este concepto
fue tomado con base en un texto que escribimos en 2018 con la Red por los Derechos
de las Personas con Discapacidad (REDI) sobre el método de aborto con pastillas para
la presentación de nuestro trabajo de accesibilidad a la información en formato braille y macrotipo para personas con disminución visual. En dicho texto, mencionábamos la semejanza entre el funcionamiento de las consejerías de aborto y los sistemas
de apoyo para las personas con discapacidad, partiendo de la idea de la generación
de herramientas colectivas que ayudan a construir o reforzar la autonomía de cada
unx. De esta forma abordamos la “autonomía colectiva” o, más bien, la construcción
colectiva de la autonomía en nuestro activismo abortero. Esa construcción implicaba
desde la definición y puesta en práctica de una metodología grupal hasta las decisiones respecto de las maneras en las que generamos conocimiento sobre la medicación
y su funcionamiento.
¿Cómo un medicamento puede proporcionar autonomía? ¿Qué prácticas y herramientas promueven la construcción de la autonomía colectiva? Intentaremos desarrollar y responder a estas preguntas reflexionando sobre nuestras prácticas activistas,
experiencias, formaciones autogestivas y los debates/charlas que hemos tenido y sostenemos como grupo. En efecto, este es un texto colectivo.
Presentación de la Consejería
La Consejería pre y post aborto de la Asamblea de Villa Urquiza funciona desde el
año 2015. Periódicamente abrimos un espacio de encuentro cara a cara con las personas
que necesitan información acerca de cómo abortar con misoprostol de manera segura
y efectiva. Hasta finales del 2020 acompañamos a más de 500 personas en la decisión de
interrumpir sus embarazos. Formamos la Consejería en el marco de lo que era la Asamblea de Vecinxs de Villa Urquiza, espacio político-barrial que fue refugio y trinchera de
las revueltas sociales del 2001-20021.
1
La Asamblea fue desalojada en diciembre de 2018. Para más información, consultar <https://www.anred.
org/2018/12/26/la-policia-desaloja-la-asamblea-de-villa-urquiza-y-a-ocho-familias/> acceso: 12/12/2022.
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�Desde un principio nos planteamos la necesidad de fugarnos de las lógicas neoliberales e
individualistas. Por ello buscamos construir desde una perspectiva de autonomía colectiva ya
que, en ese momento, como ahora, veíamos acentuarse formas de construcción jerárquicas,
que copiaban el modelo de la política tradicional o de empresas e instituciones. En relación
con esto, decidimos continuar nuestra práctica autónoma, autogestiva, horizontal y colectiva,
diferenciándonos de aquellos sectores que se terminaban amoldando a una práctica política
que consideramos hegemónica. En este sentido, concebimos la autonomía como un quehacer que se manifiesta en las acciones colectivas que llevamos a cabo.
Autonomía colectiva: la construcción de una noción
y de una propuesta política
Según Cornelius Castoriadis (en Gutiérrez, 2010: 2), la autonomía consiste en el ejercicio de alterar el cerco de información y conocimiento existente en cada persona, es decir,
supone una práctica de modificación de los límites preestablecidos (tanto por el derecho
como por las normas) para los ejercicios de las libertades. En sintonía con el autor, María
Alicia Gutiérrez afirma que no hay sujeto autónomo en tanto no hay comunidad autónoma.
En lo que llamamos comunidad abortera (consejerías y activistas, red de profesionales, personas que abortan y sus acompañantes) se comparten saberes, técnicas, herramientas y valores, permitiendo así poner en práctica la autonomía no solo desde el plano individual, sino desde un plano colectivo. Desde allí nos afirmamos para fomentar la
despenalización social del aborto2. Esto posibilitó el encuentro e intercambio con otrxs
potenciando la reflexión crítica, el autocuestionamiento y, por ende, la transformación
disruptiva. En tal sentido, nos parece importante destacar que la autonomía no es algo
que se da de una vez y para siempre, sino que está construyéndose activamente y de manera dinámica por parte de todxs lxs participantes de esta comunidad.
Esa transformación implica que la persona que quiere abortar, en un contexto de legalidad restringida, pero en el marco de la libre circulación del conocimiento (amparadas en
leyes de acceso a la información y libre expresión), rompe con lo impuesto, busca información, se contacta y comienza a tejer lazos en pos de la concreción de su deseo. Para lograrlo,
ese ejercicio de autonomía se vuelve inevitablemente colectivo. Así, el contacto con otrxs se
inserta en una red aún más amplia, en la que se configuran agentes que vinculan las herramientas ya producidas y las que se están produciendo en la construcción de autonomía.
2
El concepto de “despenalización social” es un proceso paralelo, en varios aspectos conectado con la despenalización y la legalización del aborto. La legalización del aborto, conseguida en diciembre de 2020,
fue resultado de diversas e intensas luchas, muchas de las cuales tuvieron como eje la despenalización
social. Más información puede consultarse en <https://www.anred.org/2021/01/13/manana-se-promulga-la-ley-de-legalizacion-del-aborto/> acceso 12/12/2022. (N. de las comps.).
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�En un contexto regional neoliberal, neofascista, meritócrata, quien decide abortar lo
hace insertx en esta red de redes, hoy legalizada, que posibilita la práctica de la autonomía colectiva; es decir, el proceso de ejercer decisiones y acciones volitivas sobre los
cuerpos individuales a través de herramientas (conocimiento, articulaciones y medicamentos) que fueron construidas y se ejercen a partir de lo colectivo. La red de redes es la
que permite, en definitiva, la alteración del cerco de la información y el conocimiento.
Este conocimiento permite romper las barreras de lo supuesto que tantas veces funcionan inclusive más allá de la legalidad. Funciona como el primer sistema de apoyo y posibilita el ejercicio de lo que finalmente no es otra cosa que un derecho. Es el agenciamiento
pensado como forma de vinculación y construcción de un sistema de apoyo el que, en sí,
permite esta dinámica.
Desde nuestra práctica, la autonomía se erige colectivamente a partir de la utilización
de diversas herramientas que enumeramos y desarrollamos a continuación.
Misoprostol como herramienta fundamental: El misoprostol es una de las herramientas
más importantes en la construcción de una autonomía colectiva en la práctica del aborto,
ya que su uso correcto permite la realización del procedimiento de una forma económica,
segura y accesible, en el lugar que cada unx desee, con quien desee y a sus tiempos.
Desde el año 2005, el misoprostol se encuentra en la Lista de Medicamentos Esenciales
de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para su uso en interrupciones del embarazo, especialmente en países en los cuales el aborto es ilegal o legal por causales que restringen la práctica; en algunos países donde el aborto es legal, el misoprostol se combina
con mifepristona para aumentar su efectividad. La mifepristona, por ser una droga de uso
abortivo exclusivamente, es ilegal en países donde el aborto también lo es, mientras que
el misoprostol suele ser más accesible debido a su comercialización con otros fines.
Organismos internacionales como la OMS, la Federación Latinoamericana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología (FLASOG) y el Consorcio Latinoamericano Contra
el Aborto Inseguro (CLACAI) recomiendan pasos a seguir para practicar un aborto con
misoprostol. Estas recomendaciones fueron sostenidas por el Ministerio de Salud de la
Nación aun cuando el aborto era legal con restricciones para su utilización en las interrupciones consideradas legales (ILEs) practicadas en centros de salud de primer nivel
y hospitales. Este fue el método que transmitimos en los encuentros de la Consejería
para la realización de abortos autogestivos y fue y es el método para los abortos tempranos que se realizan en el sistema de salud.
El descubrimiento de las propiedades abortivas del misoprostol fue un hito en la lucha
por los derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos, así como por la democratización del aborto. Tal hallazgo no provino de la comunidad médica. La teoría más difundida cuenta que las mujeres faveladas de Brasil comenzaron a usar este medicamento por
fuera del prospecto para interrumpir sus embarazos.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Consejería, funcionamiento de nuestro activismo político abortero: Al ser espacios grupales
de transmisión horizontal de la información/conocimiento, nuestras consejerías permiten
construir una autonomía colectiva. Lo que hacemos en esos encuentros es dar información sobre el uso de misoprostol para abortar, basada en protocolos seguros, avalados por
experiencias sistematizadas de acompañamiento feminista, como Woman on Waves, o en
Argentina la Línea Aborto: más información, menos riesgos, y por estudios médicos sobre
interrupción segura del embarazo.
En estos encuentros hablamos de la eficacia del medicamento, de cómo se utiliza, de
los síntomas esperables, de los cuidados pre, durante y post aborto, y de las señales de
alarma a las que tienen que estar atentxs.
Las consejerías son grupales con el objetivo de generar un espacio que habilite la circulación de la palabra entre pares, dando lugar a las diferentes, y a veces opuestas, emociones
en relación con el aborto, generando así empatía entre lxs participantes. De esta manera se
intenta crear un espacio accesible y confiable, donde sea posible expresar lo que se piensa y
siente. Tal dinámica muchas veces posibilita instancias de apoyo mutuo entre lxs asistentes,
ya sea en forma de ayuda económica, ofrecimiento de un espacio físico donde abortar, información de utilidad al momento de acceder a recetas, intercambio de saberes y experiencias,
consejos de parte de quienes ya pasaron por el proceso de aborto.
El hecho de tomar contacto con otras personas que están pasando por la misma situación permite a lxs participantes colectivizar la experiencia y repolitizar lo que a primera
vista se presenta como una decisión individual, reconectándola con el papel sociopolítico
asignado a nuestros cuerpos y a nuestras prácticas sexuales reproductivas y no reproductivas. Esto tiene que ver también con el trabajo que hicimos y hacemos en relación con
la despenalización social del aborto. Por eso alentamos a las personas que acompañamos
a que, en la medida de lo posible, hablen de la experiencia de abortar, que compartan y
hagan circular el material que se llevan a sus casas.
Parte del trabajo de despenalización social es también hablar acerca de los mitos que
se construyen en el imaginario colectivo sobre el aborto medicamentoso como una práctica insegura. Por el contrario, este es uno de los métodos más seguros y efectivos. Apuntamos a desvincular las ideas que relacionan este procedimiento por fuera del sistema de
salud con nociones de inseguridad, precariedad y altos niveles de riesgo.
Además, en los encuentros previos a la aprobación de la ley, socializábamos información sobre el marco legal vigente (el código penal de 1921 y las sucesivas interpretaciones
realizadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación) que permitía acceder primero a
ILEs y después a interrupciones voluntarias (IVEs) en el sistema de salud público; muchas
personas desconocen o conocen parcialmente cómo se fue ganando este derecho. Colectivizando los conocimientos y experiencias en estos espacios grupales y horizontales,
podemos reconvertir la autonomía individual liberal en una noción emancipatoria.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�La articulación interseccional como herramienta: Otra de las herramientas que pusimos y
ponemos en práctica consiste en la articulación interseccional con otros activismos feministas aborteros, la comunidad LGTTBIQ+, la comunidad de personas con discapacidad/
diversidad funcional y el sistema público de salud. Sin trazar ejes y puntos de encuentro
con las historiografías de estos movimientos políticos/identitarios resulta imposible sostener un activismo crítico que garantice la posibilidad de la autonomía.
De este modo nos parece fundamental estar en permanente diálogo con los mencionados actores del aborto para conocer sus necesidades y compartir saberes, tácticas y
estrategias. Así, se pone en práctica el principio de inclusión incluyente (Gómez, 1995)
que implica trascender el hecho de ser portadorxs de derechos (inclusión excluyente) a
ser ciudadanxs plurales con injerencia activa en la toma de decisiones.
Como mencionamos anteriormente, concebimos nuestro accionar como un sistema
de apoyo en el sentido que le dan las comunidades de sujetos con discapacidad/diversidad
funcional. Esta articulación nos permite entender que todas las personas necesitamos
sistemas de apoyos en mayor o menor medida y en diferentes etapas de nuestras vidas,
sin embargo, vivimos en una estructura social capacitista que privilegia ciertas corporalidades en detrimento de otras. Es este sistema de opresión el que crea y reproduce el
concepto de “cuerpo normal”, patologizando todo lo que difiera de ese ideal construido
socialmente, negando o dificultando el acceso a información y prácticas seguras.
En este sentido, nos resultó fundamental la articulación con el Movimiento de Sordes
Feministas Argentina (MOSFA) y la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) con el objetivo de realizar materiales accesibles de manera conjunta. En este
caso en particular, la prácticamente nula difusión de materiales accesibles para abortar
se presentó como anclaje y, a partir de esa instancia de encuentro y escucha a las comunidades de mujeres sordas y ciegas, fue que comenzamos a entender la práctica de nuestra
consejería como un sistema de apoyo. En función de esto generamos en conjunto cuatro
tipos de manuales accesibles: 1) Macrotipo para personas con baja visión, 2) Sistema braille, 3) Audio y 4) Video en Lengua de Señas Argentina (LSA)3.
Por eso, nos es sumamente necesario entender los contextos en los cuales se insertan
nuestras prácticas. La avanzada fascista encarnada por las feministas radicales transodiantes (Radfem) que tuvo lugar en los últimos años, nos movilizó a la articulación con el
3
#CompartamosInformaciónSegura. “Con la intención de que circule, porque un aborto feminista es un
aborto seguro, compartimos el video en Lengua de Señas Argentina sobre cómo abortar con pastillas
hasta la semana 12. Este proyecto fue desarrollado junto a Tamara OH, Nadia Cordovani, y la intérprete Gilda Cordero, integrantes de MOSFA Vanina Rodriguez y Caro Reynoso. Agradecemos a REDI
y en especial a Carolina Buceta por el acompañamiento de siempre”. Con esas palabras, la Consejería
<https://www.facebook.com/consejeriaviyurca> conmemoraba el Día Internacional de las Lenguas de
Señas y compartía el video en el que se comparte información sobre aborto en Lengua de Señas: <https://
fb.watch/aBzNA-unBM/> acceso 12/12/2022 (N de las comps.).
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�Frente de Transmasculinidades para preguntarnos por los espacios, movimientos, subjetividades, corporalidades, identidades e historiografías que muchas veces quedan por
fuera de las discusiones y prácticas referidas al aborto.
Asimismo, desde hace varios años articulamos con efectores del sistema de salud pública de primer nivel (CeSACs-Centros de Salud y Acción Social) y segundo nivel (hospitalario) para que sean garantizadas, años atrás, las ILEs e IVEs y actualmente las ILEs. Cabe
señalar que en la Ciudad de Buenos Aires la mayor cantidad de abortos se resuelven en
los CeSACs ya que funcionan en los barrios, y generalmente se perciben como cercanos,
accesibles, integrados con la comunidad y al territorio en el que se emplazan. Muchos
CeSACs cuentan con un Equipo ILE, conformado por profesionales de diferentes disciplinas como medicina familiar, ginecología, obstetricia, trabajo social y psicología. En estos
equipos interdisciplinarios es donde centramos nuestras articulaciones.
Muchxs de lxs profesionales de la salud que garantizan el derecho al aborto desde su
lugar de trabajo forman parte de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir. Se trata de una red a nivel nacional de efectores de salud que trabajan con personas
con capacidad de gestar en distintos momentos de su vida y de su salud sexual, reproductiva y no reproductiva. Previo a la ley, dar con el Equipo ILE o profesional garante de derechos del Centro de Salud del barrio se tornaba muy difícil. Y es que no todos los CeSACs ni
todxs lxs profesionales son garantes de derechos. En algunos territorios aún existen equipos enteros que obstaculizan el acceso al aborto, realizan sus propias interpretaciones de
la normativa vigente, e incluso impiden que las personas lleguen a la información necesaria. El sistema de salud sigue estando atravesado por el modelo médico hegemónico.
La Consejería se transformó en un puente, en un sistema de apoyo para que las personas
elijan abortar fuera o dentro del sistema de salud. En caso que sea por dentro, es fundamental el contacto con el equipo interdisciplinario que finalmente garantizará los derechos,
extenderá la orden para las ecografías necesarias, entregará receta médica o el misoprostol, recomendará guardias hospitalarias si aparecen eventuales complicaciones, realizará el
control post aborto, etc. De esa manera, la persona que decide abortar efectiviza su deseo
en el marco de una articulación interseccional que construye autonomía colectiva.
La herramienta del conocimiento: Existe una relación directa entre el marco legal vigente, la desinformación general y la dificultad para acceder a la información segura que
permita a las personas con capacidad de gestar abortar libremente. Desde una perspectiva anticapitalista, libertaria y autonomista entendemos el conocimiento como un bien
público y social. Por eso mismo, el conocimiento abortero no solo se genera en las universidades y en el sistema médico hegemónico, sino que se construye, sobre todo, en los
espacios activistas y comunitarios.
Como construcción colectiva tiene en nuestra práctica dos funciones: por un lado, está
el trabajo de recopilación y archivo de conocimiento existente producido por diferentes
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�actores, como por ejemplo consejerías activistas que han sistematizado su experiencia mediante recurseros, manuales, folletos, fanzines, etc. Por otro lado, el conocimiento también
se construye en cada encuentro con quienes se realizan el aborto y quienes acompañan, en
tanto sus propias experiencias y saberes enriquecen la práctica y ayudan a tener una idea
más clara sobre la experiencia de abortar con misoprostol en nuestro territorio.
Nos nutrimos de la circulación de folletos y manuales sobre el procedimiento y los cuidados pre, durante y post aborto, construidos de forma colectiva por activistas aborteras. Todos
estos materiales están a disposición de las personas en diversos formatos libres y accesibles.
El aborto legal no debe ser necesariamente en el hospital. Entendiendo al misoprostol
como una herramienta que permite la autogestión de un aborto seguro ambulatorio, y
siendo la primera opción en ILEs, la idea de que el hospital es el escenario predeterminado va en detrimento de la construcción de una autonomía colectiva, ya que obstaculiza el
acceso a las herramientas que la construyen; dificulta la circulación de información segura al asociar los abortos fuera del sistema hospitalario con abortos inseguros, e invisibiliza las alianzas entre las consejerías, el sistema de salud y diversos movimientos activistas
que fueron fundamentales para alcanzar la legalización.
Resulta fundamental repensar las consignas masivas para no desestimar la historia de
los activismos aborteros, así como los diversos procesos que los componen actualmente.
Hacer circular información y prácticas seguras producidas colectivamente es una de las
estrategias fundamentales para seguir potenciando, fortaleciendo y habilitando el ejercicio de la autonomía colectiva.
Conclusión
En este texto revisamos las maneras en las que la autonomía colectiva de la comunidad abortera se efectiviza a partir de las herramientas compuestas desde la experiencia
(misoprostol, conocimiento, articulaciones, alianzas y sistemas de apoyo). Siendo el misoprostol el principal actor material de esta práctica por su carácter económico, seguro,
accesible y ambulatorio.
En conclusión, pensamos nuestra práctica a partir del concepto de autonomía colectiva,
ya que potencia la reflexión crítica, el autocuestionamiento, así como la alteración de lo instituido que identifica la autonomía con un asunto netamente individual. Desde la Consejería decimos que sí se puede hablar de autonomía en términos de proyecto político efectivo,
transformador y contrahegemónico respecto de las políticas y lógicas neoliberales heterocapitalistas. Cabría seguir replicando y repensando esta experiencia del ejercicio de la
autonomía colectiva de la comunidad abortera en otros activismos, luchas y comunidades.
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�Bibliografía
Gómez, P. 1995. “Pensar la ciudadanía para el siglo XXI”, ponencia presentada en las II Jornadas de Aportes de la Universidad a los Estudios de la Mujer, Universidad Nacional de La
Pampa, Santa Rosa.
Gutiérrez, M. A. 2010. “Autonomía y Libertad: Acerca del aborto y sus implicancias en el
cuerpo de las mujeres” en Fazendo Gênero 9: Diásporas, Diversidades, Deslocamentos, Santa
Catarina.
Lesbianas y Feministas por la descriminalización del aborto 2010. Todo lo que querés saber sobre
cómo hacerse un aborto con pastillas. Buenos Aires: Editorial El Colectivo.
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162
�Salud trans, hormonas y autonomía: Entre
la Ley de Identidad de Género, el cisexismo,
el ajuste y las prácticas comunitarias
Frente de Trans
Masculinidades
�Somos muchas las personas trans que establecemos un vínculo con las instituciones
de salud, ya sea por la decisión de realizarnos cirugías o tratamientos de hormonización,
o por otras cuestiones. Asimismo, muchxs de nosotrxs nos apoyamos mutuamente en
nuestras prácticas de salud, ya sea en paralelo a, al margen de, o en interacción con dichas instituciones. En este texto sintetizamos algunas reflexiones sobre las condiciones
legales, políticas y sociales bajo las cuales accedemos a servicios de salud, y sobre las
prácticas comunitarias que realizamos en apoyo a la salud y al ejercicio de derechos. El
artículo se centra en dos elementos: por un lado, nos interesa destacar los modos en que
distintos contextos y prácticas pueden promover u obstaculizar el ejercicio de la autonomía corporal. Por otro, deseamos resaltar las maneras en que el acceso a la salud se
encuentra atravesado por el cisexismo, es decir, por las jerarquías establecidas entre personas cis y personas trans en perjuicio de estas últimas. Luego de introducir el tema, el
primer apartado sintetiza los procesos de patologización y despatologización trans dentro
de Argentina. El segundo apartado puntualiza las dificultades que existen en el cumplimiento de la Ley de Identidad de Género, sobre todo en un contexto de ajuste neoliberal,
como fue el gobierno nacional de la alianza Cambiemos (2015-2019). Por último, reflexionamos sobre las prácticas comunitarias de salud.
Globalmente, el acceso de las personas trans a la salud suele darse desde modelos patologizantes que consideran que el hecho de ser trans es una enfermedad. En el mejor de
los casos, este diagnóstico es la llave de acceso a las intervenciones corporales deseadas; en
el peor de los casos, se prescriben intervenciones tales como “terapias de conversión” que
buscan volvernos personas cis. En cambio, en Argentina, la Ley de Identidad de Género
aprobada en el 2012 especifica los derechos que tenemos en relación con los servicios de
salud y con el reconocimiento legal de nuestro género. Esta ley despatologiza lo trans (es
decir, deja de considerarlo como una enfermedad) y coloca a las personas trans, travestis
y/o no-binarixs en una posición de autonomía para decidir si realizarnos o no intervenciones corporales “transicionales” o “de afirmación de género”. Esta ley logra, en primer lugar,
despatologizar lo trans (es decir, deja de considerarlo como una enfermedad) y nos sitúa a
las personas travestis y/o no-binarixs en una posición de autonomía para decidir si actuamos (o no) sobre nuestros cuerpos con intervenciones “transicionales” o “de afirmación de
género”; y en segundo lugar, logra establecer el carácter gratuito de estas intervenciones, ya
que sin esta gratuidad solo las personas con recursos económicos tendrían la posibilidad de
acceder a ellas. Sin embargo, como desarrollaremos más adelante, existen ciertas barreras
que limitan y dificultan el funcionamiento de la ley, desde el cisexismo estructural e interpersonal hasta las políticas neoliberales de vaciamiento de la salud pública.
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�Antes de seguir, nos parece relevante resaltar algunas cuestiones. En primer lugar, no
todas las personas trans, travestis y/o no binarixs necesariamente buscamos realizarnos
intervenciones corporales vinculadas a nuestras transiciones de género, solo algunxs de
nosotrxs buscamos ese fin. No porque tengamos cuerpos “equivocados” que queramos
corregir, sino por el deseo de transformar nuestros cuerpos de diferentes maneras. En
segundo lugar, a veces se critica a las personas trans por “reproducir estereotipos de género” cuando nos hacemos intervenciones que alinean nuestros cuerpos con ciertas ideas
generizadas de la corporalidad (por ejemplo, si un varón trans se realiza una mastectomía
o hace uso de testosterona). Sin embargo, las personas cis también realizan intervenciones generizadas sobre sus cuerpos: muchas de ellas usan cierta ropa o hacen ciertos tipos
de gimnasia que moldean el cuerpo para que sea “más masculino” o “más femenino”, y
algunas de ellas toman o evitan ciertos medicamentos por sus consecuencias sobre los
caracteres sexuales, o incluso se realizan cirugías plásticas.
De hecho, casi ninguna de las intervenciones quirúrgicas, hormonales u otras que
usamos las personas trans, fue diseñada específicamente para personas trans. En muchos casos, son reapropiaciones de intervenciones pensadas para personas cis. Por
ejemplo, tanto la mastectomía como la cirugía de reconstrucción mamaria fueron diseñadas para mujeres cis; en el primer caso, para tratar el cáncer mamario, y en el segundo, para recuperar los pechos luego de dicho tratamiento contra el cáncer (Uroskie y
Colen, 2004). A su vez, la testosterona inyectable y sus precursores fueron desarrollados
a lo largo de los siglos para tratar el hipogonadismo en varones cis (Nieschlag y Nieschlag, 2014). Sin embargo, no se acusa a las mujeres cis de reproducir los estereotipos
de género cuando buscan recuperar sus mamas, ni a los varones cis cuando se hacen
tratar por niveles hormonales bajos: se consideran usos legítimos de la medicina. En
cambio, cuando las mismas intervenciones son reapropiadas por personas trans para
nuestros propios fines, se nos critica por derecha o por izquierda: o bien se nos acusa
de trastocar la naturaleza o, al contrario, se nos juzga como reproductores de las inequidades de género. A veces se argumenta que son usos indebidos de la medicina, ya
que no se trata de curar ninguna enfermedad (al menos, si pensamos que ser trans no
es una patología sino un modo de existir en el mundo); pero tal vez podamos empezar a
considerar estas intervenciones de manera más amplia como recursos biomédicos que
apuntan a mejorar la salud en un sentido expandido.
Por último, es necesario explicitar la posicionalidad de los autores. Este artículo fue
redactado por personas transmasculinas (varones trans, hombres trans y putos trans) de
la Ciudad de Buenos Aires y alrededores, por lo cual el foco se halla en aquellos obstáculos
y prácticas colectivas experimentadas por comunidades transmasculinas en esta zona.
Algunas de las consideraciones podrían ser relevantes para los colectivos trans, travesti
y/o no binarix, en general, pero no deseamos homogeneizar las problemáticas, prioridades y estrategias de todos estos colectivos ni de las diferentes geografías que habitan. Por
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�ejemplo, no se abordan aquí las luchas exitosas llevadas adelante por compañeros transmasculinos para lograr la realización de cirugías y la provisión gratuita de hormonas en
otras áreas del país, tal como ha sucedido en la ciudad de Córdoba, entre otras.
Patologización y despatologización trans
Para que se entienda lo radical de la Ley de Identidad de Género, es útil contrastar los
derechos que establece, y las prácticas que habilita, con otros contextos donde se ha coartado la autonomía de las personas trans en el acceso a la salud transicional. En primer
lugar, vamos a describir la situación en Argentina antes de la sanción de dicha ley, y luego
vamos a caracterizar la situación en otras partes del mundo.
En Argentina, recién en la década de 1990 se empezaron a hacer intervenciones corporales de afirmación de género dentro del marco de la ley. Para acceder a ellas, era necesario que la persona interesada realizara una presentación judicial reclamando simultáneamente el reconocimiento legal de su género y la autorización para acceder a cirugías
(aunque algunas personas llegaban a esa instancia judicial ya habiéndose operado en otro
país, tal como Chile). Así se daba comienzo a un proceso tortuoso, extendido en el tiempo,
en el cual la persona era expuesta a una serie de pericias médicas y psicológicas invasivas.
Para tener “éxito” en este proceso, era necesario que profesionales de la salud determinaran que la persona solicitante era efectivamente trans; es decir, lx diagnosticaban
con un “trastorno de identidad de género”, un tipo de patología de la salud mental que
ha sido reconocido por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(en adelante DSM por sus siglas en inglés) y la Clasificación Internacional de Enfermedades (en adelante CIE) con diferentes nombres a lo largo de las décadas. A partir de allí,
se autorizaban las intervenciones quirúrgicas en un hospital público. La persona recién
recibía el reconocimiento legal de su género cuando profesionales de la salud y jueces se
hallaban satisfechxs con que se hubiese logrado un cuerpo lo más cercano posible a un
cuerpo de hombre o mujer cis. Es decir, las personas trans que querían modificar su cuerpo debían esperar la autorización del juez y las que no quisieran realizar una transición
médica no podían alcanzar el reconocimiento legal de sus géneros. En uno u otro caso, no
se respetaba la autonomía corporal.
Este sistema recién comenzó a resquebrajarse alrededor de 2010 (Cabral, 2012). A partir de allí, comenzaron a salir algunos fallos judiciales donde se ponía en cuestión la necesidad de imponer modificaciones corporales para el reconocimiento legal del género. Y
en 2012, la Ley 26743 de Identidad de Género (en adelante LIG) terminó de demoler finalmente la legalidad de ese sistema cisexista de tutelaje corporal e identitario. Uno de los
principios básicos de esta ley es la despatologización de lo trans. Esto implica que ya no se
puede diagnosticar a las personas como trans, tomando ese diagnóstico como la base para
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�autorizar intervenciones corporales o cambios de nombre y género en los documentos.
La base para habilitar dichas prácticas pasa a ser la decisión de la persona involucrada.
Sin embargo, en otras partes del mundo todavía se requiere un diagnóstico por parte del profesional de la salud (muchas veces del campo de la salud mental) para que las
personas trans sean reconocidas como tales. Por ejemplo, bajo el diagnóstico “disforia de
género”, lo trans sigue apareciendo como una categoría dentro del DSM. Hasta 2019, la
CIE de la Organización Mundial de la Salud también consideraba lo trans como un trastorno de la salud mental, bajo la categoría de “trastorno de identidad de género”. Recién en
la versión 11 de la CIE, el ser trans pasó a otra categoría que no describe patologías sino
“condiciones relacionadas con la salud sexual”. En la mayor parte del mundo, como por
ejemplo la mayoría de los países de Europa, es a partir de ese diagnóstico que se les permite a las personas acceder a intervenciones de afirmación de género. Frecuentemente,
esos diagnósticos y/o esas intervenciones son un requisito obligatorio para luego acceder
al reconocimiento legal del género.
Alianza Cambiemos: la Ley de Identidad de Género
en el contexto neoliberal
Como decíamos en la introducción, la LIG implicó un cambio radical frente a este
contexto nacional y global de patologización de las personas trans. El Frente Nacional
por la Ley de Identidad de Género (FNLIG), principal redactor de ese proyecto, estaba
constituido y liderado principalmente por mujeres trans, hombres trans y travestis, junto
con aliadxs lesbianas, gays y bisexuales cis. Este Frente se enmarcaba en una lucha global
por la despatologización de las vidas trans e intersex, expresada por ejemplo a través de
la campaña Stop Trans Pathologization 2012 (Suess, 2014). El texto de la ley también se basó
en los Principios de Yogyakarta, que refieren a la aplicación del marco internacional de
derechos humanos a cuestiones de orientación sexual e identidad de género. De hecho, el
activista trans e intersex argentino Mauro Cabral, que fue parte del FNLIG, fue uno de los
redactores de dichos Principios.
La LIG abrió las puertas para una mayor autonomía en las vidas de las personas
trans, travestis y/o no binarixs, en varios sentidos. Descriminalizó definitivamente las
vidas trans en un momento donde todavía existían en algunas partes del país códigos
contravencionales que penalizaban el uso de “ropa del sexo contrario” en la vía pública.
Desjudicializó el proceso de reconocimiento legal del género: ya no hace falta el permiso de jueces para cambiar el género del DNI, sino simplemente ir a un registro civil
y declarar la voluntad de hacerlo. Y despatologizó las identidades trans, lo cual implica
que las decisiones sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas ya no se hallan en manos de
profesionales de la salud. Aún más: cambiar el DNI no es un requisito obligatorio para
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�hacerse intervenciones corporales de afirmación de género, ni viceversa. Además, se
establece que los tres subsistemas de salud (público, privado y obras sociales) deben
cubrir en un 100% cualquier tipo de servicio de salud de afirmación de género, tal como
hormonas o cirugías genitales.
Sin embargo, el texto de la ley solamente puede materializarse –o no– en contextos
concretos, y es allí donde aparecen múltiples obstáculos (Fernández Romero, 2019). En
primer lugar, encontramos grandes resistencias de algunxs médicxs de soltar el poder de
decidir sobre nuestros cuerpos. Muchxs de ellxs, por ejemplo, insisten en que necesitamos la autorización de algún profesional de la salud mental, o juzgan si somos o no somos
lo “suficientemente trans” para recibir las intervenciones que pedimos. Todavía existen
reticencias, en muchos casos, para tratar a personas trans gays, lesbianas o bisexuales, a
personas trans gordas, neurodiversas o con discapacidad/diversidad funcional, a personas trans que no encajan con los estereotipos de género... Fuera de la salud transicional,
también solemos recibir maltrato de médicxs de todas las especialidades. Todas estas situaciones son expresiones del cisexismo, es decir, de la desigualdad que persiste entre las
personas cis y las personas trans.
Por otra parte, el ajuste neoliberal en salud implementado por el gobierno de la alianza Cambiemos golpeó fuertemente a las personas trans, travestis y/o no binarixs. Siempre
hubo una escasez de hospitales y centros de salud que proveyeran servicios vinculados a
la afirmación de género; sobre todo, de instituciones que respetaran realmente el marco
despatologizador y de trato digno que establece la LIG. Pero en los años de esa gestión,
muchos redujeron su provisión de servicios. Algunos dejaron de realizar operaciones,
otros tienen listas de espera cada vez más largas, otros dejaron de entregar gratuitamente hormonas… Otras instituciones que solían proveer hormonas y demás insumos, tales
como el Ministerio de Desarrollo Social, también cesaron de hacerlo.
Simultáneamente, muchas obras sociales y empresas de medicina prepaga tratan de
desligarse de su obligación de cubrir al 100% las intervenciones de afirmación de género.
Fingen desconocer la LIG, o nos piden un certificado psicológico o psiquiátrico para cubrir los servicios que solicitamos, o nos exigen tener rectificado el DNI, todas cuestiones
que van en contra de la LIG. Asimismo, existen denuncias de compañeros trans a los
cuales las prepagas les querían cobrar cuotas exorbitantes por ser trans; otras prepagas
acusaron a sus afiliados trans de no declarar su condición de ser trans como una “enfermedad preexistente”.
Mientras tanto, fuera del contexto de la salud, existen discursos políticos que también
buscan coartar la autonomía de las personas trans sobre nuestros cuerpos, tanto por derecha como por izquierda. Por un lado, en los últimos años ha habido un resurgimiento
de movimientos religiosos conservadores que consideran que el ser trans es el colmo de
una “ideología de género” que va en contra de un supuesto orden natural. Por otro lado,
han crecido los feminismos virulentamente trans excluyentes, pero también los sectores
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�“progres” que se declaran trans-friendly pero que sostienen que las personas trans deberíamos aceptar nuestros cuerpos “tal como son”, desconociendo los deseos que podemos
tener de modificarlos.
Prácticas colectivas de apoyo a la autonomía
Como respuesta a estas políticas estructurales que son neoliberales, discriminatorias
y cisexistas, y que impiden la ejecución efectiva de las especificaciones de la ley, surgen
–como iniciativa de las personas trans– prácticas colectivas y comunitarias de autogestión
de la información y recursos.
A través de grupos y páginas en redes sociales, talleres, encuentros, conversatorios y
publicaciones, en nuestras comunidades circula información útil sobre salud, derechos
conquistados, y los modos de garantizar ambos. Algunos ejemplos son los relatos en primera persona sobre experiencias de intervenciones quirúrgicas y tratamientos hormonales; datos de profesionales o instituciones que garantizan el derecho a la salud trans y/o
tienen un trato humanizado, e información sobre el acceso a medicamentos, hormonas y
sus efectos. Nos proveemos mutuamente instrucción o acompañamiento en la autoaplicación de hormonas inyectables, sugerimos (y proveemos) cuidados propios y para otrxs en
instancias pre y post operatorias. Intercambiamos datos sobre prácticas que benefician o
dan soporte a los tratamientos; datos sobre salud sexual, y cartas modelo para reclamos,
amparos o pedidos de autorización de las obras sociales o instituciones públicas. También
realizamos prácticas que están por fuera de lo estrictamente médico y hacen a la construcción de una cultura comunitaria, como el acompañamiento emocional y afectivo.
Esta iniciativa (y la de algunxs, muy pocxs, profesionales de la salud) fue motorizada
desde el deseo, pero por sobre todas las cosas, por la necesidad de las personas trans de una
experiencia de vida de calidad históricamente negada, de un acceso humanizado a la salud,
dejando en evidencia que el Estado, sus instituciones y profesionales tienen políticas que
atentan, desde lugares a veces visibles y otras veces no tanto, contra estos derechos.
En este artículo nos propusimos reflexionar sobre los modos en que las personas trans
accedemos a recursos de salud para transformar nuestros cuerpos de maneras generizadas y sexuadas, de modos que amplían nuestra autonomía corporal, en contextos cisexistas y neoliberales. Deseamos destacar nuevamente que las personas trans hemos
cumplido un rol clave en ampliar este acceso a la salud, tanto contribuyendo a mejorar las
condiciones estructurales como apoyándonos mutuamente para navegar los obstáculos
que aún persisten. Ejemplo de lo primero es el rol clave que tuvieron las personas trans y
travestis para redactar y lograr la aprobación de una Ley de Identidad de Género despatologizante y ampliadora de derechos; ejemplo de lo segundo son las prácticas comunitarias
recién descriptas.
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�Luego, la aparición de la pandemia del COVID-19 ha precarizado aún más el acceso a la
salud de las personas trans, pero también se han redoblado los esfuerzos comunitarios a
través de la aparición de diferentes asambleas y otros espacios trans-travestis-no-binarixs
para hacer valer los derechos establecidos por la Ley de Identidad de Género. Entonces hoy,
igual que siempre, retomamos la siguiente consigna que enarbolamos hace unos años:
Convocados por el deseo
Nuestra historia es colectiva
Al cisexismo, ni cabida
Bibliografía
Cabral, M. 2012. “Algo ha pasado” en Morán Faúndes, J. M.; Sgró Ruata, M. C. y Vaggione, J.
M. (eds.), Sexualidades, desigualdades y derechos. Reflexiones en torno a los derechos sexuales y
reproductivos. Córdoba: Ciencia, Derecho y Sociedad.
Fernández Romero, F. 2019. “Poniendo el cisexismo en el mapa. Una experiencia de cartografía transmasculina” en Boletín Geocrítica Latinoamericana Nº 2.
Nieschlag, E. y Nieschlag, S. 2014. “Testosterone deficiency: a historical perspective” en Asian
Journal of Andrology, Vol. 16 N° 2.
Suess, A. 2014. “Cuestionamiento de dinámicas de patologización y exclusión discursiva desde
perspectivas trans e intersex” en Revista de Estudios Sociales Nº 49.
TGEU-Transgender Europe 2019. Trans Rights Europe & Central Asia Map & Index. Disponible
<https://tgeu.org/trans-rights-europe-central-asia-map-index-2019/>.
Uroskie, Theodore W. y Colen, Lawrence B. 2004. “History of breast reconstruction” en Seminars in plastic surgery, Vol. 18 N° 2.
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�Misoprostol, Atención Primaria de la Salud
y activismo lésbico: una combinación
afortunada en la construcción del derecho
al aborto en Argentina
María Luisa Peralta
y Ana Mines Cuenya
�I
Quienes escribimos estas líneas fuimos integrantes del colectivo Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto desde sus inicios, allá por el 2008 y durante
sus primeros años. Aquellos fueron tiempos en los que el activismo tortillero sacó al
aborto con misoprostol del clóset, salida que generó al menos dos efectos íntimamente
aparejados.
Por un lado, el aumento de circulación de información confiable referida al uso del
misoprostol para la realización de abortos seguros en diversos ámbitos comunitarios,
es decir, por fuera de los servicios de salud. Nos referimos a organizaciones feministas,
sociales y políticas, grupos de amistad o afinidad de distinto tipo, espacios de formación
docente, entre otros.
Por otro lado, la visibilización del misoprostol estuvo íntimamente aparejada al pasaje
de la fórmula aborto = evento complejo, potestad de médicxs ginecólogxs, que requiere
de intervenciones invasivas y muchas veces peligrosas, a aborto = proceso simple, ambulatorio, autoadministrado y susceptible de ser realizado en casa, con el seguimiento
de servicios de Atención Primaria de la Salud (APS), de la mano de médicxs generalistas
e incluso de profesionales no médicxs. O sea, el aborto –otrora evento riesgoso llevado
a cabo mediante técnicas en muchos casos quirúrgicas con anestesia, como el legrado,
provistas por profesionales que ejercían en la clandestinidad– pasó a ser un proceso al
alcance de la mano, do it yourself. Literalmente: quienes querían abortar un embarazo
de hasta 12 semanas podían introducir (vía vaginal o sublingual) 12 pastillas organizadas en tres dosis de cuatro comprimidos, espaciadas por una determinada cantidad de
tiempo. Horas después, esto desencadenaría un sangrado que podría ser parecido o un
poco más fuerte que el de la menstruación habitual.
En este último punto es donde queremos hacer foco: en las maneras en las que la articulación entre el misoprostol, su puesta en escena de la mano del activismo lésbico, el
quehacer de quienes usaron este medicamento para realizarse abortos y el aumento de la
presencia de sectores sanitarios de APS hicieron que los abortos sean, material y simbólicamente, otros abortos.
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�II
Queremos remarcar algunas de las características que tuvo nuestra aproximación al
activismo por el acceso al aborto, que son propias del activismo lésbico y, en sentido amplio, de cierta cultura social y política LGTB. Por un lado, lo que hizo Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto (en adelante LyFxDA) al poner en funcionamiento la Línea “Aborto: más información, menos riesgos”1 fue una acción directa inédita
para el activismo en torno al aborto en el país (aunque había otras experiencias cercanas,
como otra línea muy similar ya en funcionamiento en Ecuador y las experiencias de las
norteamericanas del Jane Collective a inicios de los 70), sobre todo por su nivel de visibilidad y masividad. Había algunas otras experiencias locales enfocadas en la divulgación
de información escrita, pero su accionar era un tanto aislado y su alcance reducido2. El
énfasis en la visibilidad es quizás una de las tradiciones más arraigadas y transversales
en el activismo lésbico en particular y en el activismo LGTB en general, como estrategia
de resistencia al aniquilamiento cultural y también como táctica de seguridad. Esta visibilidad se logró a través de una fuerte presencia en medios, internet y acciones callejeras
participativas como pegatinas de stickers.
Otros movimientos encuentran su fortaleza en grandes estructuras, coordinaciones que aglutinan a numerosas organizaciones, masividad, verticalidades, plenarios
u otros mecanismos de toma de decisiones, características que suponen contar con
importantes recursos y que además requieren de bastante tiempo para llevar adelante
sus procesos internos. El movimiento LGBT, especialmente el que tiene un perfil más
independiente en relación con la gestión estatal y las organizaciones internacionales,
tiende a funcionar con articulaciones más laxas, demasiadas veces con recursos penosamente escasos y con organizaciones de menor tamaño (a veces realmente pequeñas, con pocxs activistas), pero que precisamente por eso se mueven rápido y tienen
cierta audacia. Moverse rápido en el sentido de delinear estrategias, tomar decisiones, planear acciones y ejecutarlas permite aprovechar ventanas de oportunidad que
suelen ser breves. Puede decirse que LyFxDA aprovechó una ventana de oportunidad:
estaban disponibles las tecnologías (celulares, internet, misoprostol), había un piso
social de apoyo al derecho al aborto y todavía no había cobrado fuerza la reacción de
1
2
Adhiriendo y practicando la política de educación entre pares y la acción directa, el colectivo LyFxDA
impulsó y gestionó una línea telefónica pública y de fácil acceso que brindaba información completa
sobre cómo utilizar el misoprostol para realizarse abortos seguros en la propia casa hasta la semana 12
de embarazo inclusive. Esta se lanzó el 30 de julio de 2009 y durante los primeros dos años se atendieron
a más de 10.000 llamadas (Mines Cuenya, et al., 2013).
En 2007 y 2008, conocimos una sola organización que difundía un volante con información sobre el uso
del misoprostol en tanto colectivo feminista. Su nombre era “De boca en boca”. Había otras iniciativas de
divulgación, pero eran anónimas.
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�los sectores antiderechos, que en los años siguientes se fue fortaleciendo tanto a nivel
nacional como internacional3.
Por otro lado, la apropiación de tecnologías y saberes biomédicos y legales también es
una práctica habitual del activismo LGTB. Por décadas, quienes formamos parte de este
movimiento hemos tenido que procurarnos las herramientas para sostener la salud y los
proyectos de vida y resistir negligencias, exclusiones y persecuciones. Para el momento
en que pusimos en funcionamiento la línea, había habido en nuestro país numerosas
experiencias de este tipo protagonizadas por los gays en relación con el VIH/sida, por las
lesbianas en relación con la fertilización asistida y la maternidad, y por las personas trans
al encarnar y expresar su identidad de género.
Además, retomamos la tradición del movimiento LGTB no solo en cuanto a la autonomía corporal sino también en cuanto a la validación de lo sexual y de la búsqueda de placer
sin que deban soportarse castigos ni cargas patologizantes por eso: tanto el VIH (u otras
ITS) como los embarazos no deseados han sido sistemáticamente considerados como una
especie de condena al ejercicio de la sexualidad. Esa mirada moralizante no es exclusiva
de los sectores reaccionarios patriarcales seculares o religiosos. De alguna manera, también impregna buena parte del discurso feminista tradicional por el derecho al aborto.
En efecto, con fuerte presencia del ideario católico y de un pensamiento profundamente heterocentrado en las activistas y sus organizaciones, en buena medida, el discurso
feminista en torno al aborto ha consistido en afirmar que en realidad nadie quiere abortar,
que siempre es un momento de sufrimiento, que quedan con daños y dolores emocionales. Un discurso martirológico que busca resguardar la respetabilidad de quienes abortan,
3
Por ejemplo, en el ámbito de la OEA empezaron a tener una fuerte presencia a partir de la 43º Asamblea General, que tuvo lugar en 2013 en La Antigua, Guatemala. En la ONU llevan más de una década
aumentando su asistencia, su influencia y ganando espacios institucionales. En Argentina, un punto de
inflexión fue el año 2010, cuando se aprobó la ley de matrimonio igualitario. Para intentar impedir la
sanción de esa ley, que tenía un gran apoyo social, los sectores reaccionarios no solo contaron con legisladores y funcionarixs afines, sino sobre todo con la movilización convocada por la Iglesia Católica, con
los arzobispos de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, y de La Plata, Héctor Aguer, a la cabeza del llamado a
laicxs y religiosxs para librar una “guerra de Dios”. Pero además, fue en ocasión de ese debate que se produjo la primera manifestación masiva de los sectores evangélicos, liderados por la Alianza Cristiana de
Iglesias Evangélicas (ACIERA) y la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (FECEP). Si estos
sectores conservadores hubieran estado ya organizados, articulados y con ese nivel de actividad, habría
sido realmente mucho más difícil poner en funcionamiento la Línea Aborto o habría implicado riesgos
mucho mayores para las activistas. Fue clave modificar la distribución de poder antes del despliegue
de fuerza de estos sectores conservadores; se apostó entonces por la difusión masiva del misoprostol
y la instalación del debate sobre las posibilidades del aborto domiciliario o en la Atención Primaria de
la Salud (APS). Así, lo que sucedió después fue la masificación de la información y el acompañamiento
de lxs profesionales y espacios de APS comprometidos con garantizar el acceso al aborto seguro; hecho
fundamental para construir la fuerza política y la masa crítica de respaldo social para que finalmente en
2020 se aprobara en el Congreso de la Nación la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
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�pero también de quienes militan por el derecho al aborto desde estas coordenadas. Las
lesbianas, en cambio, no tenemos nada que resguardar en estos términos: perdimos respetabilidad en varios planos de nuestras vidas al momento mismo de presentarnos en el
mundo como lesbianas. Por eso el proyecto de la Línea se inscribía en otro paradigma respecto del martirológico. Esta propuesta hacía énfasis en la libertad, el proyecto de vida, la
autonomía, la importancia de las decisiones sobre el cuerpo y en la validación de lo sexual.
De forma similar, ser lesbianas y viviendo abiertamente como tales supuso que nuestra experiencia vital nos diera algún bagaje, una mezcla quizá de cierta sensibilidad, rabia
y empatía, que nos llevó a la realización de la primera acción directa, pública y masiva
en relación con el aborto con misoprostol4. En los meses previos al lanzamiento en público de la Línea, mientras íbamos construyendo una red de alianzas –que finalmente nos
respaldaron y participaron de los debates que dieron forma al proyecto–, muchas veces
recibimos la admonición de que iríamos presas en cuanto hiciéramos dicho lanzamiento.
Además, había un gran temor y/o desconfianza frente a la posibilidad del aborto autogestionado, domiciliario o en espacios comunitarios, pero sin ningún ginecólogx realizando
y/o controlando el procedimiento. Pero, como decíamos, nuestra experiencia en tanto lesbianas ya nos había puesto en posición de poder dar esos dos pasos: desafiar una amenaza
legal y no ser “pacientes” frente al sistema médico5.
III
Superando con creces las expectativas de participación, el día 21 de abril de 2010 se realizó el seminario “Aborto con Misoprostol en la Atención Primaria de la Salud” en la Ciudad
de Buenos Aires. Esta fue la primera vez que en Argentina tuvo lugar un espacio de formación y debate respecto del uso del misoprostol para la realización de abortos en el marco de
servicios de APS. Luego de fallidas negociaciones para realizarlo en la Facultad de Medicina
4
5
Algunos años después de que LyFxDA pusiera en funcionamiento la Línea Aborto, proliferaron por todo
el país los grupos de socorristas, que incluso ampliaron el alcance de lo hecho anteriormente. Sin embargo, eso fue posible solo después de que se hubiera demostrado que podía hacerse sin terminar en la
cárcel. Para más información, ver <https://socorristasenred.org/> acceso 13/12/2022.
Las existencias lesbianas están generalmente en el filo o en confrontación con ordenamientos legales
que en el mejor de los casos nos excluyen o nos ignoran y en el peor de los casos nos persiguen y criminalizan activamente. Desafiar legislaciones punitivas, represivas y disciplinadoras ha sido la historia
misma de las personas y los movimientos LGBT. Igual puede decirse en relación con el sistema médico:
sabemos que frecuentemente no contamos con ellxs porque no tienen formación ni información correcta sobre nosotras (típicamente en ginecología y en fertilización asistida) y aún hoy nos siguen sometiendo a patologización y medicalización. Es lógico que desconfiemos y que estemos habituadas a discutir su
omnipotencia.
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�de la UBA, la actividad se desarrolló en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC, ubicado
en Av. Corrientes 1543, un lugar céntrico y muy visible). Lejos de ser una casualidad, la locación definitiva, así como el traspié con la Facultad de Medicina, guardaban directa relación
con el clima mayoritariamente hostil respecto del aborto en los ámbitos de la formación
médica de entonces y con el perfil político y social que caracterizó al seminario. Este estaba
organizado por el colectivo LyFxDA, la Asociación Metropolitana de Generalistas y Equipo
de Salud (AMeGES), la Cátedra Libre de Salud y Derechos Humanos de la Facultad de Medicina (UBA) y Médicos del Mundo-Argentina y contó con el apoyo del propio CCC y de la
CTA6. O sea, si bien el seminario estaba respaldado por distintas organizaciones y entidades
reconocidas en los ámbitos académicos en salud, se trataba de un evento de formación impulsado centralmente por un colectivo de lesbianas activistas.
La propuesta del seminario, condensada en el programa7, fue resultado del armado de
redes y alianzas estratégicas de dos años de intenso activismo. Participaron referentes de
organizaciones internacionales y regionales en gineco-obstetricia como la Federación Latinoamericana de Sociedades en Obstetricia y Ginecología (FLASOG), la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) y la Red Uruguaya de Autonomías (RUDA).
También intervinieron representantes de organizaciones internacionales, regionales y
nacionales abocadas al derecho a la salud como la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES), Médicos del Mundo y la Asociación Metropolitana de Médicos
Generalista y Equipos de Salud, así como organizaciones vinculadas a la investigación y
la defensa de los derechos sexuales y reproductivos como Ipas y el Centro de Estudios de
Estado y Sociedad (CEDES). Además, fueron parte central de la programación las presentaciones de las compañeras de LyFxDA como Verónica Marzano, Luciana Sánchez y Soledad Pujol quienes expusieron los primeros datos producidos a partir de la Línea Aborto:
más información, menos riesgo.
La estrategia de difusión del seminario dio continuidad al enfoque general de comunicación que tenía el colectivo LyFxDA: dar la máxima circulación posible a las actividades
y utilizar un lenguaje directo y explícito sobre aborto, misoprostol, sexualidad y derechos.
Una vez lanzado al mundo, las inscripciones volaron. La sala del Centro Cultural de la
Cooperación, la mayor del complejo, solo tenía capacidad para 200 personas, número que
debía cumplirse a rajatabla. El público asistente estaba compuesto principalmente por
jóvenes profesionales en medicina general, psicólogxs, trabajadorxs sociales y residentes
de todas esas disciplinas.
6
Para más información, consultar <http://archivo.cta.org.ar/La-CTA-auspicio-el-Seminario.html> acceso
15/12/2022.
7 En el link <http://abortoconmisoprostol.blogspot.com/> puede accederse al programa completo, así
como a las presentaciones gráficas que acompañaron a lxs expositorxs. Acceso 21/12/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
176
�Una de las muchas postales que dejó el evento fue la de asistentes turnándose entre sí
para entrar y así poder escuchar una parte de las presentaciones, las cuales, decían, iban
a compartir luego con todo el equipo. Los pasillos estaban llenos de personas con sus
apuntes, conversando. El clima del seminario era de éxtasis. No queremos exagerar, pero
se vivió con el entusiasmo de un espacio que se abre, no solo para hablar, sino para poner
en circulación herramientas seguras e institucionalmente probadas para los equipos de
salud de las trincheras, referentes en los barrios, aquellos que hacen de los servicios de
salud algo distinto a la frialdad hostil que tantas veces tiñe a los hospitales, más aún, a la
hora de atender abortos.
La circulación de información fue multidireccional: muchxs de lxs participantes llevaban sus propias experiencias de atención para poner en común y contrastarlas con
las de lxs demás. Muchxs encontraron respaldo para lo que ya estaban haciendo y, más
importante aún, encontraron a otrxs que también lo hacían silenciosamente. De nuestra
parte, entregamos un CD con una recopilación de numerosos trabajos, no solo sobre cuestiones de tipo más técnicas (en relación con las ecografías) sino también de tipo legal (por
ejemplo, sobre el uso de medicamentos off label, es decir, por fuera de lo consignado en el
prospecto, algo que suscitó mucho interés).
El seminario, creemos, fue un espacio-tiempo en el que se cristalizaron procesos cuyos
antecedentes y alcances eran sin duda mayores, vinculados al cambio de paradigma en la
atención de abortos tempranos por parte del sistema de salud. Ya no eran potestad de la
ginecología, ni se trataba de intervenciones quirúrgica ni de mayor complejidad que debían
realizarse en ámbitos hospitalarios bajo la supervisión médica. Atrás comenzaba a quedar
el terror asociado a la presencia policial, al hecho de estar en las manos de alguien que se
presentaba como médicx pero que no daba garantías de serlo, a los consultorios escondidos
que funcionaban en horarios irrisorios, al no saber “Qué me hacen cuando me hacen un
aborto”, para el que muchas veces se aplicaba anestesia general. El misoprostol era la llave
maestra para reescribir aborto con la “a” de autonomía y también de APS.
IV
Algunas investigaciones señalan que el uso abortivo del misoprostol en la región data
de la década del 80 (Barbosa y Arilha, 1993; FLASOG, 2013; Távara Orozco et al., 2011). Más
específicamente, afirman que fue en Brasil, en la ciudad de Río de Janeiro, en donde las mujeres cis de sectores populares comenzaron a comprar Cytotec (nombre comercial del misoprostol en farmacias) para realizarse abortos. Las investigaciones señalan la coincidencia
entre la divulgación de prospectos en los que se alertaba sobre el aborto como un riesgo
asociado al medicamento, el uso estratégico de ese efecto por parte tanto de mujeres que
optaban por realizarse un aborto y la práctica oportuna y/o oportunista de farmacéuticxs
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
177
�que lo vendían para esos fines. Por lo menos desde entonces, el misoprostol forma parte de
la canasta de herramientas con las que las mujeres cis latinoamericanas han dado forma a
sus abortos más o menos seguros de manera clandestina.
No es casual que se trate de uno de aquellos medicamentos que la OMS denomina
como “esencial”. Su consumo conlleva efectos benéficos, especialmente en contextos de
clandestinidad, pues se trata de una droga fácil de usar, de conservar, cuyo empleo es
seguro en embarazos tempranos. Además, se trata de una droga relativamente barata de
producir. Su utilización en el campo de la gineco-obstetricia es amplio. Ha sido central,
por ejemplo, para tratar hemorragias posparto, para la culminación de abortos incompletos, para la expulsión del llamado “huevo muerto retenido”. La disponibilidad del misoprostol ha producido efectos como la disminución del llamado índice de “mortalidad
materna” en la región (FLASOG, 2013; Organización Mundial de la Salud, 2012).
Asimismo, la facilidad y seguridad de su uso abrió líneas de fuga frente a algunas de las
condiciones impuestas por el aborto “quirúrgico” en contextos de clandestinidad. Y una
redistribución de poder y de posibilidades. Por un lado, incluso cuando algunxs farmacéuticxs e intermediarixs vendieran el misoprostol a precios muy aumentados, acceder a un
aborto seguro a través de este medicamento seguía siendo mucho más fácil económicamente que acceder a un aborto seguro quirúrgico. Por otro lado, quienes podían obtener y
entregar misoprostol eran todo un abanico de personas y organizaciones, lo que permitió
aumentar y diversificar el número de actores en la escena del aborto, pero además hizo
posible el tejido de redes de solidaridad y apoyo mutuo mucho más amplias que las que
eran posibles en torno al aborto “quirúrgico”. O sea, la disponibilidad multiplicada del misoprostol le dio al aborto, como práctica y como evento, un matiz mucho más colectivo.
El aborto pasó a ser tema de conversaciones cotidianas, amplias y explícitas entre amigxs,
compañerxs de trabajo y de militancia. Además, se multiplicaron la puesta en marcha de
consejerías y acompañamientos entre quienes abortaban, así como la recirculación de las
pastillas de misoprostol sobrantes entre quienes las necesitaban. Cayó el secreto y con eso
también mucho de la vergüenza y, al menos en algunos ámbitos, del estigma.
Otro ámbito fundamental en la irradiación del misoprostol en la vida cotidiana fue internet. Para distintos grupos, pero especialmente para las personas más jóvenes, la experiencia de utilizar el misoprostol y acceder a la información correcta de su empleo a través del
celular o de internet era totalmente congruente con la realidad tecnológica que habitaban y
con la práctica de las tecnologías a las que ya estaban habituadas. Nos referimos a las tecnologías de la comunicación y la información, pero también a las tecnologías de modificación
e intervención sobre el cuerpo y el uso de drogas (en el sentido amplio del término).
El misoprostol vino a destacar y a embellecer el espíritu punk del “Hazlo tú mismo” y
la redistribución de saber y poder que esto conlleva. En cierto sentido, este medicamento
y las redes activistas y de diversxs profesionales de APS que se configuran en torno suyo,
permiten hackear el aborto: un proceso que era reservado para ciertas corporaciones pro-
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
178
�fesionales, especialmente médicas y judiciales, fue tomado por distintos actores que se
multiplicaban rápidamente al mismo tiempo que lo transformaban. El misoprostol tiene
la potencia para operar como una tecnología de código abierto donde, al igual que en informática, lxs propixs usuarixs van corrigiendo los errores o haciendo las actualizaciones
necesarias a partir de lo aprendido en el uso, constituyendo un conocimiento de tipo cooperativo y colectivo. El aborto quirúrgico, monopolizado por médicxs gineco-obstetras,
tiene un margen de discrecionalidad y poder para determinar quién accede y quién no,
muy mediado además por la capacidad de pago. Podríamos decir que, en cierta manera,
es un análogo de Microsoft. Siguiendo esa misma línea, el aborto con misoprostol parece
un espejo de Linux.
V
En el siglo XXI y a más de tres años del inicio de la última pandemia, discutir sobre biotecnologías supone un amplio y heterogéneo abanico de temas que no puede soslayar la
información y accesibilidad a productos biomédicos. Pues en la discusión colectiva radica
la posibilidad de gestionar de un modo más democrático nuestros cuerpos y los procesos
que los atraviesan, ampliando los márgenes de libertad para decidir sobre nuestros proyectos de vida de manera situada.
Esta idea hecha práctica activista, atravesada por los cuerpos y convertida en experiencia, especialmente por el movimiento LGBT e Intersex, era un eje central del colectivo de LyFxDA. La larga historia de patologización y homolesbobitransfobia por parte de
la medicina, el confinamiento al abandono, a un segundo plano, cuando no al estigma en
los peores tiempos de la crisis del sida, la marginalización de nuestras nociones de salud y
bienestar asociadas a las necesidades y deseos específicos respecto de nuestros cuerpos y
proyectos de vida fueron más que un impulso para que nuestros movimientos tengan una
larga historia de formación teórica y práctica respecto de saberes biomédicos.
Durante largas décadas, Argentina fue un país que puso en peligro, estigmatizó y confinó a las afueras de su ciudadanía a quienes querían interrumpir un embarazo que tenía
curso en su cuerpo. El problema de la clandestinidad del aborto tenía todo que ver con la
lucha por la autonomía corporal, la libertad sexual y por el derecho al acceso y uso de biotecnologías y los más altos estándares de salud, tal como señala la Constitución Nacional.
La disponibilidad del misoprostol y la alianza tácita y de hecho entre lesbianas y feministas y quienes llamaban por teléfono a la línea telefónica para buscar información sobre
aborto seguro con medicamentos hizo que tal práctica sea otra cosa. Inscrito en esta otra
red de relaciones, más democrática y participativa, el aborto pasaba a ser un proceso
seguro, ambulatorio y muchas veces comunitario, es decir, que se hacía en compañía.
La interrupción del embarazo dejaba de ser per se un evento agudo, secreto, solitario y
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
179
�peligroso. Lejos quedó el legrado, la anestesia general y médicxs que llevaban a cabo un
procedimiento sin dar explicaciones. Con el misoprostol aprendimos mucho más sobre
el proceso que desencadena una prostaglandina sintética, sobre el sangrado, los tamaños
de los coágulos y las características de los fetos, sobre los riesgos y estrategias de cuidado.
Aprendimos sobre redes y salud, sobre autonomía y comunidad, sobre sexualidad y decisiones. La práctica del aborto con misoprostol interpeló al sistema de salud y dio protagonismo, por lo menos en la zona del Área Metropolitana de Buenos Aires, a los servicios de
APS. Estos servicios fueron mucho más permeables, hospitalarios y dispuestos a aprender
respecto de las novedades del aborto medicamentoso y de sus usuarixs. En efecto, se trata
de servicios que, en no pocos casos, asumen su lugar de recurso disponible y respetuoso
al que pueden recurrir quienes se quieran realizar un aborto.
El misoprostol, la estrategia de APS, usuarixs y activismo lésbico se combinaron de
una manera afortunada en la construcción de la legalidad del aborto en la Argentina.
Cada uno de estos actores aprendió, se modificó y aportó para, en términos concretos, dar
forma al aborto en los términos que ya hemos descrito, es decir, como un proceso seguro,
acompañado, agenciado y muchas veces comunitario.
En términos generales, esta combinación supo poner en tensión y transformar los
roles de quienes enseñan y quienes aprenden, quienes deciden y quienes asienten. Pues,
como vimos, fueron las propias usuarias quienes, experimentando con sus cuerpos, hicieron del misoprostol una herramienta abortiva. Fue el activismo lésbico el que supo
hacer de la visibilidad y de la afirmación del aborto un eje central de su política. Fue el
sector de APS y con esto, lxs profesionales médicxs, pero también lxs no médicxs que se
desempeñan en salud (trabajadorxs sociales, psicólogxs, antropólogxs, obstétricxs, enfermerxs, farmacéuticxs, sociólogxs, etc.), quienes supieron rehacer su rol frente a otrx que
ya no es “paciente/pasivx/víctima”, sino alguien que sabe, que gestiona y toma decisiones
informadas. Esta combinación afortunada no es ni más ni menos que la conformación de
una red heterogénea de pares que en su interacción hicieron del aborto un evento vinculado al deseo, la decisión y la autonomía.
Bibliografía
Barbosa, R. M. y Arilha, M. 1993. “The Brazilian experience with Cytotec” en Studies in Family
Planning, 24(4).
FLASOG 2013. Uso de misoprostol en obstetricia y ginecología. Panamá: FLASOG. Disponible
<http://www.flasog.org/wp-content/uploads/2013/12/Uso-de-misoprostol-en-obstetricia-y-ginecolog%C3%ADa-FLASOG-2013.pdf>.
Mines Cuenya, A.; Villa, G. D.; Rueda, R. y Marzano, V. 2013. “‘El aborto lesbiano que se hace con
la mano’”. Continuidades y rupturas en la militancia por el derecho al aborto en Argentina
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
180
�(2009-2012)” en Bagoas - Estudos gays: gêneros e sexualidades, 7(09). Disponile <http://www.
periodicos.ufrn.br/bagoas/article/view/4659>.
Organización Mundial de la Salud 2012. Aborto sin riesgos: Guía técnica y de políticas para sistemas de salud. OMS.
Távara Orozco, L.; Chávez Alvarado, S.; Grossman, D.; Lara, D. y Blandon, M. M. 2011. Disponibilidad y uso obstétrico del Misoprostol en los países de América Latina y el Caribe. Disponible
<http://clacaidigital.info:8080/xmlui/handle/123456789/173>.
Watts, J. y Latour, B. 2020. “Bruno Latour: ‘This is a global catastrophe that has come from
within’” en The Observer. Disponible <https://www.theguardian.com/world/2020/jun/06/
bruno-latour-coronavirus-gaia-hypothesis-climate-crisis>.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
181
�Glosario abierto
�Sobre políticas de medicamentos:
Ideas y preguntas desde el sur global
para habitar presentes
Ana Mines Cuenya
y Luci Cavallero
�Los artículos que conforman las tres secciones del libro nos muestran parte de la complejidad que compone al mundo de los medicamentos. Lejos de tratarse de meros objetos,
la existencia de los medicamentos supone el funcionamiento de tramas múltiples y complejas, de distintos órdenes, escalas y valencias. En este apartado final, a modo de cierre,
queremos proponer un glosario abierto sobre políticas de medicamentos. Se trata de una
especie de caja de herramientas, más precisamente, de una serie de ideas e interrogantes para pensar nuestro presente en relación con los medicamentos. Cabe señalar que a
diferencia de lo que podría sugerir la idea de glosario, no tenemos pretensión de exhaustividad. Buscamos más bien hacernos preguntas, invitarnos a pensar de modos distintos
y con quienes quizás aún no lo hemos hecho. Por eso, este glosario se asume parcial, acotado e intencionado, deseoso de encontrarse con otros análisis, ideas y prácticas que lo
complementen, contradigan y/o precisen. Apunta a retomar cuestiones que entendemos
inquietantes, ya sea por inesperadas, opacas, irrisorias e incluso dolorosas, protagonistas
en lo relativo a los medicamentos en estos agitados tiempos de pospandemia.
Concretamente, vamos a puntualizar respecto de siete conceptos: 1) Medicamentos
como pharmakon, 2) medicamentos y medicina basada en la evidencia, 3) patentes, 4)
¿bienes sociales?, ¿bienes comunes?, 5) usuarixs, 6) Remediar y 7) Programa Médico Obligatorio. Con este ejercicio de puntualizar en conceptos que muchas veces se presentan
como autoevidentes nos proponemos avivar la idea de que el estado de las cosas está
histórica y políticamente situado, que es resultado de la interacción de procesos y actores
de distinto tipo y que, justamente por eso, podría ser diferente. Nos proponemos “prestar
atención” sobre conceptos que se arrogan la potestad de describir de manera aséptica lo
que las cosas son. En términos de Stengers (2017), prestar atención consiste en un ejercicio que nos demanda ir más despacio. El tranco lento nos da la oportunidad de revisar y
(des)aprehender parte de lo mucho que acompaña y sustenta a lo que se presenta como
obvio. Un ejemplo: que las patentes sean lo que son, que pretendan cristalizar una racionalidad científica y económica ineludible no es un punto de partida ni una mera descripción de la realidad, sino más bien resultado de numerosos procesos y disputas políticas,
institucionales, técnicas, expropiadoras y abusivas. No ha sido siempre así y, de hecho,
podría ser diferente. También, como vimos a lo largo del libro y veremos en este glosario,
hay ejemplos de ello. Prestar atención es, en cierta medida, un arte de desnaturalizar y
problematizar, de abrir posibilidades alternativas que permitan criticar y transformar las
cuestiones que se nos presentan como saldadas.
Atravesamos tiempos complejos signados por una crisis en la que lo vivo, lo técnico, lo corporativo se entrelazan de manera troncal, tomando forma y generando efectos
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
184
�específicos en los distintos territorios, formas de vida y colectivos. Creemos que esta
crisis requiere que pensemos, pensemos y repensemos, con otrxs, de nuevo, de maneras
distintas y desde nuestros territorios. Pensar, como dice Silvia Rivera Cusicanqui (Rivera
Cusicanqui y Salazar Lohman, 2015), es un gesto creativo, es genésico. Requiere astucia
y persistencia para estar presentes, encontrarnos y generar alianzas. “Aprender a estar
presentes”, como nos invita Haraway (2020), no como “un eje que se esfuma entre pasados horribles o edénicos y futuros apocalípticos o de salvación, sino como bichos mortales entrelazados en miríadas de configuraciones inacabadas de lugares, tiempos, materias, significados”. Para esto, creemos, necesitamos producir activamente las realidades
y problemas de los que seamos parte. Así, las discusiones sobre medicamentos, recursos
biotecnológicos y su articulación con sectores financieros e industriales no pueden ser
exclusivamente potestad y a la medida de corporaciones y expertos. No pueden presentársenos como algo sobre lo que no cabe peros, como algo inevitable, casi mecánico-técnico, que entienden pocxs y que va de suyo. Este glosario pretende colaborar en el proceso de desarmar y rearmar algunos conceptos medulares a las políticas de medicamentos,
algunos de uso casi cotidiano en las vidas de muchas personas, otros que posiblemente
sean más distantes, pero que quizá sea interesante tener más a mano. También se propone introducir o resaltar conceptos que creemos estratégicos. Comencemos.
Medicamentos como pharmakon
El diccionario de la Real Academia Española define medicamento como “sustancia
que, administrada interior o exteriormente a un organismo animal, sirve para prevenir,
curar o aliviar la enfermedad y corregir o reparar las secuelas de esta”. El Ministerio de
Salud de la Nación (en adelante MSN) los define como “sustancias con propiedades específicas para el tratamiento o la prevención de enfermedades en las personas. Desde las vacunas hasta los analgésicos, estas especialidades medicinales se encuentran reguladas y
controladas por ANMAT”1. Estas definiciones compactas posiblemente coincidan con las
primeras imágenes que la palabra medicamentos traiga a nuestras cabezas: una pastilla
en un blíster, un líquido en una jeringa, quizás una crema, un gel, un polvo que se diluye
en agua; una vacuna, antibiótico, antifebril, analgésico, ansiolítico, es decir, sustancias
en distinto tipo de presentaciones que tomamos cuando no sentimos mal o para prevenir
1
La ANMAT, creada en 1992, tiene competencia en el control sobre la sanidad y calidad de medicamentos. Entre sus atribuciones, se enuncia la de autorizar, certificar, inscribir y registrar los medicamentos en el Registro de Especialidades Medicinales (Bierzychudek, 2022). Para más información, puede consultarse <https://
www.argentina.gob.ar/anmat/regulados/medicamentos#:~:text=Son%20sustancias%20con%20propiedades%20espec%C3%ADficas,reguladas%20y%20controladas%20por%20ANMAT> acceso 28/12/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
185
�una enfermedad o dolencia. Sin embargo, esa imagen magra y sustantiva de lo que los medicamentos son, empobrece los complejos mundos institucionales, hogareños, políticos y
colectivos en los que estas sustancias se producen y circulan.
Las definiciones arriba compartidas estipulan tres características propias de los medicamentos: 1) sus propiedades beneficiosas, 2) uso primordial para el tratamiento o prevención de enfermedades, 3) estar sujetos a entidades reguladoras. Tomando distancia de
la idea de que los medicamentos son sustancias benéficas per se, esencialmente bondadosas y accesibles, proponemos pensarlos en cercanía a los usos que se hacen de estos y
sus efectos, o sea, como tecnologías en disputa, susceptibles de articularse con distintos
tipos de actores, prácticas y discursos. Entenderlos como un pharmakon supone su carácter abierto, pues es en su uso que el medicamento será remedio o veneno. Esta idea
multiplica los escenarios en los que los medicamentos circulan, vinculados sin dudas a
los procesos de salud y enfermedad, pero también al deseo, el activismo por la autonomía
corporal, a lo colectivo, etc., así como las posibilidades de intervención política. Coincidimos con Kochen (2022) cuando señala que un aspecto crucial para definir a los medicamentos es su eficacia, sin embargo, queremos dejar en suspenso lo que esto significa.
Proponemos partir de la idea de que los efectos de los medicamentos, incluida su eficacia,
se definen y toman forma en contextos y relaciones específicas.
La definición de medicamentos del MSN ubica en un lugar central a la ANMAT. Este órgano realiza “acciones de registro, control, fiscalización y vigilancia de medicamentos, cosméticos, reactivos de diagnóstico; productos médicos (equipos dispositivos y elementos de uso
médico asistencial); alimentos acondicionados, suplementos dietarios, aditivos, edulcorantes e ingredientes; productos de uso doméstico, desinfectantes y desinsectizantes”2. Ahora
bien, las sustancias que no son aprobadas por la ANMAT, ¿no son medicamentos? Volveremos sobre esta pregunta más adelante. Además, es posible que cuando pensemos en medicamentos también venga a nuestra mente la figura médica, pues muchas veces es esta la que
indica qué medicamento tomar y de qué manera, la que nos hace la receta para comprarlos,
ya sea con el descuento de la obra social o prepaga y/o como autorización para adquirir los
medicamentos que no son de venta libre. Son lxs médicxs quienes llenan los carnets y órdenes para retirar medicamentos de manera gratuita, sea a través del programa Remediar o
mediante los descuentos que otorgan obras sociales como PAMI. Lxs médicxs gozan de facultades para facilitar, pero también para obturar o entorpecer el acceso a los medicamentos
y a la información sobre estos, configurando muchas veces los efectos de los tratamientos.
No en vano abundan las investigaciones que abordan las prácticas violentas en el ejercicio de
la medicina, aunque es notable la escasez de instancias donde pacientes y usuarixs puedan
manifestarse sobre el trato recibido y hacer propuestas para mejorar esa relación.
2
Ver <http://www.anmat.gov.ar/webanmat/consumidores/faq.asp#> acceso 20/12/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Los medicamentos también forman parte de las dinámicas, más o menos amables, de
los hospitales y centros de salud, no solo para atender a las personas que están internadas
o que consultan por alguna dolencia o malestar, sino también porque allí se distribuyen
para dar continuidad a distintos tratamientos que las personas hacemos de manera ambulatoria. El funcionamiento oportuno y empático de estos dispositivos institucionales hace
que muchos medicamentos sean accesibles para buena parte de la población, especialmente quienes tienen menor poder adquisitivo.
Los blísteres, pastillas, cajas, cremas, líquidos, etc., además, son parte de numerosos
hogares e instituciones. En nuestras casas posiblemente los encontremos en las mesas de
luz, en el baño, adentro de la heladera o en otro lugar de la cocina. Es probable que los
asociemos a distintos momentos del día o episodios de la cotidianeidad. Están los medicamentos de venta libre que, en algunos casos como el ibuprofeno o paracetamol, se siguen
encontrando en supermercados o kioscos, aunque esto no debería ocurrir. Es posible que
en nuestras mochilas o bolsos haya alguna pastilla para calmar el dolor de cabeza o el
dolor menstrual. También podemos encontrarlos en los botiquines de distintas instituciones, incluyendo lugares de trabajo e instituciones educativas. Sin bien la disponibilidad
y accesibilidad de los medicamentos de venta libre, especialmente de aquellos definidos
como esenciales por la OMS3 supone una acción fundamental en términos de salud pública, también podríamos pensar que esa disponibilidad entrelazada con publicidad comercial y las exigencias de rendimiento propias de estos tiempos no necesariamente causan
efectos positivos en la salud de las personas.
En las escuelas, además de los botiquines, los medicamentos cobran un lugar protagónico con la implementación de la Educación Sexual Integral, especialmente en lo vinculado con la anticoncepción hormonal y a la identidad de género. En el encuentro áulico
entre jóvenes, docentes y anticonceptivos se traman diálogos respecto de la sexualidad y
las posibilidades o no de consecuencias reproductivas, se habla de los cuerpos, ciclos, de
la posibilidad de hacer de la reproducción algo que se elige y planifica. Entonces, ¿los medicamentos solo se usan para tratar o prevenir enfermedades? Quizá sí para algunxs, pero
para otrxs no. Utilizar medicamentos para regular voluntariamente nuestras capacidades
reproductivas no tiene nada que ver con la enfermedad. Otro tanto sucede en los servicios
de salud que garantizan lo estipulado en la Ley de Identidad de Género. El uso que allí
hacen de las hormonas las personas trans, no binarias y/o de género fluido se vincula al
derecho a la identidad y al deseo y nada tiene que ver con una enfermedad o patología.
3
La OMS define a los medicamentos esenciales como aquellos que cubren las necesidades sanitarias prioritarias de la población y que deben estar disponibles en todo momento, en la forma farmacéutica adecuada, con garantía de calidad y a precios que los particulares y la comunidad puedan pagar. Para más
información, consultar la página de la OMS <https://www.who.int/es/news/item/27-02-2020-who-launche-eml> acceso 16/12/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Los medicamentos también pueden ser parte de asambleas, espacios sociales y políticos. En efecto, tienen un lugar protagónico, por ejemplo, en las agendas de trabajo
de las organizaciones que luchan por los derechos de las personas que conviven con el
VIH. Los debates en torno a los tipos de tratamiento, presentación, efectividad, seguridad y efectos secundarios, las discusiones respecto de los medicamentos vinculados a
la prevención pre y post exposición al virus, la lucha por la cura de la enfermedad, descubrimiento que se espera hace décadas, así como el rechazo a las patentes conforman
ejes estructurantes de estas organizaciones. La aprobación de la nueva Ley Nacional
de Respuesta integral al VIH, hepatitis virales, otras infecciones de transmisión sexual
(ITS) y tuberculosis (TBC) se debe en buena parte al accionar de las organizaciones políticas y sociales que la confeccionaron e impulsaron4. Supone un logro sustantivo en pos
de una concepción compleja, amplia y preventiva de estas infecciones, en la que se reconoce la seguridad social de quienes conviven con los virus, así como la accesibilidad
y uso respetuoso, empático y eficaz de las tecnologías sanitarias, es decir, tratamientos,
pero también tecnologías diagnósticas. La normativa promueve, entre otras cuestiones,
la producción pública de medicamentos5.
Además, los medicamentos, la forma en la que se regula su acceso, así como los usos
para los que se indican fueron agenda central de parte del activismo lésbico y feminista vinculado al derecho al aborto en Argentina y en otros países de América Latina
como Ecuador, Perú, Chile y Brasil. A nivel local y en el marco de estas organizaciones,
el misoprostol nunca fue un mero procedimiento para abortar, sino un actor que dio
forma al escenario en el que se aborta. Es decir, un actor que, utilizado por fuera de su
indicación aprobada por la ANMAT (volveremos sobre este punto al desarrollar la idea
de medicamentos off label o fuera de prospecto), configuró escenarios de abortos en
un sentido amplio. La expansión del uso del misoprostol para la realización de abortos
autogestionados trazó un nuevo piso en la lucha por la legalización, un piso de mayor
independencia respecto de las corporaciones jurídica y médico-ginecológica, así como
del dispositivo hospitalario.
Los medicamentos también tienen un rol protagónico en los quehaceres de las organizaciones que luchan por la defensa de la Ley de Salud Mental en Argentina. Estas
organizaciones problematizan el uso de psicofármacos en el marco de un conjunto de
dispositivos de atención y cuidado. Entre otros puntos, analizan de manera crítica los
4
5
Para más información, recomendamos ver la siguiente entrevista a Lorena de Giano, directora ejecutiva
de la organización Grupo Efecto Positivo: <https://www.facebook.com/watch/live/?ref=watch_permalink&v=542918370956144> acceso 15/12/2022.
Para más información, visitar <https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/266657/20220718#:~:text=Se%20proh%C3%ADbe%20la%20oferta%20y,contener%20restricciones%20por%20estos%20motivos>
acceso 31/12/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�vínculos entre políticas públicas en salud mental, ejercicio de la medicina y la industria
farmacéutica, y repudian el uso abusivo de los medicamentos, el cual llega al intolerable nivel de utilizarse como castigo a lxs pacientes6.
Los medicamentos también se vinculan con la conformación de organizaciones
de usuarixs y familiares afectados por enfermedades que se conocen como “poco frecuentes”, cuyos tratamientos suelen tener precios sumamente elevados. Al menos en
la Argentina, este tipo de organizaciones generalmente se enfocan en la construcción de agendas legislativas específicas que contemplen y garanticen el acceso a tratamientos específicos. Durante 2020, asistimos a la aprobación de una ley que declara
de interés nacional la lucha contra la fibrosis quística de páncreas o mucoviscidosis,
enfermedad poco frecuente, hereditaria, potencialmente crónica, pero también letal,
cuyo tratamiento requiere de distintos tipos de aparatología y medicamentos llamados de “alto costo”.
La lista de ejemplos de articulaciones políticas podría seguir y seguir. Lo que estamos describiendo son procesos dinámicos, simultáneamente sociales, económicos y
tecnológicos, cuyos efectos reescriben los escenarios generando nuevas condiciones
de disputas. La ley recién mencionada estuvo vinculada, por ejemplo, al financiamiento de investigaciones nacionales orientadas a la producción de medicamentos para
tratar la fibrosis quística (Lombardi, 2022). El caso de la Ley Nacional de Respuesta
Integral al VIH, hepatitis virales, otras ITS y TBC supone la articulación entre seguridad social, políticas sanitarias de distintos niveles y alcances. Se trata de políticas de
medicamentos que marcan hitos sumamente potentes en términos de estrategia sanitaria en la región. La lucha por el aborto legal se articuló íntimamente con el proceso
que desembocó en la producción de misoprostol por parte de un laboratorio público
como el Laboratorio Industrial Farmacéutico de Santa Fe, el cual aspira a garantizar la
provisión del medicamento al país entero a la mitad del valor comercial conocido hasta
ahora (Tarragona, 2021).
La lucha por el derecho al aborto en Argentina, además, abrió otra pestaña vinculada con el mundo de los medicamentos: el llamado uso off label, es decir, la utilización
de un medicamento en una indicación no aprobada por la autoridad sanitaria o bajo
condiciones diferentes a las autorizadas. Como señala Bierzychudek (2022), frente a
una necesidad de salud y ante la falta de disponibilidad o acceso a medicamentos o
ante otras circunstancias que se presentan al momento del acto prescriptivo, es ética
y regulatoriamente permisible la prescripción de medicamentos off label por parte de
médicxs. El misoprostol, a pesar de contar con vasta información reconocida y respaldada por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS)
6
Para más información, recomendamos seguir el trabajo del Grupo de Estudios sobre Salud Mental y Derechos Humanos (GESMyDH): <https://www.facebook.com/GESMyDH> acceso 15/12/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
189
�respecto a sus usos y efectos abortivos, no contaba con autorización por parte de la
ANMAT para usos gineco-obstétricos y la realización de abortos7. En el caso de la mifepristona ni siquiera estaba regulada para su circulación en el país. Parte del activismo lésbico dedicado a la lucha por el derecho al aborto, específicamente Lesbianas y
Feministas por la Descriminalización del Aborto (LyFxDA), utilizaron la posibilidad de
indicación off label de medicamentos para defender su empleo con fines abortivos e incentivar a médicxs a garantizar el acceso al medicamento a quien lo necesitase a través
del suministro de la receta. Este ejemplo nos muestra que el accionar regulatorio de la
ANMAT no siempre favorece per se a la seguridad de lxs usuarixs, sino que sus intervenciones forman parte de un entramado político-técnico más amplio.
Ahora bien, ¿puede ser entendido como medicamento algo que preparamos en nuestras
casas y que aprendemos a consumir de manera autodidacta y/o a través de lo que nos enseñan nuestros pares? Un ejemplo de esto, que resuena notoriamente en la agenda pública en
los últimos tiempos, es el uso medicinal del cannabis. El cannabis, además, también puede
introducirnos los siguientes interrogantes: ¿Qué diferencia a un medicamento de una droga? ¿Cuál es el límite entre el uso recreativo de una sustancia que genera bienestar a quien
la consume y un medicamento? ¿Quién establece esos límites? Tal como señalan Oró et al.
(2020), lo que se define como medicamento o sustancia peligrosa, así como los usos que se
dan y se permiten respecto de estas, fue cambiando en los distintos territorios, grupos y
épocas. Esos cambios no están exentos de intereses económicos y políticos (Angell, 2006)
ni tampoco de elementos xenófobos y clasistas (Oró et al., 2020). Volviendo al cannabis,
Kochen afirma que su categorización como medicamento lo empobrece. Por eso, propone
“modificar normativas vigentes, como hicieron diferentes países de la región y del mundo,
para que el cannabis […] pueda ser incorporado a otras categorías [además de medicamentos], como ‘suplemento dietario’ o ‘producto de uso medicinal’” (2022: 4). Entendemos que
preguntarnos por los alcances y límites de la idea de medicamento supone un interrogante
sumamente válido en términos de estrategias políticas.
Los escenarios y usos de los medicamentos se siguen, y podrían seguirse, multiplicando en un relato infinito. Sin embargo, vamos a destacar un último aspecto vinculado a las
intoxicaciones por consumo de medicamentos aprobados e indicados por la autoridad sanitaria antes de volver sobre la idea de pharmakon y finalizar esta entrada. En consonancia
con lo que afirman distintas investigaciones, un estudio realizado en España durante 2014
muestra que “las reacciones adversas a medicamentos de uso humano se han convertido
en un nuevo problema de Salud Pública, en cifras que podrían denominarse de pandemia”
7
En efecto, en 2015 la ANMAT publicó la disposición 6140 en la que se prohibía el uso de presentaciones de estos medicamentos diseñadas para la realización de abortos. Para más información, ver
<http://www.anmat.gov.ar/boletin_anmat/agosto_2015/Dispo_6140-15.pdf> acceso 20/2/2022.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
190
�(Esteban Jiménez et al., 2017). Esta investigación señala que son lxs adultxs mayores quienes, además de ser el grupo que consume mayor cantidad de medicamentos, son quienes
padecen con mayor frecuencia reacciones adversas causadas por estos. En determinados
cuerpos, en ciertos momentos de la vida y en la interacción con otras sustancias, un medicamento puede transformase literalmente en un veneno. Por ello, la indicación de una sustancia medicamentosa puede accidentalmente cobrar forma de una práctica iatrogénica,
es decir, en “un daño producido por un medicamento, procedimiento médico o quirúrgico,
que el médico administra o realiza con una indicación correcta y un criterio justo” (Domecq
Gómez et al., 2020).
A través de esta extensa entrada intentamos destacar los vasos comunicantes que unen
la idea de medicamento con el pharmakon griego. El pharmakon, dicho de modo sucinto, se
asocia a la idea de arte, de quehacer, de algo que adquiere su singularidad de manera situada.
Su principal característica es, paradójicamente, la ausencia de identidad (Stengers, 2017).
El pharmakon es inestable. Esa es la condición que generalmente se intenta suprimir de los
debates y en las políticas. Nosotras, sin embargo, pensamos que esa condición, en tanto punto de partida, es una clave fundamental para el diseño y la implementación de políticas de
medicamentos eficaces, puesto que esa eficacia va a depender de la trama en la que estas
sustancias sean usadas, de los cuerpos que las consuman, de las mediaciones institucionales
en las que circulen. Esta idea puede ser llevada a la escena concreta de alguien que consume
un medicamento, pero también al análisis de las políticas de medicamentos en términos generales y concretos. ¿Cómo pensar una buena política de medicamentos? Depende del grupo
al que se quiera dirigir y de los actores que participen en ese proceso tal como lo enseñan
las organizaciones que lograron la nueva Ley de VIH y el activismo por el derecho al aborto
en Argentina. Si un medicamento puede ser remedio y veneno, pensar en las condiciones en
las que estos se utilizan deja de ser un asunto anecdótico y accesorio para ocupar también el
centro de la escena y obligarnos al diseño de políticas complejas y multisectoriales.
La eficacia es un atributo contingente, inestable y dependiente. Sugerimos que, para
promover políticas de medicamentos eficaces, es necesario involucrar a los grupos que
utilizan los medicamentos, es decir, usuarixs, pacientes, profesionales de la salud y cuidadorxs, además de los sectores científico, industrial y sanitario. En ese diálogo posiblemente surjan problemas y alternativas, se definan y den forma a campos de intervención
y tratamientos de manera más crítica y precisa. Parafraseando a Stengers (2014), es “en
presencia” de quienes se ven de alguna manera afectadxs por determinada política que
esta debe configurarse. La participación de quienes utilizan los medicamentos resulta
crucial en la configuración de las políticas que definen cómo se producen, distribuyen y
utilizan. Estas cuestiones, proponemos, deben resultar de un proceso de co-construcción
entre estos grupos y los distintos sectores involucrados.
La omisión de la dimensión inestable y abierta del pharmakon solo favorece a quienes
quieren vender más y más medicamentos. A quienes imprimen la necesidad de su consumo
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191
�en abstracto sin considerar a quienes los utilizan. Parafraseando a Haraway (2004), entender
a los medicamentos de manera fetichizada, es decir, como realidades autoevidentes y benéficas per se es funcional a su explotación y venta. Necesitamos “desfetichizar”, “desgeneralizar”,
multiplicar y especificar políticas situadas en presencia y cercanía de los actores involucrados.
Medicamentos y medicina basada en la evidencia
De manera general, la medicina basada en la evidencia (MBE) se define como el uso consciente, explícito y juicioso de la mejor evidencia científica disponible para tomar decisiones
sobre las situaciones de los pacientes. Desde esta perspectiva, el acto médico se entiende
como una experiencia de relación interpersonal en la que los valores y la experiencia de lxs
médicxs, junto con las preferencias de lxs pacientes, tienen un papel preeminente, a lo que
debe añadirse como elemento crucial la evaluación sistemática de la evidencia científica.
La MBE “considera el método científico como la mejor herramienta de que se dispone hoy
día para conocer la realidad y expresarla de forma inteligible y sintética” (Vega-de Céniga et
al., 2009). La MBE tuvo su despegue en la década de 1990, pero sus orígenes se remontan al
movimiento de la epidemiología clínica anglosajona, iniciado en la Universidad McMaster
(Canadá) en la década de 1980 (Castiel y Vasconcellos-Silva, 2022).
Tal como señalan Castiel y Vasconcellos-Silva (2022), la MBE se sustenta sobre una
serie de supuestos que resulta fundamental desmenuzar. Estos supuestos son los que le
imprimen los tintes de cientificidad, objetividad y universalidad que queremos revisar.
La noción de evidencia, tal como señalan estos autores, remite a la idea de “prueba” y a
la de “verdad”, términos que parecen representar con su mera enunciación procesos de
salud y enfermedad que, en última instancia, serían regulares, previsibles y asequibles.
Siguiendo a Stengers (2014) las definiciones que concentran un enorme poder de síntesis
y de performatividad requieren ser minuciosamente analizadas. ¿Qué sería evidencia?
¿Cómo se define (construye) lo que conforma –y lo que no conforma– evidencia? ¿Sobre
qué supuestos se sustentan las investigaciones clínicas que arrojan como resultado, por
ejemplo, que tal medicamento es más eficaz que otro? Esa evidencia, ¿tiene límites?, ¿cuáles son? Pues bien, aunque no parezca, toda política de conocimiento lleva aparejada, de
manera implícita o explícita, definiciones políticas sobre la(s) realidad(es).
Las transformaciones recién señaladas tienen efectos en el ejercicio clínico de la medicina. Médicos y médicas aplican cada vez más procedimientos estandarizados y tecnificados tanto en el diagnóstico como en la indicación de tratamientos. Este modo de
ejercer la medicina clínica se vincula con lo que pregona la llamada MBE (Savransky y
Rosengarten, 2016). Esta perspectiva propicia la generalización y homogeneización de los
abordajes clínicos posponiendo la relevancia de los contextos específicos y de las particularidades culturales, sociales y económicas de quienes consultan y de quienes atienden.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
192
�Este modelo gravita en la pérdida de la centralidad de la figura del médico, favoreciendo
una relación directa entre “pacientes-clientes” y las corporaciones biomédicas y farmacéuticas señaladas (Foucault, 2008; Rose, 2012; Sfez, 2008).
Las ciencias, tal como las conocemos hoy, especialmente buena parte de las biociencias desarrolladas de la mano de las industrias, no parecen estar equipadas para dar respuestas a las amenazas por venir. Lo que se conoce como economía del conocimiento,
concepto que marca la reorientación de las políticas de investigación pública, hace de la
asociación con la industria en particular una condición crucial de los financiamientos de
investigación. Esto supone dar a la industria el poder de incidir de manera intensa en el
campo de la investigación básica dictándole objetivos, así como criterios de éxito (sintetizados en la obtención de patentes).
Si la medicina es vista por algunos como una mezcla de Ciencia, con mayúscula, y
arte (donde maestrx-artesano se constituiría como autoridad, expertx/perito en su especialidad), la MBE reforzaría mucho más la dimensión Ciencia afirmando que, de esa manera, se evitan riesgos de error en decisiones basadas en intuiciones originadas por la
experiencia acumulada, comprobada solamente por el saber propio del quehacer clínico.
La correspondencia de la MBE con los modelos objetivistas, empiricistas y positivistas
de la ciencia es perceptible (Castiel y Vasconcellos-Silva, 2022). El problema es que estos
modelos presuponen la regularidad de los procesos de salud y enfermedad, así como su
exterioridad respecto de las condiciones concretas en las que tienen lugar. Parafraseando
a Stengers, en su búsqueda desesperada por prescindir de artificios, la MBE refuerza la
distancia de la medicina con aquello que requiere de arte y de los medicamentos como
pharmakon. No basta la confianza en la Ciencia. No se trata de eso. Se trata de sistemas
científicos y médicos capaces de reconocer la agencia de aquellxs a quienes orientan sus
investigaciones y productos y abrirse a procesos co-constructivos. Pues quienes tienen la
última palabra respecto de la eficacia de un tratamiento son lxs usuarixs.
Patentes
En el proceso de realización de este libro, nos hemos topado insistentemente con la
palabra “patentes”. Desde nuestro punto de vista es uno de los conceptos fundamentales para comprender el estado actual de la política de medicamentos a nivel global. Es
también una vía privilegiada para historizar el particular régimen de propiedad sobre el
conocimiento y las invenciones en el que nos encontramos.
Según la definición de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual8 (OMPI),
se trata de un derecho exclusivo que el Estado concede sobre una invención de cualquier
8
Consultar <https://www.wipo.int/patents/es/> acceso 21/12/2022.
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193
�sector de la tecnología. En lo que refiere a las patentes de medicamentos, según la autora
Marcia Angell (2006), “nada es tan rentable para la industria farmacéutica que ampliar sus
monopolios” a través del patentamiento. Por ello, la táctica principal consiste en prolongar en el tiempo los derechos de exclusividad sobre las invenciones.
Silvia Federici (2020) utiliza el término “cercamiento” para dar cuenta del proceso por
el cual los bienes comunes son sistemáticamente cercados por el modo de producción
capitalista, para preparar el terreno de la propiedad privada durante el proceso de acumulación originaria. Asimismo, dicho término le sirve también para nombrar procesos en los
que el capital avanza convirtiendo bienes comunes en propiedad privada. Podemos utilizar
este mismo término para reflexionar sobre el surgimiento de las patentes en cuanto proceso histórico que responde a un cercamiento sobre la producción social del conocimiento
y las invenciones sociales. Es la misma autora la que nos recuerda que “una tecnología no
es un dispositivo neutral, sino que conlleva un sistema de relaciones específico, una red
infraestructural de condiciones técnicas, sociales y psicológicas y un régimen disciplinario
y cognitivo que captura e incorpora los aspectos más creativos del trabajo vivo”.
Volviendo a la dimensión histórica, es de destacar que la capacidad de las comunidades para generar y acumular conocimiento es muy anterior a la forma “patente”, que tiene
una historia específica en el marco de relaciones sociales en el cual la propiedad privada
de los productos sociales es posible. Para comprender la historia de las patentes debemos
remontarnos a la Edad Media y principios de la Edad Moderna donde la producción intelectual tenía carácter concesionario. Desde ese momento, pasando por las primeras leyes
de patentes en 1474 en Venecia, por el Estatuto de Monopolio sancionado en Inglaterra
en 1624 que establecía derecho de exclusividad temporal sobre invenciones, hasta la Ley
de Patentes que entró en vigencia en 1836 en Estados Unidos, todas las leyes se limitaban
al marco de los territorios nacionales. No existían organismos supranacionales que regularan las patentes a escala internacional (Martínez Piva y Tripo, 2019). A medida que el
capitalismo se desplegó por el mundo, los derechos de propiedad intelectual comenzaron
a ser exigidos más allá de las fronteras nacionales. Es así que, en 1974, la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) impulsó la creación de la OMPI para regular las negociaciones
entre estados sobre propiedad intelectual.
En el mismo sentido, a partir de 1994, por presión de los países desarrollados que
exigían mecanismos con mayores niveles de control y de vinculación de las legislaciones domésticas, se conectaron los derechos de propiedad intelectual con la Organización
Mundial del Comercio (OMC). Esto sucede en el marco de un proceso de globalización que
acrecentó el poder de las empresas transnacionales en el comercio mundial y que requería cada vez más la subordinación de las legislaciones domésticas, de los llamados países
del “tercer mundo”. Algunos autores han caracterizado esta etapa como un “capitalismo
cognitivo” refiriéndose al proceso por el cual “el capital y los poderes van a rastras, [...] de
los procesos de innovación social” (Rodríguez y Sánchez, 2004). Es decir, un capitalismo
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
194
�que toma como sector estratégico al patentamiento de las invenciones sociales, a la producción cultural en general y, sobre todo, a las que tienen lugar en el ámbito de la salud.
En 1994 se adoptó el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Acuerdo sobre los ADPIC), que compete tanto a la
OMPI, como a la OMC. Este acuerdo incluye varias novedades importantes: se incorpora
a los fármacos como bienes patentables y no solo a su proceso de desarrollo excluyendo
a terceros de la posibilidad de fabricar, vender o importar el producto patentado por el
lapso de 20 años.
A partir de ese momento, ha habido múltiples conferencias y encuentros internacionales para seguir discutiendo ese régimen de propiedad intelectual. Argentina adecuó
su legislación a partir del año 1995 a través de la Ley 24572, ingresando plenamente en el
régimen de propiedad intelectual internacional.
Nos parece importante destacar la llamada Declaración de Doha desarrollada el 14 de
noviembre de 2001 que, por iniciativa de los países en desarrollo, incorpora la posibilidad
de que los miembros de la OMC tomen medidas en favor de la salud pública, dejando a
interpretación de cada Estado la implementación de licencias obligatorias9.
El debate sobre la suspensión de las patentes se reactivó como nunca antes durante la
pandemia de COVID-19. El reclamo de los países “en desarrollo”10 por su suspensión llegó al
punto de provocar una declaración del presidente de los EE.UU., Joe Biden, a favor de suspenderlas. Fue también la crisis sanitaria del COVID-19 el momento en el que tuvo lugar un
impulso de activismo global que puso en crisis de legitimidad de esta arquitectura global que
privatiza y excluye del acceso a medicamentos a amplias partes de la población mundial.
¿Bienes sociales? ¿Bienes comunes?
El propósito de esta entrada es proponer una definición por capas, concretamente,
queremos recuperar algunos de los importantes aportes que supone entender a los medicamentos como bienes sociales y enriquecer esta definición con elementos que se ponen
en discusión a partir de la noción de comunes. Para ello, haremos un breve repaso por las
tres categorías principales que están en danza en este debate respecto del tipo de bienes
que conforman los medicamentos: de mercado, sociales y/o comunes.
9
10
La concesión de licencias obligatorias es la posibilidad que otorga el Estado de utilizar una patente aun
si se encuentra en el período de protección sin tomar en cuenta la opinión de su propietario para, por
ejemplo, producir medicamentos genéricos durante una emergencia.
Sudáfrica e India propusieron, en el Consejo de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
relacionados con el Comercio (ADPIC) de la OMC, la suspensión de la protección de los derechos de
propiedad intelectual de productos médicos, incluso las vacunas, necesarios para la prevención y tratamiento del COVID-19. Este reclamo fue apoyado por el gobierno argentino.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
195
�Como vimos en numerosos pasajes del libro, los sectores privados industriales y financieros y también numerosos sectores de la política, entienden a los medicamentos
como bienes de mercado o privados. Dicho de manera sucinta, para estos sectores, los
medicamentos conforman una mercancía que debe regirse por las pautas de oferta y demanda de los mercados. Desde esta perspectiva, el incentivo a la inversión en investigación e innovación y en la producción de los mismos se deriva de la libre competencia
entre privados y de los precios estipulados por los mercados en los que los medicamentos
circulan. Ahora bien, esta definición puede y debe ser discutida desde diferentes aspectos, entre los cuales mencionamos algunos. Por un lado, es falso que el mercado de los
medicamentos es de libres competidores. Por el contrario, se trata de actores con poderes
sumamente concentrados, transnacionales y multisectoriales, que participan de manera
activa en la configuración de un escenario de reglas opacas. Por otro lado, es notable la
desproporción entre desarrollo de biotecnologías y farmacogenómica y la falta de innovación en tratamientos para enfermedades, especialmente las conocidas como frecuentes
y crónicas. Además, la política de patentes está lejos de ser sinónimo de incentivo a la
investigación. Lo que certeramente ha posibilitado es, como vimos, el monopolio u oligopolio de la producción y comercialización por parte de laboratorios que, en vez de innovar, realizan maniobras conocidas como evergreen. En los últimos años hemos asistido a
la multiplicación de los medicamentos de “última generación”, llamados también de “alto
costo” los cuales, tal como señalan Gollán y Kreplak (2021), presentan una brecha abismal
de hasta el 60.000% entre su costo de producción y el precio de venta al público. De esta
manera, se pone de manifiesto que la asociación entre bien privado, progreso, desarrollo
y eficacia no va de suyo, ni mucho menos. Un último aspecto que quisiéramos destacar es
que, si reconocemos a los medicamentos como elementos fundamentales para la garantía
del derecho a la vida, a la salud y al disfrute de los beneficios del progreso científico y sus
aplicaciones, reconocido por la ONU11, su accesibilidad no debería estar mediada, cuando
no obstaculizada, por sus precios.
Por otra parte, un bien se denomina “social” cuando su utilización resuelve problemas
sociales. Quienes impulsan y luchan por la idea de que los medicamentos no conforman
mercancías, sino bienes sociales, subrayan los aspectos señalados en el párrafo anterior
enfatizando que, en tanto garantizan el derecho a la salud, los medicamentos conforman
bienes sociales (Fundación Grupo Efecto Positivo , s/f). Tal como señala Gollán, los medicamentos como bienes de mercado y como oportunidad de negocios funcionan muy bien
para las empresas, pero muy mal para quienes los necesitan. Dicho de manera breve, al
inscribirlos en otra trama, la noción de bien social transforma a los medicamentos, así
como las numerosas articulaciones científicas, económicas, industriales, políticas en las
11
Para más información, ver <https://www.ohchr.org/es/special-procedures/sr-cultural-rights/right-benefit-scientific-progress-and-its-applications> acceso 12/12/2022.
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�que estos son producidos. Esa transformación corta el flujo vectorial dado por la rentabilidad para dar prioridad a su accesibilidad. Cabe enfatizar que esa accesibilidad de ninguna manera puede ser a costa de pérdida en la calidad del medicamento ni tampoco en
detrimento de la búsqueda permanente de mejoras en las alternativas medicamentosas
disponibles. Entender a los medicamentos como comunes, creemos, nos ayuda a pensar
más detenidamente en este último aspecto.
Tal como señala Bollier (2016), los comunes son cosas que no le pertenecen a nadie y
que todxs podríamos compartir. La idea de común no supone algo que es propiedad del
Estado. El Estado está autorizado para actuar exclusivamente como agente administrativo
y fiduciario, pero no puede ceder ni permitir la destrucción de los comunes. Los comunes incluyen recursos físicos e intangibles de todo tipo. Pueden ser definidos como un
conjunto de prácticas sociales, valores y normas utilizadas para gestionar esos recursos.
Dicho de otra manera, el común es un recurso + una comunidad + un conjunto de protocolos sociales. Estos tres elementos conforman un todo integrado e interdependiente
(Bollier, 2016).
Desde nuestra perspectiva, los comunes radican o se hacen tales precisamente en esas
relaciones, como si se tratase de un organismo vivo que adquiere sus características en
relación con su entorno, en un contexto, adaptándose a las contingencias locales. Tanto
Bollier como Stengers (2017) destacan la dimensión relacional, así como la capacidad generativa de los comunes. Stengers señala algo que nos resulta crucial: los comunes llevan
consigo la capacidad de hacernos pensar. Forman parte de un dispositivo de producción
de una inteligencia colectiva, concreta y vinculada con la experiencia de quienes se reúnen en torno a este. En otras palabras, los comunes promueven la producción de proposiciones que posiblemente no sería posibles por fuera de su dispositivo.
Entender a los medicamentos en cuanto comunes significa asumir su apertura, parcialidad y contingencia. Se trata de tecnologías susceptibles de ser mejoradas, mejoras que
a su vez suponen responsabilidad y compromiso por parte de actores heterogéneos que
se encuentran y vinculan en su producción. ¿De qué tipo de políticas de medicamentos
seríamos capaces si los entendiéramos como comunes? Además del derecho a la salud, a
la vida, al disfrute de las innovaciones científicas y tecnológicas, entrarían en la discusión
política los recursos llamados naturales, la contaminación asociada a la producción de
medicamentos, otros tipos de entidades como bacterias y biomoléculas, el medioambiente, así como los animales (sobre los cuales se hacen numerosas pruebas). Una política de
los comunes supone, por un lado, reconocernos como usuarixs y, además, reconocer la
existencia y agencia de los numerosos sectores y artilugios que forman parte de su existencia. Por otro, pone de manifiesto los distintos efectos de su producción y nos incita a
mejorarla para todxs.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Usuarixs
El propósito de esta entrada es aportar elementos para pensar a los usuarixs en cuanto
agentes políticos que intervienen y dan forma a las políticas de medicamentos. En parte,
usuarix se contrapone a la figura del/de la paciente. El primero se caracteriza por asumir
un rol explícitamente activo, propositivo. Se trata de individuos y colectivos que son, al
mismo tiempo, legos y expertos cuyo quehacer disputa y tensiona formas y contenidos a
especialistas, políticxs y representantes corporativos respecto de los medicamentos y de
las políticas que los regulan. La idea de paciente, por el contrario, supone un rol más bien
receptivo respecto del saber y del hacer experto. Si bien una misma persona puede actuar
en cuanto usuarix y paciente, la noción de usuarix remite la conformación de sujetos y
colectivos organizados, que delimitan tácticas y construyen estrategias para intervenir en
las políticas de medicamentos en distintas escalas.
Antes de avanzar en la idea de usuarix que queremos proponer, vamos a repasar brevemente algunos aportes realizados desde los estudios en biopolíticas que, creemos, pueden
aportar elementos para entender este rol en el marco de algunos procesos contemporáneos. Autorxs como Foucault (2008) y Rose (2012) han señalado que, a partir de las últimas
décadas del siglo XX, asistimos a una época en la que es difícil identificar aspectos de las
vidas de las poblaciones urbanas que no estén atravesados por el poder médico. Lejos de
limitarse a la atención de lo que se define como enfermedades, la biomedicina tiene injerencia en las maneras en las que entendemos el cuidado, la higiene, lo sano y saludable,
lo preventivo y el bienestar. No se trata de un poder que solo reprime u oprime a través de
sus prácticas hospitalarias y la estipulación de diagnósticos. Además, y principalmente,
se trata de un poder que penetra en nuestras relaciones dando forma a quienes somos,
cómo nos relacionamos con lxs demás y cómo nos desenvolvemos en nuestros entornos.
Distintxs autorxs (Bianchi et al., 2016; Clarke et al., 2003; Foucault, 2008) han señalado
la creciente injerencia de la industria farmacéutica en las políticas de la vida, en general,
y de salud, en particular, las transformaciones en la centralidad de la figura de lxs médicxs, así como cambios en la de lxs pacientes. Foucault (2008), por ejemplo, afirma que el
despegue de la industria farmacéutica ha tenido como contraparte el retraimiento de la
autoridad médica. Por su parte, Rose (2012) enfatiza en la proliferación de subjetividades
contemporáneas atravesadas por la dimensión somática. Según este autor, nuestra constitución biológica se ha vuelto una clave central para entendernos a nosotrxs mismxs y
a nuestros grupos. La noción de “ciudadanía biológica” pretende dar cuenta de la emergencia de subjetividades, pero también de colectividades, organizadas en torno de una
condición somática o genética común. Lxs ciudadanxs biológicxs son sujetxs activxs y
responsables. Muchas veces se trata de legos-especialistas en los temas biomédicos que
los atraviesan, con los que se identifican y/o a los que se dedican. Su rol activo e informado
pone en crisis a la figura clásica del/de la paciente. Rose señala que esta ciudadanía es in-
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�dividualizante al mismo tiempo que colectivizante. Por un lado, promueve y profundiza la
comprensión de la propia vida en términos biológicos y, por otro, da lugar al surgimiento
de colectivos que se articulan a partir de su condición somática. En numerosas ocasiones
estos colectivos ocupan lugares de educadorxs y asesorxs, conformándose en actores capaces de incidir en determinados debates y agendas político legislativas.
¿Cuáles son las condiciones en las que cualquier individuo o paciente puede articularse
con otrxs y organizarse de manera crítica? En otras palabras, ¿cuáles son las condiciones
que nos hacen hacernos preguntas, producir conocimientos, poner en práctica nuevos
modos de hacer las cosas? Recuperamos de Stengers (2017) la incitación a preguntarnos
por las condiciones, por los dispositivos que nos inducen a problematizar el orden dado
de las cosas, a plantearnos interrogantes, comprometernos participando de las maneras
en las que se definen y abordan los problemas. Sus aportes, creemos, suman elementos
potentes a los esgrimidos en relación con la noción de ciudadanx biológicx.
Los tiempos actuales requieren que seamos capaces de elaborar preguntas y generar
prácticas que incomoden al statu quo, que abran paso a otras realidades posibles. Este
proceso siempre está a contrapelo del orden de las cosas establecido y defendido por las
grandes autoridades políticas, científicas, así como por los representantes de la industria.
Para Stengers, lxs usuarixs son, justamente, quienes se reúnen por lo que hace pensar,
imaginar, crear en un mundo donde lo que cada unx hace importa y afecta a lxs otrxs.
Stengers propone tres ejemplos de usuarixs: 1) lxs consumidorxs de drogas ilícitas quienes, a partir de una experiencia común a propósito de ese consumo, crean conocimiento
y reclaman que esa experiencia sea reconocida por expertxs; 2) las asociaciones de personas que atraviesan alguna enfermedad o dolencia quienes, a partir de sus experiencias,
hacen aportes sustanciales a las maneras en las que se definen y tratan determinadas enfermedades; 3) aquellxs que se reúnen alrededor de un “común”, por ejemplo, un río o un
bosque, con la ambición no de definirlo como un medio para sus propios fines, sino como
eso alrededor de lo cual los usos deben aprender a articularse. Estos ejemplos suponen
sujetos y grupos que han hecho propios asuntos sobre los que, en general, se nos enseña
a no inmiscuirnos.
Lxs usuarixs crean un saber colectivo y situado y luchan por el reconocimiento del
mismo. Así, lxs expertxs se ven en la obligación de tomar en cuenta dimensiones antes
no consideradas, disputando, a fin de cuentas, lo que el problema en cuestión es. No se
trata solamente de resolver un problema puntual, sino de participar en su conformación.
Lxs usuarixs resultan claves en la producción de problemas y de “otros relatos” que nos
anuncien nuevos modos de resistencia, pistas concretas para abordar los desafíos que
caracterizan los tiempos que corren.
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�Remediar
El programa Remediar12 garantiza acceso y cobertura de medicamentos esenciales a
través de los Centros de Salud en todo el territorio argentino. Creemos interesante incluir
una pequeña reflexión en relación con este programa, dado que significa una experiencia
de política pública, al mismo tiempo que nos permite analizar los medicamentos como
bienes sociales.
El surgimiento de este programa se da durante la peor crisis económica y social de la
historia de Argentina, a principios del siglo XXI, luego de años de aplicación de políticas
neoliberales. Es importante recordar que durante la década del 90 se aplicaron políticas de
liberalización y desregulación de la producción de medicamentos (Tobar, 2004). Algunas
de las más importantes fueron: la desregulación del precio final de los medicamentos, la
reducción de barreras para el ingreso de medicamentos importados, la habilitación para
la venta de medicamentos fuera de farmacias y el acoplamiento de las leyes nacionales
al acuerdo de patentes de la OMC que incluye protección patentaria durante 20 años para
productos y procesos, acontecida desde 1995. En este mismo período se da la creación de
la ANMAT en reemplazo del Instituto Nacional de Farmacología y Bromatología.
A partir de la crisis y el consecuente empeoramiento de los indicadores sociales y las
protestas masivas, se crean las condiciones para la sanción de la Ley 25649 de Promoción de
la Utilización de Medicamentos por su Nombre Genérico puesta en vigencia en el 2002. Es
también a partir del mismo año en el que se crea el programa Remediar con el financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, que tiene como eje central la provisión desde el
Estado de un “botiquín” de medicamentos considerados esenciales a través de los centros de
salud para quienes no tienen acceso a ellos por su situación socioeconómica, aunque incluye
a quienes cuentan con obra sociales o prepagas. Cabe destacar que esta política se afianzó
y afirmó la utilización de los medicamentos con su nombre genérico. Al mismo tiempo el
programa incluye y explicita cuáles son los medicamentos que deben ser provistos por obras
sociales y establece precios de referencia para los medicamentos incluidos (Tobar, 2004).
Al mismo tiempo, a través de este programa el Estado comenzó a realizar compras de
manera centralizada, lo cual le permitió bajar el precio de los medicamentos. El programa Remediar, en palabras de Mauricio Monsalvo13, “no ha competido directamente con la
industria de medicamentos porque ha apuntado a una población que por la crisis económica estaba excluida de su consumo. Sin embargo, ha generado rispideces con ese sector,
principalmente en relación con la utilización de genéricos, con la indicación de producir
envases ajustados a esquemas terapéuticos y respecto de la obligatoriedad de que los medicamentos tengan el logo del programa y del Ministerio de Salud de la Nación”.
12
13
Fue incluido en el Decreto 446/02 que estableció la Emergencia Sanitaria en el país en el año 2002.
En comunicación personal.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
200
�A pesar del vaciamiento que sufrió durante el período 2015-2019, el programa Remediar continúa siendo una herramienta clave para la política nacional de medicamentos.
Abastece especialmente los servicios que están orientados al Sistema de Atención Primaria de la Salud que tienen a su cargo el cuidado de enfermedades crónicas14.
Programa Médico Obligatorio (PMO)
El Programa Médico Obligatorio está estrechamente relacionado con el programa Remediar, surge en el mismo contexto histórico, en el marco de la crisis económica y social
del año 2001. Ambos intentaron revertir la exclusión de la gran mayoría de la población
del acceso a medicamentos en particular y del derecho a la salud en general.
El Programa Médico Obligatorio de Emergencia (PMOE aprobado por Resolución
201/02)15, obliga a las obras sociales nacionales y a las empresas de medicina prepaga a
cubrir un listado de medicamentos ambulatorios y prestaciones fundamentales relacionadas a la prevención de cánceres, odontología, salud mental, salud sexual reproductiva,
etc. En ese sentido, es una herramienta clave para establecer un piso de derechos respecto de lo que el Estado, las obras sociales y la medicina prepaga deben cumplir.
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14
15
Ver <https://www.argentina.gob.ar/salud/remediar> acceso 12/12/2022.
Consultar <https://www.argentina.gob.ar/justicia/derechofacil/leysimple/programa-medico-obligatorio>
acceso 12/12/2022.
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Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
203
�Lxs autorxs
Lucía Cavallero
Socióloga y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Becaria posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y
asesora del Ministerio de Mujeres, políticas de género y diversidad sexual de la Provincia de
Buenos Aires. Investiga temas de deuda y género. Es docente de posgrado en la Universidad
Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) y la UBA. Es militante lesbiana feminista.
Consejería pre y post aborto de la Asamblea de Villa Urquiza
Espacio de encuentro que funciona desde 2015 y promueve el acercamiento entre personas gestantes que necesitan información acerca de cómo abortar con misoprostol de manera segura y efectiva. Desde entonces, la Consejería acompañó a alrededor de 600 personas en la decisión de interrumpir sus embarazos; siempre se planteó como una forma de
organización autogestiva, horizontal y colectiva. Su aprendizaje y prácticas provienen de
las intersecciones del activismo transfeminista abortero con la comunidad LGBTTIQNB+,
y más recientemente, con las personas con discapacidad o diversidad funcional para crear
material de difusión sobre el aborto en sistema braille y lengua de señas, entre otros. Actualmente se centra en la investigación de campo en relación con el acceso al aborto a
partir de la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo en Argentina.
Dora Corvalán
Licenciada en Economía por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Magíster en Desarrollo Industrial con Orientación PyMES por la
Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Miembro de la Carrera de Personal
de Apoyo a la Investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET) por la Universidad Nacional de Quilmes (IESCT-UNQ) y miembro del Programa de investigación “Estudios Socio Históricos de la Ciencia y la Tecnología”.
Ana Mines Cuenya
Licenciada en Sociología y doctora en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Co-coordinadora y docente de la Especialización
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
204
�en Genética, Derechos Humanos y Sociedad (UNTREF). Docente de la Carrera de Sociología (UBA). Becaria posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) en el Instituto Gino Germani (UBA). Investiga cuestiones vinculadas
a biomedicina, género, sexualidad. Formó parte de distintas organizaciones sociales, feministas y LGBT.
Patricia Digilio
Profesora de Filosofía, magíster en Políticas Sociales y doctora en Ciencias Sociales por
la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesora e investigadora de la UBA y la Universidad Nacional de Luján (UNLu). Docente de posgrado en otras universidades nacionales.
Miembro de los Comités de Ética de la Investigación de la UNLu y del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA). Autora de libros, capítulos de libros colectivos y artículos
publicados en el país y en el exterior.
Frente de Trans Masculinidades
Colectivo de varones/putos/bisexuales trans que estuvo activo en la Ciudad de Buenos Aires
entre 2018 y 2019. Su trabajo político, cultural y comunitario se centró en la generación de
debates en torno a, y la circulación de información sobre, derechos, sexualidad, salud y
autonomía corporal de las personas transmasculinas. Otro de sus objetivos principales fue
el desmantelamiento del cisexismo y del borramiento de las masculinidades trans dentro
de activismos LGBT y feministas.
Mariana Iácono
Trabajadora social con orientación en pedagogía. Profesora de Historia, maestranda en
Comunicación y DDHH y doctoranda en Comunicación por la Universidad Nacional de
La Plata (UNLP). Coordinadora nacional de la Comunidad Argentina de Mujeres con VIH
(ICW Argentina) y parte de la Coordinación Regional (ICW Latina). Cofundadora de la Red
de Jóvenes y Adolescentes con VIH de Argentina (RAJAP) y de la Red de Jóvenes con VIH
de América Latina y el Caribe (J+LAC). Es miembra del Grupo Asesor Mundial de Mujeres
con VIH de la OMS.
Celia Iriart
Licenciada en Sociología por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP). Doctora
en Salud Colectiva por la Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP Brasil), diplomada en
Salud Pública por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Buenos Aires (ESPUBA).
Profesora Emérita por el College of Population Health (University of New Mexico, Estados Unidos) durante 20 años. Sus investigaciones fueron financiadas por los Institutos
Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH), Naciones Unidas (OMS y UNRISD) y
otras fundaciones y agencias gubernamentales y universitarias. Anteriormente trabajó
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
205
�en Argentina para organismos sanitarios nacionales y obras sociales. Realizó consultorías
para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), además de otras organizaciones
y áreas gubernamentales. Colabora con colectivos de investigación y formación, revistas científicas, y organizaciones educativas de Brasil. Su especialidad es el análisis de las
reformas del sector salud promovidas por las pujas distributivas entre los diversos sectores económico-financieros, el impacto en la subjetividad de usuarios y trabajadores en la
concepción del proceso salud-padecimiento-atención y sus profundas consecuencias en
la salud individual y colectiva.
Federico Kaski
Fue médico psiquiatra, docente universitario, subinterventor de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y viceministro de Salud de
la Nación a cargo de la Secretaría de Promoción y Programas Sanitarios en el último tramo
de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Desde diciembre de 2019 se desempeñaba
como secretario general técnico médico del PAMI. Falleció el 16 de abril de 2020.
María Luisa Peralta
Bióloga por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires
(UBA). Activista lesbiana y anarquista. Desde 1996 ha participado de numerosos grupos
lésbicos y LGTB, dedicándose sobre todo a la visibilidad y el fortalecimiento de la cultura lésbica, el activismo antirrepresivo, los archivos, la justicia reproductiva (incluyendo
el acceso a tecnologías reproductivas y el reconocimiento social y legal de las familias
LGTB), los DDHH y la construcción del movimiento, inscribiéndose en el sector LGTB de
izquierda, anticapitalista, no estatalista, antirracista, clasista e internacionalista. Fue parte del grupo inicial de Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto (LyFxDA),
desde su conformación a fines de 2008 hasta 2010. Actualmente se dedica al activismo
internacional sobre derechos sexuales. Es parte de la Editorial Madreselva y de Sexo y
revolución (Programa de memorias políticas feministas y sexogenéricas-CeDInCI). Es la
madre gestante de un adolescente de 16 años concebido en un proyecto de comaternidad.
Jorge Rachid
Médico cirujano, sanitarista y del trabajo. Especialista en Seguridad Social. Asesor ad honorem de la Comisión de Salud de Diputados. Fundador de la Red de Laboratorios de
Producción Pública de Medicamentos (RELAP). Profesor titular en la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ). Militante de la Corriente Federal de Trabajadores e integrante de Patria Salud. Partícipe de IDEAL, estudios latinoamericanos de la CTA. Desde diciembre de 2019 es asesor del Ministerio de Salud de la
Provincia de Buenos Aires.
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
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�Carlota Ramírez
Psicóloga feminista y peronista. Docente de las universidades de Buenos Aires (UBA), La
Plata (UNLP) y Lomas de Zamora (UNLZ). Fue una de las fundadoras en 1982 del Movimiento Solidario de Salud Mental, equipo asistencial de la Comisión de Familiares de Presos y Detenidos por Razones Políticas. En 1989 emigró a Estados Unidos donde trabajó con
mujeres migrantes y refugiadas. Fue investigadora senior del Instituto de Investigaciones
de Nueva Inglaterra (NERI) en Massachusetts. En los últimos años ha publicado una serie
de artículos sobre masculinidad y salud reproductiva y es compiladora y autora del libro
Salud feminista (Tinta Limón, 2019). Actualmente integra el equipo de Género de la Fundación Soberanía Sanitaria y es parte del staff del Programa de Salud y Ciencias Sociales de
FLACSO Argentina. Desde diciembre de 2019 es directora de Salud Sexual y Reproductiva
del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.
Rubén Sajem
Farmacéutico por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Licenciado en Psicología por
la UBA. Dirigente farmacéutico, comunitario y sanitarista de la Ciudad de Buenos Aires.
Gestor de Servicios Farmacéuticos basados en Atención Primaria de Salud. Director del
Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (CEPROFAR).
Vida, política y medicamentos: aproximaciones heterogéneas a un campo complejo |
207
�Vida, política y medicamentos
aproximaciones heterogéneas a un campo complejo
Ana Mines Cuenya y Lucía Cavallero (comps.)
�
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Vida, política y medicamentos : aproximaciones heterogéneas a un campo complejo
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Mines Cuenya, Ana
Cavallero, Lucía
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Fil: Mines Cuenya, Ana. Universidad de Buenos Aires
Fil: Cavallero, Lucía. Universidad de Buenos Aires
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SALUD
MEDICAMENTOS
BIOPOLITICA
POLÍTICA DE SALUD
GENERO
IDENTIDAD DE GÉNERO
SISTEMA DE SALUD
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ARG
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Salud
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Text
ISSN 1853-8452
CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN
FLOREAL GORINI
ANUARIO DE INVESTIGACIONES
AÑO 2021
DEPARTAMENTO/ÁREA: SALUD
AUTOR/A: CAVALLERO, LUCÍA Y MINES CUENYA, ANA
TITULO DEL TRABAJO: POR
UN MODELO DE
GESTIÓN FEMINISTA EN SALUD. DIÁLOGOS CON EL CARLOTA
RAMÍREZ
Publicación Anual - Nº 12
ISSN: 1853-8452
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Av. Corrientes 1543 (C1042AAB) - Ciudad de Buenos Aires – [011]-5077-8000
www.centrocultural.coop
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Anuario de Investigaciones - Año 2021
�ISSN 1853-8452
Directoras/es de la publicación:
SECRETARÍA DE INVESTIGACIONES:
Gabriela Nacht
Marcelo Barrera
Natacha Koss
Pamela Brownell
Autoridades del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”
Director General: Juan Carlos Junio
Subdirector: Horacio López
Director Artístico: Juano Villafañe
Secretario de Formación e Investigaciones: Pablo Imen
Secretario de Comunicaciones: Luis Pablo Giniger
Secretaria de Planificación Institucional: Natalia Stoppani
Secretaria de Programación Artística: Antoaneta Madjarova
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Av. Corrientes 1543 (C1042AAB) - Ciudad de Buenos Aires - [011]-5077-8000 www.centrocultural.coop
De los autores
Todos los derechos reservados.
ISSN: 1853-8452
2
�ISSN 1853-8452
Por un modelo de gestión feminista en salud
Diálogos con el Carlota Ramírez
Lucía Cavallero y Ana Mines Cuenya
Palabras clave:
SALUD FEMINISTA - SALUD COMUNITARIA – GESTIÓN EN SALUD –
MEDICAMENTOS – PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Resumen:
El siguiente texto, consiste en un diálogo con Carlota Remirez, directora de la
“Dirección de Salud Sexual y Reproductiva” del Ministerio de Salud de la Provincia de
Buenos Aires, realizado en octubre de 2021. A lo largo de esta conversación, Carlota nos
cuenta su experiencia en la gestión provincial, repasa los desafíos y potencialidades de
implementar una visión feminista en la gestión de la salud y reflexiona respecto de la
importancia que tiene la articulación de las políticas públicas con las organizaciones de
la comunidad. A su vez, nos cuenta los avances en términos de acceso a la Interrupción
Voluntaria del Embarazo en la Provincia de Buenos Aires y analiza cómo podría ser una
agenda que confronte con las lógicas privadas y corporativas que se encuentran en el
campo de la salud.
Diálogos
Pregunta (P): Para empezar, queríamos que nos cuentes que estás haciendo hoy y
un poco de tu trayectoria.
Carlota Ramírez (CR): Por una cuestión etaria tengo una trayectoria bastante larga
que fue diversificándose. Empecé a trabajar al inicio de los ´80 como psicóloga en el
marco de la lucha por los Derechos Humanos durante la recuperación democrática.
También fui parte del “Movimiento Solidario de Salud Mental” que fue el equipo
asistencial de la Comisión de Familiares. Siempre fui feminista, y, además, trabajé mucho
la articulación de género con Derechos Humanos, por ejemplo, en Estados Unidos con
mujeres migrantes. Esto hizo que apareciera la necesidad de formarme en género.
Después de estar un largo período en el exterior, volví a Argentina en 2007 y
empecé a trabajar en el Ministerio de Salud de la Nación, en el Programa de Salud Sexual
hasta el año 2016 y, paralelamente, entré en el proyecto “Soberanía Sanitaria”.
3
�ISSN 1853-8452
Así, empecé a trabajar con Daniel Gollán y Nico Kreplak quiénes me convocaron
para asumir en la gestión provincial, en la “Dirección de Salud Sexual y Reproductiva”.
Este es mi cargo actual, que era solamente un programa cuando llegamos, pero nosotras
lo jerarquizamos en el 2019. Mi dirección es parte de la Dirección Provincial de “Salud
de la Mujer, Niñez y Adolescencia” que la renombramos como “Dirección de Equidad de
género y salud” porque ese nombre corresponde más con el horizonte que nosotrxs
traíamos. Buscamos que no sea una mirada muy tutelar, queremos trabajar el enfoque de
equidad y lograr articular con todo el ministerio. Se subdivide en la “Dirección sexual y
reproductiva”, “Dirección de salud prenatal” (antes “Dirección materno-infantil”),
“Dirección de niñeces” y el “Programa de Políticas de Género y Diversidad” que es la
otra línea de trabajo.
Es bastante amplio lo que hacemos, por ejemplo, hace poco nos mezclamos con la
parte de infraestructura, planteando que tenemos la misma cantidad de baños para varones
y mujeres, pero somos muchísimas más nosotras trabajando. Además, buscamos que no
tengan género, pero desde otros lados hay una resistencia enorme. Estamos tratando de
inter-conectarnos con todas las partes del ministerio, no es algo fácil de lograr, pero creo
que son aprendizajes que estamos haciendo con los feminismos de Argentina.
P: ¿Qué articulaciones están haciendo desde las políticas de salud sexual,
principalmente con atención primaria? ¿Cómo aparece involucrado el tema de la
provisión de medicamentos como anticonceptivos y hormonas en general, no solo para
anticoncepción, sino también para tratamientos orientados a la salud de personas trans?
¿Cómo lo articulan?
CR: Una línea para pensar esto es arrancar con los ´90. En esa década se
descentralizaron todas las políticas sanitarias en la Provincia de Buenos Aires. La
atención primaria (1996 establecimientos) y la atención secundaria (166 hospitales de
baja complejidad) dependen ambos del nivel municipal. Luego tenemos 87 hospitales de
alta complejidad que pertenecen directamente a la Provincia. Inclusive, en algunos
municipios tenés el hospital provincial, el municipal y el centro de atención primaria, pero
a medida que te vas alejando de los centros urbanos encontrás lugares solo con atención
primaria.
Por ejemplo, en La Plata solo tenés APS (Atención Primaria de la Salud) y 9
hospitales provinciales. Esto genera un lío, porque tenés equipos de atención primaria que
no coordinan y a los hospitales que están resolviendo el primer nivel de atención porque
el municipio no hace nada ya que no hay un costo político importante. Esto nos lleva a la
conformación heterogénea de la Provincia, tenemos zonas rurales, urbanas, de quinta,
poblaciones originarias, el conurbano, etc. Además, está IOMA1, que es la obra social
que tiene casi un 30% de la población. La concentración de privados es mucho menor en
1
4
El Instituto de Obra Médico Asistencial es la obra social de la provincia de Buenos Aires.
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comparación con la Ciudad de Buenos Aires, hasta hay municipios donde el único efector
es el estatal que factura a través del reintegro.
Hay dos sistemas para el reintegro, el SAMO 2 que recupera plata cuando un efector
del estado hace una prestación a una persona que tiene obra social y luego va y le factura
a la respectiva empresa. Pero hay un problema, ni ILE ni IVE 3 cuentan, entonces estamos
discutiendo para que esto se incorpore. Además, tenemos problemas con la nomenclatura
médica, no hay una mirada de atención primaria.
La otra forma de recuperar es a través del programa SUMAR 4, que es el
financiamiento que tiene el ministerio en convenio con todas las provincias, donde
participan también las personas que no tienen cobertura y que para implementarlo los
equipos de salud reciben un incentivo.
El problema es que el sistema de recupero no funciona bien, estamos trabajando
con las autoridades para que se pueda lograr. Particularmente la ILE lo viene financiando
el estado porque hay un 40% de personas que tiene obra social a las que no se lo cubren,
por lo que el estado de alguna manera financia al sector privado porque obviamente
siguen cobrando el aporte del afiliado.
Con todo lo que es salud sexual y reproductiva, las mujeres van mucho al sector
público porque en el sector privado necesitás que te autoricen la orden para luego ir a la
farmacia. Un ejemplo es IOMA que reformuló todo su sistema de prestaciones para
incorporar el aborto, pero las farmacias no quieren venderle el misoprostol5 a las personas,
entonces lxs usuarixs terminan yendo al sector público.
Históricamente el sistema de salud trabajó desarticuladamente, es una de las
primeras gestiones donde hay una lógica centralizada. Se busca que todo empiece a
funcionar en el marco de una política sanitaria y no de decisiones propias. Un ejemplo de
cuando llegamos es que cada hospital tenía un protocolo para acceder al aborto, uno era
hasta 12 semanas, hasta 15, 13, entonces cada uno era un mundo aparte. Eso ahora está
un poco más alineado porque pudimos organizar y ordenar todo lo que es provincial, el
problema es lo municipal que depende del color político del intendente.
Reconozco que las dos primeras semanas de gestión pensé que me había
equivocado, quise irme. Había 46 cajas de misoprostol para una enorme cantidad de
2
El SAMO (Sistema de Atención Médica Organizada) es un régimen retributivo creado por la ley 8801/07
que permite a los hospitales públicos facturar a las obras sociales, mutuales, prepagas, seguros de salud y
ART las prestaciones de salud que realiza a sus afiliados.
3
Interrupción legal del embarazo (ILE) / Interrupción voluntaria del embarazo (IVE)
4
El Programa Sumar, antes denominado Plan Nacer, es una iniciativa del Ministerio de Salud de Argentina
que promueve un acceso equitativo y de calidad a los servicios de salud para toda la población que no posee
cobertura formal en salud.https://www.argentina.gob.ar/salud/sumar
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5
Medicamento que se utiliza para inducir abortos.
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personas, pensemos que la Provincia de Buenos Aires es el 46% de la población del país.
Actualmente, estamos revisando a la población objetivo porque teníamos un análisis
basado en el censo del 2010 en el que había un 10% de pobreza cuando hoy en día se fue
por lo menos al 40%.
Hay municipios que vienen articulando con los hospitales provinciales y con
atención primaria, pero hay otros en los que las mujeres van al centro de salud y no hay
ningún tipo de circuito de atención. Eso tiene un impacto en el costo para el sistema, el
deterioro que va teniendo la persona que no puede acceder a una práctica cuando la
necesita lleva a otro cuadro más complejo. Es el caso del aborto sin ir más lejos, una cosa
es que llegue una demanda en el primer trimestre y se resuelva y otra diferente es que no
se resuelva y empiece a “girar” por todos lados y vuelva con 16 semanas, tiempo en el
que la atención requiere internación. Estamos tratando de hacer los análisis de cuánto
ahorramos, por ejemplo, cuando ponemos un implante porque ahí entra en juego el tema
de costo de los insumos con la frase “no compremos esto porque es muy caro” pero a la
larga termina siendo más barato. Queremos empezar a tener algún tipo de sistema de
información que nos permita ver cuánto compramos y cuanto distribuimos junto con la
efectividad en términos económicos.
P: ¿Lo que compra la Provincia de Buenos Aires se distribuye en los Hospitales
Provinciales?
CR: No, es así: la Dirección Nacional hace compras que generalmente son
licitaciones internacionales y la distribuye a todos los Centros de Atención Primaria del
país que son cerca de 7000, a través del Programa Remediar. Ahora está haciéndose más
que nada desde el Fondo de Población6 y de la OPS7.
Cada dos meses se distribuyen, son botiquines que se arman según la situación de
consumo de cada lugar y claramente hay de distintos tamaños. Además, se manda a las
12 regiones sanitarias de la Provincia de Buenos Aires. Básicamente son como un
refuerzo para cuando cualquier municipio se quede sin insumos. Todo esto es nacional,
pero nosotros en la Provincia actualmente estamos haciendo compras. En el circuito
participa el Correo Argentino (nuestro operador logístico) que recibe los insumos en su
depósito de Tortuguitas y nosotros hacemos una distribución por las regiones sanitarias
en base a la población.
Para el misoprostol es distinto, usamos un convenio interprovincial con Santa Fe,
no le compramos al sector privado. Lo hicimos antes de que el LIF (Laboratorio Industrial
Farmacéutico) tuviera permiso de tránsito por el ANMAT porque conseguimos un
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Se refiere al Fondo de Población de las Naciones Unidas.
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Organización Panamericana de la Salud
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permiso especial, esto fue una decisión política. Hoy en día Río Negro y San Luis están
produciendo, aunque todavía no están en condición de vender. Un dato importante es que
en lo que llevamos en gestión hemos ahorrado casi lo mismo que hemos gastado en los
tratamientos vinculados a aborto. Ese ahorro es porque pasamos a comprar en laboratorios
de producción pública.
La realidad es que este año compramos por escasez en el marco de la pandemia. En
el caso del implante anticonceptivo estamos atadas a MSD8 (antes MERCK), porque hasta
el momento es un monopolio. El problema de este último es que a Nación se le cayeron
dos licitaciones por los precios que ponen. En la gestión de Cristina Fernández aprendí
que los laboratorios cobran por la capacidad de pago del país, no tienen un precio fijo
para los medicamentos. Incluso, cuando empecé a averiguar con Naciones Unidas, el
implante era muy barato y me sorprendió, a lo que me dijeron “la Argentina es un país
con ingreso medio, no te lo van a vender a ese precio porque es para Bolivia”. Claramente
ellos tienen un costo de producción que es indistinto al lugar donde se envíe. En esa
misma gestión se había hablado de hacer compras regionales, organizar México, Brasil y
Argentina porque nos daría otro poder de negociación frente a los laboratorios, pero esas
opciones no son posibles al menos por ahora.
P: ¿Por qué no tenemos esas opciones?
CR: Más que nada porque el MERCOSUR dejó de funcionar y UNASUR
desapareció. El otro día tuvimos una ronda de feminismo y salud internacional y
planteamos la necesidad de hacer alianzas con los países para diseñar políticas de
medicamentos porque sin dudas no es lo mismo una provincia frente a laboratorios
monopólicos que muchos países juntos. De hecho, en el contexto de la pandemia, hubiese
sido un escenario sumamente diferente negociar insumos en conjunto.
P: Sí, sumado también a los mecanismos de los propios laboratorios que promueven
la fragmentación, con esto del secretismo y “todo clasificado”. Nos gustaría volver un
minuto a la atención primaria vinculada a problemas de salud sexual reproductiva o no
reproductiva. En el sistema público se han desarrollado dispositivos complejos y eficaces
que atienden de una manera muy acertada estas demandas. ¿Cuánto de esto está vinculado
con la gestión de medicamentos y a los y las trabajadoras que están en el sistema público,
envueltos y envueltas en una práctica más feminista?
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MSD, también conocida como Merck Sharp & Dohme o MSD, es una de las mayores empresas
farmacéuticas del mundo. La sede de la empresa está ubicada en Whitehouse Station, Nueva Jersey.
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CR: Te digo la verdad, la atención no es buena, pero hay algo que marca una
diferencia: los principios que rigen la atención en la salud pública son los derechos de las
personas. Eso está instalado en los equipos, pero no traducido en prácticas, hoy en día es
difícil que vos hables y te digan “quien elige es el médico” porque saben que las que
tienen que hacerlo son las mujeres. Ahora, no es fácil sacar eso de la teoría y llevarlo al
día a día. No siempre pasa, al contrario, muchas veces se induce un determinado
tratamiento, les dan mal o escasa información. Pero desde lo discursivo está más que
entendido que la salud es un derecho y que no se le puede negar la atención a nadie.
A veces hay discusiones, se escucha “que tome al paciente el de al lado porque no
es de mi área programática” cuando la realidad los hospitales provinciales no tienen esta
división de áreas porque son garantes del derecho a la salud, por lo que tienen la
obligación de recibir a todo el mundo. Después, cómo se atiende es otro tema y eso varía
mucho en los distintos servicios.
Trabajamos todo el año pasado para lograr esta red de efectores. Son ciento once
“municipios verdes”, entonces hay un sentido de garantía de derechos, pero no se puede
negar que faltan insumos, la hotelería es mala, las maternidades son lugares abandonados,
etc. por lo que hay muchísimas cuestiones a mejorar. Ahora, para el privado no es rentable
lo que es sexual y reproductiva porque son prácticas auto-gestionadas, solo gastan en el
acceso a misoprostol en el primer trimestre.
Sin ir más lejos, el otro día tenía que hacerme una mamografía en el Mater Dei y
no conseguía turnos. Eso en la parte pública no pasa, en el hospital se garantiza a pesar
de que no tienen las mejores tecnologías, se atiende a todxs. Lo central a remarcar es que
no se está dando abasto, viene muy abandonado, con problemas de gestión muy grandes,
pero atiende mejor. Los equipos están sensibilizados con la salud sexual y reproductiva,
hay muchas feministas y el cupo trans está significando una transformación importante.
Por otro lado, la gente que trabaja tiene un poco de corazón en la atención pública,
si no se van a trabajar al privado que gana más plata, porque un residente R1 está cobrando
muy poco. Hay falta de médicxs porque los sueldos son bajos, pero hay muchxs que se
quedan solo en lo público y desde hace muchos años. Hablando de aborto, en este
momento no tenemos usuarias sin acceso. Y me refiero a las que llegan directamente y
también a las que recibimos por el 0-800 y por el formulario, acceden todas.
P: Con la anticoncepción ya había una brecha entre lo público y lo privado, con el
tema del aborto imagino que se destacó aún más.
CR: Sí, acá en La Plata, IOMA abrió un consultorio que ya lleva hecho doscientos
procedimientos. Pero sigue siendo una obra social que depende del Estado, del ministerio,
es decir que su objetivo no es el lucro sino proveer y garantizar un servicio a lxs
trabajadores del estado de la Provincia, de hecho, nosotras tenemos un vínculo constante.
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El otro día estuve en una reunión con la Federación de las Obras Sociales y, además
de que hay un desconocimiento, te hablaban de los costos y de que se necesita un
anestesista… “¿para qué querés uno?” Su respuesta fue que lo hacen con legrado 9, es
decir con intervenciones más complejas, actualmente desaconsejadas, y esto tiene que ver
con un posicionamiento ideológico. En relación con los costos en salud, abortar es muy
barato. Estamos pagando el misoprostol a doscientos pesos el comprimido más los
sueldos de las personas. Dos mil pesos es el valor del tratamiento completo, pero en la
farmacia te cobran ocho mil.
P: ¡Qué estratégica la alianza con el LIF! Además, me parece importante remarcar
que es muy heterogéneo el servicio que se da y que eso también se relación con las
diferencias en la población. No puede ser el mismo servicio en una zona del conurbano,
marcada por la pobreza, que en zonas de clase media. De hecho, una de las cosas que
discutimos tiene que ver con ese equilibrio precario entre la gestión centralizada y la
sensibilidad para poder administrar sin perder de vista las singularidades de cada territorio
y de cada equipo.
CR: Nosotras vinimos como Colectiva, llegamos a la Dirección con un trabajo en
equipo. Vas a algunos lugares del Ministerio que están constituidos sólo por hombres y
ves una verticalidad de “director, asistente, etc.” y ahí la lógica cambia, son compañeres
y te escuchan, pero no hay nada horizontal. Y hablando de la organización, la Provincia
está dividida en doce regiones sanitarias, que cada una tiene una responsable en salud
sexual reproductiva a las que llamamos “referentes” (generalmente mujeres).
Desde que arrancamos, organizamos rondas de gestión todos los meses, nos
llamamos y las convocamos a ellas buscando poner en común la agenda de problemas y
de estrategias que estamos pensando desde una mirada más global. Lo que hacemos es
recuperar lo que pasa en cada lugar, se generan estrategias de trabajo que se consensuan
y a su vez, venimos formando a bastantes personas para que acompañen el trabajo
territorial para que después se articulen con los municipios. Además, tenemos un consejo
asesor estaba conformado netamente por sociedades científicas pero que ahora
incorporamos a organizaciones como la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro
y Gratuito, al colectivo Ni Una Menos, al CELS, a Socorristas en Red, etc. Es nuestra
pata con la sociedad civil organizada. Aún falta para que funcione de manera aceitada,
pero estamos en eso.
Durante la pandemia, con Socorristas en Red articulamos muchos, ellas derivaban
al sistema a las personas que necesitaban acceso al misoprostol a la vez que hacían un
trabajo de acompañamiento y monitoreo, por ejemplo, frente a casos de violencia médica
y/o institucional. Hubo situaciones en las que no llamaban a las 22hs diciéndonos “hay
9
Legrado es una intervención quirúrgica que consiste, dicho de manera sucinta, en el raspado del tejido de
las paredes del útero.
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una mujer en tal hospital que está hace ocho horas, no la ve nadie y está expulsando”. Ahí
teníamos que llamar al director y preguntar qué estaba pasando. Todo esto nos permitió,
por un lado, garantizar el derecho a las mujeres que tenían dificultad de acceso y por otro
saber qué pasa dentro de los servicios, porque nosotras derivamos, pero no tenemos ni
idea el después. Y si vos preguntas a los jefes te dicen “está todo divino, bárbaro, ponemos
DIU, hacemos consejería”. Este tipo de articulaciones realmente nos permitió mapear la
situación.
Un grupo como Socrristas nos pone, además, frente a otra discusión que tiene que
ver con el rol de las comunidades organizadas, especialmente las feministas, en el
acompañamiento en situaciones de aborto y de salud sexual y reproductiva en general.
Algunas personas piensan que estos grupos no deberían encargarse porque “para algo
estamos nosotros”. Desde nuestro lado, decimos que tienen que seguir estando porque las
mujeres tienen que poder elegir dónde hacerse el aborto. Por eso articulamos. Ellas
inciden en los procesos ambulatorios y si hay una complicación nos avisan para que
derivemos a una guardia que garantice derechos.
Fue difícil conseguir que las compañeras que están en las regiones (las que no
vienen de la militancia feminista si no que salen de un rol técnico) entendieran que las
Socorristas no son enemigas, sino aliadas. No sé si vieron que en Mar del Plata hay un lío
porque la Secretaría de Salud mandó una nota diciendo que los médicos de primer nivel
no pueden hacer abortos. Inmediatamente se armó una estrategia conjunta entre la
referente, que viene de la militancia con las Socorristas, y La Campaña. Justamente esto
es lo que tratamos de promover, aunque no pase en todos lados, para que sea una gestión
territorial. Ahora que todo está más o menos acomodado, decimos: “desencadenamos
procesos y acompañamos”, es decir, buscamos que el hospital se piense como un
territorio, no como un edificio o ente.
Otra cosa que siempre estoy mirando es el mapa por “colores”, o sea, azul y
amarillo. Si hablamos de un municipio compañero, con una gestión más progre y abierta,
es posible llegar a otros acuerdos. Pensamos por dónde entrar. Tuvimos reuniones en
algunos municipios en las que al llegar nos encontramos con una mesa de la Campaña en
la puerta. Esas cosas las fuimos construyendo y articulando durante la marcha, con las
complejidades de una provincia tan grande y con pandemia. Es un trabajo artesanal,
vamos centro de salud por centro de salud, pero como somos muchas en todo el territorio
el trabajo es potente.
P: Es muy linda la experiencia de articulación con organizaciones sociales y
políticas, eso es algo que le suele faltar a la gestión, que muchas veces administra en la
urgencia. Eso a veces hace que no haya escucha ni lugar a las críticas. Eso enfrenta al
peligro de las políticas normativas en salud, tan frecuentes.
CR: Es justamente eso. Queremos hacer más permeables las paredes, sobre todo de
los hospitales que son instituciones más hegemónicas y patriarcales. Estamos haciendo el
proyecto “Servicios de Área Programática (SAPs)”, actualmente tenemos 25 hospitales
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involucrados. Son nuevos servicios que no se arman a partir de las especialidades clásicas
(obstetricia, ginecología, pediatría, cirugía), sino que son interdisciplinarios. Podríamos
decir que son más parecidos a la atención primaria, trabajan saliendo al territorio para
levantar la demanda, por ejemplo con consultorios ambulatorios, pero también tienen el
objetivo de trabajar hacia adentro del hospital para llevar la agenda de la comunidad.
Es cierto que hay limitaciones técnicas. Recientemente estuvimos entregando
ecógrafos. Pero cuando ves cómo se organizan los turnos te das cuenta de que muchas
veces no se prioriza la necesidad de la población. Se arman colas de espera enormes. A
veces los turnos se dan en función de las costumbres y comodidad del hospital. Vamos a
trabajar muy fuerte para abrir un poco más el hospital a la comunidad, al servicio de todxs.
En el caso de abortos, un 95% de los hospitales provinciales garantizan abortos contra un
15% de los centros de atención primaria (de los dos mil). Ahí tenemos un desfasaje porque
el hospital absorbe más de lo que debería.
P: En cuestión con los tratamientos de hormonización, ¿cómo vienen trabajando
con ese tema con la población travesti-trans?
CR: Recibimos algunas hormonas de Nación, pero la Provincia compra
mayoritariamente su suministro. Para que en un hospital se pueda garantizar el acceso a
las hormonas tiene que comunicarse con el programa. Por ejemplo, los métodos
anticonceptivos van a todos los efectores de atención primaria porque tenemos mujeres
cis heterosexuales que los usan entonces está estimada la población. Lo que sucede es que
a las personas trans no las tenemos identificadas, entonces “¿a dónde lo mandas los
insumos?, ¿cuánto mandas?” Por eso, los efectores del programa reciben una
capacitación, se registran como tales y reciben las hormonas.
En general se está moviendo mucho, con el cupo trans se están incorporando a
muchxs compañerxs y se están abriendo nuevos servicios. También el programa quiere
trabajar con los mapas, ver donde faltan equipos. Por lo menos yo cuando viajo charlo
con los efectores, les pregunto, “¿hacen hormonización?” y suelen responder que no, pero
que les interesa.
Otra cosa que estamos tratando de erradicar son los carteles de planificación
familiar, buscamos poner algunos que digan “Salud sexual integral” y ahí entrarían todas
las líneas, como menstruación y sexualidad en las vejeces. Es decir, se busca que sea un
equipo integral que haga desde ILE hasta hormonización. Estamos trabajando también
para avanzar en la realización de cirugías de afirmación de género, que no son muy
complejas y de hecho hay equipos que lo hacen, como por ejemplo la mastectomía. Son
prácticas que no necesitan tanta capacitación, pero capaz no se lo ofrecen a personas trans.
Algunas otras como las prótesis es distinto, porque son difíciles de conseguir y caras y no
siempre hay equipos capacitados. En la página del Ministerio de Salud de la PBA están
publicados los equipos que proveen de hormonas a personas trans y los contactos para
llamar. Es un área que está creciendo mucho.
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P: Sería ideal que el Estado tuviese la capacidad de identificar políticas que han
funcionado mejor y pensarlas para otros territorios. En ese caso, varias de las cosas que
se están haciendo en PBA podrían inspirar a las políticas en otras provincias.
CR: Hablando de eso, nosotras tenemos una mesa que se llama “Niñas, no madres”
que básicamente es un abordaje integral de los embarazos forzados y justo hubo ayer una
presentación en donde estuvieron cinco provincias. A todo el mundo le gustó mucho,
después hubo un taller donde hubo mucho acuerdo. Entonces creo que nosotras vinimos
con esta idea de salud feminista, no de mejorar la salud pública si no de transformarla.
Parte de esa posibilidad yace en las discusiones que tenemos colectivamente, en los
modos en los que se construyen esas políticas. Después si está la responsabilidad de firmar
un expediente de compra o cosas así. Eso está en manos de determinada funcionaria. Pero
nuestro modo de trabajar marca diferencias en relación con las gestiones tradicionales,
más unipersonales y patriarcales, donde la decisión la toma uno y punto. El rol acá es de
responsabilidad, la autoridad es colectiva y viene desde el feminismo.
Otra cosa que sumamos a nuestra agenda es el problema de la lógica discursiva, que
en salud se caracteriza por el exceso del concepto de control: “control del parto, control
del niñe sano, control prenatal, control ginecológico” y nosotras decimos ¡paren de
controlar! El 30 de octubre hacemos un encuentro de salud en la UNPAZ, tenemos una
mesa que se llama “Feminismos en formación, salud feminista como estrategia de
integración”, lo que planteamos es que un sistema de salud no se puede integrar si no se
hace feminista porque la lógica masculina patriarcal no puede lograr nada. Hay que pensar
al feminismo como una estrategia de gestión porque, aunque salud no sólo es algo técnico,
también es político. “¿Quién tiene poder epistémico sobre los cuerpos?”, y la respuesta
es que no son los médicos, son las personas. Por eso, para que la ley de IVE se
implemente, para que sea un derecho y no un privilegio, hay que transformar el sistema
sanitario.
Cuando salió la ley, a mí me llamaban los equipos y me decían: “Perdón, ¿qué tengo
que hacer cuando viene una mujer?” Mi respuesta siempre fue “no tenés que hacer nada
más que garantizar y acompañarla”. Claramente se quedaron perplejos, no tenían idea
cómo proceder porque todo el procedimiento era dar información y recetar misoprostol.
No hay que hacer certificación de causales, tampoco hay que autorizar a nadie y esto
generó que se quedaran en desconcierto, preguntándose “¿uál es mi rol?”. Y la respuesta
siempre es “tenés que certificar un deseo, que la persona haga lo que decida”. Ahí está la
salud, no hay que buscar la enfermedad, ni el causal. Antes, las mujeres tenían que
explicar todo, dar justificaciones en demasía para poder acceder a un aborto. Si no había
una “justificación” de tipo que el marido les pegaba o que estaban en la miseria, la
respuesta del profesional podía ser del tipo “pero va a la universidad, tiene plata,
educación”. Les juro que me llamaban y me decían eso, porque no encontraban el causal.
Hay mucho para hacer. En los dos años de gestión que nos quedan, nuestros
objetivos que son: acceso al aborto en el segundo trimestre y empezar a trabajar fuerte
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todo lo que es la gestión de insumos, porque sin estos últimos no hay política de salud
sexual, si no no hacés redistribución de material no hay políticas.
P: Esto último quizás sea un tema medio opaco para quienes no tenemos cercanía a
la gestión. Me refiero al acceso a insumos, en general. Me pregunto por qué no nos
escandaliza el tema de patentes, por ejemplo, que con la pandemia fue tremendo. ¿Cómo
te parece que se podría promover discusiones sobre estas cuestiones?
CR: En la Escuela de Gobierno, estamos haciendo un seminario de salud
internacional en el contexto de pandemia que nos lleva a algunas conclusiones: hoy en
día la gobernanza de la salud depende de la industria porque vos necesitas medicamentos,
aparatología, etc. y eso determina las políticas sanitarias. También está el tema de los
organismos internacionales, el otro día una compañera dio una charla sobre el
financiamiento de éstos y dijo que cuando la OMS empezó, el 80% de su capital era de
países y un 20% del sector privado, hoy en día se revirtió y un 60% es solo de Bill y
Melinda Gates. El financiamiento privado condiciona la agenda sanitaria. Miren lo que
pasó en la pandemia, la gente conocía más al Ministro de Salud de Estados Unidos que al
director de la OMS, la población escuchaba lo que decían los laboratorios. Entonces me
parece que tenemos que empezar a entender que el Estado-Nación está muy complicado,
no hay países soberanos hoy en día y mucho menos en materia sanitaria donde vos
dependes de los insumos, sin ir más lejos los anticonceptivos que compramos no se
fabrican en el país.
Las agendas están marcadas por corporaciones globales. Por ejemplo, cuando
tuvimos el problema de falta de abastecimiento de implantes, todo el mundo le pegaba al
Estado. Y era cierto que somos responsables, pero no podemos comprar insumos a un
precio disparatado. Comenzamos con un laboratorio monopólico y caímos en nuestra
propia trampa, metimos un método que es bárbaro, que todo el mundo lo quiere, pero la
frase que caracterizó fue “el primero te lo regalo, el segundo te lo vendo a precios
exorbitantes”. Es entendible que si vos haces la cuenta a largo plazo te conviene
comprarlo porque es más efectivo, pero sigue siendo muy difícil implementar políticas de
métodos de larga duración cuando tenés dos o tres empresas que te fijan el precio que
quieren. La conclusión es que la producción nacional de medicamentos es un tema muy
importante y tiene que estar en la agenda.
A veces cuando faltan insumos algunas compañeras dicen “voy a llamar a Nación”,
y yo me río porque somos un país federal, a ellos les pasa lo mismo que a nosotras. Es
importante entender que los estados también están subordinados a las políticas financieras
de los laboratorios, no hay independencia. Decimos que “no puede haber soberanía de los
cuerpos sin soberanía sanitaria y no puede haber un proyecto sanitario sin un proyecto de
país”. No podés pensar que un territorio te puede garantizar los derechos sexuales y
reproductivos si no tenés una política de país que promueva la autonomía y eso implica
pelearse con un montón de gente, y no sólo con actores globales.
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Relacionado con este tema tenemos a los anestesistas, justamente la Provincia viene
con una batalla terrible. Lo que pasa es que si estos profesionales dejan de trabajar se
muere gente. La realidad es que podes prescindir de un pediatra porque tenés un
generalista que hace cosas muy parecidas, pero no podes poner a nadie a hacer anestesia
y eso los lleva a ser una corporación. En el sistema médico vos haces convenios con los
colegios y es un gran negocio corporativo, tenés que dar esas batallas si realmente querés
tener autonomía y poder generar las prestaciones basadas en el marco de derechos porque
están condicionados por muchos factores económicos con intereses financieros.
P: Quería retomar esta idea de que no hay autonomía sin conflicto, esto es muy
distinto al liberalismo. Quería que me contaras la multa al Sanatorio Austral, ¿cómo fue
esa medida?
CR: No fue una medida del Ministerio de Salud, sino de la Secretaría de Comercio.
La ley del aborto pone a la voluntad y autonomía de las personas en el centro de la escena,
lo que te permite establecer una discusión con los equipos de salud porque cambia la
lógica entre las relaciones de poder médico-paciente. Pero también hay muchos
organismos del estado que están involucrados en la implementación de la Ley 27.610.
Uno de ellos es la Secretaría de Comercio. Desde allí se impulsó un formulario para
registrar incumplimientos por parte de las obras sociales. Si se trata de una persona que
reside en PBA, pasa a Defensa al Consumidor de PBA. Nosotros tenemos relación directa
con la Secretaría de Comercio y venimos haciendo un trabajo de articulación, reunimos a
todas las regiones para promover que las mujeres que llegan al sistema de salud público,
porque la obra social les negó un aborto, completen ese formulario. Si la mujer llega con
una edad gestacional temprana, esperamos 24hs luego de llenarlo. Lo que hace Defensa
al tomar el reclamo, es comunicarse con la obra social y decir que tiene que garantizarlo
sí o sí. Lo que suele pasar es que las obras sociales responden y lo garantizan o, en caso
de que no puedan, lo hacemos nosotros, pero les facturamos a ellos a través de los
mecanismos de recupero.
En el caso del Austral no solamente no se garantizó, sino el jefe de servicio y junto
con varias personas trataron de convencer a la mujer para que no abortara. Entonces
terminó haciéndolo en el sistema público. Defensa al Consumidor les hizo una demanda,
no contestaron y entonces decidieron multarlo, además de ponerlo en las redes. Nos
llamaron, nos contaron, y en la rueda de prensa dijeron “difundamos” para dar una señal
de que la ley se cumple y si no, hay sanciones. De todos modos, está imputado como
incumplimiento, se abre un proceso administrativo y se lo sanciona con una multa. En
general, las demás obras sociales arreglan algo y dicen “bueno, vamos a empezar a
resolver”.
P: Dos últimas preguntas. La primera, sobre los debates o discusiones que aparecen
intermitentemente sobre la reforma del sistema de salud. ¿Para vos dónde están los puntos
fuertes de esta discusión? Es decir, cuáles son los horizontes que se plantean. Y agrego
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una más: para estos dos años que quedan, ¿cuáles serían los objetivos de máxima en el
Ministerio?
CR: La integración tiene que ver con esto, es una discusión política y en la pandemia
se empezó a ver que no es posible garantizar el acceso a salud con un sistema
desintegrado, porque es ineficiente, ineficaz y la gente se te pierde en él. Por ejemplo,
cuando la Provincia desarrolló el “Sistema de Gestión de Camas”, se relevaron todas las
camas que había, de todos los sectores y se empezó a derivar por localidad y por
disponibilidad. Fue una pelea, sin dudas. Teníamos hospitales estallados y las clínicas no
querían recibir personas. Pero finalmente funcionó y permitió ser más eficientes en un
momento de altísima demanda. No era solo lo público, porque la cama era para quien
venía, sin importar si tenía seguro médico o no, se distribuyeron equitativamente. Es
decir, se buscó integrar y generar un modelo más solidario donde todo vaya a un pozo
común, redistribuyendo de manera más equitativa y no dejando que la gente “se caiga por
el colador”. Colador que, además, termina con un sistema público completamente
desbordado, que financia mucho del sector privado.
Lo que estamos planteando no es hacer un sistema único, como tienen en Inglaterra,
sino alguna manera que nos permita llegar a un acuerdo social que no sea un “sálvese
quien pueda”. Esto implica una discusión política muy grande, porque si no podemos
congelar el precio de los fideos secos, menos vamos a poder lograr lo que nos
proponemos.
Para mí lo que hay que desinstalar (por eso es importante que los feminismos
también se lo pongan en la agenda) es que la atención privada es mejor que la pública. La
realidad es que tenés más aparatología que a lo mejor no necesitás, pero no hacen nada
de prevención, no existe la atención primaria de la salud, lo único que buscan es hacer
cosas caras, capaz mil estudios que por ahí no son necesarios, porque el objetivo es el
lucro. Si miras las tasas de cesáreas, cerca del 80% son en el sector privado. La misma
OMS te dice que no debería haber más de un 20% y tenemos números elevadísimos,
obviamente que en el público tenemos menos, aunque sigue siendo alto el porcentaje
(60%). El por qué de esto es que no está el servicio de partos, el médico va y te programa
el procedimiento, estas dos horas y chau, y te cobró lo mismo que en un parto asistido
donde la partera está 24hs acompañando a la mujer.
Entonces digo, para que el Ministerio tenga una función rectora, deberíamos pensar
en un sistema integrado que pueda responder y adaptarse a las necesidades de las políticas
sanitarias con una autonomía de gestión de medicamentos. Cre que esa es la discusión
política que hay que dar.
Además, la oposición hace mucho ruido y genera mucha confusión, ojo, no estamos
hablando de que solo exista lo público, sino algunas lógicas que permitan que no sea un
modelo extractivista donde los cuerpos finalmente son territorios para extraer plusvalía.
Hablando del tema del Cannabis, nosotras trabajamos mucho con Mamá Cultiva.
En IOMA están pagando 25 mil el frasco de aceite importado de Canadá porque hay una
altísima demanda, pero, de nuevo, está todo atravesado por los laboratorios: la gente
15
�ISSN 1853-8452
podría cultivar en su casa y producir. Entonces nos preguntamos cómo hacer para que
todas estas modalidades estén incluidas en un sistema integral, donde los financiamientos
sean más eficientes. De nuevo, no es que queremos que el sector privado deje de ganar o
estatizarlos, pero sí que funcionen con una lógica sanitaria en función de cuáles son las
necesidades del país.
Además, siempre está la pregunta de cuál es la agenda de la investigación
farmacéutica, no buscan medicinas que te curen y quien financia todo esto son los
Estados, entonces es como dar vuelta todo y pensarlo en una lógica que esté al servicio
de un sistema más eficiente, más efectivo donde el acceso sea independiente de tu
capacidad de pago.
Básicamente es eso, dentro del capitalismo y de este sistema, implica dar un montón
de peleas. Y para que las gane el gobierno, tiene que haber una base social que hoy no
está. Hablar de sistema de salud integrado es una manera de pensar quién conduce las
políticas sanitarias y cómo se subordina el sector privado a las políticas nacionales.
Con respecto a las autoridades del Ministerio, creo que las políticas son: integrar el
sistema de la Provincia, fortalecer el sistema público con un gran plan de infraestructura
que arrancamos, que va a demorar siete años, porque hace mucho que las instalaciones
no tienen mantenimiento, estamos partiendo del deterioro. Es decir, se busca fortalecer
los recursos materiales. Se hizo y se sigue haciendo una gran inversión para recuperar un
poco lo perdido. Sobre todo, buscamos ordenar, organizar y poner prioridades claras, que
cada hospital no tenga sus propios objetivos si no que las políticas sean producto de
dialogar con la comunidad en conjunto. Queremos que se articule centralizadamente y
por eso nos reunimos para hacer evaluaciones todxs lxs directorxs de la Provincia cada
viernes.
En la Dirección de Equidad y Género tenemos grandes líneas para los dos años que
nos quedan. Una es implementar el parto respetado en todas las maternidades y hospitales,
consolidar los equipos de ILE y fortalecer el sistema de gestión de insumos. Además,
ahora se viene el Plan Qunita Bonaerense que va a ser una de las políticas centrales, es
distinta a la del 2015 porque tiene 3 puntos: cuidados del embarazo, cuidados de
sexualidad y reproducción y cuidados en la crianza. La primera versión de este plan tenía
un montón de cositas para el bebé, ropa, juguetes, etc. y para la mujer puérpera era una
pezonera, un camisón y unas pantuflas. Son 75 mil las mujeres que paren sin cobertura
médica y la ropa era de talle único. Ahora incorporamos una línea de cuidados que habla
de la sexualidad en el embarazo, que te pasa en el cuerpo, el deseo. También se incorpora
algo de la menstruación, sobre cuándo te vuelve luego de dar a luz y algunas herramientas
más. Acá descubrí el collar de Billings, que permite calcular la menstruación, tiene
cuentas blancas para el período que estás ovulando y podés controlar más tu ciclo.
Buscamos poner a disposición herramientas y elementos para que las personas que lo
necesitan tengan acceso a más información. Además, este programa va a contar con
insumos de gestión menstrual (toallitas reusables y copitas menstruales) y sacamos el
camisón.
Buscamos que tenga un anclaje muy fuerte territorial, con convenios con los
municipios, porque en el Qunita inicial la responsabilidad estaba puesta sobre la mujer
que tenía que tener los cinco controles, aunque el sistema de salud no lo garantizaba.
16
�ISSN 1853-8452
Pasamos el peso a los municipios, para que sean estos los que garanticen todo a través de
convenios, incentivos, etc. Esto nos va a permitir traccionar un poco el acompañamiento,
especialmente en los casos de riesgo, en los que se necesitan cuidados más intensivos.
También estamos desarrollando un flujograma de atención que busca promover la
detección temprana de embarazo con consejería de opciones. Vamos a repartir muchos
test de embarazo para que ni bien tenga positividad pueda decidir qué hacer, es decir no
asumir que todo embarazo es una maternidad elegida, sino que se pueda garantizar el
derecho de continuar o interrumpir.
Todo esto implica gestionar los insumos que tienen que estar disponibles en los
hospitales y en los centros de salud, si no termina pasando lo de siempre: es una política
muy linda pero no tenés el método anticonceptivo, no tenés el espéculo para colocarlo,
no tenés el equipo de atención capacitado.
También queremos hacer una reunión más íntima con compañeras de la región que
estén en el tema de salud para pensar con ellas, desde las distintas experiencias, los
desafíos locales y los que se presentan en algunos países. Necesitamos meter el tema de
salud en la agenda feminista local y regional, identificar con más astucia dónde están los
problemas, no reclamar de manera mecánica al Estado. Sobre todo, porque perdimos
todos los organismos regionales que nos permitían construir un poder más colectivo. En
ese sentido, el Ministerio promueve el debate con otros gobiernos, con otros países, con
otros actores. Eso lo estamos haciendo a través de la Escuela.
P: Carlota, muchísimas gracias. Nos quedamos con muchas cosas para pensar y
seguir.
17
�
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Anuario de Investigaciones
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Artículos de la publicación anual en formato CD-ROM (ISSN 1853-8452)
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La colección Anuario de Investigaciones expresa la creatividad y rigurosidad intelectual de les artistas e investigadores de las ciencias del arte y las ciencias sociales que componen el Centro Cultural de la Cooperación "Floreal Gorini". Allí podrán encontrarse los principales resultados de la investigación de cada proyecto (individual o grupal), sus reformulaciones y las nuevas preguntas que a partir de ésta se abren. Se trata de abordajes de distinto corte teórico y metodológico, que toman múltiples tópicos y problemáticas tanto de carácter local como regional y global. Por encima de sus especificidades, los trabajos de esta colección comparten una profunda preocupación por comprender y transformar, en un sentido asociativo y de igualdad social, el mundo que los vio emerger.
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Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
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Por un modelo de gestión feminista en salud: Diálogos con el Carlota Ramírez
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Cavallero, Lucía
Mines Cuenya, Ana
Description
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Fil: Cavallero, Lucía . Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Subject
The topic of the resource
MEDICINA SOCIAL
ADMINISTRACION DE LA SALUD
FEMINISMO
POLITICAS PUBLICAS
ABORTO LEGAL
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The spatial or temporal topic of the resource, the spatial applicability of the resource, or the jurisdiction under which the resource is relevant
ARG
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A related resource from which the described resource is derived
Anuario de Investigaciones Nº 12 (2021)
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Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
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2021
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ISSN 1853-8452
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spa
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info:eu-repo/semantics/publishedVersion
Anuario 2021
Dep. de Salud
Salud
-
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Anuario de Investigaciones
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Artículos de la publicación anual en formato CD-ROM (ISSN 1853-8452)
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La colección Anuario de Investigaciones expresa la creatividad y rigurosidad intelectual de les artistas e investigadores de las ciencias del arte y las ciencias sociales que componen el Centro Cultural de la Cooperación "Floreal Gorini". Allí podrán encontrarse los principales resultados de la investigación de cada proyecto (individual o grupal), sus reformulaciones y las nuevas preguntas que a partir de ésta se abren. Se trata de abordajes de distinto corte teórico y metodológico, que toman múltiples tópicos y problemáticas tanto de carácter local como regional y global. Por encima de sus especificidades, los trabajos de esta colección comparten una profunda preocupación por comprender y transformar, en un sentido asociativo y de igualdad social, el mundo que los vio emerger.
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Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
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Las muchas caras de las políticas de medicamentos : su uso comunitario, la multiplicidad ontológica de las sustancias y la autonomía corporal como ejercicio y horizonte
Subject
The topic of the resource
POLÍTICAS DE SALUD
MEDICAMENTOS
GÉNERO
DROGAS
Description
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Fil: Cavallero, Lucía. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
Fil: Mines, Ana. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
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Cavallero, Lucía
Mines, Ana
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Anuario de Investigaciones N° 9 (2018)
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2019
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ISSN 1853-8452
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AR
Dep. de Salud
Salud
-
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Anuario de Investigaciones
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Artículos de la publicación anual en formato CD-ROM (ISSN 1853-8452)
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Estrategias de salud para la vida y políticas de medicamentos : entrevista con el Dr. Jorge Rachid
Subject
The topic of the resource
SALUD PÚBLICA
POLÍTICA DE SALUD
MEDICAMENTOS
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Fil: Cavallero, Lucía. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
Fil: Mines, Ana. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
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Cavallero, Lucía
Mines, Ana
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Anuario de Investigaciones N° 10 (2019)
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Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
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2020
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spa
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info:ar-repo/semantics/articulo
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ISSN 1853-8452
Dep. de Salud
Salud
-
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Cuadernos de Trabajo
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Centro Cultural de la Cooperacion
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spa
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Serie monográfica de investigaciones
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A name given to the resource
Salud mental en la ciudad de Buenos Aires : un abordaje cualitativo sobre las estadísticas en el sistema público
Subject
The topic of the resource
SALUD MENTAL
SALUD PUBLICA
ESTADISTICAS DE SALUD
POLITICAS PUBLICAS
CIUDAD DE BUENOS AIRES
Description
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Fil: Adissi, Grisel. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
Fil: Vázquez, Rocío. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
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Adissi, Grisel
Vázquez, Rocío
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Cuaderno de trabajo nº 87
Publisher
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Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Date
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2013
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The file format, physical medium, or dimensions of the resource
application/pdf
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A language of the resource
spa
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The nature or genre of the resource
info:eu-repo/semantics/workingPaper
info:ar-repo/semantics/documento de trabajo
info:eu-repo/semantics/publishedVersion
Identifier
An unambiguous reference to the resource within a given context
ISBN 978-987-1650-38-5
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The spatial or temporal topic of the resource, the spatial applicability of the resource, or the jurisdiction under which the resource is relevant
ARG
Dep. de Salud
derecho a la salud
Salud
-
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Cuadernos de Trabajo
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Centro Cultural de la Cooperacion
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spa
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Serie monográfica de investigaciones
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Informe sobre la situación socio sanitaria de la Ciudad de Buenos Aires, año 2008
Subject
The topic of the resource
SALUD
POLITICA DE SALUD
DERECHO A LA SALUD
PROGRAMAS SOCIALES
CIUDAD DE BUENOS AIRES
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Fil: Maier, Brenda. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Maier, Brenda
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Cuaderno de trabajo nº 85
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Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
2009
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Information about rights held in and over the resource
info:eu-repo/semantics/openAccess
http://creativecommons.org/licenses/by/2.5/ar/
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The file format, physical medium, or dimensions of the resource
application/pdf
Language
A language of the resource
spa
Type
The nature or genre of the resource
info:eu-repo/semantics/workingPaper
info:ar-repo/semantics/documento de trabajo
info:eu-repo/semantics/publishedVersion
Identifier
An unambiguous reference to the resource within a given context
ISBN 978-987-1650-03-3
Coverage
The spatial or temporal topic of the resource, the spatial applicability of the resource, or the jurisdiction under which the resource is relevant
ARG
Dep. de Salud
derecho a la salud
Salud
-
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Title
A name given to the resource
Cuadernos de Trabajo
Publisher
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Centro Cultural de la Cooperacion
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A language of the resource
spa
Description
An account of the resource
Serie monográfica de investigaciones
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Title
A name given to the resource
Atención primaria de la salud ¿meta o mito?
Subject
The topic of the resource
SALUD
ATENCION PRIMARIA DE SALUD
OMS
POLITICA DE SALUD
Description
An account of the resource
Fil: Andina, Leticia. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
Fil: Doval, Karina. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Andina, Leticia
Doval, Karina
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A related resource from which the described resource is derived
Cuaderno de trabajo nº 81
Publisher
An entity responsible for making the resource available
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
2008
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info:eu-repo/semantics/openAccess
http://creativecommons.org/licenses/by/2.5/ar/
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The file format, physical medium, or dimensions of the resource
application/pdf
Language
A language of the resource
spa
Type
The nature or genre of the resource
info:eu-repo/semantics/workingPaper
info:ar-repo/semantics/documento de trabajo
info:eu-repo/semantics/publishedVersion
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An unambiguous reference to the resource within a given context
ISSN 1666-8405
Coverage
The spatial or temporal topic of the resource, the spatial applicability of the resource, or the jurisdiction under which the resource is relevant
ARG
Dep. de Salud
Salud
-
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Title
A name given to the resource
Cuadernos de Trabajo
Publisher
An entity responsible for making the resource available
Centro Cultural de la Cooperacion
Language
A language of the resource
spa
Description
An account of the resource
Serie monográfica de investigaciones
Text
A resource consisting primarily of words for reading. Examples include books, letters, dissertations, poems, newspapers, articles, archives of mailing lists. Note that facsimiles or images of texts are still of the genre Text.
Dublin Core
The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Decisiones y omisiones en salud sexual y represión : el problema de la mortalidad materna en Argentina.
Subject
The topic of the resource
SALUD REPRODUCTIVA
SALUD DE LA MUJER
MORTALIDAD MATERNA
ABORTO
DERECHOS REPRODUCTIVOS
Description
An account of the resource
Fil: Pérez Chávez, Kattya. Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Departamento de Salud
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Pérez Chávez, Kattya
Source
A related resource from which the described resource is derived
Cuaderno de trabajo nº 73
Publisher
An entity responsible for making the resource available
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
2007-03
Rights
Information about rights held in and over the resource
info:eu-repo/semantics/openAccess
http://creativecommons.org/licenses/by/2.5/ar/
Format
The file format, physical medium, or dimensions of the resource
application/pdf
Language
A language of the resource
spa
Type
The nature or genre of the resource
info:eu-repo/semantics/workingPaper
info:ar-repo/semantics/documento de trabajo
info:eu-repo/semantics/publishedVersion
Identifier
An unambiguous reference to the resource within a given context
ISSN 1666-8405
Coverage
The spatial or temporal topic of the resource, the spatial applicability of the resource, or the jurisdiction under which the resource is relevant
ARG
aborto
Dep. de Salud
Salud
-
https://d1y502jg6fpugt.cloudfront.net/33463/archive/files/b0fe88be1eabc51e43ec65a3fba7e406.pdf?Expires=1712793600&Signature=W85wmQUbo1Yg0oU-kLZgD64HA-CVlJAqyI6-r%7EG74ZdVzB82gBJHfXBT9rir1ZfX9kHz9xhvlp5M78fFEq%7EH5y0tPRFVRJ4LGOvmfEDcb1VdBi%7EOMBw0jK2u80NPPvBY1Uv8S8p8tW55fOn8TblpbShyj9BA5WUwq3Sevnx9VLObLcmPkzrONptI7mqqkPetjyTswicwUQANQ9uhR8KuOdg-QqcyDdHYLPWgrn9nmz9-I2gJnR1Y7z3tnLzMZUnGtORlb65iIFb75bdydf4pDiDVI9WTk7BR8mxu6gwpUFCasNSrzA2GptMbTxWUX%7ECDBtL1GkVxMQzH5DI4O2F6UQ__&Key-Pair-Id=K6UGZS9ZTDSZM
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Dublin Core
The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Cuadernos de Trabajo
Publisher
An entity responsible for making the resource available
Centro Cultural de la Cooperacion
Language
A language of the resource
spa
Description
An account of the resource
Serie monográfica de investigaciones
Text
A resource consisting primarily of words for reading. Examples include books, letters, dissertations, poems, newspapers, articles, archives of mailing lists. Note that facsimiles or images of texts are still of the genre Text.
Dublin Core
The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Los jóvenes y el SIDA : un estudio cualitativo sobre representaciones sociales del VIH/Sida en las comunidades bonaerenses de Lanús, San Fernando y La Matanza
Subject
The topic of the resource
SIDA
HIV
REPRESENTACIONES SOCIALES
JUVENTUD
SALUD
Description
An account of the resource
Fil: Kors, Julia. Centro Cultural de la Cooperación. Departamento de Salud
Fil: Strauss, Luciana. Centro Cultural de la Cooperación. Departamento de Salud
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Kors, Julia
Strauss, Luciana
Source
A related resource from which the described resource is derived
Cuaderno de trabajo nº 59
Publisher
An entity responsible for making the resource available
Centro Cultural de la Cooperación
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
2005-06
Rights
Information about rights held in and over the resource
info:eu-repo/semantics/openAccess
http://creativecommons.org/licenses/by/2.5/ar/
Format
The file format, physical medium, or dimensions of the resource
application/pdf
Language
A language of the resource
spa
Type
The nature or genre of the resource
info:eu-repo/semantics/workingPaper
info:ar-repo/semantics/documento de trabajo
info:eu-repo/semantics/publishedVersion
Identifier
An unambiguous reference to the resource within a given context
ISSN 1666-8405
Coverage
The spatial or temporal topic of the resource, the spatial applicability of the resource, or the jurisdiction under which the resource is relevant
ARG
Dep. de Salud
juventud
Salud